Cuando el médico visitó a Don Quijote y vio su estado de salud, dijo que era mejor que se confesara porque no le quedaba mucho tiempo de vida. Don Quijote, consciente de los peligros por los que había pasado pero habiendo recuperado la cordura, hizo su testamento y le pidió a su sobrina que no se casara con alguien que leyera novelas de caballería para evitar caer en la locura, como le había pasado a él. Poco después, Alonso Quijano falleció.