El documento narra la experiencia de un pasajero con Spanair durante una crisis de vuelo en julio de 2011, resaltando el uso de Twitter para expresar su descontento. A pesar de la respuesta corporativa, el pasajero critica la falta de atención y flexibilidad por parte de la aerolínea, sugiriendo que la fidelidad del cliente no se gana solo con compensaciones monetarias. La reflexión final destaca la importancia de escuchar al cliente y adaptarse a un mundo más digital.