El documento describe los esfuerzos en 1911 para enseñar religión, limpieza y orden a las niñas en una escuela, con el objetivo de que transmitan estos valores a sus padres y estén preparadas para el futuro. La señora Inés Dorrego de Unzué patrocinó premios para las estudiantes que se destacaron en estas áreas y fue la madrina en la bendición del estandarte de las Hijas de María.