La historia de la computación se remonta a varios siglos atrás, cuando el hombre necesitaba contar y desarrolló métodos como el ábaco para realizar cálculos. A lo largo de la historia se inventaron diversas máquinas calculadoras para simplificar operaciones aritméticas, como la calculadora de Leibniz en 1640 que podía sumar, restar, multiplicar y dividir. En 1890, Herman Hollerith construyó una de las primeras máquinas capaces de procesar grandes cantidades de datos usando tarjetas perforadas.