Marisa le cuenta una historia a Alfredo para hacerle ver que aunque a veces la vida nos golpee y sintamos que no valemos, nuestro valor intrínseco no cambia. Le da un billete arrugado y sucio para representar cómo a veces nos sentimos, pero le recuerda que sigue teniendo el mismo valor. Esto hace que Alfredo se sienta mejor y vea que, a pesar de las dificultades, él tiene valor como persona.