La matanza de Tlatelolco de 1968 fue un acto de genocidio planeado por el gobierno mexicano para acabar con el movimiento estudiantil opositor. Se utilizaron balas prohibidas para asesinar a estudiantes desarmados de forma cruel. Aunque se determinó que fue un genocidio, no se atribuyó responsabilidad penal a ninguna persona, cubriendo el crimen con impunidad. Esta impunidad permitió la comisión de otros crímenes contra los derechos humanos en México.