El documento describe una "enfermedad" llamada religión que ataca el cerebro y el sistema inmunológico, induciendo creencias ilógicas y justificando actos crueles. Argumenta que las religiones han frenado el progreso humano y que tras examinar críticamente sus doctrinas y contradicciones, el autor concluyó que no hay evidencia sólida para creer en la existencia de Dios.