El sheik Iezid visita a Beremís y le pide que enseñe matemáticas a su hija Telassim, siguiendo el consejo de un astrólogo. Beremís acepta el desafío de enseñar a la joven a pesar de que nunca verá su rostro, pues Telassim permanece oculta detrás de una cortina. Beremís explica que aprendió matemáticas de forma autodidacta gracias a las enseñanzas de un sabio derviche llamado No-Elin.