EL MUNDO DE LOS NÚMEROS
PSEUDÓNIMO: EL CHIRINENSE
Erase una vez nueve amigos los cuales eran el uno, el dos, el tres, el cuatro, el
cinco, el seis, el siete, el ocho y el nueve, quienes vivían muy felices en el país
ordenado de los números.
Un buen día llego a visitarlos el funcionario del congreso numérico, llamado
Don cero, el cual como era costumbre se encargaba de dar a conocer las
distintas leyes que regían en el país de los números, avalado por la ley del
elemento neutro, lo cual significaba que todo número aumentado en cero era
siempre el mismo número; por lo tanto Don Cero podía visitarlos cuantas veces
quisiera sin alterar en nada a los habitantes de aquel lugar; sin embargo aquél
día Don cero traía una muy mala noticia para los nueve amigos, sin esperar
mucho tiempo se puso frente a todos ellos y con voz autoritaria les manifestó:
- Lo siento señores, tendrán que marcharse, el Congreso Numérico acaba de
aprobar “la ley de Axiomatización de Números”, la cual prohibe la estancia
de todos ustedes en este lugar, ya que no son necesarios para el progreso
de nuestro de país, puesto que solo es suficiente un número para
originarlos a todos ustedes, es decir que uno más uno es dos, uno más uno
más uno es tres y así sucesivamente, hasta llegar al número nueve.
Ante esto todos los números se entristecieron y sólo el uno tenia una expresión
jubilosa en su rostro, el cual sin ocultar su orgullo dijo:
- ¡Oh, vaya ¡ no tendré que irme.
- Se equivoca usted, pues, también tendrá que irse, ya que el único número
que se necesita para el progreso del país es un número de Baldor, rebatió
enérgicamente el Cero.
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Muy apenados, los números recogieron sus pertenencias y fueron mucho más
allá de los territorios finitos, a una ciudad denominada línea recta, gobernada
por el emperador Pitagoras, amigo intimo del número dos.
En esta ciudad los nueve amigos se dispusieron a comenzar una nueva vida,
ya que en estos territorios no regia la ley de la axiomatización de los números.
Muy confundidos los amigos no supieron que hacer y pronto la división surgió y
en una discusión problemática todos manifestaron lo que querían hacer,
- Yo me haré una casita con hiperplanos para no mezclarme con los demás,
manifestó el uno, quien era tan obsesivo con su belleza física que siempre
acudía al médico para realizarse sus análisis matemáticos los cuales eran
demasiado rigurosos para no engordar.
- Yo me construiré una casita con matrices explico el número nueve, del que
sé sabia que era muy orgulloso y se sentía superior a los demás por ser el
número de mayor valor.
Sin esperar mucho tiempo el número seis, el vago del grupo, hablo:
- Yo no necesito ninguna “House”, pues es un impedimento para vivir feliz en
este mundo que pronto se acabará. Todos sus compañeros lo escucharon
sin darle mucha importancia, pues sabían que era tan vago que cuando
consiguió trabajo en la fabrica de ecuaciones, sólo producía ecuaciones con
solución trivial.
Todos se habían expresado y sin embargo nadie quiso mezclarse con los
números que tenían ciertas deficiencias en su estructura física, pero ante esto
el número dos que era el más bondadoso dijo:
- Ustedes son libres de hacer lo que quieran, pero yo construiré una casita
compacta en la que albergare a mis amigos que ustedes consideran
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discapacitados, los cuales eran el número cuatro que era cojo, pues
cuando era niño se cayó de una división y se fracturó una pierna, la que se
la amputaron para poder salvarle la vida; el ocho que era siamés del cero y
el siete que quedo manco por negligencia matemática de un médico físico.
Los cuatro amigos se dispusieron a vivir juntos, pues desde mucho antes
siempre se apoyaron; tanto fue la solidaridad que al número cuatro lo ayudaron
a superar sus depresiones que lo habían obligado a vivir escondido debajo de
una raíz cuadrada, por sentirse marginado por los demás, por su discapacidad
física. Esta unidad los llevo a vivir siempre en un conjunto que les permitía ser
felices y expresarse sin ser marginados por los demás.
Solo faltaban participar a los primos del grupo, quienes eran el tres y el cinco,
que irónicamente manifestaron:
- Ja ja ja ja…, nos da igual como vivan ustedes, pues nosotros no
dependemos de nadie ya que cada uno es dueño de su cantidad numérica
de vida, así que cada uno haga su suma como pueda porque al final el
resultado será igual.
Pasaron los meses y cada número construyó su vivienda como lo habían
manifestado, llevando la forma de vida que ellos consideraban era la mejor. Al
cabo de unos años las condiciones fueron adversas para muchos de ellos, la
casa del uno que había sido de hiperplanos, se había convertido en un
montoncito de puntos insignificantes, producto de que este número no
trabajaba, por cuidar su figura, lo que lo obligó a devorar su propia casa; de la
misma manera la vivienda del nueve que había sido de matrices, se había
convertido en un esqueleto de incógnitas y columnas, resultado de los
continuos huracanes de problemas que pasaban por allí y que el nueve no
pudo resolver pues se encontraba totalmente solo; El seis y los primos, tres y
cinco, se cansaron de la vida errante que llevaban, dándose cuenta de lo
insignificante que era vivir sin sumar, ni solucionar problemas en su sociedad.
Tristes y casi acabados todos los números que habían caído en desgracia
volvieron a reunirse para analizar sus problemas y encontrar una solución; en
3
su debate se dieron cuenta que solamente el dos y sus amigos a los cuales
ellos consideraban diferentes y raros habían logrado triunfar, inmediatamente
tomaron una sucesión para llegar lo más rápido posible a la casa del dos y sus
amigos; al llegar los encontraron sembrando gráficos en sus huertos, pensaron
que los iban a recibir muy mal por todas las cosas que les habían hecho; pero
el dos al verlos llegar corrió a saludarlos muy amablemente, conjuntamente con
el cuatro que apoyándose del ocho logro avanzar y el siete que con su diminuta
mano los saludo efusivamente, los invitaron a pasar a su humilde casa la que
habían construido con mucho esfuerzo, compañerismo y mucho amor.
En la sala de aquella casa los números invitados les preguntaron como habían
logrado sobrevivir y estos les manifestaron a una sola voz, que gracias a la
solidaridad y el conocimiento del valor posicional habían logrado formar
números de cuatro cifras, lo que los hacia más fuertes y les permitía trabajar
mejor, alimentándose de los restos de las divisiones entre ellos y de los cultivos
de los huertos que ellos sembraban con matemático cuidado.
Después de compartir sus experiencias y problemas aún por resolver, llegaron
a la conclusión de que si se unían lograrían ser el mejor conjunto perfecto y
ordenado de todo el mundo numérico; Pero para esto tendrían que ser más
trabajadores y unidos, sin importar las diferencias entre cada uno de ellos,
fomentando la solidaridad entre todos los números, lo que los llevaría a
encontrar la ecuación cuadrática de la felicidad.
Pasaron los años y la ciudad de la recta numérica avanzó considerablemente
originando que los nueve números fueran elegidos representantes honorarios
de esta ciudad, generando luego que el país de los números que alguna vez
los había marginado, los premiara como la base numérica de todo esa nación.
Y colorín corolario colorado, matemáticamente perfecto este cuento se ha
terminado.
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  • 1. EL MUNDO DE LOS NÚMEROS PSEUDÓNIMO: EL CHIRINENSE Erase una vez nueve amigos los cuales eran el uno, el dos, el tres, el cuatro, el cinco, el seis, el siete, el ocho y el nueve, quienes vivían muy felices en el país ordenado de los números. Un buen día llego a visitarlos el funcionario del congreso numérico, llamado Don cero, el cual como era costumbre se encargaba de dar a conocer las distintas leyes que regían en el país de los números, avalado por la ley del elemento neutro, lo cual significaba que todo número aumentado en cero era siempre el mismo número; por lo tanto Don Cero podía visitarlos cuantas veces quisiera sin alterar en nada a los habitantes de aquel lugar; sin embargo aquél día Don cero traía una muy mala noticia para los nueve amigos, sin esperar mucho tiempo se puso frente a todos ellos y con voz autoritaria les manifestó: - Lo siento señores, tendrán que marcharse, el Congreso Numérico acaba de aprobar “la ley de Axiomatización de Números”, la cual prohibe la estancia de todos ustedes en este lugar, ya que no son necesarios para el progreso de nuestro de país, puesto que solo es suficiente un número para originarlos a todos ustedes, es decir que uno más uno es dos, uno más uno más uno es tres y así sucesivamente, hasta llegar al número nueve. Ante esto todos los números se entristecieron y sólo el uno tenia una expresión jubilosa en su rostro, el cual sin ocultar su orgullo dijo: - ¡Oh, vaya ¡ no tendré que irme. - Se equivoca usted, pues, también tendrá que irse, ya que el único número que se necesita para el progreso del país es un número de Baldor, rebatió enérgicamente el Cero. 1
  • 2. Muy apenados, los números recogieron sus pertenencias y fueron mucho más allá de los territorios finitos, a una ciudad denominada línea recta, gobernada por el emperador Pitagoras, amigo intimo del número dos. En esta ciudad los nueve amigos se dispusieron a comenzar una nueva vida, ya que en estos territorios no regia la ley de la axiomatización de los números. Muy confundidos los amigos no supieron que hacer y pronto la división surgió y en una discusión problemática todos manifestaron lo que querían hacer, - Yo me haré una casita con hiperplanos para no mezclarme con los demás, manifestó el uno, quien era tan obsesivo con su belleza física que siempre acudía al médico para realizarse sus análisis matemáticos los cuales eran demasiado rigurosos para no engordar. - Yo me construiré una casita con matrices explico el número nueve, del que sé sabia que era muy orgulloso y se sentía superior a los demás por ser el número de mayor valor. Sin esperar mucho tiempo el número seis, el vago del grupo, hablo: - Yo no necesito ninguna “House”, pues es un impedimento para vivir feliz en este mundo que pronto se acabará. Todos sus compañeros lo escucharon sin darle mucha importancia, pues sabían que era tan vago que cuando consiguió trabajo en la fabrica de ecuaciones, sólo producía ecuaciones con solución trivial. Todos se habían expresado y sin embargo nadie quiso mezclarse con los números que tenían ciertas deficiencias en su estructura física, pero ante esto el número dos que era el más bondadoso dijo: - Ustedes son libres de hacer lo que quieran, pero yo construiré una casita compacta en la que albergare a mis amigos que ustedes consideran 2
  • 3. discapacitados, los cuales eran el número cuatro que era cojo, pues cuando era niño se cayó de una división y se fracturó una pierna, la que se la amputaron para poder salvarle la vida; el ocho que era siamés del cero y el siete que quedo manco por negligencia matemática de un médico físico. Los cuatro amigos se dispusieron a vivir juntos, pues desde mucho antes siempre se apoyaron; tanto fue la solidaridad que al número cuatro lo ayudaron a superar sus depresiones que lo habían obligado a vivir escondido debajo de una raíz cuadrada, por sentirse marginado por los demás, por su discapacidad física. Esta unidad los llevo a vivir siempre en un conjunto que les permitía ser felices y expresarse sin ser marginados por los demás. Solo faltaban participar a los primos del grupo, quienes eran el tres y el cinco, que irónicamente manifestaron: - Ja ja ja ja…, nos da igual como vivan ustedes, pues nosotros no dependemos de nadie ya que cada uno es dueño de su cantidad numérica de vida, así que cada uno haga su suma como pueda porque al final el resultado será igual. Pasaron los meses y cada número construyó su vivienda como lo habían manifestado, llevando la forma de vida que ellos consideraban era la mejor. Al cabo de unos años las condiciones fueron adversas para muchos de ellos, la casa del uno que había sido de hiperplanos, se había convertido en un montoncito de puntos insignificantes, producto de que este número no trabajaba, por cuidar su figura, lo que lo obligó a devorar su propia casa; de la misma manera la vivienda del nueve que había sido de matrices, se había convertido en un esqueleto de incógnitas y columnas, resultado de los continuos huracanes de problemas que pasaban por allí y que el nueve no pudo resolver pues se encontraba totalmente solo; El seis y los primos, tres y cinco, se cansaron de la vida errante que llevaban, dándose cuenta de lo insignificante que era vivir sin sumar, ni solucionar problemas en su sociedad. Tristes y casi acabados todos los números que habían caído en desgracia volvieron a reunirse para analizar sus problemas y encontrar una solución; en 3
  • 4. su debate se dieron cuenta que solamente el dos y sus amigos a los cuales ellos consideraban diferentes y raros habían logrado triunfar, inmediatamente tomaron una sucesión para llegar lo más rápido posible a la casa del dos y sus amigos; al llegar los encontraron sembrando gráficos en sus huertos, pensaron que los iban a recibir muy mal por todas las cosas que les habían hecho; pero el dos al verlos llegar corrió a saludarlos muy amablemente, conjuntamente con el cuatro que apoyándose del ocho logro avanzar y el siete que con su diminuta mano los saludo efusivamente, los invitaron a pasar a su humilde casa la que habían construido con mucho esfuerzo, compañerismo y mucho amor. En la sala de aquella casa los números invitados les preguntaron como habían logrado sobrevivir y estos les manifestaron a una sola voz, que gracias a la solidaridad y el conocimiento del valor posicional habían logrado formar números de cuatro cifras, lo que los hacia más fuertes y les permitía trabajar mejor, alimentándose de los restos de las divisiones entre ellos y de los cultivos de los huertos que ellos sembraban con matemático cuidado. Después de compartir sus experiencias y problemas aún por resolver, llegaron a la conclusión de que si se unían lograrían ser el mejor conjunto perfecto y ordenado de todo el mundo numérico; Pero para esto tendrían que ser más trabajadores y unidos, sin importar las diferencias entre cada uno de ellos, fomentando la solidaridad entre todos los números, lo que los llevaría a encontrar la ecuación cuadrática de la felicidad. Pasaron los años y la ciudad de la recta numérica avanzó considerablemente originando que los nueve números fueran elegidos representantes honorarios de esta ciudad, generando luego que el país de los números que alguna vez los había marginado, los premiara como la base numérica de todo esa nación. Y colorín corolario colorado, matemáticamente perfecto este cuento se ha terminado. 4
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