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Teorías del amor libre
1
Teorías del amor libre
Gala.
Mi vida se había convertido en un domingo infinito. Repleto de música para días de lluvia;
si el sol aparecía las persianas se cerraban.
Tenía cosas para decir y, de alguna manera, creía que gritándolas en silencio, encerrada en
mi habitación, alguien lograría escucharme. No sé quién, de hecho, ni yo misma me
escuchaba. Me pregunto ahora si el mismo silencio me habría ensordecido.
Transitaba un período de incesante ambivalencia. Una especie de depresión que me negaba
a abandonar y me conducía hacia el solipsismo.
Una, dos, cinco tazas de café por día y el refugio en los libros.
Desentendida totalmente de la televisión argentina y un poco decepcionada por las redes
sociales. En cuanto al entorno, una combinación entre ambas. Notaba algo de
insustancialidad en la manera de percibir del resto y creo que de eso trataba de alejarme.
Alejarme de las personas que tienen como principio axiomático el "Porque sí" en lugar del
"¿Por qué si?"
El problema comenzó en un minucioso cuestionamiento o en la tendencia al perfeccionismo
por parte mía y desencadenó en una búsqueda constante en la que solamente encontré
inconstancias.
Desistí de esta prospección por un tiempo y comencé a preguntarme por mi libertad ¿hasta
dónde llegaba? ¿Hasta dónde quería que llegue? Y qué pasaba con el sentirse desarraigado
de la misma al mirar a alguien y experimentar la soberanía y sumisión a la vez. En qué se
convierte la libertad del otro al crear una pertenencia imaginaria, porque ¿realmente somos
dueños? ¿Pertenecemos o conformamos? ¿Estaremos conscientes del inconsciente colectivo
que nos abraza?
La única manera de elaborar una teoría para cada una de las preguntas que se formulaban
en mi cabeza fue terminar con aquel domingo que me envolvía, salir del estado de
alienación e introducirme en un campo experimental, suponiendo que para comprender algo
2
Teorías del amor libre
completamente tenía que anclarme en su espacio y tiempo. Así, dejé asentadas algunas
situaciones con las que me encontré.
3
Teorías del amor libre
Idealizar.
Inventaba conversaciones que jamás tuvimos y me enamoraba de las palabras que yo
misma ponía en su boca. Nos encontrábamos en lugares divinos por su inexistencia. Lo
espiaba, espiaba cada una de sus características. Me preguntaba qué era un defecto; hasta
sus imperfecciones me atraían. Todo lo que decía era tan interesante -a pesar de que yo
misma lo creara- en su voz todo sonaba mejor.
A fin de cuentas, me sentía atraída por algo desconocido, sosegado. Pero cómo no iba a
suceder así. La intriga es la entrada principal a nuestro imaginario, bloqueado por reglas
sociales, aquellas con las que accionamos de forma sistemática, ya casi por inercia, y nos
impiden trascenderlas. Nuestros pensamientos y nuestro accionar están regidos por el plexo
de todo aquello que supimos consumir. Yo me pregunto, ¿qué hay más allá de lo que
conocemos y desconocemos?
Él, desde el silencio, despertaba en mí un mundo de emociones, ilusiones, ideas y, ¿cómo
no enamorarme de eso?
Un buen día supe. No hablaba conmigo porque no sabía exactamente qué decir. Entonces,
se terminó.
4
Teorías del amor libre
El tiempo, el espacio y las personas.
Así es como lo recuerdo. Todo percibido desde un único punto de vista. El mar. El sol
haciéndose desear –retrasando la espera- maquillando al cielo de color naranja. Arena
desprolija. Adolescentes borrachos de esperanza; aunque la ebriedad no fuera a causa de
ella. Sentados, esperando el amanecer. En aquella ronda en la que se encontraban, se vio
una sonrisa acompañada de una guitarra. Canción de Spinetta y, las horas, desobedeciendo
a la letra, comenzaban a subir.
Pérdida de contacto con la guitarra. Dos días más tarde se reapareció con su número de
celular.
Qué crudo me parece el amor adolescente. Noche. Música absurda. Alcohol. Personas sin
tanta esperanza; no esperaban sentados el amanecer, sino lo contrario.
Manos entrelazadas caminaron hacia una habitación llena de música que valía la pena. Un
beso acompañado de un sentimiento con sabor a plástico. Una charla que se encargó de tirar
las expectativas a la basura y limpiar la habitación para que quede, una vez más, vacía.
Final abierto.
El desvío de esta vida tuvo un tropezón que causó dolor en una rodilla que, no pudo
moverse más que para terminar la noche en una wafflería.
La rodilla, dolida pero observadora, clavó su mirada en unos ojos verdes que preguntaban a
su vez por ella. Debido a su reciente desencantado sentimiento y a la numerosa compañía
de aquellos ojos, descartó cualquier posibilidad de acercamiento. Sin embargo, se escuchó:
- ¿Qué hacen hoy?
- Nada. Tengo un sutil desgarro en los meniscos.
Y la conversación de (aproximadamente) tres horas que desencadenó aquella respuesta.
Intercambio de números telefónicos y redes sociales.
Una primera invitación y un sí como respuesta.
Habitación. Música. Charlas sobre París. The Beatles. Miradas cómplices.
5
Teorías del amor libre
Disputa que corta el clima "¿A dónde vamos?" Deberíamos ir adonde queremos llegar;
bailando reggaetón no se llega a ningún lado, mejor un bar.
Carcajadas. Coincidencias. Y ahora comenzaban a mirarse las sonrisas.
Un tirón en la mano hizo que los ojos claros y la rodilla a la miseria terminaran cara a cara.
Una frase interrumpida por un beso, seguido de un abrazo. Fin de la noche.
A la mañana, la realidad llamó al teléfono y corrompió con la cabeza soñadora. Esta
realidad no habla mucho pero contiene... ¿Quién quiere contención cuando busca escapar?
La rodilla se curó y como si hubiera estado esperando en la línea de partida y anunciaran el
"ya", salió corriendo. Así quisieron suceder las cosas.
Una noche sola. Un fanático de Tarantino sentado en un banco de plaza. Otro número
telefónico a la lista, pero la historia termina ahí.
Dos mensajes. Dos invitaciones. Esta vez fue un no lleno de pésimas excusas para los ojos
claros.
Madrugada en la playa. La guitarra vuelve al plano y Spinetta también. Un beso más que lo
único que hizo fue despedirse.
La realidad demostró por la mañana que los besos de desayuno no sacian cuando no se
durmió.
Un mensaje nuevo. Última invitación concreta y el sí vuelve a formar parte del juego con
una mentira para correr de lo real otra vez.
Una mesa para dos. Los ojos claros esperan sentados. Charla amena. Caballero invita.
Despedida en la arena casi abrazados por el frío, observando el atardecer. Parecía amor.
Parecía novela cuando la guitarra pasó por enfrente de aquellos dos y se perdió el cuadro
por mirar para otro lado.
Del escape uno nunca vuelve, y ahora, sea por querer que ese falso amor fuese en serio, la
cabeza se concentró en lo real.
6
Teorías del amor libre
Un viaje a Pinamar. Una habitación concentrada de risas. El sonido de un cóndor que
ocasionó un vuelo con dirección a una playa. Un abrazo eterno, al menos por esa noche.
Dos mensajes. Dos invitaciones. Pero las ganas de correr, de escaparse eran, ahora, nulas.
Agradecí a aquellas salidas de emergencia y les expliqué que era tiempo de volver.
7
Teorías del amor libre
Yo, objeto.
Comer, arriesgarse a dejarte de gustar.
Cejas finas y pestañas tan arqueadas,
perfectas para que el viento y el polen dejaran a mis ojos irritados;
el invierno, mis articulaciones congeladas,
pero hermosa con el vestido que te gustaba.
La charla previa ¿para qué?
Claro. Soy mujer, con todo lo que eso implica.
Pienso en lo que pensarían, y ¿por qué?
¿Por qué me interesa vestirme de lo que no soy para ser por y para vos? ¿Por qué me
interesa lo que pensarían?
¿Seré por y para ellos también?
¿Se darán cuenta?
¿Cómo podrían darse cuenta de algo que siempre fue así?
Soy lo que el contexto construye de mí,
virgen,
error,
las ganas de todos excepto las mías.
Soy lo que la sociedad formó:
bebés, tabla y plancha, cocina y set de belleza de plástico, barbies,
ningún juego de ingenio.
8
Teorías del amor libre
Pensar desde la cama.
Me desperté, te miré, todavía dormías.
Permanecí sentada, con la mirada perdida y pensando con mi cabeza, que en ese momento
parecía más una favela.
Miré un cuadro, dramatizando un poco la situación, como si alguien estuviera viéndonos,
filmándonos. Como si en la ficción hubiese podido encontrar la respuesta.
Ya levantada, agarré una toalla y me metí en la ducha. El agua hervía, como mis
sentimientos, pero no tenía ganas de abrir la canilla de agua fría y, entonces, me senté para
que no queme tanto. Cerré los ojos, el agua cayó, siguió cayendo y el calor dejó de ser el
mismo. Parecía que la temperatura era proporcional a cada cosa que me pasaba
interiormente.
Todo se enfriaba. El ambiente, el contexto, mi mente, cuerpo y, quizás, para algunos,
aquello que llaman alma que yo no sé muy bien qué significa.
Quedé envuelta en la toalla, apuntando con el secador de pelo al espejo para que se
desempañe. Cuando me encontré, mi mirada no era la misma; algo había cambiado.
Salí del baño y, mientras vos dormías, yo me despertaba.
9
Teorías del amor libre
La pregunta explícita.
Mamá ¿Cuánto tiempo tengo que estar de novia para coger con el chico que me gusta?
10
Teorías del amor libre
2015.
- ¿Qué te pasa?
- Estoy enferma. Tengo un sentido trágico de la existencia; pequeños tropezones figuran
como abismo en mi cabeza. Soy depresiva.
- ¿Qué te enfermó?
- La sociedad.
- Sos inteligente.
- Todos lo somos.
- Sabés a que me refiero...
- Hablá con exactitud. Igualmente, no voy a ser tan cruel. Sé a lo que te referís y claramente
no soy eso que creés que soy.
- ¿Cómo sabés que creo que sos?
- Me dijiste inteligente. Eso me da pautas de vos y de lo que pensás de mí.
- ¿Pautas mías?
- Sí. Me refiero al tipo de palabra que usaste.
- ¿Tiene algo de malo decirte inteligente?
11
Teorías del amor libre
- No, quizás un poco básico. Podrías ahondar más en lo que creés de mi capacidad de
interpretación, sin embargo, redujiste todo eso a sonreírme con gracia de galán mientras me
llamabas inteligente.
- No sé qué decirte ahora.
- No te preocupes. Suele pasarme. Debés estar pensando que se me va la mano, que podría
ser más común y que no vas a poder conmigo, acto seguido te vas.
- Te pasó muchas veces, por lo visto...
- Muy seguido. El mundo está lleno de personas que no saben quiénes son.
- ¿Eso tiene que ver?
- Va de la mano con usar una palabra cliché.
- ¿Puedo saber las pautas esas que nombraste?
- Sos un esnob.
- ¿Esnob?
- Estamos hablando en un bar en el que suena la canción más conocida de MGMT, tenés
una copa de... ¿qué estás tomando?
- Probá.
- A partir de esa respuesta nada de lo que digas va a cambiar mi opinión sobre tu
esnobismo.
- Perdón. Martini.
- Sos el tipo de pibe que solo podría acercarse a hablarme en un lugar como este. Con
música de fondo, sus amigos tal vez en la misma situación o quizás bailando con sus tragos
en mano pero siempre atentos de pescar algo... y no olvidemos las luces apagadas.
- La noche tiene magia.
- Quizás la magia la tenga tu Martini.
- No estoy borracho.
12
Teorías del amor libre
- Tranquilo. Yo tampoco diría todo lo que te estoy diciendo en cualquier momento. Se
prestó la ocasión. Las noches deben haberse creado con el fin de poder decir todo lo que no
podemos en el día.
- Sos buena, eh.
- ¿Te parece?
- ¿Por qué "¿te parece?"?
- Quería asegurarme de que estés seguro. Sos raro. Mirá todo lo que te estoy diciendo y lo
único que te sale decirme es que soy buena...
- No puedo discutirte nada. Debés gustarme por eso.
- Debo gustarte porque no me gustás.
- Qué desilusión.
- Perdón.
- Está bien, ya me había dado cuenta. Tenés razón. A quién no le gusta lo que no puede
alcanzar...
Ahora, yo soy de los que creen que nada es imposible.
- Vas a tener que ir cayendo a la realidad, entonces.
- Me voy, me parece que te estoy molestando.
- Bueno, adiós. Un gusto.
- ¿De verdad?
- No me lo hagas pensar.
- Última cosa ¿cómo te llamás?
- Equis.
- Yo I. Nos vemos.
13
Teorías del amor libre
En el transcurso de la noche I miró a Equis tratando inútilmente de causarle algo. Cada vez
que ella lo miraba casualmente se encontraba con esta situación.
Al día siguiente Equis tenía una solicitud en todas sus redes sociales y todas correspondían
a I.
Lo aceptó y confirmó su hipótesis al ver las conversaciones que mantenía con otras
mujeres, mujeres que sin dudas no le interesaban, pero necesitaba tenerlas ahí para que le
dijeran cosas, cosas que no son cosas, más bien, palabras, aquellas que logran elevar el ego
y que nos mantienen contentos a todos, y digo a todos, porque Equis se dio cuenta de que la
conversación que tuvo con I, el hecho de que él se le haya acercado a conversar, de que la
haya mirado toda la noche y quisiera volverla a ver al menos por las redes sociales le había
gustado.
14
Teorías del amor libre
Amar.
Tan íntimo que nadie que sólo lo haya oído puede saber cómo se siente.
Avasallador. Te quita las palabras.
Si hablamos no sabremos qué estamos diciendo.
Será susurrar a los gritos en un oído que no escucha más que el silencio ensordecedor.
Saberse atormentado por sentimientos inciertos de la sombra de
alguien que no somos, alguien que quisiéramos que nos pertenezca, alguien que nos
encanta ver libre.
Confianza en la entrega.
Ambigüedad.
Ambivalencia.
Conciencia de la inconsciencia.
Pertenezco y conformo.
Arnés para volar sin pánico a la caída.
Expresión que encontraste sin buscar.
Una mirada que jamás dice no.
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  • 2. Teorías del amor libre Gala. Mi vida se había convertido en un domingo infinito. Repleto de música para días de lluvia; si el sol aparecía las persianas se cerraban. Tenía cosas para decir y, de alguna manera, creía que gritándolas en silencio, encerrada en mi habitación, alguien lograría escucharme. No sé quién, de hecho, ni yo misma me escuchaba. Me pregunto ahora si el mismo silencio me habría ensordecido. Transitaba un período de incesante ambivalencia. Una especie de depresión que me negaba a abandonar y me conducía hacia el solipsismo. Una, dos, cinco tazas de café por día y el refugio en los libros. Desentendida totalmente de la televisión argentina y un poco decepcionada por las redes sociales. En cuanto al entorno, una combinación entre ambas. Notaba algo de insustancialidad en la manera de percibir del resto y creo que de eso trataba de alejarme. Alejarme de las personas que tienen como principio axiomático el "Porque sí" en lugar del "¿Por qué si?" El problema comenzó en un minucioso cuestionamiento o en la tendencia al perfeccionismo por parte mía y desencadenó en una búsqueda constante en la que solamente encontré inconstancias. Desistí de esta prospección por un tiempo y comencé a preguntarme por mi libertad ¿hasta dónde llegaba? ¿Hasta dónde quería que llegue? Y qué pasaba con el sentirse desarraigado de la misma al mirar a alguien y experimentar la soberanía y sumisión a la vez. En qué se convierte la libertad del otro al crear una pertenencia imaginaria, porque ¿realmente somos dueños? ¿Pertenecemos o conformamos? ¿Estaremos conscientes del inconsciente colectivo que nos abraza? La única manera de elaborar una teoría para cada una de las preguntas que se formulaban en mi cabeza fue terminar con aquel domingo que me envolvía, salir del estado de alienación e introducirme en un campo experimental, suponiendo que para comprender algo 2
  • 3. Teorías del amor libre completamente tenía que anclarme en su espacio y tiempo. Así, dejé asentadas algunas situaciones con las que me encontré. 3
  • 4. Teorías del amor libre Idealizar. Inventaba conversaciones que jamás tuvimos y me enamoraba de las palabras que yo misma ponía en su boca. Nos encontrábamos en lugares divinos por su inexistencia. Lo espiaba, espiaba cada una de sus características. Me preguntaba qué era un defecto; hasta sus imperfecciones me atraían. Todo lo que decía era tan interesante -a pesar de que yo misma lo creara- en su voz todo sonaba mejor. A fin de cuentas, me sentía atraída por algo desconocido, sosegado. Pero cómo no iba a suceder así. La intriga es la entrada principal a nuestro imaginario, bloqueado por reglas sociales, aquellas con las que accionamos de forma sistemática, ya casi por inercia, y nos impiden trascenderlas. Nuestros pensamientos y nuestro accionar están regidos por el plexo de todo aquello que supimos consumir. Yo me pregunto, ¿qué hay más allá de lo que conocemos y desconocemos? Él, desde el silencio, despertaba en mí un mundo de emociones, ilusiones, ideas y, ¿cómo no enamorarme de eso? Un buen día supe. No hablaba conmigo porque no sabía exactamente qué decir. Entonces, se terminó. 4
  • 5. Teorías del amor libre El tiempo, el espacio y las personas. Así es como lo recuerdo. Todo percibido desde un único punto de vista. El mar. El sol haciéndose desear –retrasando la espera- maquillando al cielo de color naranja. Arena desprolija. Adolescentes borrachos de esperanza; aunque la ebriedad no fuera a causa de ella. Sentados, esperando el amanecer. En aquella ronda en la que se encontraban, se vio una sonrisa acompañada de una guitarra. Canción de Spinetta y, las horas, desobedeciendo a la letra, comenzaban a subir. Pérdida de contacto con la guitarra. Dos días más tarde se reapareció con su número de celular. Qué crudo me parece el amor adolescente. Noche. Música absurda. Alcohol. Personas sin tanta esperanza; no esperaban sentados el amanecer, sino lo contrario. Manos entrelazadas caminaron hacia una habitación llena de música que valía la pena. Un beso acompañado de un sentimiento con sabor a plástico. Una charla que se encargó de tirar las expectativas a la basura y limpiar la habitación para que quede, una vez más, vacía. Final abierto. El desvío de esta vida tuvo un tropezón que causó dolor en una rodilla que, no pudo moverse más que para terminar la noche en una wafflería. La rodilla, dolida pero observadora, clavó su mirada en unos ojos verdes que preguntaban a su vez por ella. Debido a su reciente desencantado sentimiento y a la numerosa compañía de aquellos ojos, descartó cualquier posibilidad de acercamiento. Sin embargo, se escuchó: - ¿Qué hacen hoy? - Nada. Tengo un sutil desgarro en los meniscos. Y la conversación de (aproximadamente) tres horas que desencadenó aquella respuesta. Intercambio de números telefónicos y redes sociales. Una primera invitación y un sí como respuesta. Habitación. Música. Charlas sobre París. The Beatles. Miradas cómplices. 5
  • 6. Teorías del amor libre Disputa que corta el clima "¿A dónde vamos?" Deberíamos ir adonde queremos llegar; bailando reggaetón no se llega a ningún lado, mejor un bar. Carcajadas. Coincidencias. Y ahora comenzaban a mirarse las sonrisas. Un tirón en la mano hizo que los ojos claros y la rodilla a la miseria terminaran cara a cara. Una frase interrumpida por un beso, seguido de un abrazo. Fin de la noche. A la mañana, la realidad llamó al teléfono y corrompió con la cabeza soñadora. Esta realidad no habla mucho pero contiene... ¿Quién quiere contención cuando busca escapar? La rodilla se curó y como si hubiera estado esperando en la línea de partida y anunciaran el "ya", salió corriendo. Así quisieron suceder las cosas. Una noche sola. Un fanático de Tarantino sentado en un banco de plaza. Otro número telefónico a la lista, pero la historia termina ahí. Dos mensajes. Dos invitaciones. Esta vez fue un no lleno de pésimas excusas para los ojos claros. Madrugada en la playa. La guitarra vuelve al plano y Spinetta también. Un beso más que lo único que hizo fue despedirse. La realidad demostró por la mañana que los besos de desayuno no sacian cuando no se durmió. Un mensaje nuevo. Última invitación concreta y el sí vuelve a formar parte del juego con una mentira para correr de lo real otra vez. Una mesa para dos. Los ojos claros esperan sentados. Charla amena. Caballero invita. Despedida en la arena casi abrazados por el frío, observando el atardecer. Parecía amor. Parecía novela cuando la guitarra pasó por enfrente de aquellos dos y se perdió el cuadro por mirar para otro lado. Del escape uno nunca vuelve, y ahora, sea por querer que ese falso amor fuese en serio, la cabeza se concentró en lo real. 6
  • 7. Teorías del amor libre Un viaje a Pinamar. Una habitación concentrada de risas. El sonido de un cóndor que ocasionó un vuelo con dirección a una playa. Un abrazo eterno, al menos por esa noche. Dos mensajes. Dos invitaciones. Pero las ganas de correr, de escaparse eran, ahora, nulas. Agradecí a aquellas salidas de emergencia y les expliqué que era tiempo de volver. 7
  • 8. Teorías del amor libre Yo, objeto. Comer, arriesgarse a dejarte de gustar. Cejas finas y pestañas tan arqueadas, perfectas para que el viento y el polen dejaran a mis ojos irritados; el invierno, mis articulaciones congeladas, pero hermosa con el vestido que te gustaba. La charla previa ¿para qué? Claro. Soy mujer, con todo lo que eso implica. Pienso en lo que pensarían, y ¿por qué? ¿Por qué me interesa vestirme de lo que no soy para ser por y para vos? ¿Por qué me interesa lo que pensarían? ¿Seré por y para ellos también? ¿Se darán cuenta? ¿Cómo podrían darse cuenta de algo que siempre fue así? Soy lo que el contexto construye de mí, virgen, error, las ganas de todos excepto las mías. Soy lo que la sociedad formó: bebés, tabla y plancha, cocina y set de belleza de plástico, barbies, ningún juego de ingenio. 8
  • 9. Teorías del amor libre Pensar desde la cama. Me desperté, te miré, todavía dormías. Permanecí sentada, con la mirada perdida y pensando con mi cabeza, que en ese momento parecía más una favela. Miré un cuadro, dramatizando un poco la situación, como si alguien estuviera viéndonos, filmándonos. Como si en la ficción hubiese podido encontrar la respuesta. Ya levantada, agarré una toalla y me metí en la ducha. El agua hervía, como mis sentimientos, pero no tenía ganas de abrir la canilla de agua fría y, entonces, me senté para que no queme tanto. Cerré los ojos, el agua cayó, siguió cayendo y el calor dejó de ser el mismo. Parecía que la temperatura era proporcional a cada cosa que me pasaba interiormente. Todo se enfriaba. El ambiente, el contexto, mi mente, cuerpo y, quizás, para algunos, aquello que llaman alma que yo no sé muy bien qué significa. Quedé envuelta en la toalla, apuntando con el secador de pelo al espejo para que se desempañe. Cuando me encontré, mi mirada no era la misma; algo había cambiado. Salí del baño y, mientras vos dormías, yo me despertaba. 9
  • 10. Teorías del amor libre La pregunta explícita. Mamá ¿Cuánto tiempo tengo que estar de novia para coger con el chico que me gusta? 10
  • 11. Teorías del amor libre 2015. - ¿Qué te pasa? - Estoy enferma. Tengo un sentido trágico de la existencia; pequeños tropezones figuran como abismo en mi cabeza. Soy depresiva. - ¿Qué te enfermó? - La sociedad. - Sos inteligente. - Todos lo somos. - Sabés a que me refiero... - Hablá con exactitud. Igualmente, no voy a ser tan cruel. Sé a lo que te referís y claramente no soy eso que creés que soy. - ¿Cómo sabés que creo que sos? - Me dijiste inteligente. Eso me da pautas de vos y de lo que pensás de mí. - ¿Pautas mías? - Sí. Me refiero al tipo de palabra que usaste. - ¿Tiene algo de malo decirte inteligente? 11
  • 12. Teorías del amor libre - No, quizás un poco básico. Podrías ahondar más en lo que creés de mi capacidad de interpretación, sin embargo, redujiste todo eso a sonreírme con gracia de galán mientras me llamabas inteligente. - No sé qué decirte ahora. - No te preocupes. Suele pasarme. Debés estar pensando que se me va la mano, que podría ser más común y que no vas a poder conmigo, acto seguido te vas. - Te pasó muchas veces, por lo visto... - Muy seguido. El mundo está lleno de personas que no saben quiénes son. - ¿Eso tiene que ver? - Va de la mano con usar una palabra cliché. - ¿Puedo saber las pautas esas que nombraste? - Sos un esnob. - ¿Esnob? - Estamos hablando en un bar en el que suena la canción más conocida de MGMT, tenés una copa de... ¿qué estás tomando? - Probá. - A partir de esa respuesta nada de lo que digas va a cambiar mi opinión sobre tu esnobismo. - Perdón. Martini. - Sos el tipo de pibe que solo podría acercarse a hablarme en un lugar como este. Con música de fondo, sus amigos tal vez en la misma situación o quizás bailando con sus tragos en mano pero siempre atentos de pescar algo... y no olvidemos las luces apagadas. - La noche tiene magia. - Quizás la magia la tenga tu Martini. - No estoy borracho. 12
  • 13. Teorías del amor libre - Tranquilo. Yo tampoco diría todo lo que te estoy diciendo en cualquier momento. Se prestó la ocasión. Las noches deben haberse creado con el fin de poder decir todo lo que no podemos en el día. - Sos buena, eh. - ¿Te parece? - ¿Por qué "¿te parece?"? - Quería asegurarme de que estés seguro. Sos raro. Mirá todo lo que te estoy diciendo y lo único que te sale decirme es que soy buena... - No puedo discutirte nada. Debés gustarme por eso. - Debo gustarte porque no me gustás. - Qué desilusión. - Perdón. - Está bien, ya me había dado cuenta. Tenés razón. A quién no le gusta lo que no puede alcanzar... Ahora, yo soy de los que creen que nada es imposible. - Vas a tener que ir cayendo a la realidad, entonces. - Me voy, me parece que te estoy molestando. - Bueno, adiós. Un gusto. - ¿De verdad? - No me lo hagas pensar. - Última cosa ¿cómo te llamás? - Equis. - Yo I. Nos vemos. 13
  • 14. Teorías del amor libre En el transcurso de la noche I miró a Equis tratando inútilmente de causarle algo. Cada vez que ella lo miraba casualmente se encontraba con esta situación. Al día siguiente Equis tenía una solicitud en todas sus redes sociales y todas correspondían a I. Lo aceptó y confirmó su hipótesis al ver las conversaciones que mantenía con otras mujeres, mujeres que sin dudas no le interesaban, pero necesitaba tenerlas ahí para que le dijeran cosas, cosas que no son cosas, más bien, palabras, aquellas que logran elevar el ego y que nos mantienen contentos a todos, y digo a todos, porque Equis se dio cuenta de que la conversación que tuvo con I, el hecho de que él se le haya acercado a conversar, de que la haya mirado toda la noche y quisiera volverla a ver al menos por las redes sociales le había gustado. 14
  • 15. Teorías del amor libre Amar. Tan íntimo que nadie que sólo lo haya oído puede saber cómo se siente. Avasallador. Te quita las palabras. Si hablamos no sabremos qué estamos diciendo. Será susurrar a los gritos en un oído que no escucha más que el silencio ensordecedor. Saberse atormentado por sentimientos inciertos de la sombra de alguien que no somos, alguien que quisiéramos que nos pertenezca, alguien que nos encanta ver libre. Confianza en la entrega. Ambigüedad. Ambivalencia. Conciencia de la inconsciencia. Pertenezco y conformo. Arnés para volar sin pánico a la caída. Expresión que encontraste sin buscar. Una mirada que jamás dice no. 15