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ser:i en gran parte ineficaz st no incluye alguna forma de
relajar la tensitn de nuestros miisculos.
     La vida actual es extremadamente estresante. La prisa
y la rivalidad, las amenazas y los peligros, los miedos y las
preocupaciones son, simple y llanamente, infinitos. Ponen
nuestros cuerpos en alerta miixima de dia y de noche. El
estrts en st no es malo para nosotros. Cuando tenemos que
afrontar un peligro, nuestros miisculos se ponen tensos, a
fin de estar preparados para luchar o hum. Cuando pasa e1
peligro, nuestros miisculos se relajan de nuevo. Pero st los
iiestresoresii o cosas que causdn alerta in:ixima son cons—
tantes y continuos, nuestros miisculos estiin siempre tensos
y rigidos. Esto no es sano. El cuerpo no silo empieza a de-
teriorarse, sino que la tensitn afecta tambitn a nuestra con-
ducta y a la paz de nuestra mente.
     Hay varias formas de relajar el cuerpo, desde e1 masa-
je y los entrenamientos hasta las actividades deportivas.
Pero, para nuestro prop6sito, lo iinico que necesitamos
es sentarnos con la espalda recta durante la meditacitn y
relajar los miisculos de la cara y de los hombros, donde
se concentra la mayor parte de la tensitn. Si tensas los
miisculos de la cara, especialmente los de las mandiDulas,
y dcsputs los relajas, abriendo un poco la boca, notariis la
diferencia. Del mismo modo, encorvdmos los hombros de-
bido a la tensitn muscular. Al relajar esos miisculos per-
mitimos que nuestros hombros caigan y se relajen.
     Hay otras formas de relajar e1 cuerpgo, la mente y e1 co-
raztn. Una de ellas es la miisica. En Africa se practica la
repeticitn continua de unas pocas palabras cantadas. Algu-
nos catt1icos emplean las oraciones repetitivas del rosario.
Pero ya no puede saber ninguna duda del poder y la efec-
tividad de la meditacitn silenciosa.
     Vivimos en un mundo que busca resultados. La cosmo-
visitn cientifica y mecanicista que hemos heredado est:i in-
teresada iinicamente en la eficiencia y los resultados prtc-
ticos de cualquier ejercicio. Y mls importante afin es que
la gente quiere resultados r:Ipidos, soluciones instantilneas.
Todo esto es parte de lo que podriamos llamar iipensa-
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El ego es un embaucador astuto. Trata de ocultarnos lo
que est:i haciendo. A veces e1 ego estil tan convencido de
su propia superioridad que no siente la necesidad de jac-
tarse de ello en ptiblico. Asume una actitud de falsa mo-
         g
dest/g4g iGracias a Dios, no soy como los dervish. Tene-
mos aqui la dltima contradiccitn e hipocresia, que consis-
te en estar orgullosos de nuestra humildad.
    Sena titil tener una caja de resonancia o espejo, al-
guien que pueda ayudamos a ver la viga en nuestro ojo.
Adem:is de servimos de la experiencia de un terapeuta o
consejero cuando sea necesario y posible, la observacitn
paciente y honrada por st misma durante un largo periodo
de tiempo, y en especial durante periodos de silencio y so-
ledad, puede revelamos quitnes somos de un modo bas-
tante extraordinario.


EI complejo de culpa

A medida que descubrimos mils cosas acerca de nuestro
egoismo e hipocresla, podriamos caer en la tentacitn de
sentimos absolutamente avergonzados de nosotros mismos
y hasta desarrollar un complejo de culpa. A medida que
descubrimos las motivaciones ocultas o las motivaciones
heterogtneas detr:is de algunas de nuestras relaciones in:is
apreciadas, nuestros mayores logros y nuestros runs altos
ideales, podriamos empezar a perder la esperanza de llegar
a ser algiin dia no egoistas y dignos de ser amados.
    Muchas personas sufren un complejo de culpa que las
debilita. Es una de las actitudes in:is irracionales y contra-
dictorias del ego. Hay personas que se odian a st mismas y
se culpan de todo lo que va mal en su vida. Un numero
sor- prendente de mujeres se culpan a st mismas de haber
sido

4.   La astucia del ego es bellamente descrita por Dag Hammarskjtld en sus
     diarios, como seiiala Dorothee S©LLE en The Silent Cry.' M ysticism and
     drx/xi¤nce, Augsburg Fortress, Minneapolis 2001, pp. 225-226.
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tiempo. Quiziis e1 desafio at que se enfrentan no consista
      en cambiar una idea por otra, sino runs bien en reemplazar
      las cenezas por la incertidumbre. A medida que entramos
      en un mundo en e1 que muchas de las cosas que d:ibamos
      por descontadas en e1 pasado estiin siendo cuestionadas, y
      en un momento en que nuestros cientificos runs geniales
      nos dicen que no saben, stilo podemos hacer frente a esta
      situaci6n desprenditndonos verdaderamente de nuestras
      ideas y certezas.
           La obsesidn por la certeza absoluta no es runs que otra
      forma de esclavitud. Es una forma de encontrar seguridad
      sin tener que poner toda nuestra confianza en Dios. Fun—
      damentalmente, no se diferencia del apego a nuestras po-
      sesiones para tener seguridad.
           Entre las ideas y certezas de las que tenemos que des-
      prendemos pueden encontrarse nuestras ideas y certezas
      sobre Dios. La biisqueda de Dios progresa a medida que
      reconocemos una y otra vez que nuestra reflexitn sobre
      Dios es inadecuada. Hemos de tener la libertad necesaria
      para abandonar algunas, st no todas, nuestras certezas an—
      lectores. Lo cual puede sumimos en una iinoche oscuraii
      Pero Isle podria ser e1 iinico camino hacia la verdadera
      unitn con Dios.
          Estas cadenas y apegos no son silo ideas, sino tambitn
      prdcticas, que pueden ser culturales, religiosas o espiritua-
      les. Todos los misticos nos alenan contra el apego a las de-
      vociones. Es posible que una prtctica devocional particu-
      lar me resulte iitil y no tenga que renunciar a la misma,
      siempre y cuando no estt apegado a ella. ¿Soy libre para
      renunciar a ella st es preciso? Lo mismo vale con respecto
      a la pr:ictica de la meditacidn que hemos mencionado an-
      teriormente. Se puede convertir en una cadena alrededor de
      mi cuello st no tengo libertad interior para prescindir de
      ella cuando, por la raztn que sea, se espera que lo haga. Un
      ejemplo podria ser la necesidad de mi prtjimo. Si alguien
      necesita mi ayuda aqui y ahora y durante un largo periodo
      de tiempo, es posible que tenga que renunciar a la medita-
7ti   citn durante ese tiempo.
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  • 10. ser:i en gran parte ineficaz st no incluye alguna forma de relajar la tensitn de nuestros miisculos. La vida actual es extremadamente estresante. La prisa y la rivalidad, las amenazas y los peligros, los miedos y las preocupaciones son, simple y llanamente, infinitos. Ponen nuestros cuerpos en alerta miixima de dia y de noche. El estrts en st no es malo para nosotros. Cuando tenemos que afrontar un peligro, nuestros miisculos se ponen tensos, a fin de estar preparados para luchar o hum. Cuando pasa e1 peligro, nuestros miisculos se relajan de nuevo. Pero st los iiestresoresii o cosas que causdn alerta in:ixima son cons— tantes y continuos, nuestros miisculos estiin siempre tensos y rigidos. Esto no es sano. El cuerpo no silo empieza a de- teriorarse, sino que la tensitn afecta tambitn a nuestra con- ducta y a la paz de nuestra mente. Hay varias formas de relajar el cuerpo, desde e1 masa- je y los entrenamientos hasta las actividades deportivas. Pero, para nuestro prop6sito, lo iinico que necesitamos es sentarnos con la espalda recta durante la meditacitn y relajar los miisculos de la cara y de los hombros, donde se concentra la mayor parte de la tensitn. Si tensas los miisculos de la cara, especialmente los de las mandiDulas, y dcsputs los relajas, abriendo un poco la boca, notariis la diferencia. Del mismo modo, encorvdmos los hombros de- bido a la tensitn muscular. Al relajar esos miisculos per- mitimos que nuestros hombros caigan y se relajen. Hay otras formas de relajar e1 cuerpgo, la mente y e1 co- raztn. Una de ellas es la miisica. En Africa se practica la repeticitn continua de unas pocas palabras cantadas. Algu- nos catt1icos emplean las oraciones repetitivas del rosario. Pero ya no puede saber ninguna duda del poder y la efec- tividad de la meditacitn silenciosa. Vivimos en un mundo que busca resultados. La cosmo- visitn cientifica y mecanicista que hemos heredado est:i in- teresada iinicamente en la eficiencia y los resultados prtc- ticos de cualquier ejercicio. Y mls importante afin es que la gente quiere resultados r:Ipidos, soluciones instantilneas. Todo esto es parte de lo que podriamos llamar iipensa-
  • 19. El ego es un embaucador astuto. Trata de ocultarnos lo que est:i haciendo. A veces e1 ego estil tan convencido de su propia superioridad que no siente la necesidad de jac- tarse de ello en ptiblico. Asume una actitud de falsa mo- g dest/g4g iGracias a Dios, no soy como los dervish. Tene- mos aqui la dltima contradiccitn e hipocresia, que consis- te en estar orgullosos de nuestra humildad. Sena titil tener una caja de resonancia o espejo, al- guien que pueda ayudamos a ver la viga en nuestro ojo. Adem:is de servimos de la experiencia de un terapeuta o consejero cuando sea necesario y posible, la observacitn paciente y honrada por st misma durante un largo periodo de tiempo, y en especial durante periodos de silencio y so- ledad, puede revelamos quitnes somos de un modo bas- tante extraordinario. EI complejo de culpa A medida que descubrimos mils cosas acerca de nuestro egoismo e hipocresla, podriamos caer en la tentacitn de sentimos absolutamente avergonzados de nosotros mismos y hasta desarrollar un complejo de culpa. A medida que descubrimos las motivaciones ocultas o las motivaciones heterogtneas detr:is de algunas de nuestras relaciones in:is apreciadas, nuestros mayores logros y nuestros runs altos ideales, podriamos empezar a perder la esperanza de llegar a ser algiin dia no egoistas y dignos de ser amados. Muchas personas sufren un complejo de culpa que las debilita. Es una de las actitudes in:is irracionales y contra- dictorias del ego. Hay personas que se odian a st mismas y se culpan de todo lo que va mal en su vida. Un numero sor- prendente de mujeres se culpan a st mismas de haber sido 4. La astucia del ego es bellamente descrita por Dag Hammarskjtld en sus diarios, como seiiala Dorothee S©LLE en The Silent Cry.' M ysticism and drx/xi¤nce, Augsburg Fortress, Minneapolis 2001, pp. 225-226.
  • 50. tiempo. Quiziis e1 desafio at que se enfrentan no consista en cambiar una idea por otra, sino runs bien en reemplazar las cenezas por la incertidumbre. A medida que entramos en un mundo en e1 que muchas de las cosas que d:ibamos por descontadas en e1 pasado estiin siendo cuestionadas, y en un momento en que nuestros cientificos runs geniales nos dicen que no saben, stilo podemos hacer frente a esta situaci6n desprenditndonos verdaderamente de nuestras ideas y certezas. La obsesidn por la certeza absoluta no es runs que otra forma de esclavitud. Es una forma de encontrar seguridad sin tener que poner toda nuestra confianza en Dios. Fun— damentalmente, no se diferencia del apego a nuestras po- sesiones para tener seguridad. Entre las ideas y certezas de las que tenemos que des- prendemos pueden encontrarse nuestras ideas y certezas sobre Dios. La biisqueda de Dios progresa a medida que reconocemos una y otra vez que nuestra reflexitn sobre Dios es inadecuada. Hemos de tener la libertad necesaria para abandonar algunas, st no todas, nuestras certezas an— lectores. Lo cual puede sumimos en una iinoche oscuraii Pero Isle podria ser e1 iinico camino hacia la verdadera unitn con Dios. Estas cadenas y apegos no son silo ideas, sino tambitn prdcticas, que pueden ser culturales, religiosas o espiritua- les. Todos los misticos nos alenan contra el apego a las de- vociones. Es posible que una prtctica devocional particu- lar me resulte iitil y no tenga que renunciar a la misma, siempre y cuando no estt apegado a ella. ¿Soy libre para renunciar a ella st es preciso? Lo mismo vale con respecto a la pr:ictica de la meditacidn que hemos mencionado an- teriormente. Se puede convertir en una cadena alrededor de mi cuello st no tengo libertad interior para prescindir de ella cuando, por la raztn que sea, se espera que lo haga. Un ejemplo podria ser la necesidad de mi prtjimo. Si alguien necesita mi ayuda aqui y ahora y durante un largo periodo de tiempo, es posible que tenga que renunciar a la medita- 7ti citn durante ese tiempo.