La niña muy regalona disfrutaba de la lectura diaria con su abuelito, quien le leía cuentos después de cenar y se aseguraba de que ella comprendiera la trama interrumpiendo ocasionalmente para hacer preguntas. La niña aprendió rápidamente los cuentos de memoria y demostró una gran capacidad de retención cuando ingresó a la escuela como una alumna aventajada.