Jesús resucitó la madrugada del domingo, dejando vacío su sepulcro. Se le apareció primero a María Magdalena y luego a varios discípulos, incluyendo unos que iban camino a Emaús y los apóstoles que estaban pescando. Antes de ascender al cielo, Jesús les dio el mandato de predicar el Evangelio y les envió el Espíritu Santo. Los apóstoles bautizaron a los creyentes en el nombre de la Santísima Trinidad.