¡Cómo te extraño...!
- 1. ¡Cómo te extraño...! Enrique Mariscal En el cielo existe la bendición de la gracia, la armonía y la oportunidad; en el infierno, ronronea el aburrimiento, la atención a lo nimio y la argumentación excesiva. La buena onda se contagia, y la depresión también. Un amigo original me contó esta historia verdadera que vale como un «hallazgo valioso imprevisto». Por razones de trabajo, dirige una importante empresa multinacional y viaja con mucha frecuencia por todo el país y también por el extranjero. Al llegar a Nueva York, Toronto, Córdoba o Tucumán, lo primero que hacía era llamar a su esposa: —Querida, he llegado bien, está haciendo frío aquí, el viaje ha sido plácido, salimos puntuales, anoche cené ligero, hoy me espera un día muy duro... Y al otro lado de la línea se oía una voz femenina seca, nada comunicativa, indiferente y de alguna manera molesta por la distancia y la conversación telefónica, que solía concluir con un monótono y censurante «chao». Hasta que un día mi amigo decidió cambiar su rutina: —Al llegar al aeropuerto llamé a casa y al oír la voz de mi mujer lo único que dije fue: «¡Cómo te extraño..!». Me respondió con un profundo suspiro y después charlarnos cálidamente sobre nosotros. En realidad, al que se queda no le interesa mucho el clima de Bolivia o qué comió uno en el avión lo que sí quiere saber es si está afectivamente vinculado en el mundo interior del otro, si existe una interrelación sentida y añorada en la distancia. Una simple expresión, tres palabras, bastan para comunicar una conexión afectiva, para lograr que ambos se sientan unidos. Les aconsejo que hagan lo mismo. En cierta ocasión quise practicarlo en mi propia casa. Llamé desde una estación terminal de autobús, en Santa Fe, dispuesto a descubrir la inteligencia emocional de una frase tan breve. Esperé muy atento y... me atendió el contestador! No dudé y dije, sinceramente: «¡Cómo te extraño...!».
- 2. Más tarde, cuando revisé en casa los mensajes del contestador, me di cuenta de que Susana los había borrado todos salvo uno: « te extraño...». También por eso nunca dejo de escribir un cuento, dirigido especialmente a cada una de las personas que me siguen y leen, por una simple razón: «¡Cómo los extraño...!». Cuentos para regalar a personas originales