La crisis febril es común en niños entre 6 meses y 5 años. Puede ser simple o compleja dependiendo de su duración y características. Es importante realizar una evaluación completa para descartar infecciones como la meningitis. El tratamiento se enfoca en controlar la fiebre y las convulsiones de forma segura, mientras que el enfoque a largo plazo es educar a los padres sobre el pronóstico benigno y prevenir la ansiedad.