Las frutas y verduras son perecederas y susceptibles al deterioro debido a factores químicos, biológicos y ambientales. Para prevenir la putrefacción y el crecimiento de hongos durante el almacenamiento, es mejor lavarlas justo antes de su consumo y almacenarlas sin lavar. El control de calidad para su recepción debe basarse en características organolépticas y físicas como color, sabor, aroma, textura y apariencia.