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Presentación 
El Cambio Climático 
en un mundo en turbulencias 
Lautaro Viscay1 
El Cambio Climático es un conjunto de grandes perturbaciones en el clima producidas por el aumento de la temperatura media del planeta. Se trata de un fenómeno global (si bien no se manifiesta de manera homogénea en todas las latitudes) y el más importante de los problemas ambientales contemporáneos. 
¿Sobrevivirá la República Argentina a los embates del cambio climático? En términos físicos, hay elementos alentadores que sugieren que es posible que así sea: su extenso territorio ofrece soluciones a los peores problemas que podrían derivarse de este fenómeno. Por otra parte, es probable que los efectos más graves se dejen notar a partir de la segunda mitad de este siglo, por lo que todavía se está a tiempo para afrontarlos, ya sea con el emplazamiento de nueva infraestructura (vial, energética, de riego, etc.), o adaptando la existente en los sitios más críticos. 
Existe otro factor sumamente trascendente que debe ser tenido en cuenta: la Argentina ya tuvo las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. Esto es, ya sufrió, y sobrevivió (con un costo elevadísimo), el derrumbe económico, pero sobre todo cultural, de la fase neoclásica del capitalismo tardío, cuyo núcleo duro es la banda de forajidos que aún hoy adhiere al modelo monetarista de la Escuela de Chicago y que anda reclamando el cumplimiento de la sentencia del juez neoyorkino a favor de los Fondos Buitre. Y en aquellos días de diciembre lo que realmente terminó en el país fue la política neoliberal instalada en la dictadura militar de 1976 y consolidada luego por el Consenso de Washington de 1989. Y eso no es poca cosa en momentos en que gran parte del mundo está viviendo (desde la debacle financiera de Wall Street de mediados 2007 y su réplica europea de 2010) su propio 2001. 
Raro privilegio el que nos toca vivir: ser testigos de una época de cambios profundos y duraderos (como el cambio climático y otros cambios políticos, económicos, sociales y culturales globales), algo que no ocurre todos los días sino una vez cada tres o cuatro generaciones, si no más. 
________________________________________ 
1. Secretario de Inversión Pública y Desarrollo Territorial
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Cambio climático: 
¿cuánto, cuándo, dónde, cómo? 
Las percepciones cuentan pero no bastan para definir las causas del cambio climático. Menos para hacer prospectiva. Por ello, en estos “tiempos digitales”, hay que saber mirar entre tanto paper y noticia basura producida por la academia y la prensa hegemónicas. 
Olvidémonos por un rato del ébola, Gaza, Irak y los Fondos Buitre, y centrémonos en el Cambio Climático, fenómeno que también afecta(rá) a la Humanidad, tal como lo vienen alertando miles de reportes científicos desde hace varios años. Ya no se discute la eventualidad de este proceso sino su magnitud, su cuándo, su dónde y su cómo. Por ejemplo, un número creciente de científicos descree del origen antrópico del calentamiento global, aunque no del fenómeno en sí. Diversas organizaciones científicas europeas vienen advirtiendo desde 2003 que los procesos de cambio climático podrían llegar a ser mucho más rápidos y dramáticos que los sugeridos por el IPCC (International Panel for Climate Change) en la segunda mitad de la década de 1990. Según esa perspectiva, una vez superado un umbral determinado, dichos procesos de cambio, así como sus consecuencias, podrían desatarse con una rapidez y virulencia insospechadas, lo que acotaría la capacidad de respuesta de las sociedades a dichos cambios. En otras palabras, se acotarían los plazos para la planificación de una salida ordenada.
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A pesar de que las nociones de “cambio climático” forman parte del canon periodístico de los últimos años (¿quién no habló de ello en el trabajo, en el barrio o en el taxi?), todavía hay mucha tela por cortar en torno a las causas y los probables efectos de este fenómeno. En primer lugar, el proceso de calentamiento no implicará necesariamente una elevación uniforme de las temperaturas medias en todo el globo. Se estima que varias regiones probablemente se enfríen en lugar de calentarse. Lo mismo cabe para el patrón de precipitaciones (habrá lugares en los que se registrará un aumento y otros en que, por el contrario, el clima se tornará más seco). Los modelos predictivos en este aspecto frecuentemente son contradictorios. 
Debe señalarse también que las consecuencias climáticas del actual proceso de calentamiento pueden incluir plazos sumamente largos para ser considerados con seriedad por parte de buena parte de la dirigencia mundial. No debe perderse de vista que el rumbo climático de la Tierra ha variado sensiblemente a lo largo del tiempo geológico, alternándose patrones de ritmicidad ya comprobados (como los denominados ciclos de Milankovitch) con procesos catastróficos producidos por agentes tanto externos (como los meteoritos) como internos (como aquellos debidos a la actividad tectónica de la corteza terrestre). Por estos motivos, y por la enorme complejidad de los patrones y procesos que interactúan en la atmósfera y la hidrósfera, no debe esperarse en el corto plazo el desarrollo de modelos climatológicos altamente confiables tanto para el conjunto del planeta como para regiones particulares. Es posible que la modelística climática requiera aún de años, cuando no de décadas, para producir escenarios útiles para, por ejemplo, estimar la producción agrícola de una determinada región en un momento dado del futuro. 
Ello no implica soslayar el fenómeno sino actuar con cautela: tomando lo que hay que tomar y desechando lo que hay que desechar. Eso sí, necesariamente tiene que ser visto en clave de interacción con los múltiples y transversales conflictos que atraviesan al mundo en la actualidad: agotamiento del modelo civilizatorio occidental, fin del ciclo de acumulación financiera, cenit de la producción global de petróleo convencional, sobrecarga de los sistemas ecológicos, resignificación del Estado-Nación, entre otros.
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Los Ciclos de Milankovitch 
El astrónomo y geofísico serbio Milutin Milankovitch comprobó que cíclicamente la Tierra varía ciertos patrones de sus movimientos orbitales. Ello conllevaría cambios en la “cantidad” de energía solar recibida por el planeta, conforme se supone que a lo largo de la historia geológica uno de los factores más importantes en la regulación de temperatura de la Tierra habría sido la energía procedente del Sol (se presume que tales variaciones son de las causas principales de los glaciales e interglaciares). 
Las variaciones orbitales observadas por Milankovitch son: 
 cambio en la excentricidad de la órbita alrededor de sol, que pasa de ser casi circular a marcadamente elíptica (ciclos de entre 100 y 400 mil años); 
 cambio en la oblicuidad del eje de la Tierra (inclinación axial), que pasa de 21.5° a 24.5° (cada 41 mil años), y 
 cambio de dirección del eje de la tierra (cada 22 mil años). 
Estos cambios, sumados a otros factores (como los movimientos de las placas tectónicas), habrían producido alteraciones en la temperatura media de la superficie del planeta, mucho antes que la especie humana haga su aparición en los comienzos del Pleistoceno (hace 2.5 millones de años atrás aproximadamente). 
No obstante, muchos científicos, académicos y, sobre todo, los mercachifles del cambio climático plantean que las actividades humanas y el cambio climático en curso tienen una relación causa-efecto científicamente comprobado.
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La ONU y el Pentágono 
agitan fantasmas 
Para quienes todavía creen en la independencia y la libertad de los medios de comunicación de Occidente, tenemos malas noticias: el caos, la catástrofe y el miedo no son efectos indeseados del accionar del Imperio americano, sino sus objetivos. Y el Cambio Climático, como hipótesis de nuevos conflictos, le viene de perillas. 
Si algún fantasma recorre el mundo, éste es el del cambio climático. En vísperas del día mundial del medio ambiente, el 4 de Junio de 2009, la ONU reconoció por resolución que el cambio climático constituye "una amenaza para la seguridad". El texto decía, sin eufemismos, que el cambio climático impactará negativamente en la preservación de la paz y la seguridad, por lo que no descartaba su incorporación dentro del ámbito del Consejo de Seguridad. La versión oficial indicaba que ello obedecería al lobby realizado por el grupo de Pequeños Estados Insulares y en Desarrollo del Pacífico (PSIDS), quienes ya vienen padeciendo los impactos del cambio climático: inundaciones de las áreas costeras, salinización de los acuíferos y sequías.
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Una lectura “entrelíneas” de la noticia sugiere que, más que una preocupación por la “seguridad” de los habitantes de las islas-estados de la asociación regional, a la ONU le preocupa la “seguridad” de los ciudadanos europeos que, en tono de tragedia y con la xenofobia a flor de piel, se plantean que en la medida que las islas se vayan volviendo inhabitables, a los isleños no les quedará otra alternativa que la emigración. ¿Y a dónde van a ir?: a Europa. Y eso es terrible para los ciudadanos europeos, en especial para los franceses del ultraderechista e impresentable partido de Le Pen (hija), la fuerza más votada entre los jóvenes y obreros galos. 
Sin embargo, el cambio climático como “amenaza para la seguridad” no es un tema nuevo. Antes que la ONU, el Pentágono norteamericano elaboró un informe, el que fue revelado la versión online del diario británico The Guardian del 22 de febrero de 2004 a través de un artículo titulado El Pentágono le dice a Bush: el cambio climático nos destruirá. Allí se hicieron públicos los extractos de dicho informe, en el que se señalaba que los efectos del cambio climático durante los próximos 20 años podrían devenir en una catástrofe global, con millones de muertes producidas como consecuencia de escaladas bélicas y desastres naturales. El informe fue encargado por un influyente consultor de temas de defensa del mismo Pentágono, Andrew Marshall, y redactado por Peter Schwartz y Doug Randall, ambos con fuerte raigambre en la CIA, el lobby petrolero y las redes globales de negocios. Carente de sutileza, predecían que el planeta bordeará la anarquía a medida que aumenten los gastos militares y el club nuclear, como consecuencia de la necesidad de los estados de asegurar sus fuentes de provisión alimentaria, hídrica y energética.
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Sin otra herramienta de juicio, y sobre todo sin acceso a las fuentes de información en las que se basó el informe, el mismo puede calificarse como confuso y, por momentos, fantasioso. Se nota la falta de profesionalidad de quienes lo han redactado, sobre todo en la tendencia a tomar ciertas fuentes de información en desmedro de otras. Se repiten algunas falacias refutadas hace mucho tiempo, como que la productividad agrícola del planeta es incapaz de sostener a la población humana actual. Algunas de las “precisiones” del documento rozan el ridículo (por ejemplo, señalar “el año que viene”), a no ser que los autores del informe hayan contado con información no disponible para el común de los mortales. 
Algunos párrafos del informe permiten visualizar su carácter apocalíptico: “… un escenario inminente de cambios climáticos catastróficos afectarán la seguridad nacional en formas que deberían ser consideradas inmediatamente. A lo largo de los próximos 20 años se asistirá a una caída significativa en la capacidad del planeta para sustentar a la población humana. Las guerras futuras serán por la supervivencia, más que por motivos religiosos, ideológicos o relativos al honor nacional. La disrupción y el conflicto se volverán rasgos endémicos de la vida. Una vez más, la guerra determinará los destinos del hombre”. 
En fin, nada novedoso para un organismo tan profundamente reaccionario y paranoico como el Pentágono.
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¿Cuáles son los Gases de Efecto Invernadero? 
(GEI) 
En diciembre de 1997, en la Tercera Conferencia de las Partes del Convenio Marco sobre Cambio Climático celebrada en Japón, se firmó el Protocolo Kioto. En el Anexo A de dicho protocolo se catalogó a los seis principales gases causantes del efecto invernadero, si bien existen otros como el vapor de agua y el ozono. 
GEI 
Fuentes 
1. Dióxido de carbono (CO2) 
Quema de combustible fósiles (petróleo, gas, carbón) y madera; incendios forestales y también durante erupciones volcánicas. 
2. Metano (CH4) 
Descomposición anaeróbica de vegetales en tierras húmedas (pantanos, ciénagas, arrozales), combustión de biomasa, venteo de gas natural. 
3. Óxido nitroso (N2O) 
Uso de fertilizantes nitrogenados, combustión de combustibles fósiles, deforestación. 
4. Hidrofluorocarbonos (HFCs) 
Principalmente usados como sistemas de refrigeración de una amplia variedad de procesos de producción. 
5. Perfluorocarbonos (PFCs) Típicamente empleados por fabricantes de aluminio, en el sector electrónico, así como en la industria cosmética y farmacéutica. 
6. Hexafluoro de Azufre (SF6) Gas aislante en la transmisión y distribución eléctrica, así como en la producción y procesamiento del magnesio y la fabricación de semiconductores. 
Gases fluorados (4, 5 y 6): son gases sintéticos de efecto invernadero que si bien suelen emitirse en pequeñas cantidades son de alto potencial de calentamiento.
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Probables efectos 
en la Argentina 
A nosotros nos encanta cuando los estrategas del mundo dicen 
qué es lo que va a pasar con el cambio climático en el planeta, incluso con especificaciones para cada región, aunque después no se cumpla nada de eso. Total, ¿a quién le puede importar?, tal como las ficciones futuristas de los agoreros del stablishment sobre la economía de la Argentina. 
Con algo menos de tres millones de kilómetros cuadrados de extensión continental, el territorio nacional se verá afectado, sin dudas, por el actual proceso de cambio climático. No obstante las incertidumbres en torno a los modelos predictivos (que, como se señaló más arriba, suelen ser contradictorios), es probable que ocurran algunos procesos mayores, cuyas consecuencias económicas y sociales –algunas imprevisibles- podrían impactar en la Argentina de manera significativa. 
 Varios tipos de enfermedades típicamente tropicales, como el dengue y la malaria, podrían aumentar su incidencia en el norte y centro del país. 
 Se ha sugerido una ampliación de las fronteras agrícolas hacia el oeste y el norte de la región pampeana (aspecto favorable para la producción primaria que es independiente del proceso de expansión de la soja).
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 Se prevé una declinación en el patrón de precipitaciones de la región cuyana (aspecto desfavorable que agravará los problemas de disponibilidad hídrica de la región). 
 De producirse un aumento significativo en el nivel del mar, algunas regiones costeras patagónicas y, sobre todo, la región metropolitana de Buenos Aires, podrían verse severamente afectadas. Se ha calculado que, a un ritmo de 1 a 2 mm por año (estimados a nivel mundial en los últimos 100 años), para el año 2085 un ascenso de 1 metro en el nivel del mar podría afectar 3.400 km2 de territorio, principalmente en los alrededores de la Ciudad de Buenos Aires). 
 El impacto antes señalado para el área metropolitana de Buenos Aires podría verse potenciado por fuertes precipitaciones asociadas a tormentas provenientes del sudeste (sudestadas) que inducen un ascenso asociado del nivel del mar. 
 En otras regiones de la Argentina (e.g., Noroeste), un mayor ritmo de precipitaciones podría producir un aumento de los fenómenos de remoción en masa por parte de los actuales cursos hídricos intermitentes (fenómenos que ya se han producido en la provincia de Salta).
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 Como consecuencia de ello, es previsible un aumento en la salinización de cursos de agua superficiales y subterráneos. 
 En el millón de kilómetros cuadrados de la Llanura Chaco- pampeana podrían alternar sequías en determinadas regiones e inundaciones más frecuentes en otras, si bien la tendencia general hasta ahora registrada indica un aumento importante en las precipitaciones promedio1. 
 En la producción de alimentos, no se prevé grandes dificultades a escala nacional sino probablemente ocurra lo contrario. Sí puede haber problemas en ciertas regiones por pérdida de productividad, aunque serían compensadas por los aumentos en otras. 
 Finalmente, en las últimas décadas ha sido documentado un retroceso de buena parte de los campos de hielo y las masas glaciares en la región Andina Austral, si bien es aún prematuro predecir ese comportamiento. 
Resumiendo, a grandes rasgos se advierten cuatro procesos mayores que pueden llegar a tener consecuencias económicas y sociales (algunas muy relevantes) para la Argentina: inundaciones en áreas metropolitanas, expansión de las fronteras agrícolas, sequías en algunas regiones y ampliación de áreas geográfica de algunos vectores de enfermedades típicamente tropicales. Se supone que los efectos más severos se manifestarán a partir de la segunda mitad de este siglo (cuando, según las estimaciones, las temperaturas mínimas y máximas superarán los niveles alcanzados en los últimos 150 años). Hablando mal y pronto, se viene el rocanrol, aunque sin globalización y con la vuelta del Estado-Nación, se supone, la cosa no será tan traumática. 
1. La sequía que padeció la Llanura Chaco-pampeana en 2008-2009 no contradice ese modelo predictivo general, ya que la misma responde a características particulares (bajas temperaturas) en las corrientes superficiales del Pacífico Ecuatorial. Este fenómeno, conocido como “La Niña”, ocurre con regularidad y alterna con fases más húmedas de eventos denominados “El Niño”.
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¿Y en Entre Ríos qué? 
Si bien no tenemos la posta ni mucho menos acerca del devenir del cambio climático en el territorio provincial, existen diversas hipótesis al respecto. Una de ellas plantea que la región Litoral (donde se incluya a la provincia de Entre Ríos) experimentará un déficit hídrico, probablemente severo durante los meses de primavera y verano. 
 En ese marco, los sistemas geohídricos podrían verse sometidos a un fuerte estrés a causa de una mayor demanda de agua y de una disminución de la tasa de recarga. 
 Se estima que ello podría generar situaciones conflictivas vinculadas al abastecimiento de agua para consumo humano y el sector productivo. 
En otro orden, siguiendo la tendencia de las últimas décadas, se prevé: (a) un incremento de las precipitaciones en las costas rioplatenses (en la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, las lluvias aumentaron más de 350 mm al año con respecto a un siglo atrás); (b) ídem que el anterior para las altas cuencas del Paraná y Uruguay (y mayor volumen de sus caudales), y (c) un aumento del nivel del mar.
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La resultante de los tres fenómenos antes enumerados será un incremento del nivel del Río de la Plata (una tendencia que también está en curso actualmente, a razón de 2 a 3 milímetros por año). 
 Un aspecto favorable, de importancia estratégica para la región será el incremento del caudal de los ríos y mejores condiciones para la navegación de la Hidrovía Paraguay-Paraná. 
 Es de esperar la ocurrencia de inundaciones extraordinarias y una fuerte erosión en una larga y ancha franja costera del Delta entrerriano (fenómeno que se extendería hasta el extremo sur de la bahía de Samborombón). 
 En la baja cuenca de los ríos Paraná y Uruguay podría registrarse un avance de la salinidad y, consecuentemente, una merma de agua potable en el largo plazo. 
Este sería a grandes rasgos el panorama futuro para la provincia en el contexto del cambio climático. Todo ello sin olvidar de que se trata de un fenómeno complejo, y que muchas de las predicciones suelen estar basadas en enfoques simplistas, irresponsables, a veces burdos, y una sarta de lugares comunes que pueden llevar a graves errores de interpretación.
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Consecuencias para la Agricultura - Los efectos de los cambios en el clima sobre la producción de cultivos va a ser variable, dependiendo de los tipos de prácticas agrícolas, sistemas y períodos de producción, tipos de cultivos, variedades y zonas. - En general, el clima será menos previsible, lo que podría complicar la planificación de las actividades agrícolas. 
- Las zonas climáticas y agroecológicas se modificarán, con lo cual los agricultores se verán obligados a adaptarse a ese cambio, que en algunos casos puede ser beneficioso aunque en otros perjudicial. - Es probable que aumente la variabilidad del clima, lo cual ejercerá un impacto extra sobre los sistemas agrícolas más frágiles. - Los extremos climáticos podrían hacerse más frecuentes, afectando la adaptabilidad de algunos cultivos en las áreas de producción. - Es probable que avancen nuevas plagas agrícolas y enfermedades portadas por vectores hacia zonas donde antes no existían. - La población rural más pobre vive en áreas expuestas y marginales, y en condiciones que los hace más vulnerables a los efectos negativos del cambio climático. - En Entre Ríos, como se mencionó más arriba, se prevé un déficit hídrico, por lo que el riego será (ya lo es) un tema central en la agenda de la gobierno provincial y el PROSAP.
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Cambio Climático 
y Gestión de Riesgo 
Más allá de las contradicciones e incertidumbres que se plantean, gran parte de los informes está de acuerdo en una observación: si los funcionarios y técnicos no tienen en cuenta los potenciales efectos de este cambio (algunos de los cuales ya son visibles), la intensificación y el incremento de la frecuencia de ciertos fenómenos (inundaciones, sequías, tormentas, etc.) podrían implicar pérdidas económicas millonarias y una crisis social sin precedentes, en particular, en ciertas regiones que no van a ser favorecidas por el cambio. Por la misma razón, se podrían malograr las potencialidades en aquellas regiones que, por el contrario, sean favorecidas por el cambio (ya sea por un aumento del caudal de los ríos y de su potencial energético, o por un cambio en el régimen de precipitaciones y en la fertilidad de sus suelos). 
¿Cuántas ciudades, edificios, escuelas, fábricas, caminos, vías férreas, espacios recreativos, etc., pueden resultar dañados si algunos de los impactos se combinan y potencian entre sí? ¿Cuántas personas pueden resultar perjudicadas por cambios en los patrones climáticos y, en consecuencia, de la productividad? ¿Cuántas familias pueden quedar sin viviendas? ¿Cuántas poblaciones pueden quedar aisladas? Y, finalmente, ¿cuántas regiones y población pueden verse favorecidas por la expansión de la frontera agrícola y la generación de nuevas fuentes de empleo? 
En ese contexto ¿cómo articular frente a los cambios que se avecinan las nuevas propuestas con políticas públicas de corto, mediano y largo plazo? Si bien la magnitud de los cambios, “a ciencia cierta”, se ignora, ello no debe inhabilitar la planificación de programas a partir del reconocimiento de los riesgos más previsibles, lo que permitirá abrir paso a un proceso de orientación (o re-orientación) de las inversiones, al menos, en las siguientes áreas: 
 Nueva infraestructura y/o adecuación de la pre-existente (transporte, energética, educativa, productiva, sanitaria, etc.). 
 Definición de programas de adecuación del aparato productivo (primario y/o secundario) en las zonas afectadas de distintas maneras por el cambio. 
 En particular, promoción de nuevas prácticas agrícolas en regiones sin tradición en ese tipo de producción. 
 Diseño e implementación de planes de prevención y/o mitigación de los impactos negativos del cambio (nuevas enfermedades, inundaciones, sequías, pérdida de productividad).
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Ojo al piojo con el No Cambio 
No queda claro qué cosa es peor: si la visión catastrofista y apocalíptica de la ONU, el Pentágono y de un gran número de científicos y ecologistas de todo el mundo, o la corriente “escéptica” del No Cambio, que niega el fenómeno, y que es alentada y financiada por algunas corporaciones responsables de las emisiones de algunos gases de efecto invernadero, como las del petróleo. 
Un ejemplo de este último enfoque queda revelado en el libro Contra el Cambio (título por demás elocuente) de Martín Caparrós, autor con notables recursos literarios pero con pocos argumentos científicos en el tratamiento del tema: “nunca creí en la ecología”, señala Caparrós muy suelto de cuerpo, como si se tratara de creer o no en la ecología. El libro es un despliegue de ironías, algunas muy ingeniosas: “el cambio climático es, como tantas otras cosas de las que ahora hablamos, un tema que no existía hace veinte, treinta años”, una excentricidad típica de Caparrós (siempre proclive a las extravagancias, como la del "famoseo" por el caso del nieto de Estela de Carlotto). En resumen, ni las predicciones apocalípticas de los “ecololos” (tal como denomina Caparrós a los ecologistas), ni las incertidumbres en torno las causas del fenómeno, ni las imprecisiones de los modelo predictivos, nada de eso, alcanza para justificar la postura del no cambio. 
Volviendo al principio: no queda claro cuál de las dos cosas es peor. Lo lamentable es que ninguna de las dos tenga algún representante preso en Sing Sing o Devoto, sino degustando canapes de sushsi en alguna convención sobre el cambio climático, imaginando nuevas prospectivas en clave de catástrofes o tomando para la joda los cambios que se avecinan.

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Cambio Climático

  • 1. 1 Presentación El Cambio Climático en un mundo en turbulencias Lautaro Viscay1 El Cambio Climático es un conjunto de grandes perturbaciones en el clima producidas por el aumento de la temperatura media del planeta. Se trata de un fenómeno global (si bien no se manifiesta de manera homogénea en todas las latitudes) y el más importante de los problemas ambientales contemporáneos. ¿Sobrevivirá la República Argentina a los embates del cambio climático? En términos físicos, hay elementos alentadores que sugieren que es posible que así sea: su extenso territorio ofrece soluciones a los peores problemas que podrían derivarse de este fenómeno. Por otra parte, es probable que los efectos más graves se dejen notar a partir de la segunda mitad de este siglo, por lo que todavía se está a tiempo para afrontarlos, ya sea con el emplazamiento de nueva infraestructura (vial, energética, de riego, etc.), o adaptando la existente en los sitios más críticos. Existe otro factor sumamente trascendente que debe ser tenido en cuenta: la Argentina ya tuvo las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. Esto es, ya sufrió, y sobrevivió (con un costo elevadísimo), el derrumbe económico, pero sobre todo cultural, de la fase neoclásica del capitalismo tardío, cuyo núcleo duro es la banda de forajidos que aún hoy adhiere al modelo monetarista de la Escuela de Chicago y que anda reclamando el cumplimiento de la sentencia del juez neoyorkino a favor de los Fondos Buitre. Y en aquellos días de diciembre lo que realmente terminó en el país fue la política neoliberal instalada en la dictadura militar de 1976 y consolidada luego por el Consenso de Washington de 1989. Y eso no es poca cosa en momentos en que gran parte del mundo está viviendo (desde la debacle financiera de Wall Street de mediados 2007 y su réplica europea de 2010) su propio 2001. Raro privilegio el que nos toca vivir: ser testigos de una época de cambios profundos y duraderos (como el cambio climático y otros cambios políticos, económicos, sociales y culturales globales), algo que no ocurre todos los días sino una vez cada tres o cuatro generaciones, si no más. ________________________________________ 1. Secretario de Inversión Pública y Desarrollo Territorial
  • 2. 2 Cambio climático: ¿cuánto, cuándo, dónde, cómo? Las percepciones cuentan pero no bastan para definir las causas del cambio climático. Menos para hacer prospectiva. Por ello, en estos “tiempos digitales”, hay que saber mirar entre tanto paper y noticia basura producida por la academia y la prensa hegemónicas. Olvidémonos por un rato del ébola, Gaza, Irak y los Fondos Buitre, y centrémonos en el Cambio Climático, fenómeno que también afecta(rá) a la Humanidad, tal como lo vienen alertando miles de reportes científicos desde hace varios años. Ya no se discute la eventualidad de este proceso sino su magnitud, su cuándo, su dónde y su cómo. Por ejemplo, un número creciente de científicos descree del origen antrópico del calentamiento global, aunque no del fenómeno en sí. Diversas organizaciones científicas europeas vienen advirtiendo desde 2003 que los procesos de cambio climático podrían llegar a ser mucho más rápidos y dramáticos que los sugeridos por el IPCC (International Panel for Climate Change) en la segunda mitad de la década de 1990. Según esa perspectiva, una vez superado un umbral determinado, dichos procesos de cambio, así como sus consecuencias, podrían desatarse con una rapidez y virulencia insospechadas, lo que acotaría la capacidad de respuesta de las sociedades a dichos cambios. En otras palabras, se acotarían los plazos para la planificación de una salida ordenada.
  • 3. 3 A pesar de que las nociones de “cambio climático” forman parte del canon periodístico de los últimos años (¿quién no habló de ello en el trabajo, en el barrio o en el taxi?), todavía hay mucha tela por cortar en torno a las causas y los probables efectos de este fenómeno. En primer lugar, el proceso de calentamiento no implicará necesariamente una elevación uniforme de las temperaturas medias en todo el globo. Se estima que varias regiones probablemente se enfríen en lugar de calentarse. Lo mismo cabe para el patrón de precipitaciones (habrá lugares en los que se registrará un aumento y otros en que, por el contrario, el clima se tornará más seco). Los modelos predictivos en este aspecto frecuentemente son contradictorios. Debe señalarse también que las consecuencias climáticas del actual proceso de calentamiento pueden incluir plazos sumamente largos para ser considerados con seriedad por parte de buena parte de la dirigencia mundial. No debe perderse de vista que el rumbo climático de la Tierra ha variado sensiblemente a lo largo del tiempo geológico, alternándose patrones de ritmicidad ya comprobados (como los denominados ciclos de Milankovitch) con procesos catastróficos producidos por agentes tanto externos (como los meteoritos) como internos (como aquellos debidos a la actividad tectónica de la corteza terrestre). Por estos motivos, y por la enorme complejidad de los patrones y procesos que interactúan en la atmósfera y la hidrósfera, no debe esperarse en el corto plazo el desarrollo de modelos climatológicos altamente confiables tanto para el conjunto del planeta como para regiones particulares. Es posible que la modelística climática requiera aún de años, cuando no de décadas, para producir escenarios útiles para, por ejemplo, estimar la producción agrícola de una determinada región en un momento dado del futuro. Ello no implica soslayar el fenómeno sino actuar con cautela: tomando lo que hay que tomar y desechando lo que hay que desechar. Eso sí, necesariamente tiene que ser visto en clave de interacción con los múltiples y transversales conflictos que atraviesan al mundo en la actualidad: agotamiento del modelo civilizatorio occidental, fin del ciclo de acumulación financiera, cenit de la producción global de petróleo convencional, sobrecarga de los sistemas ecológicos, resignificación del Estado-Nación, entre otros.
  • 4. 4 Los Ciclos de Milankovitch El astrónomo y geofísico serbio Milutin Milankovitch comprobó que cíclicamente la Tierra varía ciertos patrones de sus movimientos orbitales. Ello conllevaría cambios en la “cantidad” de energía solar recibida por el planeta, conforme se supone que a lo largo de la historia geológica uno de los factores más importantes en la regulación de temperatura de la Tierra habría sido la energía procedente del Sol (se presume que tales variaciones son de las causas principales de los glaciales e interglaciares). Las variaciones orbitales observadas por Milankovitch son:  cambio en la excentricidad de la órbita alrededor de sol, que pasa de ser casi circular a marcadamente elíptica (ciclos de entre 100 y 400 mil años);  cambio en la oblicuidad del eje de la Tierra (inclinación axial), que pasa de 21.5° a 24.5° (cada 41 mil años), y  cambio de dirección del eje de la tierra (cada 22 mil años). Estos cambios, sumados a otros factores (como los movimientos de las placas tectónicas), habrían producido alteraciones en la temperatura media de la superficie del planeta, mucho antes que la especie humana haga su aparición en los comienzos del Pleistoceno (hace 2.5 millones de años atrás aproximadamente). No obstante, muchos científicos, académicos y, sobre todo, los mercachifles del cambio climático plantean que las actividades humanas y el cambio climático en curso tienen una relación causa-efecto científicamente comprobado.
  • 5. 5 La ONU y el Pentágono agitan fantasmas Para quienes todavía creen en la independencia y la libertad de los medios de comunicación de Occidente, tenemos malas noticias: el caos, la catástrofe y el miedo no son efectos indeseados del accionar del Imperio americano, sino sus objetivos. Y el Cambio Climático, como hipótesis de nuevos conflictos, le viene de perillas. Si algún fantasma recorre el mundo, éste es el del cambio climático. En vísperas del día mundial del medio ambiente, el 4 de Junio de 2009, la ONU reconoció por resolución que el cambio climático constituye "una amenaza para la seguridad". El texto decía, sin eufemismos, que el cambio climático impactará negativamente en la preservación de la paz y la seguridad, por lo que no descartaba su incorporación dentro del ámbito del Consejo de Seguridad. La versión oficial indicaba que ello obedecería al lobby realizado por el grupo de Pequeños Estados Insulares y en Desarrollo del Pacífico (PSIDS), quienes ya vienen padeciendo los impactos del cambio climático: inundaciones de las áreas costeras, salinización de los acuíferos y sequías.
  • 6. 6 Una lectura “entrelíneas” de la noticia sugiere que, más que una preocupación por la “seguridad” de los habitantes de las islas-estados de la asociación regional, a la ONU le preocupa la “seguridad” de los ciudadanos europeos que, en tono de tragedia y con la xenofobia a flor de piel, se plantean que en la medida que las islas se vayan volviendo inhabitables, a los isleños no les quedará otra alternativa que la emigración. ¿Y a dónde van a ir?: a Europa. Y eso es terrible para los ciudadanos europeos, en especial para los franceses del ultraderechista e impresentable partido de Le Pen (hija), la fuerza más votada entre los jóvenes y obreros galos. Sin embargo, el cambio climático como “amenaza para la seguridad” no es un tema nuevo. Antes que la ONU, el Pentágono norteamericano elaboró un informe, el que fue revelado la versión online del diario británico The Guardian del 22 de febrero de 2004 a través de un artículo titulado El Pentágono le dice a Bush: el cambio climático nos destruirá. Allí se hicieron públicos los extractos de dicho informe, en el que se señalaba que los efectos del cambio climático durante los próximos 20 años podrían devenir en una catástrofe global, con millones de muertes producidas como consecuencia de escaladas bélicas y desastres naturales. El informe fue encargado por un influyente consultor de temas de defensa del mismo Pentágono, Andrew Marshall, y redactado por Peter Schwartz y Doug Randall, ambos con fuerte raigambre en la CIA, el lobby petrolero y las redes globales de negocios. Carente de sutileza, predecían que el planeta bordeará la anarquía a medida que aumenten los gastos militares y el club nuclear, como consecuencia de la necesidad de los estados de asegurar sus fuentes de provisión alimentaria, hídrica y energética.
  • 7. 7 Sin otra herramienta de juicio, y sobre todo sin acceso a las fuentes de información en las que se basó el informe, el mismo puede calificarse como confuso y, por momentos, fantasioso. Se nota la falta de profesionalidad de quienes lo han redactado, sobre todo en la tendencia a tomar ciertas fuentes de información en desmedro de otras. Se repiten algunas falacias refutadas hace mucho tiempo, como que la productividad agrícola del planeta es incapaz de sostener a la población humana actual. Algunas de las “precisiones” del documento rozan el ridículo (por ejemplo, señalar “el año que viene”), a no ser que los autores del informe hayan contado con información no disponible para el común de los mortales. Algunos párrafos del informe permiten visualizar su carácter apocalíptico: “… un escenario inminente de cambios climáticos catastróficos afectarán la seguridad nacional en formas que deberían ser consideradas inmediatamente. A lo largo de los próximos 20 años se asistirá a una caída significativa en la capacidad del planeta para sustentar a la población humana. Las guerras futuras serán por la supervivencia, más que por motivos religiosos, ideológicos o relativos al honor nacional. La disrupción y el conflicto se volverán rasgos endémicos de la vida. Una vez más, la guerra determinará los destinos del hombre”. En fin, nada novedoso para un organismo tan profundamente reaccionario y paranoico como el Pentágono.
  • 8. 8 ¿Cuáles son los Gases de Efecto Invernadero? (GEI) En diciembre de 1997, en la Tercera Conferencia de las Partes del Convenio Marco sobre Cambio Climático celebrada en Japón, se firmó el Protocolo Kioto. En el Anexo A de dicho protocolo se catalogó a los seis principales gases causantes del efecto invernadero, si bien existen otros como el vapor de agua y el ozono. GEI Fuentes 1. Dióxido de carbono (CO2) Quema de combustible fósiles (petróleo, gas, carbón) y madera; incendios forestales y también durante erupciones volcánicas. 2. Metano (CH4) Descomposición anaeróbica de vegetales en tierras húmedas (pantanos, ciénagas, arrozales), combustión de biomasa, venteo de gas natural. 3. Óxido nitroso (N2O) Uso de fertilizantes nitrogenados, combustión de combustibles fósiles, deforestación. 4. Hidrofluorocarbonos (HFCs) Principalmente usados como sistemas de refrigeración de una amplia variedad de procesos de producción. 5. Perfluorocarbonos (PFCs) Típicamente empleados por fabricantes de aluminio, en el sector electrónico, así como en la industria cosmética y farmacéutica. 6. Hexafluoro de Azufre (SF6) Gas aislante en la transmisión y distribución eléctrica, así como en la producción y procesamiento del magnesio y la fabricación de semiconductores. Gases fluorados (4, 5 y 6): son gases sintéticos de efecto invernadero que si bien suelen emitirse en pequeñas cantidades son de alto potencial de calentamiento.
  • 9. 9 Probables efectos en la Argentina A nosotros nos encanta cuando los estrategas del mundo dicen qué es lo que va a pasar con el cambio climático en el planeta, incluso con especificaciones para cada región, aunque después no se cumpla nada de eso. Total, ¿a quién le puede importar?, tal como las ficciones futuristas de los agoreros del stablishment sobre la economía de la Argentina. Con algo menos de tres millones de kilómetros cuadrados de extensión continental, el territorio nacional se verá afectado, sin dudas, por el actual proceso de cambio climático. No obstante las incertidumbres en torno a los modelos predictivos (que, como se señaló más arriba, suelen ser contradictorios), es probable que ocurran algunos procesos mayores, cuyas consecuencias económicas y sociales –algunas imprevisibles- podrían impactar en la Argentina de manera significativa.  Varios tipos de enfermedades típicamente tropicales, como el dengue y la malaria, podrían aumentar su incidencia en el norte y centro del país.  Se ha sugerido una ampliación de las fronteras agrícolas hacia el oeste y el norte de la región pampeana (aspecto favorable para la producción primaria que es independiente del proceso de expansión de la soja).
  • 10. 10  Se prevé una declinación en el patrón de precipitaciones de la región cuyana (aspecto desfavorable que agravará los problemas de disponibilidad hídrica de la región).  De producirse un aumento significativo en el nivel del mar, algunas regiones costeras patagónicas y, sobre todo, la región metropolitana de Buenos Aires, podrían verse severamente afectadas. Se ha calculado que, a un ritmo de 1 a 2 mm por año (estimados a nivel mundial en los últimos 100 años), para el año 2085 un ascenso de 1 metro en el nivel del mar podría afectar 3.400 km2 de territorio, principalmente en los alrededores de la Ciudad de Buenos Aires).  El impacto antes señalado para el área metropolitana de Buenos Aires podría verse potenciado por fuertes precipitaciones asociadas a tormentas provenientes del sudeste (sudestadas) que inducen un ascenso asociado del nivel del mar.  En otras regiones de la Argentina (e.g., Noroeste), un mayor ritmo de precipitaciones podría producir un aumento de los fenómenos de remoción en masa por parte de los actuales cursos hídricos intermitentes (fenómenos que ya se han producido en la provincia de Salta).
  • 11. 11  Como consecuencia de ello, es previsible un aumento en la salinización de cursos de agua superficiales y subterráneos.  En el millón de kilómetros cuadrados de la Llanura Chaco- pampeana podrían alternar sequías en determinadas regiones e inundaciones más frecuentes en otras, si bien la tendencia general hasta ahora registrada indica un aumento importante en las precipitaciones promedio1.  En la producción de alimentos, no se prevé grandes dificultades a escala nacional sino probablemente ocurra lo contrario. Sí puede haber problemas en ciertas regiones por pérdida de productividad, aunque serían compensadas por los aumentos en otras.  Finalmente, en las últimas décadas ha sido documentado un retroceso de buena parte de los campos de hielo y las masas glaciares en la región Andina Austral, si bien es aún prematuro predecir ese comportamiento. Resumiendo, a grandes rasgos se advierten cuatro procesos mayores que pueden llegar a tener consecuencias económicas y sociales (algunas muy relevantes) para la Argentina: inundaciones en áreas metropolitanas, expansión de las fronteras agrícolas, sequías en algunas regiones y ampliación de áreas geográfica de algunos vectores de enfermedades típicamente tropicales. Se supone que los efectos más severos se manifestarán a partir de la segunda mitad de este siglo (cuando, según las estimaciones, las temperaturas mínimas y máximas superarán los niveles alcanzados en los últimos 150 años). Hablando mal y pronto, se viene el rocanrol, aunque sin globalización y con la vuelta del Estado-Nación, se supone, la cosa no será tan traumática. 1. La sequía que padeció la Llanura Chaco-pampeana en 2008-2009 no contradice ese modelo predictivo general, ya que la misma responde a características particulares (bajas temperaturas) en las corrientes superficiales del Pacífico Ecuatorial. Este fenómeno, conocido como “La Niña”, ocurre con regularidad y alterna con fases más húmedas de eventos denominados “El Niño”.
  • 12. 12 ¿Y en Entre Ríos qué? Si bien no tenemos la posta ni mucho menos acerca del devenir del cambio climático en el territorio provincial, existen diversas hipótesis al respecto. Una de ellas plantea que la región Litoral (donde se incluya a la provincia de Entre Ríos) experimentará un déficit hídrico, probablemente severo durante los meses de primavera y verano.  En ese marco, los sistemas geohídricos podrían verse sometidos a un fuerte estrés a causa de una mayor demanda de agua y de una disminución de la tasa de recarga.  Se estima que ello podría generar situaciones conflictivas vinculadas al abastecimiento de agua para consumo humano y el sector productivo. En otro orden, siguiendo la tendencia de las últimas décadas, se prevé: (a) un incremento de las precipitaciones en las costas rioplatenses (en la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, las lluvias aumentaron más de 350 mm al año con respecto a un siglo atrás); (b) ídem que el anterior para las altas cuencas del Paraná y Uruguay (y mayor volumen de sus caudales), y (c) un aumento del nivel del mar.
  • 13. 13 La resultante de los tres fenómenos antes enumerados será un incremento del nivel del Río de la Plata (una tendencia que también está en curso actualmente, a razón de 2 a 3 milímetros por año).  Un aspecto favorable, de importancia estratégica para la región será el incremento del caudal de los ríos y mejores condiciones para la navegación de la Hidrovía Paraguay-Paraná.  Es de esperar la ocurrencia de inundaciones extraordinarias y una fuerte erosión en una larga y ancha franja costera del Delta entrerriano (fenómeno que se extendería hasta el extremo sur de la bahía de Samborombón).  En la baja cuenca de los ríos Paraná y Uruguay podría registrarse un avance de la salinidad y, consecuentemente, una merma de agua potable en el largo plazo. Este sería a grandes rasgos el panorama futuro para la provincia en el contexto del cambio climático. Todo ello sin olvidar de que se trata de un fenómeno complejo, y que muchas de las predicciones suelen estar basadas en enfoques simplistas, irresponsables, a veces burdos, y una sarta de lugares comunes que pueden llevar a graves errores de interpretación.
  • 14. 14 Consecuencias para la Agricultura - Los efectos de los cambios en el clima sobre la producción de cultivos va a ser variable, dependiendo de los tipos de prácticas agrícolas, sistemas y períodos de producción, tipos de cultivos, variedades y zonas. - En general, el clima será menos previsible, lo que podría complicar la planificación de las actividades agrícolas. - Las zonas climáticas y agroecológicas se modificarán, con lo cual los agricultores se verán obligados a adaptarse a ese cambio, que en algunos casos puede ser beneficioso aunque en otros perjudicial. - Es probable que aumente la variabilidad del clima, lo cual ejercerá un impacto extra sobre los sistemas agrícolas más frágiles. - Los extremos climáticos podrían hacerse más frecuentes, afectando la adaptabilidad de algunos cultivos en las áreas de producción. - Es probable que avancen nuevas plagas agrícolas y enfermedades portadas por vectores hacia zonas donde antes no existían. - La población rural más pobre vive en áreas expuestas y marginales, y en condiciones que los hace más vulnerables a los efectos negativos del cambio climático. - En Entre Ríos, como se mencionó más arriba, se prevé un déficit hídrico, por lo que el riego será (ya lo es) un tema central en la agenda de la gobierno provincial y el PROSAP.
  • 15. 15 Cambio Climático y Gestión de Riesgo Más allá de las contradicciones e incertidumbres que se plantean, gran parte de los informes está de acuerdo en una observación: si los funcionarios y técnicos no tienen en cuenta los potenciales efectos de este cambio (algunos de los cuales ya son visibles), la intensificación y el incremento de la frecuencia de ciertos fenómenos (inundaciones, sequías, tormentas, etc.) podrían implicar pérdidas económicas millonarias y una crisis social sin precedentes, en particular, en ciertas regiones que no van a ser favorecidas por el cambio. Por la misma razón, se podrían malograr las potencialidades en aquellas regiones que, por el contrario, sean favorecidas por el cambio (ya sea por un aumento del caudal de los ríos y de su potencial energético, o por un cambio en el régimen de precipitaciones y en la fertilidad de sus suelos). ¿Cuántas ciudades, edificios, escuelas, fábricas, caminos, vías férreas, espacios recreativos, etc., pueden resultar dañados si algunos de los impactos se combinan y potencian entre sí? ¿Cuántas personas pueden resultar perjudicadas por cambios en los patrones climáticos y, en consecuencia, de la productividad? ¿Cuántas familias pueden quedar sin viviendas? ¿Cuántas poblaciones pueden quedar aisladas? Y, finalmente, ¿cuántas regiones y población pueden verse favorecidas por la expansión de la frontera agrícola y la generación de nuevas fuentes de empleo? En ese contexto ¿cómo articular frente a los cambios que se avecinan las nuevas propuestas con políticas públicas de corto, mediano y largo plazo? Si bien la magnitud de los cambios, “a ciencia cierta”, se ignora, ello no debe inhabilitar la planificación de programas a partir del reconocimiento de los riesgos más previsibles, lo que permitirá abrir paso a un proceso de orientación (o re-orientación) de las inversiones, al menos, en las siguientes áreas:  Nueva infraestructura y/o adecuación de la pre-existente (transporte, energética, educativa, productiva, sanitaria, etc.).  Definición de programas de adecuación del aparato productivo (primario y/o secundario) en las zonas afectadas de distintas maneras por el cambio.  En particular, promoción de nuevas prácticas agrícolas en regiones sin tradición en ese tipo de producción.  Diseño e implementación de planes de prevención y/o mitigación de los impactos negativos del cambio (nuevas enfermedades, inundaciones, sequías, pérdida de productividad).
  • 16. 16 Ojo al piojo con el No Cambio No queda claro qué cosa es peor: si la visión catastrofista y apocalíptica de la ONU, el Pentágono y de un gran número de científicos y ecologistas de todo el mundo, o la corriente “escéptica” del No Cambio, que niega el fenómeno, y que es alentada y financiada por algunas corporaciones responsables de las emisiones de algunos gases de efecto invernadero, como las del petróleo. Un ejemplo de este último enfoque queda revelado en el libro Contra el Cambio (título por demás elocuente) de Martín Caparrós, autor con notables recursos literarios pero con pocos argumentos científicos en el tratamiento del tema: “nunca creí en la ecología”, señala Caparrós muy suelto de cuerpo, como si se tratara de creer o no en la ecología. El libro es un despliegue de ironías, algunas muy ingeniosas: “el cambio climático es, como tantas otras cosas de las que ahora hablamos, un tema que no existía hace veinte, treinta años”, una excentricidad típica de Caparrós (siempre proclive a las extravagancias, como la del "famoseo" por el caso del nieto de Estela de Carlotto). En resumen, ni las predicciones apocalípticas de los “ecololos” (tal como denomina Caparrós a los ecologistas), ni las incertidumbres en torno las causas del fenómeno, ni las imprecisiones de los modelo predictivos, nada de eso, alcanza para justificar la postura del no cambio. Volviendo al principio: no queda claro cuál de las dos cosas es peor. Lo lamentable es que ninguna de las dos tenga algún representante preso en Sing Sing o Devoto, sino degustando canapes de sushsi en alguna convención sobre el cambio climático, imaginando nuevas prospectivas en clave de catástrofes o tomando para la joda los cambios que se avecinan.