Locke creía que el conocimiento se basa en la experiencia y que la mente humana es una tabla rasa. En política, defendió los derechos naturales de los hombres y la división del poder político entre representantes electos y el pueblo. En su obra "Dos tratados sobre el gobierno civil", argumentó que los gobernantes absolutos colocan a los súbditos en un estado de naturaleza sin leyes, y que el pueblo puede derrocar a aquellos que no cumplen con las leyes.