Pablo se defiende de las acusaciones de sus adversarios en Corinto y anuncia su próxima visita. Rechaza que lo acusen de actuar según la carne y se burla de la arrogancia de sus oponentes. Luego se defiende comparando sus sufrimientos y celo por las iglesias con los de sus émulos. Finalmente anuncia que visitará Corinto con buenos deseos pero teme no encontrar a la iglesia como quisiera.