Entre 1810 y 1879, Chile experimentó un período de expansión económica y desarrollo social a pesar de las dificultades de la independencia. Se destacaron las obras públicas como el primer ferrocarril de Chile y Sudamérica, y la mejora de caminos y vías férreas, que impulsaron la urbanización. Esto tuvo un gran impacto social al permitir que la clase media accediera a nuevos cargos y facilitar el comercio, especialmente de la minería.