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VICTORIO GRAN JEFE APACHE
Victorio (¿?-1880) Indio apache de la tribu de los Chiricahuas (Miembros o también conocidos
como warm springs (ojo caliente)), fue un líder temido tanto por los Mexicanos como por los
norteamericanos.
Se cuenta que fue hijo de una cautiva Mexicana Robada por los indios en un ataque efectuado
entre Monclova y Castaños, en el estado de Coahuila, México, llamada María Arciniegas.Desde
Joven empezó a participar en las correrías que los Indios hacían al norte de México, para robar
ganado, junto con lideres indios como Nana, Mangas Coloradas, Gerónimo y otros.
A la muerte de mangas Coloradas en 1863, Victorio se consolido como el líder de una banda de
apaches de aproximadamente en 300 guerreros. Concretados estos indios en la reservación de San
Carlos en Nuevo México, Salió de esta odiando la vid que allí llevaban, para continuar con las
correrías y robos de ganado.
Perseguido por la caballería Norteamericana y los militares mexicanos, durante varios años,
continuamente cruzaba la frontera hacia ambos lados, huyendo de unos y otros con habilidad tal
que nunca era alcanzado. Se menciona que su banda hacia jornadas de mas de 100km. Al dia
cuando estaban bajo persecución.
Continuo así hasta el año de 1879 en que fuertemente perseguido por la caballería
Norteamericana se interno en la serranía de chihuahua al norte de México, y se refugio con sus
gentes en un lugar llamado tres castillos, que regularmente frecuentaban, y en ese lugar, el 14 de
octubre de 1880, las tropas mexicanas al mando del coronel Joaquín Terrazas, lograron cercarlos, y
al darse cuenta los indios, se desprendieron sobre las columnas mexicanas. Al verlos venir, dos
tarahumaras a la orden de terrazas se adelantaron y dispararon sobre ellos, haciendo blanco en
dos apaches. Uno de ellos Victorio, que cayó muerto.
El indio que hizo el mortal disparo fue Mauricio Corredor, conocidos ampliamente por su habilidad
con las armas. Al dia siguiente, el combate fue terrible, llegándose hasta la lucha cuerpo a cuerpo,
y en el fueron muertos 62 guerreros indios, 16 mas entre mujeres y niños, y se hicieron 68
prisioneros, también de mujeres y niños. Logro sobrevivir solamente un grupo de
aproximadamente 30 guerreros que huyeron el primer día de asedio.
El propio Mauricio corredor fue muerto años mas tarde en un combate habido por confusión de
las tropas mexicanas con las norteamericanas llevaban en persecución de Gerónimo dentro de la
frontera de México. En ese combate también fue muerto el coronel Norteamericano Emmet
Crawford.
Con la muerte de Victorio se pensó que las depredaciones de los apaches terminarían, pero estaba
lejos de ser así. Después de su muerte siguieron al mando líderes como Juh, Gerónimo, Mangus,
Chihuahua, Alsate y otros, que siguieron azotando ambos lados de la frontera por muchos años
más.
INDIO GERONIMO
(Go-Hhla-Ye; Arizona, 1829 - Oklahoma, 1909) Jefe de los apaches. Cuando en 1609
unos pocos inmigrantes ingleses fundaron la ciudad de Jamestown, en Virginia, entre
ellos y el remoto Pacífico se extendía un vasto territorio ocupado por
aproximadamente medio millón de indios de distintas tribus.
Gerónimo
Justo trescientos años después, cuando en 1909 falleció el último gran jefe apache,
Gerónimo, el genocidio prácticamente se había consumado y apenas quedaban,
reducidos a condiciones de degradación y miseria próximas a la esclavitud, doscientos
mil indios confinados en inhóspitas reservas. Habían sido vencidos por millones de
inmigrantes, rudos colonos procedentes de todo el mundo que, protegidos por el
ejército de los casacas azules, ocuparon sus tierras.
Gerónimo había nacido en el territorio de Arizona, junto a la frontera de México, la
inmemorial tierra de los apaches, por la que hacia 1846 pasaron los soldados de
Washington en dirección al sur. Con ocasión de ello, un indio pacífico, un jefe de los
apaches mimbreños llamado Dasodahae, criado junto al río Mimbres en las
proximidades de una misión hispanomexicana, tomó contacto, sin la más mínima
aversión, con un pueblo al que no conocía.
Más tarde llegarían a aquellos parajes los mineros atraídos por el oro de Palo Alto, y
Dasodahae, a quien un fraile había puesto como sobrenombre Mangas Rojas y que
sería conocido por los nortemericanos como Mangus Colorado, fue a visitarles
amistosamente. Los mineros lo insultaron y lo amenazaron con sus prepotentes
revólveres y fusiles y, en el curso de una segunda visita, lo azotaron cruelmente y lo
abandonaron medio muerto.
La venganza de Mangus Colorado no se hizo esperar; en una emboscada segó la vida
de diez de los mineros, desatando con ello una guerra abierta que había de concluir
con una irreversible y definitiva derrota de su pueblo unos cuarenta años después. Las
diversas tribus apaches extendidas por la región (chiricauas, mescaleros, coyoteros,
pinals) comprendieron que su territorio iba a ser progresivamente invadido por
comerciantes, granjeros y soldados que abusaban de la superioridad de sus armas;
entonces, dos grandes jefes de la misma nación se unieron al desafío de Mangus
Colorado: Shi-Ka-She, conocido como Cochise, y Go-Hhla-Ye, Gerónimo.
Juntos combatieron contra el coronel James Carleton y sus voluntarios californianos en
1863. Después de una primera victoria apache, Mangus Colorado se entrevistó con el
enemigo, sin tener en cuenta los consejos de sus aliados. Violando la bandera blanca
de la paz, los oficiales lo hicieron detener y lo entregaron a la tropa. Durante la noche,
uno de los soldados que lo custodiaban calentó al fuego su machete y pinchó al
prisionero medio dormido, que contuvo su dolor comprendiendo el juego de sus
agresores.
No obstante, otro centinela le lanzó a las rodillas un leño encendido, Mangus se
levantó mecánicamente y una ráfaga de balas, legitimadas por el pretexto de una
tentativa de evasión, acribillaron su cuerpo indefenso.
Durante los diez años siguientes, hasta 1873, fue Cochise quien encabezó la lucha, pero
los saqueos y los incendios tendentes a reducir la soberbia del invasor resultaron
infructuosos. Obtuvo algunas significativas victorias, pero su pueblo también sufrió
cruentas represalias. Por ejemplo, el 30 de abril de 1871, ciento ocho ancianos, mujeres
y niños apaches fueron exterminados en Camp Grant, aprovechando un día en que
ningún hombre útil para la guerra quedaba en el campamento por haber salido todos
a cazar a las montañas.
En 1873, el general Cook consiguió firmar un tratado con los apaches para que cesaran
las hostilidades, al que se sometió Cochise y por el cual algunas tribus hallaron asilo en
la reserva de San Carlos, en las tierras que se extienden a lo largo del río White, pero
otras, como los chiricahuas, huyeron a México. Estos últimos, entre cuyos jefes
destacaba el vigoroso Gerónimo, ocuparon posiciones inexpugnables en el macizo
montañoso de Candelaria y durante un tiempo tuvieron por aliados a los mescaleros,
dirigidos por Vittorio, que moriría en combate en 1880, momento en el que Gerónimo
asumió también la jefatura del pueblo hermano.
Gerónimo (derecha) con otros guerreros apaches
Sus bandas acrecentaron la violencia por el territorio de Sonora en marzo de 1883,
mientras otro jefe indio, Chato, imponía el terror a los blancos en Arizona. De ese
modo, la frontera de Río Grande se convirtió en un verdadero infierno y el general
George Cook se decidió a intervenir de nuevo, esta vez ayudado por un desertor
chiricahua, Panayotishn, el cual se ofreció a servir de guía hasta el refugio secreto de
los apaches. El 8 de mayo de 1883, la compañía del 6º de caballería, reforzada por
doscientos guías indios, penetró en Sierra Madre. Un mes más tarde Gerónimo y Chato
fueron conminados a rendirse. En julio pasaron a la reserva de San Carlos donde
permanecerían durante dos pacíficos años.
Agotados por una guerra sin esperanza, los apaches parecían resignados a la forma de
vida onerosa y precaria impuesta por los vencedores, quienes al principio pagaban a
un precio razonable los forrajes y la leña que los indios talaban en los bosques. No
obstante, en mayo de 1885, un centenar de disidentes aglutinados alrededor del
valeroso Gerónimo, de Nachez, segundo hijo de Cochise, y de Chihuahua Mangas,
huyeron de la reserva y se refugiaron en las montañas próximas de Nuevo México.
Durante algún tiempo arreciaron los ataques, pero el gobierno estadounidense no
tardó en enviar sus tropas, al mando del capitán Crawford, para reducir a los rebeldes.
Meses después, Gerónimo y Nachez solicitaron una entrevista con el militar enemigo
mientras Chihuahua, el resentido vástago de Mangus Colorado, permanecía al frente
de una decena de guerreros irreductibles y ajeno a toda negociación.
Pese a todo, Crawford aceptó las condiciones de capitulación de Gerónimo y Nachez,
pero entonces ocurrió algo que nadie esperaba. Fue en ese momento cuando entraron
en escena inopinadamente los mexicanos, quienes rodearon el campamento de los
guías indios empleados por el ejército y se entregaron a una auténtica orgía de sangre
en la que pereció incluso el capitán Crawford. Los jefes indios pudieron huir, pero este
incidente costó el cargo al más alto responsable militar en la zona, el general Cook,
quien fue destituido inmediatamente y hubo de ceder su puesto al general Nelson A.
Miles.
Tras una frenética persecución de los resistentes, el nuevo responsable de la represión,
menos sensible aún a los sufrimientos de los apaches que su predecesor, logró que
Gerónimo y Nachez se rindieran por segunda vez en junio de 1886 y no concedió a los
vencidos otro estatuto que el de malhechores entregados al pillaje, condenándolos por
lo tanto a trabajos forzados.
Gerónimo capturado junto con
otros guerreros apaches (1886)
El pueblo de Gerónimo, que si las cifras no mienten contaba con veinte mil miembros
en 1871, había sido reducido hacia 1890 a unos pocos centenares. Ya no había para el
orgulloso jefe apache ninguna batalla que entablar ni ninguna esperanza de futuro.
Los veintitrés años de vida que le restaban debían servirle únicamente para que
apurase hasta las heces el cáliz de la derrota y para que sus nuevos dueños lo
escarneciesen convirtiéndolo en objeto de curiosidad y pasto de desaprensivos
gacetilleros.
Los supervivientes fueron malviviendo al principio en la reserva de San Carlos, donde
en 1888 los describió así Frederick Remington: "Los apaches fueron siempre los más
peligrosos de todos los indios del oeste. En el ardiente desierto y en las vastas
extensiones rocosas de su país, ningún hombre blanco pudo jamás capturarlos durante
una persecución". Pero allí, en San Carlos, se alimentaban a medias de sus exiguos
cultivos y a medias de la caridad racionada del gobierno, vestían con andrajos y su
honor yacía por el suelo, quebrada y adolorida su memoria por sus héroes muertos.
Dos episodios vejatorios le restaban por vivir a Gerónimo antes de su muerte, acaecida
en 1909. El primero, su presencia oportunista en el desfile que fue organizado en
Washington con motivo de la elección como presidente de Theodore Roosevelt; el
segundo, a los setenta y siete años de edad, la renuncia a los dioses de sus antepasados
para abrazar el cristianismo.
Gerónimo, un anciano piel roja hostigado desde su juventud por los poderosísimos
invasores, pasó en los últimos años de su vida a convertirse en un símbolo útil para la
flamante conciencia nacional norteamericana. El inclemente punto de vista impuesto
por Hollywood se encargó de desposeerlo de los últimos vestigios de su dignidad y así
pasó a engrosar la epopeya de los pioneros, tanto más gloriosa cuanto más temibles,
salvajes y valientes habían sido los enemigos a los que habían tenido que enfrentarse.
El extraño destino de Gerónimo consistió al fin en alcanzar una indeseable
popularidad universal y alimentar una de las más engañosas mitologías del siglo XX.
El cine, siguiendo el precedente del circo y otros espectáculos populares, convirtió a los
indios en mero objeto de la curiosidad masiva y morbosa de un público de feria. Desde
Edison, que ya en 1884 los utilizaba en producciones
precinematográficascomoSiouxGhost Dance, hasta los actuales telefilmes, una falaz
mitología se ha erigido a costa su secular humillación. Sin embargo, entre sus filas
siempre se hallaron bravos guerreros, celosos de su independencia, que se resistieron a
la violenta invasión de aquellas tierras por las cuales, hasta donde alcanzaba su
memoria, sus antepasados habían cabalgado siempre orgullosos y libres. Así fue
Gerónimo, que en la ficción era temido por los viajeros de La diligencia (John Ford,
1939) y protagonizó numerosos filmes como Gerónimo (Paul Sloan, 1939) o El
salvaje (George Marshall, 1951), pero que en la realidad fue el postrero y noble jefe de
un pueblo orillado por la historia, abolido por un nuevo episodio de la incesante
crónica de la infamia.

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VICTORIO GRAN JEFE APACHE

  • 1. VICTORIO GRAN JEFE APACHE Victorio (¿?-1880) Indio apache de la tribu de los Chiricahuas (Miembros o también conocidos como warm springs (ojo caliente)), fue un líder temido tanto por los Mexicanos como por los norteamericanos. Se cuenta que fue hijo de una cautiva Mexicana Robada por los indios en un ataque efectuado entre Monclova y Castaños, en el estado de Coahuila, México, llamada María Arciniegas.Desde Joven empezó a participar en las correrías que los Indios hacían al norte de México, para robar ganado, junto con lideres indios como Nana, Mangas Coloradas, Gerónimo y otros. A la muerte de mangas Coloradas en 1863, Victorio se consolido como el líder de una banda de apaches de aproximadamente en 300 guerreros. Concretados estos indios en la reservación de San Carlos en Nuevo México, Salió de esta odiando la vid que allí llevaban, para continuar con las correrías y robos de ganado. Perseguido por la caballería Norteamericana y los militares mexicanos, durante varios años, continuamente cruzaba la frontera hacia ambos lados, huyendo de unos y otros con habilidad tal que nunca era alcanzado. Se menciona que su banda hacia jornadas de mas de 100km. Al dia cuando estaban bajo persecución. Continuo así hasta el año de 1879 en que fuertemente perseguido por la caballería Norteamericana se interno en la serranía de chihuahua al norte de México, y se refugio con sus gentes en un lugar llamado tres castillos, que regularmente frecuentaban, y en ese lugar, el 14 de octubre de 1880, las tropas mexicanas al mando del coronel Joaquín Terrazas, lograron cercarlos, y al darse cuenta los indios, se desprendieron sobre las columnas mexicanas. Al verlos venir, dos tarahumaras a la orden de terrazas se adelantaron y dispararon sobre ellos, haciendo blanco en dos apaches. Uno de ellos Victorio, que cayó muerto.
  • 2. El indio que hizo el mortal disparo fue Mauricio Corredor, conocidos ampliamente por su habilidad con las armas. Al dia siguiente, el combate fue terrible, llegándose hasta la lucha cuerpo a cuerpo, y en el fueron muertos 62 guerreros indios, 16 mas entre mujeres y niños, y se hicieron 68 prisioneros, también de mujeres y niños. Logro sobrevivir solamente un grupo de aproximadamente 30 guerreros que huyeron el primer día de asedio. El propio Mauricio corredor fue muerto años mas tarde en un combate habido por confusión de las tropas mexicanas con las norteamericanas llevaban en persecución de Gerónimo dentro de la frontera de México. En ese combate también fue muerto el coronel Norteamericano Emmet Crawford. Con la muerte de Victorio se pensó que las depredaciones de los apaches terminarían, pero estaba lejos de ser así. Después de su muerte siguieron al mando líderes como Juh, Gerónimo, Mangus, Chihuahua, Alsate y otros, que siguieron azotando ambos lados de la frontera por muchos años más. INDIO GERONIMO (Go-Hhla-Ye; Arizona, 1829 - Oklahoma, 1909) Jefe de los apaches. Cuando en 1609 unos pocos inmigrantes ingleses fundaron la ciudad de Jamestown, en Virginia, entre ellos y el remoto Pacífico se extendía un vasto territorio ocupado por aproximadamente medio millón de indios de distintas tribus. Gerónimo Justo trescientos años después, cuando en 1909 falleció el último gran jefe apache, Gerónimo, el genocidio prácticamente se había consumado y apenas quedaban, reducidos a condiciones de degradación y miseria próximas a la esclavitud, doscientos mil indios confinados en inhóspitas reservas. Habían sido vencidos por millones de inmigrantes, rudos colonos procedentes de todo el mundo que, protegidos por el
  • 3. ejército de los casacas azules, ocuparon sus tierras. Gerónimo había nacido en el territorio de Arizona, junto a la frontera de México, la inmemorial tierra de los apaches, por la que hacia 1846 pasaron los soldados de Washington en dirección al sur. Con ocasión de ello, un indio pacífico, un jefe de los apaches mimbreños llamado Dasodahae, criado junto al río Mimbres en las proximidades de una misión hispanomexicana, tomó contacto, sin la más mínima aversión, con un pueblo al que no conocía. Más tarde llegarían a aquellos parajes los mineros atraídos por el oro de Palo Alto, y Dasodahae, a quien un fraile había puesto como sobrenombre Mangas Rojas y que sería conocido por los nortemericanos como Mangus Colorado, fue a visitarles amistosamente. Los mineros lo insultaron y lo amenazaron con sus prepotentes revólveres y fusiles y, en el curso de una segunda visita, lo azotaron cruelmente y lo abandonaron medio muerto. La venganza de Mangus Colorado no se hizo esperar; en una emboscada segó la vida de diez de los mineros, desatando con ello una guerra abierta que había de concluir con una irreversible y definitiva derrota de su pueblo unos cuarenta años después. Las diversas tribus apaches extendidas por la región (chiricauas, mescaleros, coyoteros, pinals) comprendieron que su territorio iba a ser progresivamente invadido por comerciantes, granjeros y soldados que abusaban de la superioridad de sus armas; entonces, dos grandes jefes de la misma nación se unieron al desafío de Mangus Colorado: Shi-Ka-She, conocido como Cochise, y Go-Hhla-Ye, Gerónimo. Juntos combatieron contra el coronel James Carleton y sus voluntarios californianos en 1863. Después de una primera victoria apache, Mangus Colorado se entrevistó con el enemigo, sin tener en cuenta los consejos de sus aliados. Violando la bandera blanca de la paz, los oficiales lo hicieron detener y lo entregaron a la tropa. Durante la noche, uno de los soldados que lo custodiaban calentó al fuego su machete y pinchó al prisionero medio dormido, que contuvo su dolor comprendiendo el juego de sus agresores. No obstante, otro centinela le lanzó a las rodillas un leño encendido, Mangus se levantó mecánicamente y una ráfaga de balas, legitimadas por el pretexto de una tentativa de evasión, acribillaron su cuerpo indefenso. Durante los diez años siguientes, hasta 1873, fue Cochise quien encabezó la lucha, pero los saqueos y los incendios tendentes a reducir la soberbia del invasor resultaron infructuosos. Obtuvo algunas significativas victorias, pero su pueblo también sufrió cruentas represalias. Por ejemplo, el 30 de abril de 1871, ciento ocho ancianos, mujeres y niños apaches fueron exterminados en Camp Grant, aprovechando un día en que ningún hombre útil para la guerra quedaba en el campamento por haber salido todos a cazar a las montañas. En 1873, el general Cook consiguió firmar un tratado con los apaches para que cesaran las hostilidades, al que se sometió Cochise y por el cual algunas tribus hallaron asilo en la reserva de San Carlos, en las tierras que se extienden a lo largo del río White, pero
  • 4. otras, como los chiricahuas, huyeron a México. Estos últimos, entre cuyos jefes destacaba el vigoroso Gerónimo, ocuparon posiciones inexpugnables en el macizo montañoso de Candelaria y durante un tiempo tuvieron por aliados a los mescaleros, dirigidos por Vittorio, que moriría en combate en 1880, momento en el que Gerónimo asumió también la jefatura del pueblo hermano. Gerónimo (derecha) con otros guerreros apaches Sus bandas acrecentaron la violencia por el territorio de Sonora en marzo de 1883, mientras otro jefe indio, Chato, imponía el terror a los blancos en Arizona. De ese modo, la frontera de Río Grande se convirtió en un verdadero infierno y el general George Cook se decidió a intervenir de nuevo, esta vez ayudado por un desertor chiricahua, Panayotishn, el cual se ofreció a servir de guía hasta el refugio secreto de los apaches. El 8 de mayo de 1883, la compañía del 6º de caballería, reforzada por doscientos guías indios, penetró en Sierra Madre. Un mes más tarde Gerónimo y Chato fueron conminados a rendirse. En julio pasaron a la reserva de San Carlos donde permanecerían durante dos pacíficos años. Agotados por una guerra sin esperanza, los apaches parecían resignados a la forma de vida onerosa y precaria impuesta por los vencedores, quienes al principio pagaban a un precio razonable los forrajes y la leña que los indios talaban en los bosques. No obstante, en mayo de 1885, un centenar de disidentes aglutinados alrededor del valeroso Gerónimo, de Nachez, segundo hijo de Cochise, y de Chihuahua Mangas, huyeron de la reserva y se refugiaron en las montañas próximas de Nuevo México. Durante algún tiempo arreciaron los ataques, pero el gobierno estadounidense no tardó en enviar sus tropas, al mando del capitán Crawford, para reducir a los rebeldes. Meses después, Gerónimo y Nachez solicitaron una entrevista con el militar enemigo mientras Chihuahua, el resentido vástago de Mangus Colorado, permanecía al frente de una decena de guerreros irreductibles y ajeno a toda negociación. Pese a todo, Crawford aceptó las condiciones de capitulación de Gerónimo y Nachez, pero entonces ocurrió algo que nadie esperaba. Fue en ese momento cuando entraron en escena inopinadamente los mexicanos, quienes rodearon el campamento de los guías indios empleados por el ejército y se entregaron a una auténtica orgía de sangre
  • 5. en la que pereció incluso el capitán Crawford. Los jefes indios pudieron huir, pero este incidente costó el cargo al más alto responsable militar en la zona, el general Cook, quien fue destituido inmediatamente y hubo de ceder su puesto al general Nelson A. Miles. Tras una frenética persecución de los resistentes, el nuevo responsable de la represión, menos sensible aún a los sufrimientos de los apaches que su predecesor, logró que Gerónimo y Nachez se rindieran por segunda vez en junio de 1886 y no concedió a los vencidos otro estatuto que el de malhechores entregados al pillaje, condenándolos por lo tanto a trabajos forzados. Gerónimo capturado junto con otros guerreros apaches (1886) El pueblo de Gerónimo, que si las cifras no mienten contaba con veinte mil miembros en 1871, había sido reducido hacia 1890 a unos pocos centenares. Ya no había para el orgulloso jefe apache ninguna batalla que entablar ni ninguna esperanza de futuro. Los veintitrés años de vida que le restaban debían servirle únicamente para que apurase hasta las heces el cáliz de la derrota y para que sus nuevos dueños lo escarneciesen convirtiéndolo en objeto de curiosidad y pasto de desaprensivos gacetilleros. Los supervivientes fueron malviviendo al principio en la reserva de San Carlos, donde en 1888 los describió así Frederick Remington: "Los apaches fueron siempre los más peligrosos de todos los indios del oeste. En el ardiente desierto y en las vastas extensiones rocosas de su país, ningún hombre blanco pudo jamás capturarlos durante una persecución". Pero allí, en San Carlos, se alimentaban a medias de sus exiguos cultivos y a medias de la caridad racionada del gobierno, vestían con andrajos y su honor yacía por el suelo, quebrada y adolorida su memoria por sus héroes muertos. Dos episodios vejatorios le restaban por vivir a Gerónimo antes de su muerte, acaecida en 1909. El primero, su presencia oportunista en el desfile que fue organizado en Washington con motivo de la elección como presidente de Theodore Roosevelt; el
  • 6. segundo, a los setenta y siete años de edad, la renuncia a los dioses de sus antepasados para abrazar el cristianismo. Gerónimo, un anciano piel roja hostigado desde su juventud por los poderosísimos invasores, pasó en los últimos años de su vida a convertirse en un símbolo útil para la flamante conciencia nacional norteamericana. El inclemente punto de vista impuesto por Hollywood se encargó de desposeerlo de los últimos vestigios de su dignidad y así pasó a engrosar la epopeya de los pioneros, tanto más gloriosa cuanto más temibles, salvajes y valientes habían sido los enemigos a los que habían tenido que enfrentarse. El extraño destino de Gerónimo consistió al fin en alcanzar una indeseable popularidad universal y alimentar una de las más engañosas mitologías del siglo XX. El cine, siguiendo el precedente del circo y otros espectáculos populares, convirtió a los indios en mero objeto de la curiosidad masiva y morbosa de un público de feria. Desde Edison, que ya en 1884 los utilizaba en producciones precinematográficascomoSiouxGhost Dance, hasta los actuales telefilmes, una falaz mitología se ha erigido a costa su secular humillación. Sin embargo, entre sus filas siempre se hallaron bravos guerreros, celosos de su independencia, que se resistieron a la violenta invasión de aquellas tierras por las cuales, hasta donde alcanzaba su memoria, sus antepasados habían cabalgado siempre orgullosos y libres. Así fue Gerónimo, que en la ficción era temido por los viajeros de La diligencia (John Ford, 1939) y protagonizó numerosos filmes como Gerónimo (Paul Sloan, 1939) o El salvaje (George Marshall, 1951), pero que en la realidad fue el postrero y noble jefe de un pueblo orillado por la historia, abolido por un nuevo episodio de la incesante crónica de la infamia.