Test Bank for Introduction to Communication Disorders 5th Edition by Owens
Test Bank for Introduction to Communication Disorders 5th Edition by Owens
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student’s learning experience. In addition, Check Your Understanding and
thought questions are also provided in each chapter to ensure student
comprehension of information.
• Chapter 1 The Field, The Professionals and The Clients
• Chapter 2 Typical and Disordered Communication
• Chapter 3 Overview of the Anatomy and Physiology of the Speech
Production Mechanism
• Chapter 4 Childhood Language Impairments
• Chapter 5 Developmental Literacy Impairments
• Chapter 6 Adult Language Impairments
• Chapter 7 Fluency Disorders
6. • Chapter 8 Voice and Resonance Disorders
• Chapter 9 Disorders of Articulation and Phonology
• Chapter 10 Motor Speech Disorders
• Chapter 11 Disorders of Swallowing
• Chapter 12 Audiology and Hearing Loss
• Chapter 13 Augmentative and Alternative Communication
• Appendix A Professional Organizations
• Glossary
• References
8. etc.) no ejercen influjo neurotrópico sobre los retoños del cabo
central del ciático cortado; gruesos y frescos injertos sólo atraen las
fibras por su capa cortical ó subneurilemática, territorio donde las
células de Schwann se mantienen vivaces y activas; en fin,
delgadísimos y fresquísimos injertos (reimplantación), cuya trama
conserva íntegramente sus propiedades fisiológicas, son invadidos
casi enteramente por los retoños circulantes por el ambiente. En la
figura 160 reproducimos el resultado de uno de nuestros
experimentos. Adviértase cómo los axones neoformados en el cabo
central de un nervio seccionado concéntranse en el extremo
proximal del injerto (e), que recorren en toda su longitud para
emerger, en fin, por el opuesto lado é insinuarse en el cabo
periférico del ciático (d). Nótese, además, la preferencia de los
retoños por las capas superficiales del nervio injertado, que son
naturalmente las más vivaces y las más activas, por tanto, para la
elaboración de fermentos atrayentes. La citada convergencia
axónica, denotadora de la sensibilidad exquisita de los retoños hacia
las substancias liberadas por el injerto, resulta un hecho
singularmente favorable para nuestra teoría neurotrópica.
12. En diversos estudios sobre la regeneración habíamos
anunciado el pensamiento de que las bolas gigantes, observadas en
el extremo libre de ciertos retoños, tenían por causa el atasco ó
detención eventual de las mazas; que los retrocesos se debían al
choque contra obstáculos insuperables y, en fin, que las divisiones,
aparte la posible intervención de fuentes neurotrópicas múltiples,
obedecían también al topetazo del cono contra células ó
conglomerados celulares. Tales interpretaciones parecían probables,
pero no indiscutibles: faltábales la prueba experimental decisiva.
Á fin de aportarla, efectuamos en 1912[275] algunos experimentos
encaminados á angostar gradualmente las rutas destinadas á recibir
á los jóvenes axones y establecer en ellas obstáculos invencibles.
Bajo este aspecto, diónos plena satisfacción el conocido proceder de
las ligaduras nerviosas, combinado con la sección (fig. 161).
9. Fig. 161.—Cabo periférico de un nervio cortado. En dicho cabo y no lejos de la herida
se hizo una ligadura apretada para impedir el paso de los retoños invasores.— A,
cicatriz internerviosa; B, ligadura; a, c, retoños insinuados en el cabo periférico
degenerado; C, porción situada debajo de la ligadura, con axones agónicos (d) en
vías de degeneración; b, bola atascada de que brota una proyección exploradora.
(Figura semiesquemática).
10. Fig. 162.—Nervio ciático multiseccionado. A, cicatriz principal, frontera del cabo vivaz
ó central; B, C, hemisecciones nerviosas destinadas á crear estrechas fajas
cicatriciales, a, b, c, ramificaciones de los retoños al nivel de las cicatrices. (Figura
semiesquemática).
De nuestro trabajo, notablemente ampliado en el libro sobre la
degeneración y regeneración, extraemos dos figuras, altamente
significativas:
a) La 161, que reproduce esquemáticamente los efectos de una ligadura
moderadamente apretada, prueba perentoriamente que toda detención del
cono de crecimiento tiene por resultado el modelamiento de una bola ó maza
de variable espesor (b). Á veces, cerca de la región de la ligadura, ó sea de
la máxima angostura, las mazas emiten fibras finas exploradoras, á su vez
prontamente atascadas. En la misma figura se observa que después de
chocar con el obstáculo unos pocos axones, retroceden bruscamente,
trazando asas, cuya convexidad señala la presencia de aquél (a).
b) En fin, la figura 162, donde se copia un cabo periférico varias veces
seccionado, demuestra que las divisiones de los axones asaltantes de las
viejas vainas de Schwann (B) ocurren precisamente al nivel de las cicatrices
11. intermediarias, es decir, en territorios rellenos de células conectivas
irregularmente distribuídas, aunque ricos en materias neurotrópicas.
Abundancia de fermentos estimulantes del crecimiento axónico y presencia
de obstáculos múltiples constituyen, pues, las condiciones determinantes de
las ramificaciones axónicas.
12. CAPÍTULO XXII
Continúa la exposición de los trabajos del último
decenio. — Algunos métodos nuevos de
investigación: el del formol-urano para la
coloración del aparato endocelular de Golgi y el
del sublimado-oro para la impregnación de la
neuroglia de tipo protoplásmico. — Principales
resultados obtenidos en los nervios y centros con
estas nuevas fórmulas. — Investigaciones sobre el
ojo y retina de los insectos. — La retina de los
cefalópodos. — Tres libros publicados durante
dicho decenio. — Algunas distinciones honoríficas
recibidas durante los últimos años.
nvestigaciones técnicas.—Sin olvidar mis favoritos estudios
sobre el importante problema de la regeneración del sistema
nervioso, fueron los años 1912 y 1913 preferentemente
consagrados a investigaciones metodológicas. Estas exigen atención,
paciencia y laboriosidad extraordinarias. Cuando aplicamos una
fórmula de teñido selectivo imaginada por cualquier sabio, no
sospechamos siquiera la cantidad formidable de labor experimental,
13. los interminables tanteos y probaturas que exigió, primeramente, el
encuentro fortuito de la reacción nueva y útil, y, después, la empresa
de fijar exactamente las condiciones óptimas del éxito favorable.
Admiración compasiva, más que envidia ruin, debieran inspirarnos
los raros triunfadores en este orden de pesquisas. ¡Oh, las febriles é
impacientes horas en que se espera ansiosamente la reacción
afortunada que coquetea sin entregarse!... Porque lo más grave en
esta clase de trabajos es que se pueden consumir en ellos años
enteros sin tropezar con nada que valga la pena. Y nada digo de la
decepción causada por el hallazgo eventual de reacciones
interesantes que después, á despecho de obstinadas probaturas, no
se dignan reaparecer[276].
Sirvan estos comentarios de excusa á la escasez de
comunicaciones de los años 1913 y 1914, época del recrudecimiento
de mis indagaciones técnicas, escasez debida también, según
relataré después, al hecho de hallarme á la sazón ocupado en la
redacción de dos libros de conjunto sobre materias muy diferentes.
Mi primera preocupación metodológica se enderezó al hallazgo de
algún proceder fácil y constante de impregnación argéntica del
aparato reticular de Golgi, del cual había yo encontrado en la fibra
muscular de los insectos (1890) un probable antecedente[277].
Recordará el lector que dicho retículo intracelular fué señalado por
Golgi en las células nerviosas (1898) y observado después en otros
tejidos por sus discípulos Negri, Veratti, Pensa, Marcora, Vechi, etc.
(y fuera de Italia por Holmgren, Retzius, Kopsch, Misch, Bergen,
Weigl, etc.).
Pero la fórmula imaginada por Golgi y modificada por su discípulo
Veratti era sumamente aleatoria y difícil. Tampoco la de Kopsch
(ácido ósmico al 2 por 100) daba plena satisfacción. Algo más
constante, aunque inaplicable á muchos tejidos, se mostraba cierta
variante del método del nitrato de plata reducido, con la cual
conseguí desde 1903 impregnar el citado retículo de los
invertebrados y el de algunas células epiteliales de los mamíferos
14. jóvenes. Animado, sin duda, por estos relativos éxitos míos, Golgi,
que laboraba en la misma dirección, modificó felizmente mi fórmula
argéntica con la adición de un fijador: el ácido arsenioso. La reacción
parda recaída en las trabéculas de dicho aparato, resultó más rápida
y constante que en las fórmulas anteriores. Gracias á ella, la escuela
de Pavía (Perroncito, Verson, Riquier, etc.) y en el extranjero
Deineka, Legendre y otros, ensancharon nuestro concepto del
comportamiento y significación del susodicho organito
intraprotoplásmico, permitiendo además abordar el tema interesante
de sus metamorfosis durante la multiplicación celular (Perroncito y
Deineka).
La nueva fórmula del sabio de Pavía adolecía aún de algunos
inconvenientes. Uno de ellos consistía en el depósito difuso de plata
reducida, que enmascaraba la reacción útil, obligando (Veratti) al
empleo de reactivos aclaradores de acción oxidante y de difícil
manejo. En fin, el método fracasaba todavía en algunos órganos
difíciles.
Á fuerza de tanteos y exploraciones, vine á caer casualmente
sobre un fijador excelente: el nitrato de urano. Merced al empleo de
este reactivo, la coloración consíguese corrientemente en todos los
tejidos, singularmente cuando se ensaya en mamíferos jóvenes. En
el nervioso, por ejemplo, lógranse espléndidas coloraciones donde el
retículo destaca perfectamente, en color café ó pardo negro, sobre
fondo amarillo limpio y transparente.
La fórmula aludida es la siguiente:
1. Piezas de 2 á 3 milímetros de espesor son fijadas de diez á doce horas
en este líquido:
Nitrato de urano 1 gramo.
Formol 15 cent. cúb.
Agua destilada 100 —
15. La adición al fijador de un 20 por 100 de alcohol puede convenir en
algunos casos para mejorar la fijación y afinar el precipitado metálico.
2. Previo rapidísimo lavado de las piezas, se sumergen por veinticuatro á
cuarenta y ocho horas en nitrato de plata al 1,5 por 100.
3. Descartado el nitrato superficial mediante rápida enjuagadura, opérase
la reducción en este baño, que debe obrar de doce á veinticuatro horas:
Hidroquinona 1 á 2 gramos.
Formol 15 cent. cúb.
Agua 100 —
Sulfito de sosa anhidro 0,20 á 0,30 gramos.
4. Alcohol, celoidina, etc.
En ciertas condiciones, la citada fórmula impregna también la
neuroglia (dos días de fijación) y las mitocondrias ó granos
intraprotoplásmicos de Benda, Meves y Duesberg (de seis á ocho
horas de fijación).
Aprovechando el impensado hallazgo, emprendí varios
trabajos[278], cuyos resaltados más interesantes paso á consignar:
a) Demostración, por primera vez, del retículo endocelular en todos los
elementos nerviosos de la retina, en cada uno de los cuales afecta aquél
configuración y estructura algo diversa.
b) Encuentro del citado aparato en la célula de Schwann, donde,
conforme aparece en la figura 163, b, reside en la vecindad del núcleo, al
cual rodea, constituyéndole una especie de corona trabecular con
predominio de los cordones longitudinales.
c) Demostración, por primera vez, del susodicho aparato en las fibras de
Remak, osteoblastos, odontoblastos, corpúsculos neuróglicos y ependimales,
adipoblastos, fibras del cristalino, eritroblastos y leucoblastos, etc.
d) Reconocimiento y estudio del mismo en todas las células del embrión
de pollo (endotelios, piel é intestino, células mesodérmicas, glandulares
primordiales, neuroblastos motores, sensitivos y simpáticos).
e) Análisis de las fases evolutivas por que atraviesa el retículo de Golgi en
las neuronas, desde el estado de elemento germinal á la fase de célula
nerviosa adulta. En la figura 164 mostramos esquemáticamente estas
curiosas mudanzas. Reaparece, como la red, primeramente localizada en el
16. cono de origen del axon (C); se enriquece progresivamente, extendiéndose
en torno del núcleo, invadiendo gran parte del protoplasma (E, F).
f) Exploración escrupulosa de las variaciones fisiológicas sufridas por el
retículo en las células glandulares (páncreas, salivales, corpúsculos
caliciformes del intestino, etc.), en los tejidos en vías de regresión (cartílago
osificante, osteoblastos, células adiposas, etcétera) y en las neuronas de los
ganglios, médula espinal, cerebro y cerebelo (fig. 165). Imposible dar cuenta
de estas variaciones, cuya descripción ocupa muchas páginas de extensa
monografía[279] ilustrada con abundantes grabados.
Fig. 163.—Tubos nerviosos del conejo joven.— A, B, C, aparato reticular de Golgi
teñido por el método urano-plata; a, cisura de Lantermann; b, trabéculos del
retículo.
g) Análisis de las conexiones del retículo con los grumos de Nissl, las
neurofibrillas y los conductos de Holmgren. Se demuestra, según aparece en
el esquema de la figura 166, que la materia granulosa constitutiva de las
trabéculas del aparato en cuestión reside en el interior de los conductos de
Holmgren, entre manojos de neurofibrillas, siendo completamente extraña á
los grumos de Nissl.
h) Exploración de las metamorfosis regresivas y progresivas
experimentadas por el retículo en los tubos nerviosos degenerados (cabo
17. central y periférico de los nervios cortados) y en las neuronas cerebrales
vecinas de las heridas. Durante la degeneración, la proliferación de la célula
de Schwann del cabo periférico de un nervio cortado, asóciase al aumento
de la materia argentófila de su aparato reticular, cuyos trabéculos se estiran
en sentido longitudinal para distribuirse al fin en dos acúmulos, uno
correspondiente á cada célula hija.
Fig. 164.—Esquema destinado á mostrar las fases por que atraviesa el retículo de
Golgi en los neuroblastos del embrión de pollo.— B, terminación de la fase
germinal; C, neuroblasto en fase de bipolaridad; D, fase de neuroblasto piriforme,
E, F, crecimiento del aparato de Golgi al formarse las dendritas.
i) En fin, se formula cierta hipótesis sobre el significado y alcance de la
posición casi constante del retículo de Golgi en el polo mundial (el que mira
ó miró, ontogénica y filogénicamente, al mundo exterior) de las células de
abolengo ectodérmico (piel, células nerviosas, glándulas cutáneas, etc.) y en
las oriundas del entodermo. Esta concepción puede formularse así: En el
curso de la evolución ontogénica y filogénica, el retículo y la esfera atractiva
de todas las células epiteliales (ecto y entodérmicas) ocupan el polo
orientado hacia el mundo exterior, es decir, el segmento protoplásmico
intercalado entre el núcleo y el cabo celular libre; mientras que en las células
de origen mesodérmico (glóbulos de la sangre, corpúsculos conectivos,
musculares, cartilaginosos, etc.), á causa sin duda de las frecuentes
emigraciones, perdióse la orientación espacial primitiva de los citados
organitos intracelulares, ocupando, de ordinario, el centro de la masa
principal del protoplasma.
Interesantes investigaciones acerca del aparato de Golgi, de
diversos tejidos, fueron efectuadas también, aplicando la técnica del
18. nitrato de urano, por Tello (células de los tumores y elementos
glandulares de la hipófisis), Del Río-Hortega (ovario y fibras
musculares lisas), Ramón Fañanás (células gigantes del tubérculo,
mucosa y bulbo olfativos y diversos tejidos del embrión de pollo),
Domingo Sánchez (epitelios y neuronas de invertebrados), Sánchez y
Sánchez (neuronas del cerebelo), Castro (botones gustativos), etc.
Fig. 165.—Variedades morfológicas y cuantitativas del retículo de Golgi de las células
motrices de la médula espinal, dependientes con toda probabilidad de estados
fisiológicos diferentes.
Dejo dicho ya que el proceder del nitrato de urano colorea
también, modificando el tiempo de fijación ó introduciendo variantes
en la composición de la fórmula, ciertos factores extraños al retículo
de Golgi. Merced á esta profusión de efectos selectivos, conseguí los
resultados siguientes:
19. Fig. 166.—Esquema del aparato de Golgi (célula motriz de la médula) con sus
conexiones con los demás factores protoplásmicos.— A, contenido del aparato
reticular; B, tubos de Holmgren; D, grumos de Nissl; C, neurofibrillas.
a) Impregnación de la neuroglia de la substancia gris y blanca de los
centros. El depósito argéntico colorea no sólo el protoplasma de los
apéndices radiados y sus pies perivasculares, sino los gliosomas de Fieandt,
que se presentan intensamente teñidos de negro o pardo, sobre fondo ocre
claro. En cuanto á la configuración general del astrocito de la substancia gris,
coincide exactamente con la hace tiempo revelada mediante el método del
cromato argéntico (fig. 167, A).
b) Cuando se ensaya el método en los tubos nerviosos medulados, la
reacción selectiva recae á menudo en los anillos de Segall, el aparato espiral
de Rezzonico y, sobre todo, en una especie de esqueleto ó armazón de fibras
longitudinales, contenido en el espesor de las células de Schwann. Acerca de
la disposición de este curioso armazón, señalado brevemente por mí en los
nervios de los mamíferos, ha practicado en los peces Sánchez y Sánchez
(1917) interesantes investigaciones.
c) En fin, modificaciones especiales de la citada fórmula, en cuyo detalle
no podemos entretenernos, permiten impregnar á veces ciertos factores
integrantes del tubo nervioso (cisuras de Lantermann, protoplasma del
corpúsculo de Schwann, doble brazalete de Nageotte, etc.).
20. Fig. 167.—Células neuróglicas del cerebro del perro teñidas por el método del formol-
urano.— A, corpúsculo que muestra el aspecto de los teñidos por el cromato de
plata; B, pareja neuróglica, cuyas expansiones exhiben ciertos granos glandulares
(gliosomas).
Mis reiteradas inquisiciones técnicas sobre la coloración selectiva
de la neuroglia, estimuladas en buena parte por los interesantes
trabajos de Achúcarro (efectuados en mi laboratorio) acerca de la
estructura y conexiones de la glia humana, me condujeron en
1913[280] al hallazgo del método del oro-sublimado, proceder
sencillísimo que permite impregnar específicamente en violado
purpúreo los dos tipos neuróglicos de la corteza cerebral, y muy
especialmente la modalidad protoplásmica ó de cortas radiaciones,
tan rebelde, según es notorio, á las laboriosas coloraciones de
Weigert, Fano, Alzheimer y otras corrientemente usadas por los
anatomo-patólogos.
21. Fig. 168.—Plexo difuso neuróglico revelado en la substancia gris del cerebro humano
por el método del sublimado-oro.— A, B, células neuróglicas; D, neurona; a,
capilar.
De su utilidad para el estudio de las alteraciones patológicas de la
glia humana, dan testimonio los interesantes trabajos de Achúcarro
y Gayarre sobre la demencia paralítica y senil; los de Lafora, sobre la
neuroglia del perro viejo; los de Achúcarro, sobre el asta de Ammon
y acerca de la histología comparada de la neuroglia; los de Río-
Hortega, recaídos en el reblandecimiento cerebral, etc.
El método es aplicable no sólo al hombre, sino, en cierta medida,
á todos los vertebrados. El Dr. Achúcarro ha logrado recientemente
colorear satisfactoriamente la neuroglia y células ependimales de los
peces, reptiles, aves y pequeños mamíferos, recogiendo copiosa
cosecha de hechos nuevos. Ramón Fañanás ha teñido la neuroglia
cerebelosa del perro, gato y conejo. En fin, en nuestro Laboratorio,
el Dr. Havet, de Lovaina, ha logrado también estimables
impregnaciones de la glia ganglionar de los invertebrados,
singularmente del lumbricus, habiendo conseguido demostrar la
22. existencia constante de astrocitos protoplásmicos, además de los
astrocitos fibrosos.
Á juzgar por los dibujos, descripciones y microfotografías
publicados, en el extranjero el éxito ha sido también satisfactorio.
Consúltense las comunicaciones recientes de Schäffer (Hungría),
Ziveri y Rossi (Italia), Marinesco y Minea (Rumania), etc.
He aquí la fórmula del sublimado-oro:
1.ª Trozos de centros nerviosos, lo más frescos posible, son sometidos,
entre dos y diez días, á la acción del fijador siguiente:
Formol 15 cent. cúb.
Bromuro de amonio 1,5 á 2 gramos.
Agua destilada 85 —
2.ª Mediante el microtomo de congelación, efectúanse secciones que se
recogerán en agua formólica. Estos cortes deben ser relativamente gruesos,
por ejemplo, de 20 á 25 µ. Semejante espesor, además de favorecer la
reacción, tiene la ventaja de mostrar más completamente las expansiones de
los astrocitos.
3.ª Previo rápido lavado en agua destilada para extraer el formol, son
llevadas las secciones al líquido colorante siguiente que debe conservarse en
la obscuridad:
Agua destilada 60 cent. cúb.
Sublimado 0,5 gramos.
Solución de cloruro de oro pardo al 1 por 100 10 cent. cúb.
4.ª Al cabo de cuatro ó más horas, tíñense los cortes en tono purpúreo
intenso y se trasladan (manipulándolos con varillas de cristal) al fijador
siguiente:
Hiposulfito de sosa 5 gramos.
Agua 70 cent. cúb.
Alcohol ordinario 30 —
Solución concentrada de bisulfito sódico 5 —
23. En este baño permanecerán de seis á diez minutos.
5.ª Lavado de los cortes en agua alcohólica al 50 por 100; montaje en
porta-objetos donde se enjugará el líquido con papel chupón; en fin, alcohol
absoluto, esencia de orégano, xilol y bálsamo.
Gracias á la comodidad de manipulación y especificidad de
resultados del nuevo recurso de impregnación, conseguí recoger
algunos hechos nuevos y, sobre todo, fijar y consolidar ciertas
nociones fluctuantes y harto discutidas sobre la estructura, evolución
y comportamiento expansional de los dos tipos neuróglicos en el
hombre y mamíferos. Mencionemos rápidamente algunas
aportaciones:
a) La demostración de que las expansiones neuróglicas del tipo llamado
protoplásmico se ramifican prolijamente en el seno de la substancia gris,
recorriendo grandes distancias y generando cierto plexo difuso y denso, pero
en todo caso exento de esas redes admitidas, sin pruebas suficientes, por
muchos autores. Las últimas ramillas neuróglicas acaban libremente, según
puede advertirse en la figura 168.
24. Fig. 169.—Estructura alveolar de los astrocitos de la substancia gris del cerebro
humano. Los espacios claros (A, a) corresponden á los gliosomas.
b) La prueba objetiva de que todo astrocito de la substancia blanca ó gris
hállase provisto constantemente de uno ó varios pies insertos sobre los
vasos capilares (aparato chupador). Delicadísimos y á veces difíciles de
sorprender en la glia protoplásmica, afectan tales apéndices vasculares gran
robustez en la fibrosa (fig. 168, G).
c) El astrocito protoplásmico posee una estructura que recuerda mucho la
de las células glandulares. En el seno de cierto estroma tupido y como
esponjoso aparecen numerosas vacuolas claras donde se alojan los
gliosomas bien descriptos por Fieandt, Eisath, Nageotte, Mawas y Achúcarro.
d) Conforme señalamos ya hace muchos años, es frecuente encontrar en
torno de las neuronas cierta pléyade de astrocitos protoplásmicos, cuyos
apéndices, ricos en gliosomas, se apoyan sobre la membrana neuronal. Una
disposición frecuente de la glia satélite reproducimos en la figura 172, A, C,
tomada del cerebro del gato adulto.
25. Fig. 170.—Células adendríticas de la substancia gris del cerebro del perro (tercer
elemento de los centros).— A, astrocito ordinario; a, b, c, d, etc., diversas formas
de la célula adendrítica; J, aparato de Golgi de estos elementos.
26. Fig. 171.—Substancia blanca del cerebro humano. Método del sublimado-oro.— A,
corpúsculo adendrítico; B, célula neuróglica ordinaria, intensamente teñida en
violado purpúreo.
e) Ciertos autores habían sospechado, aunque sin aportar demostración
perentoria del hecho, la presencia en los centros nerviosos de cierto
corpúsculo pequeño, sin expansiones, quizá de origen mesodérmico y tan
extraño á las neuronas como á la glia. Este tercer elemento de los centros
aparece clarísimamente en nuestros preparados, á causa de su absoluta
incolorabilidad por el método áurico. Testimonio de este notable contraste es
la figura 171, donde presentamos á un tiempo los aspectos que en los cortes
dorados ofrecen los astrocitos neuróglicos y el susodicho tercer elemento.
Por lo demás, la verdadera morfología de este singular corpúsculo
evidénciase solamente en los preparados teñidos por el método del urano-
formol. Adviértase (fig. 170, a, b, c) su forma poliédrica, á veces
27. irregularizada por excrecencias marginales, su proximidad á los vasos, la
presentación de diminuto aparato de Golgi, etc.
Fig. 172.—Células neuróglicas satélites (A, B, D) rodeando el cuerpo de dos células
piramidales del cerebro del perro.— a, corpúsculo satélite adendrítico.
f) El tercer elemento, ó corpúsculo enano adendrítico, congrégase
también en torno de las células nerviosas, singularmente por debajo de la
base de las pirámides, viniendo á constituir otra variedad de elementos
satélites (fig. 172, a). Á ella pertenecen casi todos esos diminutos
corpúsculos que Nissl, nosotros, Lugaro, Alzheimer, Marinesco y otros
muchos autores, sorprendimos hace tiempo en derredor de las neuronas, sin
acertar por entonces á resolver si se trataba de células de glia legítima, de
leucocitos trasmigrados ó de corpúsculos de naturaleza especial.
28. Fig. 173.—Fase de aparición, en la médula del gato joven, de los pies perivasculares.
— A, B, células neuróglicas en vías de partición; D, vaso cortado de través; H,
célula donde se diferencia una fibrilla de Weigert; F, rafe posterior de la médula;
a, b, pies perivasculares.
Con relación á la evolución ontogénica de las células de neuroglia,
nuestras observaciones, efectuadas tanto en los fetos como en los
mamíferos recién nacidos, permiten afirmar:
a) Lo mismo las células epiteliales dislocadas (célula neuróglica
primordial), que el astrocito joven, y aun el adulto, son capaces de proliferar
en condiciones normales (fig. 173, B). Es frecuente observar, aun en el
cerebro adulto, parejas y hasta tétradas de elementos neuróglicos.
b) Astrocitos fibrosos y protoplásmicos representan la descendencia
directa de corpúsculos epiteliales primitivos del conducto medular del
embrión; su diversidad morfológica y estructural prodúcese por adaptación
del tipo primitivo á ambientes diferentes. Estimamos, por tanto, inadmisible
29. la hipótesis de la doble estirpe (ectodérmica y mesodérmica) de los
astrocitos, defendida por algunos histólogos y anatomo-patólogos.
c) Durante la época embrionaria, las células de neuroglia realizan actos de
emigración y de transformación que implican capacidad amiboide. Merced á
los efectos de lento amiboidismo, fórmase el pie perivascular ó aparato
chupador, el cual, si representa á veces una proyección protoplásmica
nueva, deriva otras de la dislocación é hipertrofia del apéndice radial ó
primordial (externo casi siempre) del corpúsculo epitélico dislocado (fig. 173,
a, b).
d) En armonía con los trabajos de varios autores, singularmente de Fano y
Achúcarro, las fibras de Ranvier-Weigert de los astrocitos de la substancia
blanca representan el producto de una diferenciación intraprotoplásmica. En
ningún caso dichas fibras se emancipan, según creía Weigert, del cuerpo
celular. Recientemente, Del Río-Hortega (1917) ha ilustrado esta doctrina
con interesantes ejemplos de diferenciación fibrillar, tomados de la neuroglia
de los vertebrados é invertebrados.
e) La substancia gris del cerebro humano discrepa de la de los demás
vertebrados superiores, no sólo por la cuantía considerable de células
neuróglicas de tipo protoplásmico ó glandular que contiene, sino por la
relativa pequeñez de éstas, la imponente complejidad del plexo gliomatoso
intersticial y la ninguna tendencia (en estado normal) á producir fibras
protoplásmicas.
Algunos libros publicados.—Vaya por delante mi obra de
conjunto sobre la Degeneración y regeneración del sistema
nervioso[281]. Esta voluminosa obra en dos volúmenes é ilustrada con
317 grabados, copia de mis preparaciones, constituyó la principal
empresa acometida durante los años 1912, 1913 y 1914. Tan
considerable esfuerzo dejóme profundamente fatigado. Porque no se
trataba solamente de compilar sintéticamente todas mis
investigaciones sobre el tema, sino de hacer, ante todo, una obra
nueva. Así lo expresé en el prólogo, donde procuré justificar mi labor
con los siguientes términos:
«El premio Nobel con que el Instituto Carolino de Estocolmo se dignó
recompensar mis escasos méritos científicos, fué, entre los médicos de raza
española, ocasión de patrióticos y entusiastas testimonios de afecto y
consideración. Pero, entre los homenajes recibidos, ninguno más honroso,
30. por su forma delicada y espiritual, que el tributado al humilde hombre de
ciencia por los compatriotas médicos de la República Argentina. No creyeron
suficiente, para exteriorizar su fervor, agasajarnos con artístico diploma
avalorado con sus firmas autógrafas; sino que, resueltos á que sus nobles
sentimientos cristalizaran en algo útil y permanente, acordaron imprimir á su
costa un libro nuestro necesitado de publicación.
Tal fué el origen de la obra actual. Al emprenderla, pensé que podría ser
de provecho resumir en un Tratado general los numerosos trabajos que mis
discípulos y yo (sin olvidar los valiosísimos aportados por ilustres sabios
extranjeros) hemos consagrado durante estos últimos años al arduo
problema de la degeneración y regeneración del sistema nervioso. Pero, en
cuanto puse manos á la obra, eché de ver que si la empresa había de
corresponder á la magnitud y nobleza del homenaje, no podía consistir en
mera compilación de datos publicados. Para honrar en lo posible la
desinteresada iniciativa de mis compañeros ultramarinos, me impuse, pues,
la tarea de revisar, mediante pesquisas de laboratorio, todos los temas
anteriormente tratados y, además, la de investigar ex-profeso muchos
puntos obscuros ó dudosos. El libro constituye, por tanto, extensa
monografía, en buena parte original.»
Los capítulos más enriquecidos con nuevas aportaciones son los
que tratan de las fases de la degeneración valleriana en nervios y
vías centrales (mielina y axon); los fenómenos de multiplicación y
transformación de los corpúsculos de Schwann; las alteraciones
degenerativas de los discos de soldadura, embudos de Lantermann y
anillos de Segall; la suerte corrida por las viejas vainas de Schwann,
no neurotizadas, del cabo periférico; la morfología y estructura del
cono de crecimiento dentro de las bandas de Büngner del citado
cabo; la medida de la velocidad de crecimiento del axon en los
diversos terrenos; las gradaciones de la atrofia de los cilindros-ejes
del cabo central, por debajo de los retoños viables; el análisis del
paraje y forma precisas del nacimiento de los renuevos; los
experimentos tocantes á los injertos nerviosos y gangliónicos; la
prueba de que los ganglios simpáticos transplantados ofrecen
también retoños invasores y nódulos residuales; los efectos de la
intercalación de obstáculos en las heridas nerviosas, al objeto de
31. sorprender los cambios de dirección de las fibras neoformadas; los
fenómenos de proliferación de la neuroglia en las heridas cerebrales;
las metamorfosis del retículo de Golgi en las zonas degenerativas de
la médula y cerebro, y en fin, la exposición y discusión detenidas de
las hipótesis imaginadas para explicar la génesis y orientación de las
fibras nerviosas en el embrión y los brotes aberrantes de las células
gangliónicas sensitivas normales y transplantadas.
Al texto precede entusiasta y sentida dedicatoria (probablemente
escrita por el sabio y admirable patriota Dr. D. Avelino Gutiérrez,
profesor de la Universidad de Buenos Aires), firmada por 47
simpáticos compañeros, esparcidos por todo el territorio de la
República Argentina. Excusado es decir que á cada suscriptor fué
oportunamente repartido un ejemplar, impreso en papel especial y
afectuosamente dedicado.
¡Qué menos podía hacer yo, para pagar tan noble y espiritual
agasajo, que ofrecer á mis compatriotas de allende el mar una obra
original, seriamente meditada y cuidadosamente ilustrada y
escrita!...
El segundo libro (por tal lo tengo aunque se publicó en los
Trabajos del Laboratorio) enfocó el tema interesante de la retina y
centros ópticos de los insectos[282]. En esta obra colaboró mi
ayudante D. Domingo Sánchez, contribuyendo, sobre todo, con
numerosas y admirablemente ejecutadas preparaciones.
Según recordará el lector, mis amores hacia la retina son historia
antigua. El tema me cautivó siempre, porque, en mi sentir, la vida no
alcanzó jamás á forjar máquina de tan sutil artificio y tan
perfectamente adecuada á un fin como el aparato visual. Por raro
caso, además, la naturaleza se ha dignado emplear aquí resortes
físicos accesibles á nuestro entendimiento. Ni debo ocultar que en el
estudio de dicha membrana sentí por primera vez flaquear mi fe
darwinista (hipótesis de la selección natural), abrumado y
confundido por el soberano ingenio constructor que campea, no sólo
en la retina y aparato dióptrico de los vertebrados, sino hasta en el
32. ojo del más ruin de los insectos[283]. Allí, en fin, sentí más
profundamente que en ningún otro tema de estudio, la sensación
escalofriante del insondable misterio de la vida.
Para contribuir siquiera con tenuísimo rayo de luz á iluminar el
tenebroso abismo, y al objeto, además, de completar mi antiguo
libro sobre la retina de los vertebrados con otro estudio de conjunto
relativo á la retina y ojo de los invertebrados, emprendí en 1915 esta
difícil investigación, que, con permiso de mis achaques y
decadencias, durará todavía dos ó tres años.
La complicación de la retina de los insectos es algo estupendo,
desconcertante, sin precedentes en los demás animales. Cuando se
considera la inextricable urdimbre de los ojos compuestos ó en
facetas; cuando se interna uno en el laberinto de neuronas y fibras
integrantes de los tres grandes segmentos retinianos (capa de las
ommatidias, retina intermediaria ó perióptico, retina interna ó
epióptico, etc.); cuando se sorprenden, no un kiasma, como en los
vertebrados, sino tres kiasmas sucesivos de significación enigmática,
amén del inagotable caudal de células amacrinas y de fibras
centrífugas; cuando se medita, en fin, acerca del infinito número y
primoroso ajuste de todos estos factores histológicos, tan sutiles,
que los más potentes objetivos consienten apenas su percepción,
queda uno anonadado. ¡Y yo que, engañado por el malhadado
prejuicio de la seriación progresiva de las estructuras zoológicas de
función similar, esperaba encontrarme con un plan estructural
sencillísimo y fácilmente abordable! Sin duda que zoólogos,
anatómicos y psicólogos han calumniado á los insectos. Comparada
con la retina de estos al parecer humildes representantes de la vida
(himenópteros, lepidópteros y neurópteros), la retina del ave ó del
mamífero superior, se nos aparece como algo grosero, basto y
deplorablemente elemental. La comparación del rudo reloj de pared
con exquisita y diminuta saboneta no da exacta idea del contraste.
Porque el ojo-saboneta del insecto superior no consta solamente de
33. más tenues rodajes, sino que entraña además varios órganos
complicadísimos, sin representación en los vertebrados.
Con arreglo á los mismos principios está organizado el cerebro —
sobre el cual, dicho sea de pasada, tenemos preparado un trabajo—,
asombro á la par de ingeniosa sutileza y maravillosa adaptación.
Nunca mejor aplicado el conocido adagio latino: in tenuis labor.
Penetrando con el microscopio en esas liliputienses y, sin embargo,
frondosísimas selvas neuronales del ganglio cerebroide de la abeja,
se siente la tentación de creer que lo desdeñosamente llamado por
los psicólogos ciego instinto (la intuición de Bergson), es soberana
manifestación del genio. Genio del conocer profundo é instantáneo,
surgido por primera vez en estos pequeños y antiguos seres, para
apagarse después, durante miríadas de siglos, en las groseras
construcciones cerebrales del verme, del pez, del batracio y del
reptil.
Renuncio al empeño de dar aquí idea del contenido objetivo del
aludido libro. Es preciso leerlo. Declaro confidencialmente para
aquellos naturalistas ó histólogos que no desdeñen el estudio
anatómico de los más humildes seres, que los hechos originales se
cuentan por docenas y que muchos problemas de morfología y
conexión neuronales son satisfactoria y —quiero creerlo—
definitivamente esclarecidos. Y esto no es sino empezar. En mi
programa y en el de mi ayudante Sánchez late el empeño de no
cejar hasta sorprender la característica anatómica del instinto.
¿Triunfaremos?...
Vivo contraste con los anteriores libros forma otro publicado en
1912 sobre La fotografía de los colores[284]. Harto conoce el lector
mis viejas aficiones al arte de Daguerre. Y ahora confesaré, en el
seno de la intimidad, que, á título de recreos ó descansos de más
severa labor, me entregué de vez en cuando á algunas modestas
investigaciones sobre la teoría y práctica del arte de la fotografía[285].
Dos motivos, docente y patriótico el uno, y sentimental el otro,
me inspiraron la redacción del citado libro fotográfico.
34. El primer motivo fué contribuir, con mi modesta iniciativa, á
divulgar entre los aficionados á la heliocromía los principios físicos
fundamentales de esta maravillosa aplicación de la ciencia. Así lo
expresaba en el prólogo que encabeza la obra. «Privarse de la teoría
—decíamos— es desdeñar la mitad del placer fotocrómico, que
consiste en comprobar experimentalmente la exactitud de los
principios científicos. El devoto de la fotografía del color no debe ser
rutinario practicón, atenido meramente á recetas y formularios, al
modo del carpintero, que, aguijado por la necesidad, abandona la
garlopa por el objetivo. Sólo acierta quien sabe. La interpretación de
los resultados obtenidos y el remedio de los accidentes y fracasos,
encuéntrase exclusivamente en la clara comprensión del mecanismo
fisico-químico de cada operación fotográfica.» Á la verdad, mi
sentimiento patriótico irritábase sobremanera al oir cómo
desbarraban muchos aficionados de cierta cultura (abogados,
médicos é ingenieros, etc.), en cuanto discurrían sobre las probables
causas de un tono falso en las autocromas, ó sobre los hechos
físicos en que se fundan los diversos métodos tricrómicos. Bajo este
aspecto de la difusión en nuestro país de los principios rectores de
los procederes fotocrómicos más usuales, creo sinceramente que mi
libro, redactado en lenguaje llano y sencillo é ilustrado con
numerosos esquemas originales, satisfizo una verdadera necesidad.
El segundo motivo pertenece al dominio del corazón. Mentarlo
renueva en mí torturantes recuerdos. El mayor de mis hijos,
precisamente el que más se parecía á mí, así en lo intelectual como
en lo físico, contrajo desde muy joven gravísima enfermedad
cardíaca. Desahuciado de los médicos é imposibilitado para seguir
carrera, púsele al frente de una librería, al objeto de entretenerle y
de disipar en lo posible su negra melancolía. Y para estimular
iniciativas editoriales, base quizás de futuros negocios, escribí los
primeros capítulos del libro. Por desgracia, la inexorable predicción
médica se cumplió, y el autor tuvo á fortiori que convertirse en
35. editor. Mas no hablemos de cosas tristes. ¡Á qué rememorar dolores
cuyo lenitivo sólo está en el olvido!...
Para ser completo, debiera todavía mencionar aquí cierto librito,
de sabor literario, aparecido en 1905 con el título de Cuentos de
vacaciones, y firmado con el pseudónimo Dr. Bacteria. Trátase de
cinco narraciones, á modo de causeries pseudo-filosóficas, donde
con poca novedad y desmañado estilo se plantean y resuelven
algunos problemas de ética social. Conocedor de los defectos de la
citada obrita, no osé ponerla á la venta. Me limité á regalar algunos
ejemplares á los amigos de cuya bondadosa indulgencia estaba bien
seguro. Si dispongo alguna vez del vagar indispensable, quizás
reimprima y ofrezca al público el citado libro, previamente
expurgado de empalagosos lirismos y de no pocas máculas de
pensamiento y de estilo.
Durante los últimos diez años fuí favorecido con numerosas
distinciones. Callarlas en una autobiografía, pudiera achacarse á
orgullo ó ingratitud; complacerse morosamente en su puntual
enumeración, parecería pueril vanidad. Adopto un término medio
recordando las más importantes. En 1906 fuí designado Miembro
corresponsal de famosa Academia de Roma (Regia Lynceorum
Academia); en 1909, Fellow de la Real Sociedad de Londres; en
1910, Socio corresponsal de la Real Academia de Ciencias de Turín;
en 1912, Socio corresponsal de la Sociedad Italiana de Neurología;
en 1911, Doctor honorario de Medicina por la Universidad de
Cristianía; en 1912, Miembro extranjero de la Real Academia de
Turín; en el mismo año, Miembro honorario de la Sociedad Real de
Ciencias médicas y naturales de Bruselas, y Profesor honorario de la
Universidad de Dublín; en 1913, Asociado extranjero de la Academia
de Medicina de París; en 1916, Miembro corresponsal del Instituto
de Francia, etc., etc. Añadamos que en 1914 el Gobierno francés me
honró otorgándome la condecoración de la Legión de honor
36. (Commandeur), y que en 1915 el Emperador alemán me favoreció
con la cruz de la Orden «pour le mérite». En fin, la Academia
española de la Lengua, necesitada de un técnico de las voces y
expresiones médicas y biológicas, tuvo la bondad de llamarme á su
seno, y años después (1910), el ilustre y malogrado Canalejas, á la
sazón jefe del partido liberal, me nombró Senador vitalicio.
37. CAPÍTULO XXIII
EPÍLOGO
Mi actividad docente y la multiplicación espiritual. —
Discípulos aventajados. — La escuela histológica
española. — Realización parcial de mi ideal
patriotico-científico. — Aptitud de los españoles
para la investigación científica. — Sentimiento del
deber cumplido. — Lista de trabajos del autor y de
sus discípulos ó inmediatos continuadores.
ocamos al fin del presente libro. Con la mayor claridad
compatible con la brevedad, dejo expuesto lo fundamental de
mi modesta labor y las condiciones que la motivaron.
Conforme he avanzado en la narración, mi autobiografía se ha
despersonalizado. El trabajo regular y el espíritu de aventuras son
cosas incompatibles. De cada vez más pobre en episodios amenos,
mi vida ha sido gradualmente absorbida en mi obra. La abeja ha
sido olvidada en consideración al panal.
Incompleta fuera la actividad del científico si se contrajera
exclusivamente á actuar sobre las cosas; opera también sobre las
38. almas. Ello es un deber si el hombre de laboratorio pertenece al
magisterio universitario. Entonces hay derecho á esperar que buena
parte de su labor sea empleada en forjar discípulos que le sucedan y
le superen. Nadie negará que el cumplimiento de tan capital función
constituye la más noble ejecutoria del investigador y el más
preeminente título á la gratitud de sus compatriotas.
Conforme dejamos expresado en otro libro[286], importa mucho al
cultivador de la ciencia proceder á su multiplicación espiritual. De
esta suerte la vida del maestro alcanza su plenitud, ya que entraña
en potencia nuevas existencias. «La tarea es sin duda penosa —
decíamos—. La actividad del profesor bifúrcase en las corrientes
paralelas del laboratorio y de la enseñanza. Crecen así sus desvelos,
pero aumentan también sus venturas. Sobre dar pábulo á elevadas
tendencias, gozará los deleites de la paternidad ideal, y sentirá el
noble orgullo de haber cumplido honradamente con su triple misión
de investigador, de maestro y de patriota. Ya no declinará su vida en
melancólica soledad; antes bien, verá su ocaso rodeado de un
séquito de discípulos entusiastas capaces de comprender su obra y
de hacerla, en lo posible, fecunda y perenne.»
Excusado es decir que procuré siempre seguir mis propios
consejos. Aunque al alborear mi carrera hube de confinarme, por
imperio del hábito y de la necesidad, en la categoría de los
trabajadores solitarios, me preocupé siempre, sobre todo después
que el Estado puso en mis manos decoroso y bien provisto
laboratorio, de fundar una escuela genuinamente española de
histólogos y biólogos. Y pese á los lúgubres voceros de nuestra
decadencia y á los aguafiestas para quienes la ciencia, como la
aurora boreal, sólo embellece el cielo de las regiones hiperbóreas, el
ideal soñado está en gran parte conseguido. La ansiada escuela
existe y es foco de vivísima actividad. Sus descubrimientos
importantes (excluyo los modestos míos) han traspasado las
fronteras, y sus métodos é invenciones aplícanse corrientemente en
los laboratorios extranjeros.
39. No con hueras declamaciones, que pretenden ser patrióticas y
resultan jactancias de ignaro chauvinismo, sino con hechos positivos
é indiscutibles he demostrado la aptitud de la gente hispana para la
investigación científica. La pretendida incapacidad de los españoles
para todo lo que no sea producto de la fantasía ó de la creación
artística, ha quedado reducida á tópico ramplón. Cuando durante la
noche el tenebroso mar aparece tranquilo, basta agitar las aguas
para que nubes de noctílucos apagados enciendan su luz y brillen
como estrellas. De igual modo ocurre en el océano social. Ha sido
suficiente que dos ó tres personas (una de ellas el ilustre Dr.
Simarro) sacudiéramos la modorra de la juventud, para que surgiera
entre nosotros brillante pléyade de eméritos investigadores. Por
afirmar estoy, sin temor á la nota de optimista, que en orden á
ciertos estudios, que exigen ingeniosidad, paciencia y obstinación,
nuestros compatriotas compiten si no superan á los más cachazudos
é infatigables hijos del Norte. Todo consiste en despertar el espíritu
de curiosidad científica, adormecido durante cuatro siglos de
servidumbre mental, y de inocular con el ejemplo el fuego sagrado
de la indagación personal. Vivimos en un país en que el talento
científico se desconoce á sí mismo. Deber del maestro es revelarlo y
orientarlo.
Los jóvenes laboriosos á quienes aludo son ya legión, sobre todo
si juntamos los pretéritos con los presentes. Entre los antiguos
(algunos fallecidos en plena juventud y otros perdidos por desgracia
para la ciencia patria en el desierto de la clínica) citaré á Cl. Sala,
Terrazas, C. Calleja, Olóriz Aguilera, Blanes Viale, J. Bartual, I.
Lavilla, Del Río Lara, Márquez, etc.
Y, entre los modernos, me es muy grato nombrar á mi hermano,
P. Ramón Cajal, á F. Tello, á N. Achúcarro, á Domingo Sánchez, á
Rodríguez Lafora, á Del Río-Hortega. Este grupo de entusiastas
trabajadores acabaron ya su formación y saben caminar solos y
triunfar en el terreno de la investigación. Muchas de las
investigaciones que luego citaré, son fruto de su exclusiva iniciativa.
40. En vías de formación, y con promesas de ópimos frutos, figuran
Arcaute, Fortún, Sacristán, Calandre, Sánchez y Sánchez, Ramón
Fañanás, Luna, Fernando de Castro y otros.
La lista abrumadora de monografías (y sólo incluyo las efectuadas
en mi Laboratorio) de los citados investigadores, registrada al final
de este libro, dará idea de la magnitud é intensidad relativa de la
obra de cada uno. Se verá, además, que, dentro del común fervor
hacia la religión del Laboratorio, cada iniciativa ha corrido por
diferente camino.
Los arriba nombrados han sido mis discípulos, en el amplio
sentido de la palabra. Todos han vivido algo mi vida y participado de
mis emociones; todos me han oído pensar, con palabra balbuciente,
durante el ensimismamiento de la atención y en los breves
paréntesis del trabajo febril.
Fuera, sin embargo, pueril vanidad é injusta pretensión atribuirme
por entero la paternidad espiritual de los actuales cultivadores de la
histología española. Varios de ellos, singularmente Achúcarro, Tello y
Rodríguez Lafora, han perfeccionado notablemente en el extranjero
su educación técnica y su formación intelectual. Y de los
Laboratorios alemanes, franceses ó ingleses, han aportado á España,
amén del dominio de los idiomas y de la bibliografía, novísimos
métodos de investigación, y lo que vale más, la costumbre de la
autocrítica y la severa disciplina del trabajo metódico.
Mi papel principal ha consistido en fomentar el entusiasmo. Fué
siempre mi lema confortar é ilustrar la voluntad con pleno respeto á
las iniciativas individuales. Siempre procuré —y de ello me felicito—
pesar lo menos posible sobre el cerebro de mis discípulos. Toda
opinión fruto de esfuerzo honrado de pensamiento, sobre todo si ha
surgido de hechos recién descubiertos, infúndeme simpatía y
respeto, aunque contradiga concepciones personales largamente
acariciadas. ¿Cómo había de caer yo en la tentación de imponer mis
teorías, cuando he dado sobrados ejemplos de abandonarlas ante la
menor contrariedad objetiva?
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