La inversión extranjera directa (IED) en África ha crecido significativamente, impulsada por economías emergentes y sectores como servicios financieros y manufactura. Sin embargo, el impacto positivo de la IED varía entre países, y el continente enfrenta desafíos en productividad, empleo, y reducción de pobreza. Para una transformación estructural efectiva, es crucial que la IED apoye la integración y desarrollo sostenible del continente.
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