Las cruzadas y las enfermedades provocaron migraciones del campo a la ciudad en Europa durante la Baja Edad Media, lo que llevó al desarrollo de nuevas ciudades, innovaciones agrícolas e impulsó el comercio. Las ciudades se volvieron centros de poder político y económico gestionados por municipios y gremios, surgiendo una nueva clase burguesa de comerciantes y artesanos que controlaron los gobiernos municipales y expandieron el comercio regional e internacional.