Murió Menem, murió una época
Murió Carlos Menem, murió el símbolo de la globalización en Argentina
Si pienso en Carlos Menem, rápidamente, se me viene a la cabeza: eliminación de la hiperinflación, aumento del comercio internacional (exportaciones e importaciones), aumento de la capacidad productiva, aumento de la inversión privada, desmantelamiento estatal, Pacto de Olivos, Reforma Constitucional, Indulto a los militares acusados de terrorismo de Estado, terrorismo internacional (AMIA, embajada de Israel), terrorismo local (Río Tercero), aumento de la criminalidad organizada (tráfico de drogas y de personas), entre otras cosas.
Sin embargo, el fallecimiento de Carlos Saúl Menem obliga a la reflexión política y económica de su mandato presidencial. No fue uno más en la historia, marcó el cierre de una época, y el comienzo de una nueva.
Con la bondad del tiempo, y con mayor perspectiva histórica, o dicho en términos más simples, con el diario del lunes, es más fácil llegar a ciertas conclusiones o realizar análisis de mayor complejidad.
El gobierno de Menem estuvo enmarcado en un nuevo orden mundial
No puede dejarse de lado el hecho de que el gobierno del “peronismo neoliberal” de Menem tuvo la marca ideológica del contexto mundial de la época. El bloque socialista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) había colapsado, y por lo tanto el capitalismo liberal enmarcado en el Consenso de Washington se autoproclamó vencedor de la Guerra Fría. Eran tiempos del “Fin de la Historia”.
La discusión entre el Estado y el Mercado, la ganó el segundo. El Estado comenzó a verse como un obstáculo para el crecimiento y desarrollo económico, y los números de aquellos entonces en la Argentina, tenían su razón. El Estado estaba en bancarrota y con ese argumento comenzó la oleada de privatizaciones que buscaron incrementar las Reservas del Banco Central.
Los desequilibrios internos y la <<Pesada Herencia>>
Carlos Ménem fue presidente en el ocaso de la década de 1980, su asunción fue antes de lo que correspondía, porque había una situación macroeconómica que era apremiante: hiperinflación. Este “desborde hiperinflacionario” (en términos de Gerchunoff y Llach, 2018) apresuró la salida del gobierno del radical Raúl Alfonsín y puso en agenda el mandato por excelencia que recibía Menem: resolver este profundo desequilibrio.
En los últimos años, se puso muy en boga el término <<pesada herencia>> para hacer alusión a la situación que recibe un gobierno tras la salida de otro. Puesto en agenda por la campaña de Cambiemos, utilizada tras la asunción del Frente de Todos, la alusión a recibir una pesada herencia pretende ser un paliativo de los nuevos mandatarios ante un público expectante de soluciones mágicas.
Cuando se habla de <<pesada herencia>>, por lo general, se refiere a cuestiones de macroeconomía. Déficit fiscal, alto endeudamiento en moneda extranjera, escasez de divisas, aumento generalizado de precios (inflación), baja competitividad, baja productividad, alto desempleo y elevados índices de pobreza e indigencia.
Puesto en esos términos, ¿qué presidente no asume recibiendo una <<pesada herencia>>?
La herencia que Alfonsín recibió de la última dictadura militar en Argentina, del Proceso de Reorganización Nacional, estuvo marcada por un fuerte endeudamiento en moneda extranjera, un proceso de desindustrialización y elevada volatilidad que maniató de primera mano al gobierno democrático de la UCR.
La década de 1970 fue de bonanza para los mercados de capitales internacionales. La crisis petrolera, por los aumentos de precios de los países productores (OPEP), implicó una elevada abundancia de liquidez que abarató el costo de capital de corto plazo. Una invitación para que países emergentes atraigan capitales a baja tasa de interés para realizar obras de infraestructura y mejorar la capacidad productiva.
Esta abundancia relativa de capital extranjero privado implicó que, entre 1976 y 1983 la deuda externa argentina se acreciente de 7 mil millones de dólares a 46 mil millones de dólares (Teubal, 2005). El modelo rentístico-financiero inaugurado por el PRN aprovechó las bajas tasas de interés internacional para captar capital y verterlo en el país. No obstante, esto cambió para 1980.
La Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha catalogado a la década de 1980 como “La década perdida” en alusión a que las condiciones internacionales cambiaron desfavorablemente para los países deudores. La Reserva Federal de Estados Unidos (FED) incrementó las tasas de interés, apreciando al dólar y encareciendo el costo de la deuda, tornándose insostenible para los países de la región.
Esta fue la <<pesada herencia>> que recibió el gobierno de Raúl Alfonsín. El radicalismo ochentoso concebía al Estado como un actor regulador de la economía y emprendió diferentes programas monetarios para paliar la situación de endeudamiento externo y de desequilibrios internos. Entre ellos fueron el Plan Primavera y el Plan Austral. Básicamente, consistía en programas de “ajustes heterodoxos” que terminaron en una recurrente emisión monetaria que derivó en una hiperinflación, haciendo estallar la economía argentina.
Entonces, la <<pesada herencia>> que Menem heredaba del gobierno de la UCR era sin dudas la Hiperinflación. Entre 1989 y 1991 el PIB cayó en torno al 15%, aumentó la pobreza y la tasa de desempleo a niveles de dos dígitos (Kiguel, 2015).
La Convertibilidad
Para solucionar estos problemas, Menem eligió a un reconocido economista y político argentino, que pasaría a la historia por su novedoso programa de régimen monetario: La Convertibilidad. Domingo Cavallo fue el hombre fuerte que llevó adelante los destinos del Ministerio de Economía.
En términos simples, el plan de Convertibilidad consistió en un régimen de cero emisión monetaria, es decir, la prohibición del Banco Central de financiar los gastos del Tesoro Nacional con operaciones de mercado abierto (compra de títulos públicos), garantizando un equilibrio fiscal feroz que tuvo como contrapartida una estabilidad que duró una década.
La Ley 23.928 de Convertibilidad (tipo de cambio fijo, un peso, un dólar) estipulaba que para realizar una devaluación se debía promulgar una Ley en el Congreso. Si bien no se emitía para financiar al Tesoro, se permitió la emisión para la compra de divisas. El Banco Central tuvo independencia del Poder Político.
Sí, por primera vez desde que la inflación es un problema endógeno (década de 1940) la Argentina tuvo un régimen monetario que no derivó en estallidos inflacionarios.
El mandato por excelente que recibía Carlos Menem lo cumplió con creces. Eliminó la hiperinflación y este problema de macroeconomía desapareció de la cabeza de los argentinos hasta la gran devaluación de 2002. Por supuesto, emergieron nuevas problemáticas y se agravaron otras ya existentes. Menem, por lo tanto, también dejó una <<pesada herencia>>.
Los números de la década del 90 en Argentina muestran que, entre 1991-1998 el crecimiento promedio del PIB fue de 5,8%, la tasa de desempleo fue del 12,1%, la deuda pública bruta representó el 34% del PIB, el déficit fiscal se consolidó en torno al 1%, y el Riesgo País en los 755 puntos (Kiguel, 2015).
Pero el Plan de Convertibilidad tenía una fragilidad interna: dependía excesivamente de las condiciones internacionales. Por este mismo motivo, se vio severamente afectada con la devaluación del real brasilero, de la crisis mexicana “Efecto Tequila”, la crisis rusa y la de los Tigres asiáticos. Estas crisis internacionales provocaron la apreciación del dólar estadounidense y por lo tanto encarecía el costo de endeudarse para mantener el tipo de cambio fijo de la convertibilidad.
Fin de la presidencia y una nueva <<Pesada Herencia>>
El gobierno de Menem terminó de manera institucionalmente pacífica, es decir, no hubo ningún conflicto que acelerara su transición, en el año 1999, y el gobierno de la Alianza presidido por De La Rúa ganó con la promesa de mantener el Plan de Convertibilidad.
Pero el panorama era otro, el contexto internacional había cambiado y Argentina enfrentaba serios problemas de deterioro en sus cuentas fiscales debido al elevado endeudamiento en moneda extranjera que no pudo ser sostenido. Volvió a la escena el FMI, el riesgo país aumentó considerablemente y la crisis económica derivó en un estallido social y un quiebre institucional que precipitó la salida de De La Rúa.
La inestabilidad política hizo que Argentina tenga 5 presidentes en una semana. Se consolidó Duhalde, quien hizo una devaluación del 300%, elevando el valor del peso a 3 por cada dólar. Aumentó la pobreza y la indigencia a cifras inimaginadas, el desempleo fue de más del 20% y se terminó esta historia fue conocida como la Gran Depresión de la República Argentina.
Falleció Carlos Menem, amado y odiado, símbolo del neoliberalismo en Argentina. Su nacimiento como figura relevante en la órbita política nacional y mundial estuvo ligado al nacimiento de un nuevo orden mundial, su ocaso político marcó también el final de una era. Menem será recordado del modo en que cada persona decida hacerlo, la historia siempre coloca a todos en el lugar que corresponde, y esto sigue siendo tarea de los historiadores y demás cientistas sociales que día a día nos ayudan a entender un poco mejor nuestra compleja realidad y mundo en el cual vivimos.
Bibliografía consultada
Teubal, M. (2005). Reflexiones sobre la deuda externa. Argumentos.
Gerchunoff, P. y Llach, L. (2018). El ciclo de la ilusión y el desencanto. Políticas económicas argentinas de 1880 a nuestros días.
Kiguel, M. (2015). Las crisis económicas argentinas. Una historia de ajustes y desajustes.
Translator, Proofreader and MTPE en Innuvia Translations
4 añosUn placer leerte, como siempre. Además, muy buena cronología y análisis de acontecimientos. Gracias por compartir.
Licenciado en Comercio Internacional - Lizentiat in internationalem Handel
4 añosMuy buen análisis, Maxi!