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Sugerencias de cuentos para el 6to año de vida
✓ El barco irresponsable
Un elegante tiburón vivía con su familia disfrutando las delicias del mar, pero
un día, un gran barco pasó muy cerca de ellos y dejó caer muchos barriles de
petróleo; de pronto el agua se oscureció, las plantas del lugar murieron
rápidamente, los peces no tenían de que alimentarse y apenas podían respirar;
poco a poco se fueron enfermando y casi mueren si no llega a ser por una sabia
ballena que andaba de paso por esos lugares y al verlos tan tristes le preguntó
al tiburón:
_ ¿Qué ha pasado con tu familia, amigo?
_ ¡OH!, un gran desastre nos ha causado ese barco irresponsable, no sabemos
que hacer para sobrevivir.
_ Bueno, buscaremos ayuda; vuelvo enseguida _ y al rato regresó con un grupo
de ballenas y entre todas limpiaron el lugar.
_ Y ahora mandaremos un mensaje a todos los niños del mundo para que no
permitan que nos ensucien el mar.
Dicho y hecho, enviaron el mensaje a los niños con un bonito delfín.
✓ La ranita verde y el ganso
En una charca había muchas ranas.
Había una ranita verde que quería ser la rana mayor del mundo.
Un día se acercó un ganso a beber agua.
Las ranas dijeron:
- ¡Mira, mira! Esa que viene a beber es la rana mayor que hemos visto.
La ranita verde dijo:
- Van a ver cómo yo me hago mayor que ella.
Y empezó a comer y a comer y a beber mucha agua.
La ranita se hinchaba como una pelota.
- ¿Soy ya bastante grande? – preguntó.
Las ranas dijeron:
-No, no; es mucha mayor esa que viene a beber agua.
La ranita verde siguió comiendo y comiendo y bebiendo agua.
Y se hinchó más y más, hasta que reventó.
Las ranitas verdes son muy lindas cuando son pequeñitas y, nunca, por mucho
que coman, pueden llegar a ser tan grandes como los gansos.
✓ La Gallinita Dorada
La Gallinita Dorada estaba picoteando en el patio y se encontró un grano de trigo:
- ¿Quién quiere venir conmigo a sembrar este grano de trigo?
Y dijo el pato:
- Yo no iré.
Y dijo el pavo:
- Yo me cansaré.
Y dijo la Gallinita Dorada:
- Yo solita lo sembraré.
Cuando el trigo estuvo crecido y maduro, dijo la Gallinita Dorada:
- ¿Quién quiere venir conmigo a llevar a el trigo al molino?
Y dijo el pato:
- Yo no iré.
Y dijo el pavo:
- Yo me cansaré.
Y dijo la Gallinita Dorada:
- Yo solita lo sembraré.
Cuando el trigo estuvo molido y hecho harina, dijo la gallinita:
- ¿Quién quiere venir conmigo para hacer el pan de la harina de trigo?
Y dijo el pato:
- Yo no iré.
Y dijo el pavo:
- Yo me cansaré.
Y dijo la Gallinita Dorada:
- Yo solita lo amasaré.
Cuando el pan estuvo cocidito y dorado, dijo la gallinita:
- ¿Quién quiere comerse conmigo el buen pan de harina de trigo?
Y gritó el pato:
- ¡Yo, que soy tu amigo!
Y gritó el pavo
- ¡Yo, que siempre lo he sido!
Pero la Gallinita Dorada gritó:
- ¡No, no y no! El pan es para mis pollitos que son chiquiticos, y para mí. ¡Tiii, tiii,
tiiiii!
✓ La margarita blanca
Había una vez una margarita blanca que vivía debajo de la tierra, en una casita
caliente, tranquila y oscura.
Un día oyó unos golpes muy suaves en la ventana:
- Chas, chas, chas.
- ¿Quién llama?
-Es la lluvia.
- ¿Qué quiere la lluvia?
- Entrar en la casa.
- ¡No se pasa! ¡No se pasa! – Dijo la margarita blanca, que le tenía mucho miedo
al frío.
Pasaron muchos días y oyó otros golpecitos en la puerta.
- Tun, tun, tun.
- ¿Quién llama?
- Es el sol.
- ¿Qué quiere el sol?
- Entrar en la casa.
- ¡Todavía no se pasa! ¡Todavía no se pasa!
- Dijo la margarita blanca, y se durmió tranquila.
Después de muchos días volvieron a tocar la puerta y a la ventana. – Tun, tun,
tun
- Chas, chas, chas.
- ¿Quién llama?
- Somos el sol y la lluvia, la lluvia y el sol.
- ¿Y qué quieren el sol y la lluvia, la lluvia y el sol?
- Queremos entrar, queremos entrar.
- Pues pasen los dos – Dijo la margarita blanca.
Y abrió una rendijita por donde se escurrieron el sol y la lluvia dentro de la casa.
Entonces la lluvia la tomó por la mano derecha y el sol la tomó por la mano
izquierda y tiraron de la margarita blanca y tiraron y tiraron hasta arriba y dijeron:
- ¡Margarita, Margarita, ¡asoma tu cabecita!
La margarita blanca pasó su cabecita a través de la tierra y se encontró en un
jardín precioso, con mariposas, pájaros y niños que jugaban a la rueda cantando:
Ya sale Margarita
Vestida de percal
Con sombrero amarillo
Y verde delantal.
Caracol, caracol,
Saca los cuernos al sol.
Con la cara empolvada
Margarita ha salido
Y corre por el prado
Luciendo su vestido
Caracol, caracol,
Para cada cuerno
Traigo una flor.
Y la Margarita se abrió toda blanca con su moñito rubio. Y fue feliz.
✓ El ternerito descontento
Versión: Martha Ríos
Zunzún 164 del 2001 p. 16
Érase una vez un ternerito blanco, blanquísimo como la leche, tanto que todos
se asombraban al verlo. Cierto día, fue a bañarse al río y un pollito le hizo creer
que el color amarillo era mejor.
-Amarillo es el sol, entonces… en verdad es bueno. – pensó el ternero. Corrió a
casa y se pintó todo de amarillo.
Cuando volvió al río encontró a la rana y la vio preciosa con su piel verde como
las plantas. Regresó y se pintó del mismo color de su amiga.
A la mañana siguiente, paseando por el potrero, el ternerito verde se fijó en una
libélula azul le gustó mucho parecerse a ella. De vuelta al hogar coloreó su
cuerpo igual que el del insecto.
Así, días tras días, el ternerito descontento cambiaba de color y más que
asombrados, todos se burlaban de él. ¿Acaso no sabía el tontuelo que el mejor
de los colores es el propio de cada uno?
✓ El huerto.
Esto ocurrió en un huerto en el que había viandas y vegetales sembrados.
Un día el plátano que estaba parado, miró al tomate al cual se reía sin parar.
El plátano le dijo: amigo tomate, ¿de qué te ríes?
El tomate: contestó: de ti que estas tan largo y feo.
A lo que el plátano respondió: si, es verdad, pero le gustó mucho a los niños y a
los adultos, además tengo importantes vitaminas para la salud y a ver, ¿por qué
te ríes si eres redondo como una pelota y cambias de color muchas veces?
El tomate lo miró y dejó de reír, se puso serio y dijo: es cierto que soy redondo,
pero tengo muchas vitaminas y gusto mucho en ensaladas y jugos. Entonces la
malanga que estaba escuchando dijo: que tontos son, ¿no se dan cuenta que
soy la reina del huerto?
¿Qué dices, con esas pocas pelusas que tienes?
Pero fíjate, sirvo de alimentos a todos, desde el niño más pequeño hasta el
abuelito más viejo, yo soy una vianda muy nutritiva y se lo diré a mi amiga
calabaza. Esta que estaba cerca lo oyó y vino rodando, llegó muy risueña y habló
así:
Déjense de boberías, puesto que todos alimentamos a niños y adultos, por eso
nos cuidan con tanto cariño, nos riegan y nos quitan las malas hierbas para que
podamos crecer fuertes y sanos, nosotros tenemos que llevarnos bien.
Y así todos se cogieron de las manos, y unidos en un coro comenzaron a bailar
la ronda de las viandas y los vegetales.
✓ La niña complaciente
Este es el cuento de Tina, una niña bonita que paseaba todas las tardes por el
campo.
Cierta tarde, el viento empezó de pronto a soplar fuerte, fuerte.
• UHF…UHF…- soplaba el viento.
• ¡Parece que habrá lluvia! – pensó Tina -. ¡Qué suerte que tengo mi
sombrillita!
• TIN, Tin, Tin – sonaba la lluvia sobre la sombrillita de Tina.
Con su sombrillita abierta, corría Tina por el campo, sobre la fresca hierba.
De repente, la niña escuchó:
• Miau, Miau…
Era un gatico que estaba escondido bajo unas matas.
-Llévame contigo, Tina, que me voy a empapar.
- Pobrecito – dijo la niña y lo llevó bajo su sombrilla.
No había andado mucho cuando Tina escuchó:
• Jau, Jau.
Era un perrito que venía por el camino mojado.
• Tina, no encuentro el camino. ¿Me llevas contigo?
• Ven, ven tú también – respondió la niña.
Bajo la sombrilla, iban Tina, el gatico y el perro cuando se encontraron con un
gallito.
• Ki, Ki, ri, Ki – les dijo el gallo-. Me estoy mojando con la lluvia, ¿puedo ir con
ustedes?
• Sí, gallito – contestó Tina-; te buscaremos un lugarcito.
• Casi estaban llegando cuando se encontraron con un muchacho amigo de
Tina.
• ¡Hola! - les dijo el muchacho- ¡Hay tantos dentro de tu sombrilla! ¿No habrá
un sitio para mí?
Y como Tina es una niña complaciente, también se llevó a su amiguito, junto
con el gatico, el gatico y el gallo.
✓ Los niños y el pajarito
(Odalys Baluja Martínez)
Era un parque muy bonito con un lindo jardín lleno de flores y mariposas,
donde los niños cuando salían del círculo iban a jugar.
Pero un día, las flores empezaron a ponerse tristes, ya no tenían lindos colores,
rojas, amarillas, violetas como antes, y las mariposas no venían a posarse
sobre sus pétalos. El jardín ya no era hermoso y los niños con sus cabecitas
bajas se sentaron en el suelo, no tenían deseos de reír ni de cantar.
Entonces un pajarito, les pregunto:
• Amiguitos, ¿por qué están tan tristes y no alegran el jardín con sus risas?
• ¡Ay, pajarito! No ves que triste están las flores, ya no se mueven con el
viento y no quieren mirar el sol – respondieron los niños al pajarito.
• Pero ustedes si quieren pueden ponerlo todo como antes – dijo el pajarito.
• ¿Qué tenemos que hacer? – preguntaron los pequeños y el pajarito
contestó:
Trabajar.
• Sí, busquen sus regaderas, échenles agua, rieguen las flores, quiten las
hierbas que no la dejan moverse y ya verán.
Todos los niños rápidamente hicieron lo que el pajarito les dijo y cuando las
gotas cayeron sobre las flores, ¡qué bellos colores, miraron al Sol y las
mariposas amigas volvieron al jardín!
El jardín se puso muy lindo.
✓ El gatico travieso
Revista “Con luz propia” # 5 1999. Página 36
Había una vez una gata que tenía dos gaticos, uno era amarillo como la yema
de un huevo y el otro blanco como una mota de algodón; los dos se divertían
jugado, pero el gatico era muy travieso, siempre era el primero en llegar donde
estaba la comida, el primero en ver un ratón y el que siempre descubría lo
desconocido. Un día se quedó solo en el jardín y lo encontró todo tan lindo que
decidió seguir paseando. De pronto todo estaba en silencio, solo se escuchaba
el croar de las ranas, el gatico travieso se asustó al no ver a su mamá y se puso
a temblar, cuando se acercó a él un gato grande y varcino que le preguntó:
- ¿Qué buscas por aquí tú solo?
El gatico casi no podía contestar:
- Yo, yo andaba paseando y ahora no encuentro a mamá.
El gato lo regañó:
- Debes de saber que los gaticos pequeños no pasean solos.
- Pero es que yo…
- No sigas – lo interrumpió el gato – vamos te llevaré con tu mamá.
Al llegar la gata lloraba de angustia porque no encontraba a su Motica. Cuando
lo vio llegar lo recibió llorando, y el gato le dijo:
- Motica mira que asustada está tu mamá, no lo vuelvas a hacer y que te sirva
de lección.
✓ Saltarín
Revista “Con luz propia” # 5 1999. Página 35
En un campo muy alegre vivían muchos conejos, eran muy trabajadores, tenían
un gran huerto donde sembraban zanahorias, remolachas y berenjenas, A la
hora de ir a trabajar Saltarín siempre decía que se sentía mal, a la hora de
recoger la cosecha cada conejo llevaba a su casa lo que le pertenecía, pero
Saltarín se quedaba con su saco vacío, entonces iba a las casas de los demás
diciendo:
- ¡Por favor!, regálame una zanahoria.
- Amigo, ¿no le sobrará una remolacha que me pueda dar?
Los demás conejos, por pena, le daban lo que pedía, hasta que un día el conejo
mayor dijo:
- ¡Se acabó! Que nadie le dé nada a Saltarín, él tiene que aprender, que no se
puede vivir sin trabajar, mientras nosotros trabajamos él se divierte.
Cuando llegó la recogida de la cosecha, Saltarín saltó como de costumbre, pero
nadie le dio nada, al verse sin nada para comer, se puso muy triste y empezó a
pensar, hasta que salió saltando por todas las casas de los conejos diciendo.
- Amigos, perdónenme por no haber trabajado, desde hoy prometo trabajar con
ustedes.
Desde ese día Saltarín es muy trabajador.
✓ El gallo de los colores
Libro de lectura de primer grado.
Robertico dibujó un gallo
pero olvidó colorearlo
y el gallo se fue a pasear.
¿A dónde vas tan pálido?
Preguntó asombrado el perro.
El gallo se miró en el agua
y vio que el perro tenía razón.
¡No estés triste! –Dijo el perro-
vete a visitar a los colores y ellos te ayudarán.
El gallo se fue a visitarlos y les dijo:
Amigos colores, ayúdenme
¡Está bien! – dijo el color rojo
y le pintó al gallo la cresta y las barbas.
El color azul le pintó las plumas de la cola.
El color verde las alas.
El amarillo la pechuga.
Al verlo el perro asombrado le dijo:
- ¡ahora sí que pareces un gallo!
✓ Todos trabajamos
Hoy, camino de la escuela, Jorgito se ha encontrado con muchos compañeros.
Al salir de su casa ve a Dulce. Ella es enfermera.
Regresa a la casa después de pasarse la noche trabajando en el Hospital.
En la cuadra siguiente está Gilda, que sirve sonriente en una cafetería.
Después, saluda a Omar, el chofer, que desde muy temprano lleva a los obreros
a la fábrica.
Cerca de la escuela ve a un grupo de compañeros con cascos blancos.
Conversan mientras esperan el camión que los recogerá.
Saluda también al compañero que cada mañana barre la calle. Llega a la escuela
y allí su maestra Mirtha, Jorgito entra al aula y comienza a estudiar. Piensa: ¡Yo
también trabajo!
✓ El Camarón Encantado
Allá por un pueblo muy lejano, vivía Loppi, en una casa vieja y muy pobre, sin
más compañía que su mujer y su hacha para buscar el pan diariamente. Su mujer
se llamaba Massica y era muy caprichosa.
Un día estuvo Massica más caprichosa que de costumbre y el bueno de Loppi
salió d la casa con algo para comer.
Al pasar por un charco se encontró un camarón grande, que le estaba hablando:
- Párate, amigo y déjame ir, yo soy el más viejo de los camarones. Se bueno
conmigo, como tú quieras que sean contigo.
- Perdóname, pero si mi mujer se entera que encontré el camarón más grande y
lo dejé ir, me rompe el palo de la escoba en la cabeza.
- ¿Y por qué se lo vas a decir? Mira yo soy una maga y te llenaré el saco peces
y cada vez que quieras puedes venir y pedirme así
Camaroncito duro sácame del apuro.
Pero no lo digas a tu mujer lo que ha sucedido.
Cuando Loppi llegó a casa Massica se puso muy contenta, lo abrazó, lo besó y
le preparó una comida riquísima. Así pasaron unos días, pero Massica se
cansó de esa comida y de la otra.
Quiero ropas, zapatos, castillos, ser reina y dueña de todo el mundo, el pobre
Loppi la complacía en todo para que no se molestara y pedía y pedía, ahora
Massica quería ser reina del cielo.
Y cuando Loppi le fue a pedir, el camarón se cansó de tantos caprichos, se
hundió en el agua y dijo: -A Tú rincón, -Abajo el castillo, -A tu casucha con tu
mujer, - A tu casa con el saco vacío.
Y todo fue como antes, no había castillo, ropas, zapatos, eran tan pobres como
antes, Massica lloró mucho por ser ambiciosa.

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  • 1. Sugerencias de cuentos para el 6to año de vida ✓ El barco irresponsable Un elegante tiburón vivía con su familia disfrutando las delicias del mar, pero un día, un gran barco pasó muy cerca de ellos y dejó caer muchos barriles de petróleo; de pronto el agua se oscureció, las plantas del lugar murieron rápidamente, los peces no tenían de que alimentarse y apenas podían respirar; poco a poco se fueron enfermando y casi mueren si no llega a ser por una sabia ballena que andaba de paso por esos lugares y al verlos tan tristes le preguntó al tiburón: _ ¿Qué ha pasado con tu familia, amigo? _ ¡OH!, un gran desastre nos ha causado ese barco irresponsable, no sabemos que hacer para sobrevivir. _ Bueno, buscaremos ayuda; vuelvo enseguida _ y al rato regresó con un grupo de ballenas y entre todas limpiaron el lugar. _ Y ahora mandaremos un mensaje a todos los niños del mundo para que no permitan que nos ensucien el mar. Dicho y hecho, enviaron el mensaje a los niños con un bonito delfín. ✓ La ranita verde y el ganso En una charca había muchas ranas. Había una ranita verde que quería ser la rana mayor del mundo. Un día se acercó un ganso a beber agua. Las ranas dijeron: - ¡Mira, mira! Esa que viene a beber es la rana mayor que hemos visto. La ranita verde dijo: - Van a ver cómo yo me hago mayor que ella. Y empezó a comer y a comer y a beber mucha agua. La ranita se hinchaba como una pelota. - ¿Soy ya bastante grande? – preguntó. Las ranas dijeron: -No, no; es mucha mayor esa que viene a beber agua. La ranita verde siguió comiendo y comiendo y bebiendo agua.
  • 2. Y se hinchó más y más, hasta que reventó. Las ranitas verdes son muy lindas cuando son pequeñitas y, nunca, por mucho que coman, pueden llegar a ser tan grandes como los gansos. ✓ La Gallinita Dorada La Gallinita Dorada estaba picoteando en el patio y se encontró un grano de trigo: - ¿Quién quiere venir conmigo a sembrar este grano de trigo? Y dijo el pato: - Yo no iré. Y dijo el pavo: - Yo me cansaré. Y dijo la Gallinita Dorada: - Yo solita lo sembraré. Cuando el trigo estuvo crecido y maduro, dijo la Gallinita Dorada: - ¿Quién quiere venir conmigo a llevar a el trigo al molino? Y dijo el pato: - Yo no iré. Y dijo el pavo: - Yo me cansaré. Y dijo la Gallinita Dorada: - Yo solita lo sembraré. Cuando el trigo estuvo molido y hecho harina, dijo la gallinita: - ¿Quién quiere venir conmigo para hacer el pan de la harina de trigo? Y dijo el pato: - Yo no iré. Y dijo el pavo: - Yo me cansaré. Y dijo la Gallinita Dorada: - Yo solita lo amasaré. Cuando el pan estuvo cocidito y dorado, dijo la gallinita: - ¿Quién quiere comerse conmigo el buen pan de harina de trigo? Y gritó el pato: - ¡Yo, que soy tu amigo! Y gritó el pavo
  • 3. - ¡Yo, que siempre lo he sido! Pero la Gallinita Dorada gritó: - ¡No, no y no! El pan es para mis pollitos que son chiquiticos, y para mí. ¡Tiii, tiii, tiiiii! ✓ La margarita blanca Había una vez una margarita blanca que vivía debajo de la tierra, en una casita caliente, tranquila y oscura. Un día oyó unos golpes muy suaves en la ventana: - Chas, chas, chas. - ¿Quién llama? -Es la lluvia. - ¿Qué quiere la lluvia? - Entrar en la casa. - ¡No se pasa! ¡No se pasa! – Dijo la margarita blanca, que le tenía mucho miedo al frío. Pasaron muchos días y oyó otros golpecitos en la puerta. - Tun, tun, tun. - ¿Quién llama? - Es el sol. - ¿Qué quiere el sol? - Entrar en la casa. - ¡Todavía no se pasa! ¡Todavía no se pasa! - Dijo la margarita blanca, y se durmió tranquila. Después de muchos días volvieron a tocar la puerta y a la ventana. – Tun, tun, tun - Chas, chas, chas. - ¿Quién llama? - Somos el sol y la lluvia, la lluvia y el sol.
  • 4. - ¿Y qué quieren el sol y la lluvia, la lluvia y el sol? - Queremos entrar, queremos entrar. - Pues pasen los dos – Dijo la margarita blanca. Y abrió una rendijita por donde se escurrieron el sol y la lluvia dentro de la casa. Entonces la lluvia la tomó por la mano derecha y el sol la tomó por la mano izquierda y tiraron de la margarita blanca y tiraron y tiraron hasta arriba y dijeron: - ¡Margarita, Margarita, ¡asoma tu cabecita! La margarita blanca pasó su cabecita a través de la tierra y se encontró en un jardín precioso, con mariposas, pájaros y niños que jugaban a la rueda cantando: Ya sale Margarita Vestida de percal Con sombrero amarillo Y verde delantal. Caracol, caracol, Saca los cuernos al sol. Con la cara empolvada Margarita ha salido Y corre por el prado Luciendo su vestido Caracol, caracol, Para cada cuerno Traigo una flor. Y la Margarita se abrió toda blanca con su moñito rubio. Y fue feliz. ✓ El ternerito descontento Versión: Martha Ríos Zunzún 164 del 2001 p. 16 Érase una vez un ternerito blanco, blanquísimo como la leche, tanto que todos se asombraban al verlo. Cierto día, fue a bañarse al río y un pollito le hizo creer que el color amarillo era mejor.
  • 5. -Amarillo es el sol, entonces… en verdad es bueno. – pensó el ternero. Corrió a casa y se pintó todo de amarillo. Cuando volvió al río encontró a la rana y la vio preciosa con su piel verde como las plantas. Regresó y se pintó del mismo color de su amiga. A la mañana siguiente, paseando por el potrero, el ternerito verde se fijó en una libélula azul le gustó mucho parecerse a ella. De vuelta al hogar coloreó su cuerpo igual que el del insecto. Así, días tras días, el ternerito descontento cambiaba de color y más que asombrados, todos se burlaban de él. ¿Acaso no sabía el tontuelo que el mejor de los colores es el propio de cada uno? ✓ El huerto. Esto ocurrió en un huerto en el que había viandas y vegetales sembrados. Un día el plátano que estaba parado, miró al tomate al cual se reía sin parar. El plátano le dijo: amigo tomate, ¿de qué te ríes? El tomate: contestó: de ti que estas tan largo y feo. A lo que el plátano respondió: si, es verdad, pero le gustó mucho a los niños y a los adultos, además tengo importantes vitaminas para la salud y a ver, ¿por qué te ríes si eres redondo como una pelota y cambias de color muchas veces? El tomate lo miró y dejó de reír, se puso serio y dijo: es cierto que soy redondo, pero tengo muchas vitaminas y gusto mucho en ensaladas y jugos. Entonces la malanga que estaba escuchando dijo: que tontos son, ¿no se dan cuenta que soy la reina del huerto? ¿Qué dices, con esas pocas pelusas que tienes? Pero fíjate, sirvo de alimentos a todos, desde el niño más pequeño hasta el abuelito más viejo, yo soy una vianda muy nutritiva y se lo diré a mi amiga calabaza. Esta que estaba cerca lo oyó y vino rodando, llegó muy risueña y habló así: Déjense de boberías, puesto que todos alimentamos a niños y adultos, por eso nos cuidan con tanto cariño, nos riegan y nos quitan las malas hierbas para que podamos crecer fuertes y sanos, nosotros tenemos que llevarnos bien. Y así todos se cogieron de las manos, y unidos en un coro comenzaron a bailar la ronda de las viandas y los vegetales.
  • 6. ✓ La niña complaciente Este es el cuento de Tina, una niña bonita que paseaba todas las tardes por el campo. Cierta tarde, el viento empezó de pronto a soplar fuerte, fuerte. • UHF…UHF…- soplaba el viento. • ¡Parece que habrá lluvia! – pensó Tina -. ¡Qué suerte que tengo mi sombrillita! • TIN, Tin, Tin – sonaba la lluvia sobre la sombrillita de Tina. Con su sombrillita abierta, corría Tina por el campo, sobre la fresca hierba. De repente, la niña escuchó: • Miau, Miau… Era un gatico que estaba escondido bajo unas matas. -Llévame contigo, Tina, que me voy a empapar. - Pobrecito – dijo la niña y lo llevó bajo su sombrilla. No había andado mucho cuando Tina escuchó: • Jau, Jau. Era un perrito que venía por el camino mojado. • Tina, no encuentro el camino. ¿Me llevas contigo? • Ven, ven tú también – respondió la niña. Bajo la sombrilla, iban Tina, el gatico y el perro cuando se encontraron con un gallito. • Ki, Ki, ri, Ki – les dijo el gallo-. Me estoy mojando con la lluvia, ¿puedo ir con ustedes? • Sí, gallito – contestó Tina-; te buscaremos un lugarcito. • Casi estaban llegando cuando se encontraron con un muchacho amigo de Tina.
  • 7. • ¡Hola! - les dijo el muchacho- ¡Hay tantos dentro de tu sombrilla! ¿No habrá un sitio para mí? Y como Tina es una niña complaciente, también se llevó a su amiguito, junto con el gatico, el gatico y el gallo. ✓ Los niños y el pajarito (Odalys Baluja Martínez) Era un parque muy bonito con un lindo jardín lleno de flores y mariposas, donde los niños cuando salían del círculo iban a jugar. Pero un día, las flores empezaron a ponerse tristes, ya no tenían lindos colores, rojas, amarillas, violetas como antes, y las mariposas no venían a posarse sobre sus pétalos. El jardín ya no era hermoso y los niños con sus cabecitas bajas se sentaron en el suelo, no tenían deseos de reír ni de cantar. Entonces un pajarito, les pregunto: • Amiguitos, ¿por qué están tan tristes y no alegran el jardín con sus risas? • ¡Ay, pajarito! No ves que triste están las flores, ya no se mueven con el viento y no quieren mirar el sol – respondieron los niños al pajarito. • Pero ustedes si quieren pueden ponerlo todo como antes – dijo el pajarito. • ¿Qué tenemos que hacer? – preguntaron los pequeños y el pajarito contestó: Trabajar. • Sí, busquen sus regaderas, échenles agua, rieguen las flores, quiten las hierbas que no la dejan moverse y ya verán. Todos los niños rápidamente hicieron lo que el pajarito les dijo y cuando las gotas cayeron sobre las flores, ¡qué bellos colores, miraron al Sol y las mariposas amigas volvieron al jardín! El jardín se puso muy lindo. ✓ El gatico travieso Revista “Con luz propia” # 5 1999. Página 36
  • 8. Había una vez una gata que tenía dos gaticos, uno era amarillo como la yema de un huevo y el otro blanco como una mota de algodón; los dos se divertían jugado, pero el gatico era muy travieso, siempre era el primero en llegar donde estaba la comida, el primero en ver un ratón y el que siempre descubría lo desconocido. Un día se quedó solo en el jardín y lo encontró todo tan lindo que decidió seguir paseando. De pronto todo estaba en silencio, solo se escuchaba el croar de las ranas, el gatico travieso se asustó al no ver a su mamá y se puso a temblar, cuando se acercó a él un gato grande y varcino que le preguntó: - ¿Qué buscas por aquí tú solo? El gatico casi no podía contestar: - Yo, yo andaba paseando y ahora no encuentro a mamá. El gato lo regañó: - Debes de saber que los gaticos pequeños no pasean solos. - Pero es que yo… - No sigas – lo interrumpió el gato – vamos te llevaré con tu mamá. Al llegar la gata lloraba de angustia porque no encontraba a su Motica. Cuando lo vio llegar lo recibió llorando, y el gato le dijo: - Motica mira que asustada está tu mamá, no lo vuelvas a hacer y que te sirva de lección. ✓ Saltarín Revista “Con luz propia” # 5 1999. Página 35 En un campo muy alegre vivían muchos conejos, eran muy trabajadores, tenían un gran huerto donde sembraban zanahorias, remolachas y berenjenas, A la hora de ir a trabajar Saltarín siempre decía que se sentía mal, a la hora de recoger la cosecha cada conejo llevaba a su casa lo que le pertenecía, pero Saltarín se quedaba con su saco vacío, entonces iba a las casas de los demás diciendo: - ¡Por favor!, regálame una zanahoria. - Amigo, ¿no le sobrará una remolacha que me pueda dar? Los demás conejos, por pena, le daban lo que pedía, hasta que un día el conejo mayor dijo: - ¡Se acabó! Que nadie le dé nada a Saltarín, él tiene que aprender, que no se puede vivir sin trabajar, mientras nosotros trabajamos él se divierte.
  • 9. Cuando llegó la recogida de la cosecha, Saltarín saltó como de costumbre, pero nadie le dio nada, al verse sin nada para comer, se puso muy triste y empezó a pensar, hasta que salió saltando por todas las casas de los conejos diciendo. - Amigos, perdónenme por no haber trabajado, desde hoy prometo trabajar con ustedes. Desde ese día Saltarín es muy trabajador. ✓ El gallo de los colores Libro de lectura de primer grado. Robertico dibujó un gallo pero olvidó colorearlo y el gallo se fue a pasear. ¿A dónde vas tan pálido? Preguntó asombrado el perro. El gallo se miró en el agua y vio que el perro tenía razón. ¡No estés triste! –Dijo el perro- vete a visitar a los colores y ellos te ayudarán. El gallo se fue a visitarlos y les dijo: Amigos colores, ayúdenme ¡Está bien! – dijo el color rojo y le pintó al gallo la cresta y las barbas. El color azul le pintó las plumas de la cola. El color verde las alas. El amarillo la pechuga. Al verlo el perro asombrado le dijo: - ¡ahora sí que pareces un gallo! ✓ Todos trabajamos Hoy, camino de la escuela, Jorgito se ha encontrado con muchos compañeros. Al salir de su casa ve a Dulce. Ella es enfermera. Regresa a la casa después de pasarse la noche trabajando en el Hospital.
  • 10. En la cuadra siguiente está Gilda, que sirve sonriente en una cafetería. Después, saluda a Omar, el chofer, que desde muy temprano lleva a los obreros a la fábrica. Cerca de la escuela ve a un grupo de compañeros con cascos blancos. Conversan mientras esperan el camión que los recogerá. Saluda también al compañero que cada mañana barre la calle. Llega a la escuela y allí su maestra Mirtha, Jorgito entra al aula y comienza a estudiar. Piensa: ¡Yo también trabajo! ✓ El Camarón Encantado Allá por un pueblo muy lejano, vivía Loppi, en una casa vieja y muy pobre, sin más compañía que su mujer y su hacha para buscar el pan diariamente. Su mujer se llamaba Massica y era muy caprichosa. Un día estuvo Massica más caprichosa que de costumbre y el bueno de Loppi salió d la casa con algo para comer. Al pasar por un charco se encontró un camarón grande, que le estaba hablando: - Párate, amigo y déjame ir, yo soy el más viejo de los camarones. Se bueno conmigo, como tú quieras que sean contigo. - Perdóname, pero si mi mujer se entera que encontré el camarón más grande y lo dejé ir, me rompe el palo de la escoba en la cabeza. - ¿Y por qué se lo vas a decir? Mira yo soy una maga y te llenaré el saco peces y cada vez que quieras puedes venir y pedirme así Camaroncito duro sácame del apuro. Pero no lo digas a tu mujer lo que ha sucedido. Cuando Loppi llegó a casa Massica se puso muy contenta, lo abrazó, lo besó y le preparó una comida riquísima. Así pasaron unos días, pero Massica se cansó de esa comida y de la otra. Quiero ropas, zapatos, castillos, ser reina y dueña de todo el mundo, el pobre Loppi la complacía en todo para que no se molestara y pedía y pedía, ahora Massica quería ser reina del cielo. Y cuando Loppi le fue a pedir, el camarón se cansó de tantos caprichos, se hundió en el agua y dijo: -A Tú rincón, -Abajo el castillo, -A tu casucha con tu mujer, - A tu casa con el saco vacío.
  • 11. Y todo fue como antes, no había castillo, ropas, zapatos, eran tan pobres como antes, Massica lloró mucho por ser ambiciosa.