DIOS EXISTE & ES CATÓLICO
Edición especial de aniversario
DIOS EXISTE
&
ES CATÓLICO
COLECCIÓN DEBATES
Editorial Surgite!
2022
ACLARACIÓN
El presente volumen reúne —por primera vez— dos obras
independientes pero que, por su continuidad lógica y en
beneficio de los lectores, demandaban ser publicadas juntas.
PARTE I
"Porque he visto que Dios lo hace todo,
sin importar lo pequeño que sea,
y que nada es producto de la casualidad,
sino todo de Su sabiduría omnisciente.
Si algo parece casualidad a la vista
del hombre, nuestra ceguera y
falta de conocimiento es la razón".
SANTA JULIANA DE NORWICH (1342—1416)
“Revelaciones del Amor Divino”, cap. 11.
Presentación
Tenemos la impresión de que son los hechos los que dan
forma a nuestras vidas y, por consecuencia, todo lo que hemos
vivido —o no— es lo que nos hace ser lo que somos. Desde esa
experiencia podemos esperar un futuro determinado y hasta
predecir nuestras conductas, juicios y reacciones.
Sin embargo, hay una realidad anterior a los hechos: son las
ideas de las cosas. En efecto, según creemos y entendemos las
cosas construimos lo que podemos esperar, que es una forma de
realidad. Basta con analizar la vida de una persona con un fuerte
trauma o una experiencia prodigiosa, para ver hasta qué punto
limita o expande sus posibilidades en la vida.
Esas ideas nacen de preguntas, grandes y menores, que nos
hacemos como individuos y como grupos. Dentro de esas
grandes preguntas, la existencia de Dios ocupa el primer lugar,
aunque no nos demos cuenta. Pero son tantas las consecuencias
de esa respuesta que las vidas, sociedades y culturas, con sus
proyecciones y explicaciones, se derivan de ella.
Una divinidad indiferente al bien o el mal, una que exige
sacrificios humanos, o no existe y son moralmente indiferentes
nuestros actos, son posibilidades que darán forma a una sociedad
y a la vida de una persona con destinos muy distintos.
* * *
Esa pregunta vital se registra desde el inicio de los tiempos.
No hay pueblo que de alguna manera u otra haya tratado de
resolverla y actuar en consecuencia.
De hecho, los grandes conflictos de la humanidad se han
dado en torno a las consecuencias prácticas y teóricas de las
religiones. Y si la respuesta fuese que sin ellas viviríamos en paz,
baste con estudiar los mayores crímenes masivos, las mayores
crueldades y veremos que se han dado en sistemas ateos y
materialistas.
Por eso la crisis de la Santa Iglesia, con su deriva desde las
denuncias de San Pio X sobre el modernismo, afecta tanto a la
sociedad.
La misma crisis en la Santa Iglesia dota al problema de una
urgencia absoluta: en tanto Dios existe todo nuestro sistema de
vida, con sus valores, prioridades, formas y usos sociales,
culturales, legales y morales, dependen de esto.
A lo largo del siglo XIX tuvo lugar el centro de los combates
que venían inflamando las sociedades civilizadas desde el golpe
de la llamada “ilustración”. De un lado y del otro lo mejor de los
espíritus y todo el ardor de las sangres se enfrentaron en la prensa,
en las cátedras y en la calle misma debatiendo sobre la existencia
de Dios. Y unos le proclamaban y otros le negaban. Aquí quienes
con erudición apabullante lo demostraban y allí otros que con
audacia infinita le declaraban muerto o, incluso, que nunca
existió.
Con el triunfo de las ideologías derivadas de la masonería y
sus secuaces, la prensa, el arte y los movimientos ideológicos se
congregaron en torno al ateísmo teórico o práctico. Otros optaron
por evadir el problema acomodándose en el indiferentismo,
sugiriendo que da lo mismo si existe o no y que, por
consecuencia, no podemos juzgar a otro.
Derrotados en el terreno de la lógica y las ideas, unos y otros
quisieron dar la sensación de que el problema estaba resuelto. No
pudiendo negarlo, comenzaron a actuar y a hablar “como si” no
existiese. Surgieron teorías que se impusieron como verdades y
desde estos supuestos, a veces científicos y otras veces no, se
insufló a la sociedad, progresivamente más inculta y barbárica,
la noción de que lo serio, lo científico y lo racional era negarlo.
O ser indiferentes. Así llegamos a una ciencia sin Dios, a una
economía, a unas leyes, a modas, cultura y hasta religiones sin
Dios en lo práctico.
Con todo esto en mente hoy nos levantamos y proclamamos
la existencia de Dios. Abrazamos los estandartes de una fe
ardiente, segura y caritativa. Una fe que no es sólo emoción, sino
que tiene la seguridad de la razón, de los hechos, y que se basa,
por añadidura, en lo Revelado y afirmado por la Tradición
bimilenaria de la Santa Iglesia.
Comenzamos esta pequeña obra, por lo tanto, con el primer
fundamento de la fe. Con este punto resuelto, avanzaremos hacia
una profundización que ahora, todavía, no tiene sentido. Ya lo
veremos en la segunda parte del libro.
A los pies de María Santísima —a quien Dios nada niega y
quien nada niega a Sus devotos— depositamos estos esfuerzos y
encomendamos nuestra esperanza de obtener triunfos sobre las
almas para gloria de Dios. Quiera Ella acompañar nuestros
esfuerzos apostólicos y hacer de éstos Su triunfo sobre la Tierra
para el bien de las almas y gloria de la Santa Iglesia.
En Roma, a 21 días del mes de abril de 2022, fiesta de San
Anselmo de Canterbury, Obispo y Doctor de la Iglesia.
¿Dios existe?
Nadie ha hecho hasta hoy un mejor trabajo para demostrar
distintas vías para descubrir la existencia de Dios mediante la luz
de la razón natural que el de Santo Tomás de Aquino. Aunque
numerosos detractores han creado debates al respecto, ningún
escéptico ha podido hasta ahora dar una respuesta acabada y
sólida que derribe la lógica detrás de estos argumentos.
Si Dios no existe, entonces cualquier creencia al respecto, la
vida después de la muerte, los códigos de conducta, las virtudes
desprendidas y el perfeccionamiento, entre otros, son sólo
pensamientos ociosos, suposiciones, o meras manipulaciones,
como tantas veces se ha dicho. Sin embargo, si existe, todo
aquello adquiere relevancia y nos obliga a prestarle atención, a
comprender más y a actuar en consecuencia. Si Dios existe no
podemos, como Sus criaturas, serle indiferentes o contradecirle,
porque si Él es real nosotros tenemos una razón de ser que va más
allá de una reunión casual de moléculas que luego se disolverán
en la nada de un universo sin sentido.
Pero no es todavía el tiempo de pensar en qué haremos
cuando creamos en Su existencia, porque de momento nos
enfrentamos a lo más básico, con o sin lo cual todo es diferente.
Con la raíz, el árbol puede existir y tener mil ramas, a las que
podemos acceder, observar, explicar y actuar en concordancia.
Sin la raíz, el árbol (si aun así existe) está muerto, y sólo nos
queda hacerlo leña para calentarnos en el frío de nuestra
inutilidad.
Se quisiera tratar temas más desarrollados después de los
sólidos razonamientos ya recibidos antaño en este aspecto, pero
se hace necesario ajustar a la mentalidad de estos tiempos esa y
otras explicaciones, para ayudar al hombre moderno a
comprender algo que hace siglos que se sabe con seguridad, pero
que por falta de comprensión hoy se niega sin pudor alguno.
Vamos entonces a dedicarnos a sopesar algunas de las
formas en que se puede llegar a la conclusión de que Dios sí
existe, sosteniendo y nutriendo a un árbol que está vivo. Algunas
de estas reflexiones ya han sido muchas veces expuestas desde
que sus primeros autores las pensaron y explicaron, otras en
cambio son algo más novedosas. Pero lo que buscaremos aquí no
es la novedad, sino razones contundentes y claras a nuestra
mentalidad actual para creer o para dejar de hacerlo.
Pasemos entonces a los distintos razonamientos. Todos
tienen un método seguro que nos pueden ayudar en nuestra
reflexión, pero posiblemente algunos tocarán más que otros al
proceso de entendimiento de cada quien. Veámoslos
simplificados para comprensión general, sin términos filosóficos
que puedan confundir a los pocos habituados a su lenguaje.
Empecemos…
¿Quién creó y mueve al móvil?
Comenzaremos con un ejemplo sencillo: La vida es
animada, es decir, tiene movimiento. Para que usted pueda tener
vida debió recibirla de otro ser con vida, porque no puede nacer
vida de lo inerte (inanimado). Ese ser recibió vida a su vez de
otra anterior, y ésta de otra, y así sucesivamente hasta alcanzar
un origen.
Desde nosotros podemos retroceder hasta un primer hombre
(ahora hay siete mil millones de seres humanos, antes hubo dos
mil millones, antes cincuenta millones, antes cien mil, antes
quinientos, antes diez, antes dos, antes uno), pero, ¿y antes?
¿cómo llegó él aquí?
Nada surge espontáneamente. No vamos caminando por las
calles y aparece vida de la nada —como generación
espontánea— ante nosotros. El que ha dado cuerpo y vida
(movimiento y causa) a los seres y sistemas en un principio es
lo que ahora llamaremos Dios: Quien no tuvo que ser creado
por nada más.
Sin embargo, no faltarán quienes digan que esto es
perfectamente explicable a través de la gran explosión original y
posterior evolución de la vida. Ya hablaremos más adelante de
este punto específicamente, pero de momento podemos asegurar
que ni siquiera la evolución contradice el hecho de que la
conjunción animada de elementos que forman a un ser vivo es el
primer Creador, aunque se tratara de la reunión perfecta de
elementos que produjeron algo coherente y vivo en lugar de un
nuevo caos. Pero no nos adelantemos: explicaremos después por
qué es imposible, sin una inteligencia ordenadora en juego, que
esto sucediera.
Por ahora afirmaremos que dicho originador no podría
depender de nada más para tener vida. Y a ese causante de la
existencia de todo lo demás es a lo que llamaremos Dios.
Por otra parte, si rastreamos cualquier tipo de movimiento
que observemos en el Universo (el crecimiento de un vegetal, la
trayectoria de los astros, un pensamiento, una canica girando en
el suelo, etc.) llegaremos nuevamente a un origen que debe
bastarse a sí mismo, es decir, que no requiera de nada previo que
lo mueva.
El universo es la suma total de todo lo que se mueve, no
importa cuántas cosas sean. Todo el universo está en proceso de
cambio. Pero el cambio requiere una fuerza externa que lo
mueva, porque si no, simplemente no se movería. Imagine
partículas de polvo: necesitan del viento para moverse, o de
alguien que las agite, o de cualquier otra causa externa a sí
mismas. Si no existe esa causa, se quedarán detenidas en su lugar.
Ahora piense en el mecanismo de un reloj. Una pieza mueve a
otras, que a su vez actúan en las siguientes.
Nada de lo que existe en el universo puede moverse sólo,
por sí mismo. Aún nuestros movimientos requieren de voluntad
y energía, sin los cuales no sucederían. De esto deducimos que
tiene que haber una fuerza externa al universo, algo que le
trascienda y le haga moverse. Esto es lo que llamamos Dios.
Si no hubiera nada externo al universo material, entonces no
habría causas en el universo para el cambio. Pero cambia. Y eso
demuestra que tiene que existir ese causante externo. El universo
es la suma total de toda materia, espacio y tiempo. Estas tres
cosas dependen unas de otras. Entonces, ese ser externo al
universo está fuera de la materia, el espacio y el tiempo. Es la
fuente inmutable del cambio. Sin ella, no ocurriría nada. No
tiene por qué ocurrir.
La causa original puede verse en cualquier hecho de la vida,
que nos llevará inevitablemente a retroceder hasta Dios. Por
ejemplo: yo ahora pienso en este argumento. Lo hago porque
deseo que usted lo comprenda, y para ello he estudiado al
respecto, investigado y reflexionado. Eso ha ocurrido porque he
sentido curiosidad. La curiosidad ha sido educada por personas
que sabían de sus materias. Puedo seguir retrocediendo a través
de esas personas y la forma en que adquirieron sus
conocimientos, o también a través del motivo por el que pude
estudiar. Tomemos ése: he podido estudiar porque mis padres
costearon mis estudios. Ellos lo hicieron con la ganancia de su
trabajo. Ese trabajo lo consiguieron después de aprender su
profesión, que a su vez fue posible gracias al trabajo de sus
propios padres. Así puedo seguir retrocediendo a mis abuelos,
bisabuelos, tatarabuelos, y la cadena continuará hasta el primero
que ha existido sobre la tierra y la forma en que sostuvo su vida,
en un orden lógico. Todo lo que sucede, aún sorpresivo como
un accidente, puede rastrearse en una cadena de hechos y
situaciones previas.
Luego seguimos: para que un animal encontrara cómo
alimentarse tiene que antes haber sentido hambre. El hambre se
debe a que es un ser vivo que necesita una fuente de energía para
moverse, algo externo a sí mismo. Ese alimento a su vez se
alimenta de algo más, y podemos seguir retrocediendo. Todo
movimiento o acto requiere de uno anterior que lo haya
provocado, hasta que alcanzamos a aquel que sólo es generador
y no requiere de nada previo. El ciclo no puede ser infinito:
todo tiene un inicio, como probaremos a continuación.
Pero antes resumamos con Aristóteles, príncipe de los
filósofos, quien, ciñéndose a este razonamiento, dijo: "no podría
explicarse la coordinación y armonía de los movimientos sin
aceptar la existencia de Dios".
La nada… nada es
Podemos notar que las cosas existen y dejan de existir. Un
árbol, como en el ejemplo antes mencionado, crece de una
pequeña semilla, florece, languidece, muere y finalmente
desaparece. Cualquier cosa que llegue a existir y luego deje de
hacerlo podría nunca haber existido: nosotros, una casa, el perro,
etc.
Si el universo comenzó a existir, quiere decir que podemos
retroceder hasta su origen, como al de cualquier cosa que haya
comenzado a existir dentro de él. La cadena hacia atrás no puede
ser infinita dentro del tiempo, porque si lo pensamos, si así fuera
nunca llegaríamos al eslabón actual, a este momento, porque el
pasado temporal sería infinito, interminable. Siempre,
eternamente, estaríamos atrapados en esa cadena sin alcanzar el
presente. El tiempo, por lo tanto, no puede ser infinito al menos
hacia atrás.
Esto quiere decir que hubo un momento en que el universo
con sus leyes no existía. Pero de la nada, nada sale. Entonces,
el universo no podría haber comenzado a existir, para luego
generar la famosa explosión. Para que lo hiciera es necesario un
ser o causante que no tuviese que existir por nada previo, es
decir, increado. Que no tenga un tiempo en que no existía, o sea,
que esté fuera del tiempo, lo que dentro de nuestros medios
humanos se tendría que resumir incorrectamente como que “ha
existido siempre”.
Entonces, si retrocedemos hasta el origen finito del universo,
al inicio de todo, encontraremos que es absolutamente necesario
algo que lo produjera. Si ese “algo” hubiese a su vez sido creado
por otro “algo” más, entonces ya no sería el primero ni increado.
Cuando alcanzamos el primero, el que no ha sido creado por
nadie, el que ha generado todo lo que vino después, ahí hemos
llegado hasta Dios. Sin Él como originador, repetimos, nada
existiría.
Hemos visto un nuevo argumento, pero no vamos a
detenernos allí. Todavía queda mucho camino, y seguiremos con
otro más.
Orden e inteligencia versus caos y absurdo
Ahora vamos a adentrarnos en otro aspecto de nuestro
universo: su perfección y complejidad, abordando a su vez el
prometido punto acerca de la generación caprichosa y posterior
evolución como explicación de la existencia. Este será el capítulo
que más desarrollaremos, porque además de la lógica es posible
apoyarse también en la ciencia, de la que nos serviremos para
ayudar a aquellos que consideran sus argumentos como la única
y última palabra.
Observemos, para empezar, la anatomía humana, con sus mil
mecanismos que “encastran” a la perfección para dar todas sus
cualidades y capacidades al hombre, permitiéndole vivir y
desarrollar diversas habilidades tanto para subsistir como para
desarrollarse. Podemos detenernos en algo, y lo haremos
observando uno sólo de los múltiples sistemas de que se sirve
nuestro organismo para funcionar correctamente, viendo así la
maravillosa complejidad que poseemos.
Veamos por ejemplo el sistema respiratorio. Su función es
incorporar oxígeno al organismo, para que al llegar a las células
se produzca la "combustión" y poder así "quemar" los nutrientes
y liberar energía. De esta combustión quedan desechos, como el
dióxido de carbono, el cual es expulsado al exterior a través de la
expiración.
El proceso se inicia en la nariz, donde los cilios nos permiten
oler y el aire se humedece, calienta y purifica para ingresar al
cuerpo. La faringe y la laringe conducen ese aire, que en el caso
de la última es utilizado además para producir el sonido, a través
de las cuerdas vocales que allí se alojan. Luego llegamos a la
tráquea, donde su superficie mucosa actúa como bactericida y en
la que se adhieren las partículas de polvo que no fueron filtradas
por las vías respiratorias superiores. Más adelante ésta se divide
en dos bronquios que se dividen de nuevo, una y otra vez, en
bronquios secundarios, terciarios y, finalmente, en unos 250.000
bronquiolos.
Los bronquios son las diversas ramificaciones del interior
del pulmón, terminando en los alvéolos pulmonares que tienen a
su vez unas bolsas más pequeñas rodeadas de una multitud de
capilares por donde pasa la sangre, se purifica y se realiza el
intercambio gaseoso. Los pulmones contienen unos 300 millones
de alvéolos. Y finalmente en este sistema está el diafragma, que
es un músculo que separa la cavidad torácica de la abdominal, y
al contraerse permite la entrada de aire a los pulmones.
Solamente para que podamos incorporar oxígeno a
nuestro organismo — uno de los muchísimos procesos que
realiza nuestro cuerpo para vivir y moverse — existe este
sistema altamente especializado y perfecto. Cualquiera de sus
elementos en malas condiciones u orden acaba con su correcto
funcionamiento, y nos enfermamos o morimos. La complejidad
increíble de este único sistema ¿puede haber surgido “porque
sí”? ¿Qué hace que algo tan perfecto tenga lugar si no es una
inteligencia que así lo ordena?
Podemos observar de la misma forma el sistema digestivo,
el cardiovascular, nuestra estructura ósea, el sistema
reproductivo, los sentidos, etc. Pero esto podría no terminar de
impresionarnos porque, después de todo, el cuerpo humano es
muy avanzado dentro de la escala jerárquica de la vida y pudo ser
– aunque difícilmente – producto de la casualidad. Por eso,
detengámonos un momento a pensar en algo muchísimo más
pequeño y elemental: la célula.
Una célula viva, unidad básica de cualquier ser viviente, es
enormemente compleja. Cada célula es un mundo atestado de
hasta doscientos billones de grupitos de átomos llamados
moléculas. Nuestros 46 ‘hilos’ de cromosomas, conectados,
medirían más de dos metros puestos uno después del otro. Sin
embargo, el diámetro del núcleo que los contiene mide menos de
una centésima de milímetro.
Cada una de las células – y son más de cien billones en
nuestro caso – funciona como una ciudad amurallada. Plantas
energéticas producen la energía necesaria. Fábricas crean
proteínas, unidades vitales del comercio químico. Complejos
sistemas de transportación sirven para guiar a sustancias
químicas específicas de un lugar a otro de la célula y más allá de
sus límites. Centinelas en las barricadas controlan los
intercambios, y examinan el mundo externo en busca de señales
de peligro. Ejércitos biológicos disciplinados se mantienen listos
para luchar contra posibles invasores. Un gobierno genético
centralizado mantiene el orden. En un recipiente que mide 0,0025
de centímetro, de lado a lado, se encuentran la membrana celular,
los ribosomas, el núcleo, los cromosomas, el nucléolo, el retículo
endoplasmático, las mitocondrias, el aparato de Golgi y los
centríolos encargados entre todos de hacer que este increíble
sistema microscópico funcione a la perfección.
Y entonces nos preguntamos ¿es posible que el azar
produjese esto? Aún si así fuese, “algo” tendría que ser
responsable de que se generara este orden y constantemente
avanzase hacia algo mejor, en lugar de destruirse y desaparecer
en el caos que supuestamente había en su entorno al comenzar a
existir la primera. Porque pensémoslo, ¿por qué causa el caos se
auto— ordenaría, y no sólo eso, sino que además se conservaría
y evolucionaría hacia formas aún más complejas?
¿Cómo sabría aquella primera célula que tenía que
defenderse de posibles enemigos (incluso medioambientales),
que debía alimentarse, que tendría que reproducirse? ¿Quién le
indicó todo aquello? ¿Podemos afirmar que además de su
complejísimo sistema, venía también equipada de un "instinto"
de supervivencia? ¿por qué?
Pero sigamos observando en lo más pequeño de lo pequeño:
las proteínas. Las necesarias para la vida tienen moléculas muy
complejas. La probabilidad de que se forme una de esas proteínas
de los veinte aminoácidos necesarios para la vida dentro de más
de cien como existen, es de 10113
(1 seguido por 113 ceros). Y
cualquier suceso que tiene sólo la probabilidad de 150 es
rechazado por los matemáticos como algo que nunca sucede.
Agreguemos a esto que no alcanzaría con una, sino que se hacen
necesarias 2.000 de ellas para la actividad celular. ¿Qué
probabilidad hay de obtener todas estas al azar? ¡Sólo de una
sobre 1040.000
! Esto muestra matemática y lógicamente que la
formación espontánea de vida es algo imposible, sin agregar
siquiera a la ecuación que debe ocurrir en un mismo tiempo y
espacio.
Fred Hoyle y N.C. Wickramasinghe, los dos astrónomos
originalmente evolucionistas que intentaron durante años probar
la posibilidad real de que esta “casualidad” ocurriera, terminaron
reconociendo:
“Los números que ya hemos calculado y señalado son
esencialmente imposibles de afrontar. A no ser que uno se deje
dominar por el prejuicio, sea debido a creencias sociales o
debido a educación científica, de modo que acepte la convicción
de que la vida se originó espontáneamente en la Tierra, este
simple cálculo (las probabilidades matemáticas contra ello)
desestima tal idea completamente”.
Y ya querrían algunos que éste fuese el único problema para
sostener su teoría. Además de ser absurdamente pequeña la
posibilidad de que esto ocurriese por accidente, hay aún más
dificultades: tiene que haber una membrana que envuelva a la
célula. Pero esta membrana es extremadamente compleja e
“inteligente”, compuesta de moléculas de proteína, azúcar y
grasa. Más difíciles aún de obtener que estas son los nucléolos,
unidades estructurales del ADN. La probabilidad de formar
siquiera la más sencilla de las histonas (responsables del
gobierno de la actividad de los genes dentro del ADN) es de 20100
,
otro número enorme, mayor —para darnos una idea— que el
total de todos los átomos de todas las estrellas y galaxias que se
pueden ver mediante los mayores telescopios astronómicos, que
viene a agregarse a la larga fila de cifras estratosféricas, todas
sumadas a las anteriores.
¿Puede usted, entonces, entender el absurdo de que aun
suponiendo que se cumpliese la generación accidental de un solo
aminoácido, deberían ocurrir en el mismo momento y lugar (sólo
diez minutos después o a un simple centímetro de distancia ya no
serviría) la generación de otros diecinueve más para sólo con ello
obtener una simple proteína? ¿Y que luego necesitaríamos 1999
más —también en el mismo espacio y lugar— para obtener las
requeridas para la actividad de una única célula?
Y si haciendo un acto de fe sobrenatural lo creyésemos, aún
nos quedaría averiguar algo: ¿cómo se conservaría, reproduciría
y sobreviviría esa sola, triste y abandonada célula? ¿de qué se
alimentaría en medio del caos hasta el momento estéril? ¿qué o
quién le habría “enseñado” que debe hacerlo? ¿cómo resistiría en
un mundo en que no hay vegetales —organismos más complejos
que una simple célula— que produzcan la fotosíntesis causante
de la liberación de oxígeno, y por tanto carente de todo alimento,
por dar un simple ejemplo? ¿Cómo evitaría cocinarse en una
Tierra sin atmósfera que la protegiese de la efusión de rayos
ultravioletas?
Ni siquiera en condiciones de laboratorio se ha podido
probar que la reunión de los elementos químicos produzca vida.
Y esto contando con que el científico sabe lo que está intentando
lograr y es, por tanto, la “inteligencia externa” de la que se carece
según la teoría evolucionista.
Una conjunción caprichosa de “ingredientes”, ¿cómo
sabría que tiene que defenderse, nutrirse, reproducirse para no
desaparecer? Si así fuese, estaríamos frente a un auténtico
milagro. En palabras de Anthony van Leeuwenhoek,
microbiólogo: "Habría sido un milagro obtener estas moléculas
por casualidad".
Pero además de lo dicho, volvamos al hecho de que no se ha
podido producir vida en un laboratorio. ¿Por qué? El científico
crea una mezcla de químicos, pero allí no hay vida. Un cadáver,
por su parte, tiene los aminoácidos, las células, los órganos
necesarios, pero tampoco está vivo. ¿A qué se debe que la
conjunción de elementos no signifique el inicio de la vida?
Tal como en los anteriores ejemplos —y si no nos
hubiésemos cansado ya de tanto absurdo— podríamos continuar
con la impresionante complejidad de toda la naturaleza: sus
ciclos climáticos, el ecosistema, el orden de los astros, la
impresionante variedad de especies, el instinto animal, las leyes
físicas, y así seguiríamos con cada una de las millones de ramas
que existen.
Hemos visto la molécula, y no tuvimos respuesta, luego nos
preguntamos ¿qué causó el orden cósmico y no más caos? Todo
esto nos mueve inevitablemente a hacernos una vez más estas
preguntas sencillas: ¿Acaso es posible un orden tan perfecto y
complejo, con billones de interrelaciones, sin una inteligencia
externa que lo dispusiera así? Si ha quedado claro que es
imposible que fuese fruto de la simple casualidad, ¿cómo pudo
haber sucedido?
Agregaré de momento una nueva reflexión lógica respecto a
la evolución, y es que lo menor no puede lo mayor. Esto significa
que algo superior puede hacer lo que entra dentro de sus
capacidades porque es igual o inferior, pero no sucede al revés
con lo inferior. Por ejemplo: una inteligencia en verdad superior
puede despojarse de conceptos complejos para ponerse a la altura
de una en verdad inferior, pero la inferior no podrá estar a la
altura de la superior. Este principio también se traslada al mundo
material. De un ser complejo, con patas, piel, huesos, carne,
órganos, etc., podemos extraer una parte. Pero de una parte (un
dedo por ejemplo), no podemos sacar el todo, que es mayor a sí
misma. Y así: un vaso grande puede contener el agua de uno
pequeño y agregar más. Pero el pequeño no puede contener toda
el agua del vaso mayor.
Esto significa que un ser inferior no puede sacar de sí más
de lo que él es. Puede desarrollar algo que tiene potencialmente,
como de una semilla saldrá una planta, pero no puede superar su
naturaleza vegetal para ser algo mayor, transformándose en un
miembro del reino animal, por ejemplo.
Sólo existe una forma razonable de creer que lo menor
puede lo mayor, y sería a través de un acto deliberado y
milagroso (extra natural) por parte de Dios. Es lógico: quienes
creen que esto es posible están sosteniendo que una inteligencia
previa y externa (alguna forma de Dios, según ellos la entienden)
ordenó la evolución para que de algo menor saliese cada vez algo
mayor, contrariando las leyes de la naturaleza.
¿Y quiénes son los que creen que nos vamos purificando y
acercando paso a paso a nuestra supuesta verdadera esencia
divina? Los gnósticos, que dicen que todo es Dios y por tanto hay
que evolucionar hasta que en el último estadio podamos
volvernos conscientes (a través de la iluminación) de nuestra
unión con el Todo, velada hasta ese momento por la ilusión de
creernos separados.
Esto implica la evolución del hombre a un estadio en que las
capacidades paranaturales (telekinesis, precognición, telepatía,
etc.) sean comunes a todos (progresivamente cada vez a más
individuos), por ejemplo, como forma de acercamiento siempre
mayor a los ámbitos espirituales y despojo gradual de la materia
(cuerpo). Hasta finalmente llegar a ser sólo espíritu y lograr
vivenciar constantemente la esencia divina1
.
Vale decir que la evolución, más que una premisa
cientificista (y aunque sirva a efectos antirreligiosos exotéricos a
ciertas mentes poco inquietas), es gnóstica ante todo. La
evolución hacia la toma de consciencia de nuestra esencia divina,
creen de una forma u otra quienes sostienen esta base, ocurre a
través del desarrollo de las especies, a través de la
espiritualización del hombre y también a través de las
reencarnaciones (cada vez más depuradas y superiores). De
gnosticismo y su verdad o falsedad ya hablaremos mas adelante.
De momento sólo nos concentramos en la prueba de la existencia
divina.
Podríamos escribir un grueso volumen sobre las distintas
causas de la imposibilidad de la evolución, como otros
investigadores han hecho y se les mantiene en el desconocido
silencio, pero por ahora nos contentamos con hablar sólo de
algunas de las inconsistencias que demuestran su error.
1
Esta es la modalidad expresada por obras de carácter nuevaerista,
también orientales, y películas del estilo de X Men (un nuevo salto
evolutivo), o incluso Matrix, donde el descubrimiento de la ilusión
permite la manipulación de la falsa existencia, como ocurre en el
recibidor de la vidente o en las diversas pruebas de concientización del
protagonista.
Pensamos seriamente la posibilidad de hacer dicha obra en un
futuro próximo.
Pero mientras tanto ha quedado claro, ya con esta pequeña
demostración de probabilidades antes expuesta, que ésta no es la
respuesta a nuestra existencia. Pero continuemos, aun así. ¿Qué
nos dicen personas de verdadero espíritu científico respecto a las
bajísimas probabilidades del surgimiento espontáneo y su
supervivencia, que ya hemos explicado?
Ante la total imposibilidad de probar que las cosas pueden
haber ocurrido azarosamente, y por la grandeza y perfección del
universo en que vivimos, grandes científicos de todos los tiempos
también han tenido que replantearse la posibilidad de una
creación inteligente. Veamos a algunos hablarnos desde sus
campos de competencia:
“La probabilidad de que la vida se originara de modo
accidental es comparable a la probabilidad de que el
diccionario no abreviado fuera el resultado de una explosión en
una imprenta” (Edwin Conklin, biólogo).
"Por el conocimiento de Su obra, lo conoceremos a Él".
(Robert Boyle, químico, físico)
“Basta con contemplar la magnitud de esta tarea para
admitir que la generación espontánea de un organismo vivo es
imposible”. (George Wald, bioquímico)
"Un astrónomo incrédulo es un loco". (Edward Young,
astrónomo)
“El hombre honrado, armado con todo el conocimiento que
nos está disponible, sólo podría declarar que, en algún sentido,
parece que el origen de la vida es casi un milagro”. (Francis
Crack, biólogo)
"Todos los descubrimientos humanos parecen ser hechos
sólo con el propósito de confirmar más y más fuertemente las
verdades que vienen de lo alto y están contenidas en los escritos
sagrados". (John Herschel, astrónomo, químico, filósofo de la
Ciencia)
"Cuanto más estudio a la naturaleza, más me maravillo del
trabajo del Creador". (Louis Pasteur, medico, químico, físico,
bacteriólogo, inmunólogo)
"Es difícil para mí comprender a un científico que no
reconoce la presencia de una racionalidad superior detrás de la
existencia del universo, tanto como me costaría comprender a un
teólogo que negara los avances de la ciencia". (Wernher von
Braun, científico espacial, padre de la Cohetería)
Entonces ¿no es lógico sostener con ellos que no es posible
que todo provenga de una casualidad sin sentido? ¿Cuál es la
causa de nuestra existencia y de la perfección ordenada de los
millones de sistemas y sub—sistemas que conviven y se
sostienen mutuamente interactuando entre sí en el universo?
¿Por qué habría de avanzar hacia algo superior en lugar de que la
única porción de orden volviese rápidamente a ser absorbida por
el caos imperante?
Como dijo el astrónomo Robert Jastrow: “Los científicos no
tienen prueba de que la vida no haya sido el resultado de un acto
de creación”. Al parecer, sólo quieren negar que así fuese, como
lo han demostrado las múltiples falsificaciones de eslabones
perdidos y el silenciamiento de obras que demuestran seria y
extensamente la imposibilidad de la famosa teoría.
Y así como en el ejemplo científico, volveré a preguntar: Si
explotase una imprenta, ¿podría ocurrir que se formase
“accidentalmente” un diccionario? Y esa pequeña obra humana
no sería ni una minúscula arenilla en relación al universo en que
vivimos. ¿Lo ha pensado?
Para que algo se ordene, funcione, sostenga a otros
sistemas, se relacione adecuadamente con otras cosas también
ordenadas y no se destruya tan caprichosamente como apareció
tiene que haber una inteligencia detrás de sí sosteniéndole e
instándole a mejorar, por lo que – aún si fuésemos capaces de
seguir manteniendo tamaña improbabilidad – deberíamos
afirmar que fue un milagro, es decir, un hecho no natural.
Ahora pensemos una cosa más, que dificultará aún más la
posibilidad de la evolución y es tan razonable como las
anteriores: Supongamos que las primeras formas de vida
hubiesen logrado sobrevivir y desarrollarse como ya hemos visto
que es prácticamente imposible que sucediera, llegaría el turno
de evolucionar hacia formas superiores de vida. Para que esto
fuese posible, la mutación superior (y no una mera malformación
estéril como las hay tantas en la naturaleza) debería producirse al
mismo tiempo y en el mismo lugar (una vez más) en un macho y
una hembra en la misma edad reproductiva fértil, capaces de
heredar su mutación a sus crías.
Esto significa que tendrían que nacer dos seres vivos (macho
y hembra) en el mismo espacio temporal y físico, reproducirse
entre ellos y no con otros especímenes sin la mutación, transmitir
su particularidad a las crías y que estas fuesen suficientes para
poder a su vez perpetuar la nueva modificación. ¡No una, sino
cientos o miles de veces desde la ameba hasta el ser humano!
¿Volvemos a hablar de números siderales que prueban la total
improbabilidad de este hecho?
Además de lo expuesto, debemos atender con mayor
seriedad al tema del progreso. Aquí se hace importante aclarar
que las cosas libradas a sí mismas decaen inevitablemente.
Nada mejora porque sí. Deje un queso sobre una mesa por un
buen tiempo y verá el resultado. No se alimente. No limpie su
casa. No se ejercite. ¿Qué sucede? Todo tiende a la decadencia
cuando es abandonado a sí mismo. Aquella improbable primera
célula no tendría por qué haber evolucionado. ¿Por qué
convertirse en algo aún más elaborado y complejo en vez de
morir apenas “nacida”?
A esa inteligencia que hace que todo exista en primer
lugar, luego funcione bien y sirva a su vez a algo más en un
sistema de engranajes precisos la llamamos Dios.
En palabras de Sócrates: "Cualquier cosa que exista para un
propósito útil debe ser el producto de una inteligencia". Dios es
la única explicación posible a todo lo que hemos expuesto. Sólo
a través de Dios podemos aceptar que de la nada —de la que
también habría de salir el supuesto caos original, funcional dentro
del tiempo que ya hemos dicho que no puede ser infinito hacia
atrás— surgiesen sistemas complejos, funcionales y armónicos
con los demás sistemas, permitiendo la vida, la convivencia, el
desarrollo, la utilidad de su existencia, etc.
Y ahora que hemos visto este argumento, podemos
descansar un poco de él pasando a uno nuevo, relacionado con la
perfección, pero de otra manera.
El buen y el mal comprador
Hemos hablado de la perfección de lo creado en cuanto a la
ordenada complejidad existente en el universo, pero ahora nos
referiremos a la perfección en otro sentido: como ideal. Todo lo
que existe tiene un grado de perfección o de falta de ella. La
perfección es llevar algo al punto máximo, donde no existe
ninguna carencia sino completud absoluta.
Cuando usted va al supermercado y escoge una manzana,
por ejemplo, lo hace contrastando mentalmente a la fruta que se
exhibe ante sus ojos con el ideal de esa manzana. ¿Cómo es una
manzana perfecta? ¿Qué aroma, color, textura, dureza, sabor,
etc., tiene que tener para ser la mejor en su especie? Si
respondemos a esas preguntas, encontraremos el absoluto o ideal
de la manzana. Aquello con lo cual podemos hacer un juicio,
decidir si algo es bueno o malo y escoger lo que más se acerca a
la perfección. Nadie compraría la manzana golpeada, medio
podrida, con gusanos, decolorada e insípida (de poder probarla)
pensando que está adquiriendo una manzana perfecta. En ese
estado, la fruta carece de las características que la convierten en
la ideal.
¿Cuál compraría usted?
Esto se puede aplicar a cualquier cosa que existe, tanto en el
plano material como en el emocional, filosófico y espiritual. Los
grados de perfección en algo demuestran que existe su
absoluto, es decir, su grado máximo. Algo puede ser malo por
estar muy alejado de su perfección, cumplir medianamente con
sus virtudes necesarias o alcanzarlas por completo. Un animal
famélico, sarnoso, sin dientes y con una pata quebrada se
encontrará en el grado bajo, mientras que el bien alimentado, con
excelente pelaje y fortaleza se acercará más al ideal de su especie.
Ese ideal o absoluto perfecto puede encontrarse dentro de
cada una de las ramificaciones de la vasta diversidad existente.
Entre las piedras, por ejemplo, existen muchísimos tipos
diferentes, lo mismo sucede con las flores, los pájaros, etc. En
cada uno de ellos, podríamos decir que hay uno que representa a
su grupo mejor que los demás: esto es la cercanía al ideal. Algo
superior al resto, y que dentro de su especie o categoría se
acerca más a su perfección.
Es necesario comprender que la perfección existe y no es
subjetiva. Puede gustarme o no una comida (subjetividad) pero
hay sin duda una forma perfecta para ese platillo: una
temperatura de cocción, unos ingredientes, un tiempo de
preparación, una forma de servirlo, etc. que lo convierten en el
mejor de su tipo (objetividad).
¿Qué expresa con mayor completud las cualidades de un
diamante trabajado, por ejemplo? Su color, claridad, corte y peso.
Por ello, un diamante mal cortado u opaco, por ejemplo, no
tendrá las características de su perfección. Así podemos sacar
conclusiones de cualquier elemento existente.
Si la perfección, por tanto, existe, tiene que haber una
fuente de esa perfección. El punto máximo en que no hay
carencia es lo que llamamos Dios. La suma de las perfecciones,
el ideal absoluto, la fuente original de las perfecciones
parciales que podemos ver en nuestras vidas, eso es Dios,
“aquello más allá de lo cual no se puede pensar en nada más
perfecto” (San Anselmo de Canterbury).
Si existen los ideales tiene que ser por fuerza a causa de algo
superior que los posee y emana, ya que no existe aquello que no
es creado por algo más, como ya hemos explicado. No existiría
una meta o fuente de perfección si todo fuese azaroso.
Volvemos a repetirlo: nada tiende a mejorar por sí mismo sino a
decaer. La perfección, que existe sin dudas porque podemos ver
los distintos grados de la misma en cada elemento del universo,
es lo que llamamos Dios. Deducimos que Él es perfecto porque
si careciera de algo, siendo menos perfecto en algún punto,
entonces ya no podría ser fuente emanante de ese punto del que
carece. Pero de esto ya hablaremos más en adelante, al
adentrarnos en explicaciones sobre el bien y el mal y las
cualidades divinas que podemos deducir también con el buen uso
de la razón.
El espíritu humano
Finalmente veremos un argumento de orden espiritual. Ya
observamos el impresionante orden, funcionamiento e
inteligibilidad del universo, y estamos experimentando algo que
la inteligencia puede palpar. La inteligencia es una parte de lo
que encontramos en el mundo. Pero este universo no está
intelectualmente consciente de sí mismo. A pesar de lo grandes
que son las fuerzas de la naturaleza, no se conocen a sí mismas.
Sin embargo, nosotros las conocemos a ellas y a nosotros
mismos.
El universo es, entonces, inteligible, y el ser humano es el
único ser vivo conocido consciente de ello. Para que algo pueda
comprenderse tiene que existir la inteligencia y un orden sujeto
a esa comprensión. Esa conciencia que nos caracteriza, junto a
la capacidad de reflexión, la voluntad de mejorar, alcanzando
mayores grados de perfección, además de la moral natural, entre
otras capacidades como la memoria, la creatividad, etc., son
factores humanos que no corresponden a la materia, a la
psicología ni a la energía.
Se trata del espíritu, que se prueba a sí mismo por la
existencia de estas capacidades propias de su reino. El ser
humano es capaz de interactuar en el mundo físico (movimiento,
acción, etc.) y en el espiritual (pensamiento, creación,
comprensión, virtudes, ideales), a diferencia de cualquier otro ser
vivo. Sólo podemos movernos dentro de los terrenos a los que
pertenecemos. Una planta no puede correr como un animal, y un
animal no puede crear una obra de arte como un hombre. A cada
uno corresponde el ingreso a un reino con características que le
son propias. El ser humano puede desenvolverse en dos (material
y espiritual), lo que prueba su doble naturaleza.
Sólo por la existencia del espíritu podemos ser conscientes
de nosotros mismos, aprehender realidades externas y buscar un
bien mayor. Nada tendría, porque sí, que mejorar o elevarse. ¿Por
qué algo debe tener conciencia de sí? ¿Acaso no nos rodea un
mundo inconsciente de sí mismo? ¿Por qué hemos de descubrir,
aprender, mejorar, buscar una trascendencia? Eso es espíritu,
algo que ningún otro ser vivo sobre la tierra comparte con la
humanidad. Y si el espíritu existe, tiene que desenvolverse en su
propio mundo también existente, por necesidad lógica. No
puede existir algo dentro de un ámbito inexistente. Algo no
puede sostenerse fuera de su propio terreno: el sentimiento
requiere del mundo emocional y psicológico, el cuerpo requiere
del mundo físico, etc. Por ello, el pensamiento prueba al espíritu,
y éste a su vez es prueba de que hay algo más que materia y
procesos que la mueven y sostienen.
Por ejemplo, si pensamos tiene que existir un ideal del
pensamiento, su forma más pura y perfecta, libre de todo error o
subjetividad, la perfección de la cual emana esta capacidad que
nosotros poseemos en menor medida. Llamamos Dios a quien
mueve y sostiene al mundo espiritual en que se desenvuelven
las cualidades puras propias del espíritu.
Conclusión de la primera parte
Recién ahora esperamos que el lector pueda decir sin más
temores a equivocarse que Dios existe. Podrá hacerlo porque
hemos visto a través de distintos métodos la innegable necesidad
lógica de la existencia de Dios: como causa, origen, motor,
perfección, inteligencia y espíritu. Tal vez le ha llegado a su
forma de pensamiento y comprensión más un razonamiento u
otro, pero además hay que ver el conjunto que refleja la
perfección de un sistema lógico y coherente en todos sus frentes,
porque así es como ha de ser una verdad.
Conocemos a Dios por sus efectos, como conocemos los
efectos del pensamiento, las emociones o la moral, por ejemplo,
sin pedirles que vengan a presentarse al mundo material
tocándonos al hombro para hablarnos.
Cada uno de los sistemas expuestos para descubrir esta
lógica es muchísimo más desarrollable y concluye por sí mismo
en este resultado, pero hemos preferido exponer más breve pero
combinadamente a varios de ellos.
Decidimos dejar de lado por ahora aquellos argumentos
religiosos que requieren de una adhesión institucional que
supondría la pre—aceptación de un conjunto de ideas que
estamos tratando de concluir por nosotros mismos, sin ninguna
imposición más que la que dicta nuestra propia capacidad de
discernir a través de la reflexión. Sin embargo, hecho ese
ejercicio llega el momento de abordar también estos temas.
Porque si Dios existe, tal como la razón nos lo muestra,
tenemos que considerar los aspectos prácticos: la consecuencia
que esta comprensión ha de tener en nuestras vidas.
Si Dios existe, como nuestra razón afirma, entonces estamos
obligados a conocerlo, a averiguar qué quiere de nosotros, para
qué nos puso aquí. No podemos seguir siendo indiferentes a Él,
porque si hemos probado que existe, entonces quiere decir que
nosotros fuimos creados por una causa superior a la de nuestra
simple existencia casual.
¿Podremos entonces continuar con una vida dedicada al
único objetivo de la búsqueda de nuestros propios deseos
limitados a la vida en el mundo? ¿Dios nos puso aquí para hacer
lo que se nos ocurra? ¿hay un plan? Y si lo hay, ¿cuál es?
Saber que Dios existe es un alivio: las cosas tienen sentido,
no están allí “porque sí”. Pero este conocimiento también entraña
una responsabilidad: hemos de actuar coherentemente, en
consecuencia, con esta realidad.
Así como una comprensión en el campo de la medicina no
puede quedar en la simple aceptación del principio de salud
(cancerígenos, factores patológicos, etc., por ejemplo), sino que
debe trasladarse a una integración práctica como principio de
vida saludable (prevención, hábitos, etc.), las comprensiones en
el campo intelectual corresponden en un paralelo a las mismas
consecuencias, es decir, debemos aplicarlo en la práctica a
nuestra vida anímica.
Y para empezar a practicarlo, debemos comprender mejor
a nuestro Creador. No se puede servir a quien no se conoce. No
podemos actuar de acuerdo a algo que no sabemos cómo es y,
por lo tanto, para qué nos creó y qué quiere de nosotros. Por esto
queda claro que después de esta prueba llega al momento en que
tendremos que dar un nuevo paso, hacia el siguiente peldaño de
nuestra escalera de comprensiones. Y así lo haremos en la
segunda parte de la obra.
PARTE II
Progresión lógica
Repasado ya el primer punto fundamental de la existencia
divina, y abriendo la nueva etapa que se despliega ante nosotros,
citaremos para empezar esta sección a otro científico: James
Joule, padre de la termodinámica: "Después del conocimiento y
la obediencia a la voluntad de Dios, la siguiente meta debe ser
conocer algo de Sus atributos de sabiduría, poder y bondad
como se evidencian en Su obra... Es evidente que el conocimiento
de las leyes naturales significa no menos que el conocimiento de
la mente de Dios allí expresada".
Con lo visto hasta aquí, y a través de nuestra razón, podemos
decir que ya aceptamos que Dios existe, pero el camino no ha
hecho más que empezar. Porque entonces se nos plantea la
siguiente cuestión lógica: ¿Cómo es ese Dios? ¿De qué forma
podemos servirlo? Para eso hay que entender para qué fuimos
creados y qué espera de nosotros, por lo que de inmediato surge
la pregunta: ¿Será Padre de alguna religión? Y si es así, ¿es
posible averiguar de cuál de ellas? Aquí afirmamos que Dios es
católico. ¿Podemos probarlo? Vamos a ver punto por punto
empezando desde lo más básico.
Antiguamente bastaba con aquello que se nos enseñaba.
Hoy, que ya no es así para muchos, se hace necesario comprender
nosotros mismos las cosas que antes se daban por sentadas. Una
vez seguros de la base, el resto será mucho más fácil. Podremos
prestar nuestra confianza a aquellos conjuntos de ideas y
creencias que estén en consonancia con lo que hemos deducido,
en particular para aquellas materias que escapan a nuestra
capacidad de comprensión por la luz de la razón. Pero por ahora,
nos toca dedicarnos a dilucidar cómo es Dios en base a todo
aquello que sí podamos analizar con los elementos de que
disponemos.
¿Y por qué hay que saber cómo es Él antes de continuar
nuestro camino? Para saber por qué y para qué estamos aquí,
hemos primero de descubrir cómo es quien ha ideado todo. Sólo
mediante ese conocimiento podremos sacar la siguiente
conclusión lógica, porque como es evidente, todos actuamos de
acuerdo a como somos, y Dios no es una excepción.
Nuestro sentido de existencia sería bien distinto si Dios
fuese bueno, malo o indiferente hacia su Creación, por ejemplo.
¿Cómo habríamos de actuar nosotros, por lo tanto, hacia un Dios
de una u otra naturaleza? ¿Qué plan podría haber ideado con
nosotros si fuese de esta o la otra forma? Se hace necesario, por
fuerza, comprenderlo mejor.
Sin embargo, nos preguntamos, ¿podemos nosotros conocer
a Dios? Con lo que ya hemos deducido en la primera parte, y
observando la naturaleza y funcionamiento de su Creación, es
esperable que seamos capaces de sacar muchas más conclusiones
lógicas, completando toda la medida de nuestra facultad de
entendimiento. Por ello, otra vez, diremos que sí.
Algunos, por el contrario, dicen que el hombre no puede
comprender a Dios porque el ser humano es incapaz en su
limitación de abarcar a lo ilimitado. Y aunque efectivamente es
cierto que nos supera, aun así podemos aprehender muchas cosas
que están dentro de nuestro campo de acción. Para ilustrarlo
veamos un sencillo ejemplo. Imaginemos que nosotros somos un
vaso, cada cual con cierta medida —mayor o menor— para
llenarnos. Dios por su parte es el mar. Jamás podremos abarcarlo
en su inmensidad, pero Él sí podrá llenarnos por completo. Esto
quiere decir que si tenemos distintas capacidades, Dios —
Creador y Dueño de todas las que existen— puede satisfacerlas
por completo, y una de ellas es el uso de la razón.
Sea nuestro vaso pequeño y tosco, o grande y pulido,
siempre podremos quedar repletos por el mar, hasta los bordes.
Esto quiere decir que no sólo nuestra Fe puede colmarse: también
tenemos sensibilidad y raciocinio, y todo puede y debe quedar
saciado, igualmente hasta los bordes. Esta es la causa de la
existencia de los estudios religiosos y filosóficos, que no
existirían si no fuese posible comprender nada.
Además, podemos afirmar que si Dios nos ha dado la
capacidad de entender es para que hagamos uso de todos nuestros
medios para alcanzar nuestro fin. Si no tuviésemos la capacidad
de comprender, no podríamos movernos hacia donde vemos que
es mejor. Vale decir que sin este don nos resultaría imposible
discernir, y viviríamos a la deriva, sin un sentido de vida, sin un
camino para alcanzarlo, ora actuando de una forma, ora de otra,
sin ton ni son.
Antes de comenzar este proceso, entonces, es necesario
aclarar que cada vez que hablemos de un atributo divino vamos
a definirlo (en términos lo más simples posibles), para
asegurarnos de que nos estamos refiriendo a la misma cosa. Es
habitual que dos personas hablen de algo inmaterial como el
amor, la libertad, etc., desde puntos de vista diferentes, y no se
pongan de acuerdo porque entra en juego la subjetividad. Por eso,
buscaremos aquí las definiciones más razonables, exactas y
claras que se hayan desarrollado a lo largo de la historia del
pensamiento, dejando afuera la mentalidad propia de los deseos
y definiciones de cada quien.
Entonces, para empezar nuestro trabajo de conocer a Dios a
través de vías tan razonables como las que nos han llevado a
concluir su existencia, tenemos que basarnos en lo que ya
sabemos para así desarrollar la lógica que nos permitirá ir
escalando a través de las distintas características que posee.
¿Cómo es Dios?
Si Dios existe, se pueden deducir una serie de atributos con
la base de lo ya expuesto. Podríamos afirmar, por ejemplo, que
es un Ser que existe por Sí mismo, causa y motor de todo lo
creado. Porque recapitulando brevemente, hemos de recordar que
Dios no puede haber sido generado a su vez por algo más, ni
depender de nada para existir. Por lo tanto es el Primero, el
Único que no necesitó ser creado ni movido. Esto lo hace
Autoexistente y Autosuficiente, y de esta forma tan simple
hemos llegado a las primeras conclusiones.
Por otra parte, ya hemos dicho que tiene necesariamente que
estar fuera del tiempo, dado que el tiempo no es infinito en su
comienzo, y Él debe existir desde "antes" (si se nos permite la
expresión para facilitar el hilo de la idea) de que se generase lo
que hoy existe —tiempo incluido—, o no sería el primero y
productor de todo lo demás. Y al estar fuera de ese tiempo,
podemos deducir sencillamente, por consecuencia, que es eterno.
A su vez, debe estar fuera del espacio, porque no puede ser
contenido por nada, ni necesitar moverse a través de nada más,
pues en ese caso pasaría a depender de otra cosa, y ya no sería
autosuficiente, ni motor, ni causa de todo lo demás.
Podemos determinar rápidamente, por lo tanto, que Dios es
inmaterial (o espiritual, dado que no ocupa un espacio) y eso lo
hace invisible a los ojos de la carne, no depende de nada ni de
nadie para existir y actuar, es infinito (no comienza ni tiene fin
en su esencia y cualidades), es eterno, tiene el poder de hacer lo
que desea, ha creado lo que existe y le ha dado un orden
funcional innegable, que apreciamos en el universo que nos
rodea, o sea, es inteligente. O, dicho con mayor propiedad, es
Inteligencia.
Para aclarar esto último mencionaremos que no podemos
decir que Dios posea las cualidades que apreciamos en lo
empírico o conceptual, porque Él es cada cualidad en modo
absoluto. Entonces, Él no es majestuoso sino que es la Majestad,
no decimos que es bueno, sino la Bondad misma, no es sabio sino
la Sabiduría misma, etc. Por ello es la misma fuente de las
virtudes, comenzando por la Perfección, necesaria para que sea
la base absoluta de todo lo que de Él dimana.
Por otra parte, es lógica elemental que Dios no podría estar
compuesto por diversos elementos, porque entonces dependería
de la unión de ellos para existir, algo que ya hemos explicado que
no puede suceder porque Él no necesita nada. Por lo tanto, tiene
que ser simple e indivisible.
Ser simple quiere decir que no tiene composición o mezcla
de distintos elementos, es decir, que es indivisible. No se le puede
separar en partes, porque es una sola cosa.
Esto no quiere decir que no tenga características que le son
propias. Si tomamos la unidad básica de cualquier compuesto
encontramos que tiene sus cualidades particulares, que la hacen
distinta a todo el resto de los elementos que existen, aún en su
simplicidad.
Sin embargo, tenemos que declarar que la naturaleza
espiritual de Dios no puede separarse o dividirse, a diferencia de
cualquier sustancia física, que está formada por partes. El aire
que respiramos, por ejemplo, está compuesto de nitrógeno y
oxígeno. Y estos elementos químicos están por su parte
compuestos de moléculas y átomos, y los átomos de neutrones,
protones y electrones. Aún la unidad material más básica tal vez
podría estar sujeta a la división, aunque éste no es un tema de
discusión ahora. Lo que nos importa es que las sustancias físicas
llevan en sí los elementos de su propia composición, ya que sus
partes pueden separarse unas de las otras, mientras que Dios no,
por el motivo expuesto.
Hemos comprendido entonces que Él es simple, y esto es
importante porque desde aquí podremos concluir mejor otros
atributos suyos. Por ejemplo, entendiendo que éstos no pueden
ser un añadido a Su naturaleza, sino que tienen que ser parte de
la misma. Eso significará, entonces, que Dios es la fuente, simple
y pura de cada una de sus cualidades. Ninguna le ha sido
añadida (no existe el factor externo a Sí mismo), sino que Él es
esas cualidades, y las emana hacia aquello que ha creado,
haciendo que sus creaciones participen de ellas.
El sol nos servirá como ejemplo. Podríamos decir que él es
la fuente de luz, mientras que los diversos elementos de nuestro
sistema solar lo reflejan. Cuanto más permita el objeto el brillo
de la luz, irradiándola a su vez hacia los demás, más parecido
será a la fuente, y cuanto menos, más apagado estará. Así, como
en el ejemplo, participamos nosotros de nuestra fuente de
virtudes, como luego veremos.
Pero antes pensemos en la cuestión de la infinitud, que es
otro tema importante a tener en cuenta. Dios es fuente de Sus
atributos, afirmamos, y por lo tanto debe ser infinito o de lo
contrario sería insuficiente e ineficaz. No es perfecto aquello que
tiene una virtud (entendida como facultad o capacidad de obrar)
con límites. Aún a nivel humano no podríamos decir que es
perfecto algo que abandona a momentos la virtud que posee.
Si pudiese perder sus virtudes ya no sería perfecto ni eterno.
Por lo tanto, ahora nos queda claro que posee todos Sus atributos
divinos sin medida: todos son infinitos.
Bien. Comprendido esto, podríamos concluir entonces con
facilidad que Dios es omnipotente, omnipresente y
omnisapiente.
El aspecto que ahora mismo nos interesa es justamente la
omnipotencia (omnis=todo; potencia=poder). Un atributo que
sólo puede adjudicarse a Dios, dado que nada ni nadie más tiene
la capacidad infinita de poderlo todo. Y Él, si es cada atributo en
forma infinita, también es infinitamente poderoso. Además, y
como ya hemos explicado antes, sólo hablamos de Dios al
referirnos a quien no depende de nada para existir o actuar a
Su voluntad.
Diremos entonces que es Omnipotente porque al ser
infinito su poder, y simple su esencia, puede todo lo que quiere
con sólo quererlo. Es decir, cada uno de sus deseos es acto
inmediato. Puede, entonces, hacer todo lo que le agrada, pero Sus
acciones siempre estarán de acuerdo con Su carácter.
Poderlo todo incluye aquello que parece imposible.
Imposible es, justamente, que no se puede. Si algo fuese
imposible para Él, ya no sería omnipotente. Aunque en este
punto amerita aclarar que al hablar de imposibilidad estamos
exceptuando el mal, el error o el absurdo (como el típico sofisma
de la roca), que no son imposibilidades sino formas de carencia
que atentan, por tanto, contra Su naturaleza perfecta.
Pero, aunque hemos dicho varias veces que Él es perfecto,
no nos hemos detenido en este punto. Es hora de hacerlo…
En la definición enciclopédica descubrimos que perfección
significa que tiene el mayor grado posible de bondad o
excelencia. Respecto a Dios, origen y fin de todo, esto ha de
significar que Él es esa bondad y esa excelencia. Dios es
necesariamente el absoluto de la perfección, o tendría
carencias y entonces no sería Dios. Esto quiere decir que Él es
el mayor grado de excelencia que existe, y todo lo demás sólo
será perfecto a semejanza suya.
Si Dios no fuese la fuente, entonces no habría de dónde sacar
las virtudes. No existirían, no estarían creadas. La creación —
surgida de la nada— participa de su Creador.
Si no existiese la inteligencia en Dios, por ejemplo, no
podría existir en su Creación, tanto en los seres humanos que
participan de ella como en la demostración antes dada de la
necesidad de esta cualidad para que todo funcione bien en los
diversos sistemas interrelacionados que conforman el universo.
Para que nosotros podamos tener siquiera algunas de las
diversas virtudes que existen tienen que haber emanado de Él,
puesto que antes de la creación del tiempo y el espacio no existía
nada sino Dios, y no podríamos haberlas tomado de ninguna
“otra parte”. Así conocemos que Dios es fuente de toda virtud.
Ahora bien, ¿acaso podemos determinar con seguridad que
Dios es bondad y excelencia como dice la definición de lo
perfecto? Algunas religiones creen que Él es indiferente, y otras
le "otorgan" atributos negativos. ¿Es esto posible? Después de
desarrollar algunos puntos básicos más nos detendremos en esto.
El bien y el sentido de la creación
Si no se entiende para qué se ejecuta una obra, entonces el
resultado puede parecernos absurdo, mal hecho o inútil. Si
encontrásemos un artefacto extraño en medio de la calle, al que
ninguno de los presentes en la escena pudiera adjudicarle una
funcionalidad, valor ni sentido más que su rareza, ¿podríamos
clasificar como error y defecto la palanca para nosotros
incomprensible, el botón supuestamente desproporcionado, o la
temperatura al parecer extremadamente elevada? ¿O
buscaríamos a quien puede respondernos de qué se trata, para
luego conseguir determinar si esos adminículos antes
inexplicables es posible que tengan algún sentido y valor a pesar
de parecernos lo contrario?
Antes de continuar con el sentido de la Creación, se hace
necesario comprender otro de los atributos divinos que hasta
ahora no habíamos explicado. Hemos hablado de la Perfección,
pero no del Bien, y es hora de hacerlo. Muchos creen que este
término se refiere a una especie de “acción políticamente
correcta” y con esa concepción tan simplona es difícil
comprender de lo que estamos hablando.
La mejor definición del bien la ha dado Aristóteles y aquí
nosotros la explicaremos: "Bien es aquello a lo que tienden las
cosas". Veamos: si observamos, todas nuestras acciones están
orientadas a un fin: comemos para tener energía, dormimos para
descansar, nos reproducimos para perpetuar nuestra especie,
creamos para edificarnos, etc.
El fin que buscamos satisfacer se dirige a su vez hacia otro
(por ejemplo sobrevivir), luego hacia otro más (por ejemplo,
mejorar en las distintas variables de la vida), luego otro (por
ejemplo perfeccionarnos) hasta que se alcanza el fin último, que
buscamos por sí mismo y no porque nos lleve a otro más.
Alcanzado el fin último somos felices. Sentimos
satisfacción por el cumplimiento de un fin parcial (como comer
para aplacar el hambre). Sentimos mayor satisfacción si además
de comer podemos descansar, luego será mejor si también somos
amados, y así en adelante, cuantos más campos hayan
satisfechos, a mayores aspiraremos. Si existen diversos grados de
satisfacción, tiene que existir el grado máximo, con el cual todo
está satisfecho.
Si Dios existe, es lógico afirmar que el fin último o Bien
supremo es Él (cuyos atributos ya hemos visto que son infinitos),
en cuanto satisface —sobrepasando todos los límites—
absolutamente todas nuestras necesidades corporales y
espirituales. Dios, entonces, ha de ser el Bien máximo: el Bien
mismo.
En cuanto cada ser busca el Bien según su naturaleza, la
felicidad del ser humano no se alcanza con la simple satisfacción
de las necesidades animales (comer, dormir, reproducirse,
guarecerse, defenderse, etc.), sino que debe corresponder a todas
nuestras potencialidades humanas (inteligencia, belleza,
sentimiento, orden, fe, etc.).
¿Cómo alcanzamos esa felicidad que es Dios porque es el
Bien absoluto? Siendo el hombre el único animal racional y
espiritual, alcanza su bien y felicidad cuando éstos se ajustan a
esas necesidades superiores que le diferencian del resto de las
criaturas. Es decir, cuando satisface todas las necesidades,
incluidas las que son propiamente humanas.
Vivir para cumplir con cualquiera o incluso con todas las
necesidades animales, no puede hacer feliz al hombre, que
necesita satisfacer muchos más fines, ya que su constitución y
razón exigen bienes superiores. El arte, el amor, la trascendencia,
la justicia, la espiritualidad, la búsqueda de respuestas, son
ejemplos de esas necesidades humanas superiores. Y es por esto
que incluso quienes lo tienen todo a nivel material aún suelen ser
infelices: simplemente no han logrado satisfacer correctamente
sus necesidades superiores.
Las dependencias, las malas relaciones, los excesos, el vacío
interior, la depresión, son sólo algunas de las pruebas de que un
hombre materialmente satisfecho (incluso con buena salud)
puede tener otras carencias que le producen malestar.
Hay varias definiciones de Bien, y aquí nos centramos en
algunas de las mejores para responder a nuestra pregunta
original. Otra definición muy buena es: “Aquello que en sí
mismo tiene el complemento de la perfección en su propio
género”. ¿De quién podemos decir con mayor propiedad que de
Dios que cada uno de Sus atributos (género propio de cada bien)
tiene el complemento de la perfección absoluta?
Aclarado este punto, podemos pasar al sentido de la
Creación. Si colegimos que las virtudes existen en grado
máximo o absoluto en Dios, es lógico que tiene que haber una
correspondencia entre ellas y la forma en que son aplicadas. Es
decir, que Sus acciones se han de ajustar a las virtudes en grado
máximo y no pueden contradecirlas, porque faltarían a su
perfección.
Pensar que un Ser de virtudes infinitas pudo haber creado al
universo sin un sentido (razón de ser, finalidad) sería absurdo.
Un ser humano, que no es sino un granito ínfimo de arena dentro
de la inmensa playa de todo lo creado, es capaz de actuar en
concordancia con su carácter, con un motivo y un fin para lo que
hace.
Definamos algo para entender mejor: un capricho es una idea
o propósito repentino y no fundado en la razón. Esto puede
ocurrirle a alguien finito, sujeto a carencias en sí. Y aun así sólo
actuará caprichosamente de forma ocasional, porque debe
inevitablemente obedecer a leyes de la razón (que utilizamos
incluso para nuestra supervivencia), a menos que esté privado de
ella, o sea, que esté demente y haya perdido la facultad de ser
coherente.
Siendo así ¿cómo podríamos adjudicar a un Dios simple,
completo y Bien absoluto la creación de algo por mero capricho?
Para esto era tan importante saber primero —siquiera
someramente— cómo es Él: para respondernos a esa pregunta sin
mayor dificultad.
Pero algo no se conoce sólo por sí mismo, sino en particular
por sus frutos. Vale decir que está estrechamente relacionada la
razón de nuestra existencia con cómo es Quien nos creó.
Porque así como podemos ser definidos por nuestras
elecciones ("Dime con quién andas y te diré quién eres"), más
aún se nos podrá conocer por lo que hacemos ("Por sus frutos se
conoce al árbol"). Por la aplicación práctica de nuestra
voluntad mantenida con constancia puede verse nuestro
carácter, capacidades, intenciones y afectos. Como ya hemos
visto antes, esto también se aplica a Dios. Así podremos deducir
cuáles fueron Sus intenciones.
Por lo pronto ya sabemos que, al no contener carencia en Sí,
Dios no puede haber actuado por capricho. Hemos visto que eso
es imposible e igual será la conclusión para una creación sin un
sentido razonable. Veamos ahora cuáles son las opciones que
existen.
El divino… ¿aburrimiento?
Si hemos acabado con la posibilidad de que fuese un mero
capricho, ahora nos queda otro punto igualmente improbable: la
diversión. Según ciertas creencias, Dios creó al universo y sus
criaturas como un juego. Algunos lo definen así, y otros como un
hecho “accidental”. Nos quedaremos en principio con el juego,
porque el accidente (carencia de control de una situación
cualquiera y sus consecuencias) es aún más absurdo para
cualquiera que haya seguido hasta aquí por el camino del uso de
su intelecto.
El pensamiento gnóstico del juego divino dice que todo es
Dios pero que una parte “perdió” en determinado momento
conciencia de serlo, inmersa temporalmente en la ilusión de una
separación que en verdad no existe. Cada “fragmento”
(inexistente en realidad) debe volver a tener esa conciencia de ser
divino para fundirse nuevamente con el Todo al que pertenece.
Dios no tiene necesidad de crear algo para “entretenerse”
porque esto implicaría una carencia previa: el aburrimiento o
simplemente la falta de diversión. Pero aún queda una
posibilidad: que el juego fuese una simple emanación de su “buen
humor”, y entonces tendríamos que afirmar que el Bien perfecto
ha tenido una causa mas bien prosaica para crear. Habría por
fuerza que admitir que la Creación no es reflejo y emanación de
divinas perfecciones, sino un engaño que oculta la realidad,
diferente a ella. Esto querría decir que ninguna virtud de Dios se
expresaría en lo creado a excepción de su “simpatía”. ¿Será esto
posible? Lo mismo se aplicará a la experimentación o cualquier
otra causa absurda que se pueda relacionar a la ilusión.
Lo lógico será adjudicar al Máximo Ser la causa más
elevada posible, ¿verdad? Alguien perfecto ha de actuar
coherentemente con Su perfección. Y ya sabemos que Dios,
Perfección absoluta, no podría permitir contradicciones
siquiera temporales o ilusorias a la plenitud de Sus virtudes.
Todo lo que no funciona bien en el mundo, con sus múltiples
carencias, bajo la explicación de la ilusión significaría que Dios
se permite a sí mismo la existencia del mal (aunque sea en
pensamiento, como se podría definir más cercanamente a un
engaño de la consciencia) dado que juega Él sólo en el patio de
la creación. Es decir, que el mal o carencia de bien sería Suyo
siquiera en ideas y juegos, atentando así contra Su perfección.
Tampoco puede contradecir Su perfección perdiendo
conciencia de Sí mismo, siquiera en pequeñas “partes”. La
perfección le lleva a mantener coherencia, inteligencia,
absoluta conciencia, orden, sabiduría e integridad,
eternamente, en todo Su único e indivisible Ser. No puede
nublarse en ninguna “parte” (siquiera temporal), ni carecer de
nada, ni dejarse “engañar” por la ilusión.
¿Cómo iba Dios a crear una ilusión (sentido inferior a Su
perfección y carencia de verdad, otro atentado contra su
excelencia), capaz de engañar a Su sabiduría (mal que es carencia
por encima del bien que es existencia), cuando de Él sólo puede
salir el Bien absoluto, tal como comprendimos antes?
¿Es posible que una simple persona, con inteligencia
limitada, diga una mentira, se la crea, y luego la viva como la
verdad? Sí, pero ya sabemos que eso corresponde al reino de las
enfermedades psicológicas. ¿Podemos adjudicarle un mal así al
Dios que hemos comprendido hasta aquí? Podríamos seguir
sacando conclusiones al respecto, pero ya está bastante claro que
es imposible un origen tan contrario a Su dignidad máxima.
Podemos decir que a lo largo de toda la historia religiosa de
la humanidad surgieron sólo dos formas de comprender el
sentido de la Creación y de actuar por consiguiente de acuerdo a
esa razón: la esotérica y la exotérica.
La ya mencionada gnosis es, en resumidas cuentas, la
creencia de que existen formas veladas y gradualmente
ascendentes de descubrir nuestra propia esencia divina. A eso le
llaman ‘conocimiento’. Aunque tiene variantes, su doctrina se
basa en el panteísmo (todo es dios) y el dualismo (el bien y el mal
como dos caras de la misma moneda), que se trasciende sólo
después de que se alcanza la iluminación (retorno al Todo). Ya
hablaremos en detalle de esto mas adelante.
Por ahora diremos que toda esa doctrina es una idea
esotérica, es decir, es secreta, oculta: un conocimiento
escondido tras el velo de la ilusión (que no deja a las “partes”
ver “su verdadera naturaleza divina”), y por tanto sólo la
desarrollan por pasos cabalmente unos pocos.
Por otra parte está la afirmación exotérica: la forma de
dominio público de alcanzar un fin. Dios es un ser externo a
nosotros, fin al que nos dirigimos sin fundirnos con Él, puesto
que no somos Él y tampoco podríamos añadirle algo "nuevo". Y
la única manera de alcanzar dicho fin es a través de reglas y
prácticas comunes, que cualquiera puede cumplir para agradar
a Dios en su meta con sus criaturas. Ya hablaremos mejor de
esto cuando abordemos de lleno el tema de los medios que nos
ha dado para lograrlo. ¿Cuál preferirá un Dios razonable en sus
acciones y objetivos? ¿La secreta o la universal?
Ahora queremos saber, entonces, ¿cuál podría ser una
respuesta en verdad razonable al sentido de la Creación? Hay dos
explicaciones, complementarias y tan perfectas como quien las
produce, comprendidas dentro del exoterismo: la
manifestación y la comunicación de la gloria. Veamos por qué.
Para empezar a facilitar este proceso vamos a definir la
palabra ‘Gloria’, que tanto se utiliza en relación a Dios: Se trata
de la reputación, el honor y renombre de alguien por sus virtudes
o méritos. Es lo que ennoblece, honra o ilustra. Esplendor y
magnificencia.
Dios, en sus virtudes máximas, exentas de toda carencia,
es por consiguiente absolutamente merecedor de ser llamado
glorioso. Nadie podría tener mayor honor ni renombre. Nadie
podría ser mayor nobleza ni, por tanto, ennoblecer más. Nadie
podría, como Él, ser el esplendor y la magnificencia absolutos.
Si Dios es la misma gloria, entonces nada podría aumentarla.
Nada puede aumentar a un infinito, y ya hemos declarado que las
virtudes de Dios lo son. No existe algo más grande que lo que no
tiene fin en cada una de sus cualidades. Y esto nos demuestra que
Dios no pudo crearnos para aumentar Su gloria, ni para suplir
ninguna carencia, pues Él es completud total. Sus perfecciones
no pueden recibir ningún añadido. Nada de lo que existe es, por
tanto, de utilidad para Él.
Esto nos lleva a la sencilla conclusión de que nosotros no
somos necesarios para Dios. Nada de lo creado lo es. Y así vuelve
con mayor fuerza la pregunta del sentido: ¿entonces cuál sería
el sentido de la Creación? San Agustín lo responde claramente:
"No ha creado Dios el mundo por indigencia o utilidad propia,
sino por Su sola bondad". ¿Y qué es bondad sino el deseo de
bien para otros?
Como seres humanos se nos hace difícil explicarnos la causa
de una acción que no nos reporte un beneficio. Pero podemos
verlo en aquellas que son absolutamente desinteresadas, como un
acto puro de amor, de generosidad, la lucha por una causa que
nos trasciende, etc. En ello vislumbramos la entrega que no pide
nada para sí.
Y si un hombre, tan pequeño y desposeído, puede ejercer
esas nobles acciones, ¿qué ocurrirá entonces con Quien nada
necesita, es nobleza misma y todo lo puede? Sólo nos queda
trasladar aquellos actos a la altura de las virtudes perfectas y
recién entonces podremos empezar a comprender.
Si no hemos sido creados para suplir ningún tipo de
necesidad, entonces sólo queda pensar que Dios —Bien
máximo— nos ha creado por amor y generosidad: para
hacernos felices, dejándonos participar de Su gloria.
Manifestar, por su parte, es hacer, mostrar o declarar algo.
Dios, en Su gloria, puede manifestar sus perfecciones creando.
Nada se lo impide. Lo hace por voluntad, con un poder
ilimitado y una inteligencia sin fin: es el resultado voluntario,
espontáneo y libre de Su magnífica creatividad y demás
virtudes.
Las creaciones, como bien se ha dicho, declaran las
habilidades de su creador. Esto es así a escala humana y también
en la Divina. Las virtudes se ejercen, y Dios lo hace con las suyas.
La creación sería entonces, por un lado, una
manifestación de la gloria de Dios: obras de magnificencia,
orden, belleza, emanadas del Divino Hacedor. Eso sí está a Su
altura. No una Creación que sólo responde a su alegría, sino
una que se ajusta a todas y cada una de sus virtudes,
manifestándolas.
Y por otro lado tenemos la comunicación, que es el acto de
transmitir, haciendo a otro partícipe de algo. La gloria de Dios
son todas Sus perfecciones, y es lógico suponer que ha querido
plasmarlas para que la obra estuviese en concordancia con Sus
capacidades. El gran artista esculpe esplendor en una obra que
habla a otros de tales habilidades. Así, un pintor, por ejemplo,
utiliza sus mejores técnicas, plasma sus mejores ideas, pone amor
a la obra, al fin la enmarca para realzarla... y el resultado de un
verdadero trabajo artístico es que podemos apreciar un conjunto
armónico, bello, bien ejecutado y con un sentido o mensaje.
Incluso quien se detiene a apreciarla en detalle verá en la obra
cuáles fueron las magistrales técnicas utilizadas, maravillándose
así con los talentos del artista. Podemos ver años de
perfeccionamiento en el arte a través de un trazo firme o una
iluminación acabada, y reconocer en esa simple pintura la gran
capacidad de quien la hizo.
Veamos ahora sólo algunas de las perfecciones impresas en
lo Creado por Dios: Un universo inconmensurable da testimonio
de Su poder y magnificencia. El orden de las leyes naturales
presta evidencia de Su inteligencia y jerarquización. La armonía
y esplendor de los sistemas nos muestran Su belleza y bondad
(deseo de bien). Las consecuencias de los actos nos hablan de Su
justicia. Pero, ¿qué nos demuestra el divino amor? La creación
desinteresada de seres a quienes generosamente hacerles
partícipes del Bien que Él es y que les ofrece gratuitamente. Y
este sentido u objetivo para Sus criaturas presta a su vez
testimonio de Su sabiduría, que nada hace sin una razón superior.
Podríamos seguir por muchas hojas mostrando relaciones entre
lo creado y el divino Creador, pero creemos que con lo dicho
basta para que este punto quede demostrado.
Existimos por un acto de amor, participamos
gratuitamente de Su gloria, en nosotros mismos y como testigos
de la magnificencia divina.
¿Hablamos de felicidad?
Hay dos formas complementarias de definir este término. La
primera dice que felicidad es la buena acción (virtud) que nos
inclina a cumplir con nuestro fin por atracción hacia el bien.
La segunda dice que es el placer, satisfacción o complacencia
del ánimo al poseer un bien cualquiera.
Es decir, en término máximo, que la felicidad es nuestro
bien. No podemos ser verdaderamente felices si no satisfacemos
por completo nuestras máximas necesidades. Y no podemos
lograr satisfacerlas sin dirigirnos hacia ese objetivo.
Ahora bien, existen necesidades de distintas categorías:
menores y mayores, por lo que podríamos decir que existen
también distintos grados de felicidad: parcial y total.
Si concluimos que sólo podemos llenar absolutamente todas
nuestras necesidades con el Bien superior (el único capaz de
colmarnos por completo), la forma de conseguirlo es la virtud, o
sea, el movimiento hacia el bien.
Ya hemos explicado que el hombre no tiene todo lo
necesario con la consecución de fines animales (comer, dormir,
protegerse, etc.), sino que tiene otras necesidades que son
propiamente humanas (amor, justicia, creación, etc.). Será, por
tanto, parcialmente feliz cuando cumpla algunas de sus metas,
y totalmente feliz cuando alcance el bien total para él.
¿Quién puede satisfacer por completo una necesidad sino
quien es inmutable fuente de todo Bien absoluto y nos ama, por
lo que desea darnos todo lo bueno?
Para que el ser humano pueda lograr el divino objetivo de la
máxima felicidad tiene que tener medios. No se puede pedir algo
a alguien que no tiene la forma de lograrlo, y menos podemos
pensar que un Ser inteligente nos exigiría un absurdo. Si desea
que lleguemos hasta Él, por lo tanto, tiene que haber creado un
camino para alcanzarlo.
Si la voluntad de Dios es que nosotros seamos felices, y esa
felicidad es Él mismo, por lógica debemos actuar de acuerdo a
esa meta: tenerlo a Él. ¿Cómo hacerlo?
Para empezar necesitamos conocer, que no es sino la
adquisición de nociones mediante el ejercicio del entendimiento.
Debemos conocer a Dios, a través del entendimiento, para
saber cómo es, y por tanto qué quiere y cómo lo quiere. Y una
vez hemos aclarado esto, podemos servirlo. Servir significa
someterse a la voluntad de otro, haciendo lo que Él quiere o
dispone. ¿Y quién más merecedor de nuestro sometimiento que
el Perfecto y que sólo desea nuestro bien y sabe cabalmente cuál
es el fin de nuestra existencia?
Pero si hemos concluido que nuestra máxima felicidad es
poseer a Dios, surge una pregunta lógica: ¿cómo poseemos en
nuestra pequeñez a tal inmensidad? Con la correspondencia de
amar y ser amados.
Amando actuamos como Él: con generosidad, servicio,
lealtad, etc., y por tanto nos acercamos a nuestro fin: participar
del bien que Él es, en lugar de vivir carentes (mal) de sus
virtudes.
Sigamos definiendo: amar es el deseo ardiente del máximo
bien del ser amado. Dios, Bien absoluto, no podría por lógica
desear sino nuestro máximo bien, y por eso decimos que nos ama.
Y podemos estar seguros de que Dios desea nuestro máximo bien
(amor) porque si no contrariaría su propia naturaleza de Bien
absoluto, deseando algo malo (carencia de Sí mismo) para sus
criaturas.
Esto significa que nuestra máxima felicidad requiere que
actuemos en concordancia del que es nuestro máximo Bien:
que nos dirijamos hacia Él desarrollando virtudes, y deseando
su máximo bien (amor). ¿Y cuál puede ser el máximo bien de
quien no necesita nada? Sólo en el caso de Dios es distinto
nuestro amor, porque nosotros no podemos añadir bien al
máximo Bien. Lo único que podemos hacer es actuar de acuerdo
a Su voluntad, cumplir en nosotros Sus designios. Pero a
diferencia del amor entre seres humanos, Él no pierde nada con
nuestra negativa: sólo perdemos nosotros.
Ahora bien, si deseamos cumplir Su voluntad, hemos de
amarlo. El beneficio será todo nuestro, dado que Su voluntad es
un bien para otros y no para Sí mismo. Porque si amamos al
máximo bien, haremos lo que desea, le complaceremos. ¿Y qué
ocurre si actuamos así? Encontramos lo mejor para nosotros. Nos
hacemos un bien a nosotros mismos. Si yo amo a quien me ama,
hacer lo que ese ser desea es mi máximo bien, puesto que mi
máximo bien es su deseo.
Pero para que exista el amor, debe existir la libertad. Un
robot o una máquina cualquiera no puede amarnos porque sigue
inevitablemente las órdenes que le dimos al crearlo. Actúa tal
como le indicamos, porque carece de libertad.
La ignorancia, por ejemplo, que podría considerarse un mal
porque es falta de conocimiento, pasa a tener otro sentido cuando
es un motor y una necesidad que nos empuja en el camino que
transitamos en pos del fin último superior: querer aprender y
conocer para alcanzar el Bien.
Esto mismo sucede con el amor. Para poder amar debemos
tener la posibilidad de hacerlo o de no hacerlo. El amor es un
deseo, y para desear hay que ser libres. Pero no es un deseo
cualquiera: es un deseo ardiente, es decir, es un acto de la
voluntad para conseguir conquistar un fin. Pero tampoco es un
fin cualquiera, sino que es el bien del ser que amamos. Y tampoco
será en un grado cualquiera: hablamos del bien máximo. Por eso
decimos que el amor, al ser un movimiento de la voluntad,
depende de la libertad. Es importante que entendamos, en este
punto, que el amor no es un sentimiento, si bien sentimos como
criaturas sensibles al amar. El amor no es una pasión, si bien
podemos apasionarnos en esa conquista. El amor es un acto de
la voluntad. Por eso, tenemos que ser libres de aplicar o no esa
voluntad. Dios sólo es amado si tenemos la libertad de hacerlo.
Imaginémoslo en nuestra propia vida. ¿Podríamos sabernos
amados de alguien que hipotéticamente estuviese obligado a
amarnos? La trillada frase “Si amas a alguien déjalo libre; si
regresa es tuyo, si no, nunca lo fue” se aplica a los seres
humanos, y también a Dios con sus criaturas, que no podrían
demostrarle su amor si estuvieran forzadas a querer de una única
forma.
El cumplimiento de un fin
Ya podemos afirmar, después de todo lo visto, que el fin de
nuestra existencia es nuestra máxima felicidad: el Bien
Supremo, hacia lo que todo apunta, y donde ya no se sufrirá
daño, pruebas, privación o dolor. Al sostener esto repetimos que
no se puede pedir algo a alguien que no tiene la forma de lograrlo,
y menos podemos pensar que un Ser inteligente y perfecto nos
exigiría un imposible.
Si queremos que un niño pequeño se suba a una tarima alta
sin escalera ni ningún otro medio para ascender hasta allí,
sabemos que no podrá cumplir nuestro mandato, y por tanto la
orden hacia él es injusta, absurda e imposible de satisfacer. Como
seres humanos esta ridícula situación podría eventualmente
suceder, pero esto no es así en el caso de Dios, cuya motivación
para crearnos ha sido expresar Su Gloria, y participarnos de ella,
lo que también ya ha sido explicado. Entonces podemos decir,
resumiendo todo lo anterior, que la Creación es un acto máximo
de amor, porque busca nuestro máximo bien, que es Él mismo.
Si ya hemos aceptado que Dios nos está llevando hacia Él,
entonces nos preguntamos cuál es el camino (escalera o medio,
diríamos en el ejemplo del niño pequeño) que ha puesto a nuestra
disposición para alcanzarlo mediante el cumplimiento de Sus
designios.
En un principio es fundamental que el hombre sepa hacia
dónde se debe dirigir. No podría la humanidad cumplir con su fin
sin saber cuál es su objetivo final. Y para saberlo, es importante
saber quién lo pide, por qué lo hace y cómo es ese ser, como ya
hemos dicho.
Si tenemos una meta clara y comprendemos que nuestra
principal prioridad es alcanzarla, entonces debemos pasar a
actuar de acuerdo a ese objetivo para lograrlo. Obvio. Si tengo
que llegar a un destino, encamino mi cuerpo, los medios de
transporte necesarios, etc., hasta alcanzar el punto al que debía ir.
Lo mismo ocurre con nuestro destino final. Claro cuál es, nos
moveremos conscientemente en su dirección, o terminaremos en
cualquier otra parte.
Si la voluntad de Dios es que nosotros seamos felices, y esa
felicidad es Él mismo, nosotros debemos actuar de acuerdo a esa
meta, que es ni más ni menos que tenerlo a Él.
¿Qué nos pide Su voluntad? Tienen lógicamente que haber
reglas y deseos que cumplir para satisfacerla, o no habría
forma de hacerlo. Y si Dios es perfección, evidentemente Sus
designios estarán en total coherencia con la misma.
Ya veremos luego las reglas, pero antes hablaremos de los
deseos, que son muy sencillos: Si Dios quiere que participemos
de Su Bien, entonces nuestra forma de servirle ha de ser
cumpliendo con nuestro fin último y ayudando a otros a
alcanzarlo también.
Cuando en nuestra libertad decidimos cumplir nuestro fin
estamos consintiendo con que Su Plan se cumpla en nosotros, y
eso nos produce ese máximo bien, que es Su deseo para con las
criaturas.
Y la forma de acatar Su designio sobre nosotros es algo que
ya declaramos antes, pero repetiremos para concentrar en un solo
lugar la columna vertebral de esta argumentación: conociéndolo,
comprendiendo quién es, cómo es y por qué actúa de esta forma
en todo lo que nosotros seamos capaces de alcanzar a
comprender; luego sirviéndolo, es decir sometiéndonos a Su
voluntad que es asemejarnos a Él que es el Bien; y finalmente
amándolo, que además de los afectos propios de quien se ve
atraído por el objeto de su máximo anhelo, es el deseo ardiente
de Su bien, que es simplemente dejar abierto el camino a que se
cumpla Su voluntad de darnos el Bien con nuestro total
consentimiento. Todo se relaciona y tiene la misma gloriosa
meta: la felicidad máxima.
Ya estamos trabajando en conocerlo mejor, aunque es
recomendable leer otras obras, nutrirse de nuevos conocimientos
en relación a Dios, meditar en todo lo visto sacando más y
mayores conclusiones.
Por otro lado es momento de preguntarnos si le amamos.
¿Cómo amar a Dios? Adorándolo, dedicándole días especiales
y honrándolos, cumpliendo con Sus designios, deseando el
cumplimiento de Su voluntad en nosotros y en los demás. Esto
quiere decir que tenemos que parecernos a Él practicando las
virtudes que ya sabemos que tiene. Como dice el aforismo latino:
“Lo similar gusta de lo similar”. ¿Acaso puede la honradez amar
a la deshonra? ¿Pueden convivir la justicia y la injusticia? No.
Dios ama a aquello que se parece a Sí mismo, porque Él es el
Bien. Por eso, y participando de la Santidad2
Divina, llamamos
santas a las personas que se han aplicado en conocerlo, servirlo
y amarlo, puliéndose hasta convertirse en los reflejos
humanamente más cercanos a su Creador, participando de esta
manera y a su escala de la Gloria de Dios.
2
Esta palabra se aplica a aquello que es perfecto, puro y limpio de toda
culpa. Este término sólo puede aplicarse con total propiedad
únicamente a Dios, y en segundo término a aquello que se asemeje con
pureza a Él.
Entonces, además de asemejarnos a nuestro Creador,
debemos relacionarnos con Él. No podemos amar sin una
comunicación. Si Dios es un ser inteligente y omnisciente,
quiere decir que podemos hablarle, decirle que lo amamos, que
deseamos pertenecerle, etc. Ese es el principio más básico de la
oración, presente en todas las religiones.
Finalmente, entonces, está servirlo. ¿Cómo serviremos a
Dios? Ya dijimos que sometiéndonos a Su voluntad. Pero eso no
nos aclara muy bien lo que hay que hacer ni cómo. En este punto
hemos llegado al momento de avanzar un poco más. Ahora
tenemos que averiguar cuáles son los medios y el camino que
ha trazado para nosotros. Sólo cuando conocemos una ley
podemos seguirla.
¿Es necesaria una institución religiosa en la Tierra, si Dios
nos dirige y guía? El ser humano tiene que practicar las virtudes
del Ser al que ama y quiere complacer. Es decir, que como Él
debe aborrecer el mal, que es carencia de lo que ama: el Bien. Y
todo aquello que impida su camino hacia ese Bien ha por tanto
de ser lo que la ley prohíbe.
Así como una ley de tránsito impide accidentes, procurando
un orden que permita a todos circular de forma segura por las
ciudades, tienen que existir leyes que procuren un orden social
que evite “accidentes” en el camino hacia Dios.
Un conjunto de leyes necesita, para ser mantenido, de un
organismo que lo enseñe, lo conserve en su sentido original e
imparta justicia respecto a su aplicación o infracción.
Pero si Dios es perfecto, entonces Su plan es mucho más
grande que la mera comunicación de leyes a cumplir para
complacerlo. Se trata de darse a conocer (Él), para que Le
amemos y sirvamos, comprendiéndole.
Aunque, ¿cómo podemos conocer a Dios si no nos habla
directamente en el oído al estilo que quisieran los ateos? Se hacen
necesarias las jerarquías, y a través de ellas Dios permite que los
hombres más capacitados guíen a quienes quedan a su cargo,
actuando a semejanza de Él con sus criaturas. De esa forma se
gana gloria.
Del amor a Dios se desprende la fe. ¿Qué quiere decir esto?
Las Escrituras lo explican: "la Fe es la certeza de lo que se espera
y la evidencia de lo que no se ve"3
. La certeza se tiene por la
razonabilidad de lo que podemos comprender, la
concatenación histórica que llegamos a conocer y —si existe—
la fiabilidad de la institución que nos lo enseña, a lo largo de su
existencia.
Pongamos un ejemplo: nos dicen que una civilización
remota existió pero nunca la hemos visto personalmente.
Creemos en su existencia porque dentro de lo que se comprende
acerca del lugar estudiado y sus indicios es razonable este
presupuesto. Además, la historia concuerda con la suposición en
todo lo que somos capaces de dilucidar. Finalmente, lo afirman
científicos e historiadores en quienes confiamos por sus
investigaciones, medios y formación.
Hace falta, por tanto, una institución que contenga a los
fieles, reuniéndoles, enseñándoles, corrigiéndoles si es
necesario, ayudándoles a mantener la vida que les permitirá
ganar el buen destino, acorde con lo entendido sobre Dios en
las anteriores obras, ya sea por revelación como por tradición4
.
3
Heb 11:1
4
La Tradición Cristiana, por ejemplo, se compone de todas las verdades
reveladas por Dios que no están incluidas en la Sagrada Escritura
(Biblia) y declaradas por el Magisterio de la Iglesia como tales. La
Tradición Apostólica se realiza de dos modos: con la transmisión viva,
Y para cumplir su fin, esa institución tiene que tener
depositada la Verdad en sí, para luego poder enseñarla, corregir
y todo lo dicho. Ha de quedarnos claro entonces que si Dios no
diese ese medio el hombre no tendría forma de alcanzar su fin.
No conocería, no sabría de qué forma servir, no entendería las
leyes, no sabría si se aparta de las verdades, no sería regulado por
la justicia divina en la tierra, etc.
Esto lleva a otro punto de gran importancia. La ley Divina
no puede, naciendo del amor, ser una reglamentación seca y
condenatoria, que envíe a mal destino a cualquiera que la infrinja,
aunque fuese una sola vez.
¿Por qué? La ley por la ley, seca y descarnada, no se
encuentra templada por la misericordia y la compasión que de
ella se desprende. Eso la vuelve poco virtuosa, porque para que
algo lo sea tiene que estar en armonía con las demás virtudes que
la apoyan y sostienen. Y sin esta condición se convierte en una
aplicación mecánica, sin amor, de una regla fría que no apunta al
bien último de las criaturas a las que se aplica.
Dicho en palabras más sencillas: si el objetivo de Dios con
nosotros es que Le alcancemos en nuestro destino final, entonces
el cumplimiento de las leyes apunta al orden y la corrección. Pero
lo fundamental seguirá siendo el Amor que nos tuvo al
crearnos, y que nos tiene al sostenernos y guiarnos.
Y además Dios, que es Amor, quiere que nos conduzcamos
por amor a imitación suya. Y que por amor obedezcamos Sus
leyes que, por lo demás, miran a nuestro propio bien. Es por eso
por las generaciones de fieles, de la Palabra de Dios (también llamada
simplemente Tradición); y con la Sagrada Escritura, que es el mismo
anuncio de la Salvación puesto por escrito. Ambas conjuntamente se
denominan el depósito de la fe.
que San Agustín dice: “Ama y haz lo que quieras”. Porque quien
ama no perjudica al amado, a quien conoce en todo lo que le
resulta posible, sino que le sirve, pero amorosamente. Y por
tanto, de su amor se desprende naturalmente la corrección de sus
actos.
Pero, ¿qué pasa si una persona contraviene una ley? En tanto
alguien comete una infracción, aún grave, y sigue vivo, tiene aún
la posibilidad de alcanzar su fin. Si no fuese así, estaríamos
sosteniendo que quien cometió un pecado a los veinte años, luego
vivió sesenta años sin posibilidad de levantar su condena.
Absurdo, ¿verdad? Por ese motivo, tiene que haber algún medio
para recuperar la buena relación con Dios después de haberle
ofendido, permitiéndonos así ganar el buen destino.
Para resumir, entonces, la Institución designada por Dios
en la Tierra, tiene que ser depósito de Sus Verdades, tiene que
tener una estructura que le permita formar personas que
cumplan con el fin más alto que puede existir, que es el
sacerdotal, porque cumple los mandamientos fundamentales:
amar a Dios sobre todas las cosas (a través de su consagración,
adoración, y cumplimiento de fines superiores) y al prójimo
como a sí mismo, procurándole el mismo bien máximo que
quiere para él, que es alcanzar a Dios al final de la vida terrena.
La Institución debe, por lo demás, contener los ritos más
adecuados para adorar y agradar a Dios y mejorar a los fieles, y
el poder de educar y asistir a esos mismos creyentes desde su
nacimiento y hasta la muerte. De esta manera, se mantiene una
perfecta relación constante entre Dios y las criaturas, a través de
un intermedio que es a la vez humano que divino. Humano en su
estructura durante la vida terrenal, y Divino en sus fines y
enseñanzas.
Está claro que la institución depositaria de la Verdad tiene
que estar en el seno de la religión auténtica. Por ello ahora nos
preguntamos, y con razón, ¿cómo podemos saber cuál de todas
es la correcta? E incluso, ¿no pueden serlo varias, o de alguna
manera todas tal vez?
El así llamado “indiferentismo religioso”
Hay un cuento oriental bastante conocido que dice que varias
personas con los ojos vendados son puestas delante de un gran
elefante. Cada uno tantea una parte: uno la pata, otro la cola, otro
la trompa, otro el lomo, y así por delante. Cuando hablan de lo
que conocen, cada quien defiende su parte: "es una pata", "no —
dice otro— es una oreja", etc. Y discuten quién tiene la razón,
llegando a pelearse por ello, cuando en realidad cada cual estaba
palpando una zona diferente del mismo animal.
Esa historia viene como anillo al dedo para ciertos errores
graves de comprensión. Y lo que intenta defender es totalmente
falso. Lógicamente, si dos, tres o más personas (o corrientes, en
realidad) afirman conocer al Todo por una de sus partes,
simplemente no tienen idea de la verdad total y se confunden con
la porción. Si juntásemos lo que dice cada cual, desde una visión
superior, podríamos terminar llegando a la conclusión de que se
trata de un elefante.
Estos ven patas, aquellos otros ven trompa, éste panza,
orejas, colmillos, cola, uno más siente la textura: resultado, un
elefante. Son partes de un ser coherente. No se contradicen unas
a otras, sino que se complementan. El único problema está en que
cada quien se centra en su parte. Y mientras se niegue a aceptar
que los demás también "captan" algo real, entonces se creará una
situación absurda, donde nadie notará al verdadero animal sino
sólo la porción que es capaz de abarcar.
Esta alegoría tan útil a ciertas creencias es lo que en
pensamiento lógico se llama una falacia. No sólo contradice la
necesidad que tenemos de conocer cuál es el camino idóneo y en
concordancia con las perfecciones del Creador, sino que además
surge un problema cuando lo que cada quien afirma es totalmente
contradictorio con el de al lado. Si la idea fuese cierta, no
encontraríamos contradicción entre cola y pata. Sólo habrían
partes distintas, que reunidas por una comprensión más
abarcativa, resultarían coherentes y complementarias entre sí.
Pero, ¿qué pasaría si uno dijese que ha palpado todo y descubrió
que tiene grandes patas, otro que no tiene ninguna porque repta,
y uno más que sólo usa aletas para desplazarse en el agua?
Si estudiamos apenas un poco de religiones comparadas,
descubrimos que hay diferencias irreconciliables respecto al
mismo punto. Por ejemplo: unos dicen que existen muchos
dioses (politeísmo) y otros que hay un solo Dios (monoteísmo).
Unos afirman que el objeto de nuestras vidas es llegar a la
iluminación (trascender la ilusión de estar separados, para
retornar al Todo) y otros que debemos llenarnos de buenos actos
para ir al Cielo junto a un Dios separado de nosotros, que nos
juzga para determinar nuestra fidelidad y amor a Él. Unos dicen
que el bien y el mal son dos lados de la misma moneda (dualismo)
y otros que sólo existen bienes y sus carencias o negaciones,
irreconciliables entre sí. Y así, muchas, muchas creencias que
chocan directamente unas con otras.
¿Todas tienen razón? ¿Dios es uno, es muchos, es Todo o no
existe en absoluto? ¿el hombre se ilumina (gnosticismo), muere
y va a juicio y luego a un destino final (religiones exotéricas),
muere y desaparece (ateísmo)? ¿Tiene una sola vida o reencarna
muchas veces? Y así podemos seguir con preguntas sin fin.
Como aquí se ve, ya no se trata de una pata versus una cola,
donde no hay contradicción. Se trata de que uno dice que la pata
tiene garras de tigre, otro dice que es un pie humano y el tercero
que en realidad no hay ninguna pata. ¿Es eso posible? ¿No habrá
alguien más cercano a la verdad y alguien más equivocado?
Este error mencionado se llama "indiferentismo
religioso". La Iglesia lo conoce desde hace siglos, y se podría
agregar un indiferentismo ideológico, que es lo que vive el
hombre de hoy con su relativismo a ultranza.
El problema es que las ideas producen efectos. Si creemos
algo, actuamos en esa dirección y obtenemos un resultado
determinado, distinto al que tendríamos con otra idea y otras
acciones. Por ejemplo: creemos en el libre comercio, en la
propiedad privada, etc. y somos capitalistas. O creemos en la
autogestión, la economía centralizada, la lucha de clases, y somos
comunistas. Y así tenemos monarquistas, anarquistas,
demócratas, liberales, ¡tantas ideologías! ¿Qué pasa cuando se
lleva a cada una a su último extremo? ¿Da lo mismo una que la
otra? ¿El mundo es igual en uno u otro caso? Que todo dé igual
no es más que el permiso para que quienes no piensan así
terminen haciendo imperar sus ideas, y produciendo resultados
acordes.
Pero entiéndase esto: la diversidad está muy bien. Una
persona es más amorosa, otra es más racional, una prefiere ver
un atardecer, otra ir a la ópera, una es economista y la otra toca
el piano. Hay millones de diferencias. Económicas, raciales,
vocacionales, artísticas, sociales, culturales, ¡y son maravillosas!
Pero no confundamos eso con el mundo de las ideas y creencias.
Por lo tanto, si Dios existe como ya se ha concluido antes, y
tiene ciertas características y no otras contrarias, entonces es
razonable pensar que tiene que haber instaurado un medio
inequívoco de hacernos llegar a Él, y todos los demás serán
errados porque no coinciden con Él, al proponer definiciones y
medios diferentes e incompatibles.
¿Puede Dios permitir que su Verdad esté desperdigada en
medio de distintas religiones que junto con lo cierto enseñan lo
falso? No. Una religión que en su base sostiene que hay muchos
dioses, por ejemplo, atenta directamente contra la Verdad,
aunque ya lo explicaremos mejor más adelante.
Distinto es que nada puede existir sin siquiera una mínima
porción de verdad. Como un sofisma bien construido, que emplea
verdades a las que tuerce en el razonamiento para llegar a una
conclusión errada. Uno conocido dice: el pájaro tiene dos patas.
El hombre tiene dos patas. Entonces, el hombre es un pájaro. Este
simple ejemplo muestra que dentro de un error puede haber
verdades. El problema está en que no podemos decir que
corresponda a Dios una construcción lógica defectuosa como
esa. Su Verdad, necesaria para el cumplimiento de nuestro fin,
tiene que estar íntegra en un lugar en el cual la ha depositado
segura, por nuestro bien.
Si el camino en su consecución no fuese perfecto y libre de
error, las personas no tendrían una vía segura para llegar a su
destino. Sería como tener un mapa de instrucciones que da vías
ciertas y vías erradas. Terminaríamos llegando a cualquier lugar
menos al que pretendíamos, y —en el caso de una religión—
además ofendiendo a Dios al hacer cosas contrarias a Su Ser y
Voluntad, aún sin saberlo, en medio de nuestro peregrinaje.
Entendiendo mejor la gnosis
Ya hemos comprendido la necesidad de que exista una
religión que nos muestre el camino que tenemos que seguir para
alcanzar la meta. Un lugar donde Dios haya mostrado a Sus
criaturas Quién es, qué quiere de nosotros, cómo podemos
lograrlo, y que además nos otorgase los medios para ello.
El problema que se nos presenta, entonces, es descubrir cuál
será esa religión que contiene en sí los medios para alcanzar
nuestro máximo bien, que es el sentido de la existencia del
hombre. Y para explicar este punto, tendremos que detenernos
más en la gnosis.
Hay en política, así como en religión y otras áreas del
acontecer humano, una habitual cortedad de miras que lo
impregna todo. Mucha gente se confunde con las etiquetas, sin
prestar atención a la esencia de las cosas. Y de esta manera, algo
que comparte las características básicas de cierto tronco, como
una rama de muchas, puede ser considerado totalmente distinto
por sus detalles particulares. Craso error éste, que no permite
distinguir patrones y conexiones evidentes, llevando a una visión
sumamente reducida de las cosas.
Al estudiar la problemática del comunismo, por ejemplo,
encontramos este problema una y otra vez. Los comunistas, más
inteligentes que la gente de a pie en general, descubrieron hace
mucho tiempo que cuando un pueblo estaba reactivo a ese
nombre (comunismo), que asociaban a barbaridades cometidas
antes, tenían que ponerse otro título para ser readmitidos en la
sociedad que antes les rechazaba. De esta manera, surgieron por
doquier “frentes de liberación”, “repúblicas democráticas”,
“frentes populares”, etc.
Cuando prestamos atención a su accionar y principios, nos
encontramos constantemente con las mismas bases y acciones:
lucha de clases, unipartidismo, represión a la libertad de
expresión, reforma agraria, etc., etc. Pero como tienen otro
nombre, y alguna que otra política propia, “entonces no pueden
ser lo mismo”, dicen los pobres tontos útiles que les siguen el
juego.
Es por este motivo, y con toda razón, que el escritor
Aleksandr Zinóviev —cuando todavía pensaba— dijo
irónicamente: “El Comunismo es como una serpiente, ambos
cambian la piel”.
Hay que despertarse de este jueguito tan básico, y observar
atentamente cuáles son las bases que sostiene cualquier
ideología o creencia, para entender que provienen del mismo
tronco o de uno diferente, sin importar la etiqueta que se hayan
colocado. O incluso el grado de unión que tienen. Unos pueden
estar menos unidos al árbol que otros, pero sin duda hasta la rama
caída puede saberse a qué especie pertenece, aún si se ha alejado
del cuerpo central.
Decimos todo esto porque se relaciona directamente con la
gnosis. Mucha gente confunde las doctrinas gnósticas que
afectaron a ciertos grupos de cristianos de principios de nuestra
era, con un conjunto de creencias que se pueden aplicar a todo
aquel que las comparta. Poco importará el maquillaje particular
de cada quien.
Así, dicen que gnóstico es quien utiliza términos como
eones, pléroma, demiurgo, etc. para definir su concepción de
Dios y el Universo, y si no encuentran esto al pie de la letra, “ya
no se trata de gnósticos”. No consiguen trasladar algo tan sencillo
como las ideas básicas a cualquiera que las use, sin importar cuál
sea su denominación o incluso detalles particulares que le
diferencien del resto.
Hay dos razones por las cuales una idea puede ser
encubierta con distintos nombres. Una es para ocultar su mal,
como en el caso del comunismo antes citado. La otra es porque
se pueden buscar diferentes maneras de llegar a destinatarios
específicos, según sus búsquedas y personalidades particulares.
Daremos un ejemplo: queremos que todos en una casa
consuman un líquido. Entonces para la madre ponemos en la
etiqueta que es dietético y rejuvenecedor. Para el padre decimos
que es un energizante prestigioso. Al adolescente rebelde se la
hacemos negra y le ponemos otra etiqueta diferente, con una gran
A roja, y un slogan que dice: “la bebida contra el sistema”. A la
hermana le damos un frasquito chico y extraño, y le contamos
que con esto tendrá una pócima para rendir a los chicos a sus pies.
A la abuelita se lo ponemos en una botella antigua y le decimos
que se prepara naturalmente, con una receta del tiempo de su
juventud, etc.
Incluso, si no queremos que nos descubran, le añadiremos
algún ingrediente distinto a cada cual, y colorante tal vez, para
que piensen que no se trata del mismo producto. Así finalmente,
todos estarán consumiendo la misma bebida, adaptada
engañosamente en su presentación a sus gustos y preferencias.
Si se entiende esto, al hablar de gnosis ya no se podrá caer
en el mismo error. Entenderemos que, con sus características
particulares, toda creencia es gnóstica cuando participa de un
mismo tronco. Sólo que algunas serán más descaradamente
definidas como tales, y otras menos. Pero se trata de una simple
gradación del mismo principio.
Definamos entonces, de una vez por todas, qué es la gnosis.
Se trata de la “ciencia superior a los conocimientos vulgares:
el saber por excelencia. La filosofía suprema, que contiene
todos los conocimientos sagrados, cuyo secreto sólo poseen los
iniciados”.
Esta definición menciona al iniciado. Es iniciático porque
sólo está al alcance de ciertos individuos, grupos o sociedades,
como un conocimiento impartido gradualmente, y en muchos
casos con el juramento de no divulgarlo a los "profanos".
La “verdad” de esa iniciación es que el hombre tiene en sí
una chispa de la divinidad. Unos dirán que esta chispa no es
compartida por todos los seres humanos por igual, otros dirán que
esa partícula divina se puede ir diluyendo con la reproducción de
los hombres, otros más dirán que al ser todo Dios nada posee más
Dios o menos Dios, y el único problema está en la ilusión de creer
en la separación inexistente.
Este punto tiene varios derivados. Uno de los principales es
el panteísmo (“todo es Dios”). Otro es el sentido de la Creación,
con la ilusión como engaño a que nos vemos sometidos por
nuestra mente, y de la cual sólo se puede salir a través de la
iluminación, consciencia, activación o como se le quiera llamar
al concepto de retornar a ese Todo.
De allí sacamos más conclusiones. Que el hombre no se
ilumina en una sola vida, por lo cual muchos creen en la
reencarnación también como motivo de males y dolores
“inexplicables” sufridos en la vida. Es un proceso de vidas tras
vidas en que la iluminación se alcanza gradualmente a través de
prácticas espirituales, con un cierto camino de “acción correcta”,
y que utilizan técnicas como la meditación, la repetición de
palabras o nombres, etc., para aplacar a la mente “enemiga”. Y
también está el dualismo, que dice que bien y mal son parte de
la misma ilusión, y deben trascenderse para alcanzar el estado
de perfecta unión con la divinidad impersonal.
Como ya aclaramos, unos dirán más, otros menos. Cada cual
pondrá sus aspectos particulares, como ritos específicos, la idea
de ser la mejor de todas las vías, y mayores énfasis en un punto
u otro. Pero todos, todos, sostienen buena parte de estos
enunciados. Y eso les hace gnósticos, sin importar su engañosa
denominación.
La gnosis es tan importante en la historia de la humanidad,
que una y otra vez nos encontramos con ella a lo largo de su
camino. Y estamos cerca de descubrir por qué esto es así. Pero
de momento contentémonos con prestar atención a cada uno de
sus principales enunciados.
¿Falso o verdadero?
Antes mencionamos el panteísmo, propio de muchos de los
hijos de la gnosis. Ya hemos sostenido y explicado que Dios es
infinito en Sus atributos. No podría ser de otra manera, porque si
no fuese así tendría puntos de carencia, y entonces ya no sería
perfecto, autosuficiente ni motor de todo lo demás. ¿Recuerda?
El error panteísta surge en que se considera a Dios infinito
en todo lo que existe, cuando no es así. Hemos dicho que las
cualidades de Dios son infinitas, pero esto no quita que existan
otras cosas externas o diferentes a ellas. Por ejemplo: podemos
decir que los números son infinitos, ¿verdad? Siempre se podrá
agregar un número más al anterior, no importa qué tan grande sea
este (n+1). Pero la infinitud de los números no toca en nada a un
color, una sensación o un objeto. Los números son infinitos, y no
incluyen en ellos a los aromas, ni a la tristeza, ni a las casas: su
infinitud es en su propio campo de acción y no en otros.
Así, la infinitud de Dios se refiere a Su Esencia Divina y a
Sus Atributos: Su Ser y las Virtudes que le conforman, y que no
tienen fin. ¿Eso significa que todo ha de ser parte de lo mismo?
Tenemos cualidades semejantes, es decir, participamos de
algunas de Sus características (virtudes y capacidades por
ejemplo), y otras cualidades que nos son propias, como la materia
o los instintos.
Entonces, la explicación de que “todo es Dios porque es
infinito” es tan absurda como decir que el rojo es un número,
porque los números son infinitos.
Nosotros, como seres humanos, no somos increados, ni
autosuficientes, ni todopoderosos, ni perfectos, ni omnisapientes,
etc., etc. Tenemos materia, necesidades, finitud, y una existencia
supeditada a lo que nos rodea y, en primera y última instancia, a
Dios. No compartimos con Él la capacidad de hacer todo lo que
queremos, no somos inmutables ni perfectos.
Algunos se ven tentados de pensar que es así porque en
ciertos grados del camino de la “iluminación” se poseen
capacidades paranaturales. De esta manera el hombre puede
saber algunas cosas del futuro (pocas y con frecuentes errores en
comparación a todo lo que acontece, hay que decir), mover un
objeto o curar a alguien, entre otras cosas. Bien, supongamos que
es así. Pero convengamos en que ni siquiera el mayor
“iluminado” puede mover el sol de su lugar o detenerlo5
, por
poner un ejemplo de algo que Dios mismo sí puede hacer como
dueño y motor de lo Creado.
No nos centraremos ahora en la veracidad acerca de lo
paranormal, y queda como tema para otra ocasión. Ahora lo que
nos interesa es que se entienda que el sofisma de que Dios es
infinito y por tanto todo es Dios es similar a aquel de la cantidad
de patas, que concluye que el hombre es un pájaro. En nuestra
realidad, nada demuestra semejante aseveración.
Pero veamos más aspectos de esto, para poder distinguir qué
tan cierta puede ser la doctrina gnóstica que subyace a todas las
ramas existentes en la historia y la actualidad.
5
“Aquel día, el día en que Yahvé entregó a los amorreos en las manos
de los hijos de Israel, habló Josué a Yahvé, y ante la vista de Israel dijo:
“Sol, detente sobre Gabaón; y tú, luna, sobre el valle de Ayalón; y el
sol se detuvo, y se paró la luna, hasta que la gente se hubo vengado de
sus enemigos”. ¿No está escrito en el libro de Jaser? El sol se detuvo en
medio del cielo, y no se apresuró a ponerse, casi un día entero” (Josué,
10:12-13).
Continuando con la idea de la infinitud de Dios, se produce
un absurdo que ya hemos desmontado antes: el dualismo. Dice el
diccionario: “Se llama dualismo a la doctrina que afirma la
existencia de dos principios supremos, increados, contornos,
independientes, irreductibles y antagónicos, uno del bien y otro
del mal, por cuya acción se explica el origen y evolución del
mundo”.
Podemos definir esto como el bien y el mal como dos caras
de la misma moneda. O bien Dios (Todo) contiene en sí tanto el
bien como el mal, o bien Dios es el bien, y otro principio dañino
(como el Demiurgo de los gnósticos) es su antagonista. La
materia sería el mal, y el espíritu el bien. Y esto se puede trasladar
a muchos otros conceptos.
Recordemos que bien es aquello hacia lo que las cosas
tienden. El fin último que algo tiene. Y también lo que contiene
el complemento de la perfección en su propio género.
Entendamos en forma definitiva que Bien no es simplemente
un comportamiento políticamente correcto, como el que dicta el
angelito en el hombro y junto al oído del dibujo animado. Y que
el mal no es “actuar feo”, como las instrucciones que le da el
demonito al otro oído del mismo dibujo. Bien es hacia donde nos
dirigimos, a través de la virtud (obras en consonancia con un
objetivo elevado, superior, supremo), con el complemento de la
perfección en su propio género. Es decir, cada uno de sus
atributos es igualmente perfecto.
Mal, por su parte, no es una entidad. Si Dios es Verdad, y
por tanto lo creado es verdadero o estaría contrariando
absurdamente Su propia naturaleza, entonces la mentira es
simplemente una carencia de esa verdad. No es un atributo, sino
una falta a él.
¿Se entiende entonces lo ridículo que es suponer que Dios
puede Ser una virtud, por ejemplo, y también su absoluta
carencia? ¿Puede Dios Ser completa Justicia y también una total
falta de ella, o sea, injusticia?
En el ser humano podemos ver distintos grados de una
virtud. Por lo tanto, una persona puede ser “casi siempre”
amable, y ocasionalmente áspera, por ejemplo. Pero en Dios esto
mismo es imposible. Porque el atributo es infinito, y por tanto
no es posible la carencia, o dejaría de ser absoluto. Y con esto
entendemos que el dualismo divino o en la Creación es
imposible, porque Dios no sólo no puede serlo, sino tampoco
producir lo contrario a lo que Él es.
Tampoco es posible trascender aquello hacia lo cual
debemos dirigirnos. ¿Cómo se trasciende el Bien, tal como
proclaman los gnósticos? Si el Bien no existiera, ¡entonces nada
quedaría!, dado que la existencia misma es necesaria para
alcanzar nuestro fin.
Esta misma falta de razonabilidad se encuentra en la ilusión.
Como ya vimos antes, Dios no puede tener un fin tan prosaico
como el juego, ni uno tan absurdo como el accidente. Ni querer
someter Su propia perfección a una carencia (mal) como es la
confusión, el error, la mentira y la falta de consciencia, propios
de ese estado ilusorio que sostiene el gnóstico.
Hemos demostrado, por otra parte, cuáles son causas
razonables, perfectas y elevadas para la Creación, en consonancia
con las cualidades divinas y con aplicación de Sus diversas
virtudes: el Amor y la expresión de la Gloria.
Y después de todo esto nos va quedando la reencarnación.
La gnosis requiere de la evolución —no tan curiosamente—
porque su doctrina está basada en un avance gradual hacia la
fusión con el Todo. Ya hablamos antes sobre este punto,
mencionando incluso películas (Matrix, X—men, etc.) que
muestran cómo el camino humano parte por el organismo
unicelular para luego llegar hasta lo que somos hoy y más
adelante continuar hacia estados de alta paranormalidad
(telepatía, telekinesis, etc.) que no son sino un logro propio del
que ha "despertado" de la ilusión, y por tanto puede "controlarla
a voluntad".
La gnosis es el tronco, repetimos una vez más, de todas las
creencias diversas que de ella se desprenden, y por lo mismo, el
origen y el fin de las partes que la componen son los mismos,
aunque cambien ciertos detalles aledaños. Por eso, nos importan
poco en el presente trabajo las variaciones que pueden
encontrarse, tales como la evolución desde piedras hasta seres
inmateriales ascendidos o boddisatwas, el retroceso o no a
estadios inferiores como volver en una vida a ser planta después
de haber sido caballo, por dar un ejemplo. Estas diferencias poco
afectan al meollo de la cuestión, y por eso nos limitaremos a los
fundamentos principales de la misma.
Hablemos de reencarnación
Para las creencias gnósticas la reencarnación, en definitiva,
es la rueda de nacimientos y muertes constantes que forman
una cadena de la cual hay que liberarse para poder fundirse
con el Todo, y para lograrlo, es necesario eliminar la serie de
acciones y reacciones que nos esclavizan. Dentro de esta
doctrina, toda acción genera una reacción: sea buena o mala
tendrá su compensación semejante, generalmente llamada
karma.
Según esto toda acción, por mínima o interna que sea —
intelectual o emocional por ejemplo—, perpetúa la rueda de
reencarnaciones.
Deducen los gnósticos que el camino para avanzar en la vía
espiritual debe ser una práctica de acciones que van ganando
mejores resultados a través del bien, y de esto último a la fusión
con Dios, donde se trasciende incluso ese bien, como antes
hemos dicho. Para ello es necesario transitar por distintos
estadios mentales, situacionales y físicos. Vale notar que siempre
las creencias gnósticas se basan en la evolución (ya sea física,
ya espiritual), mientras que los exotéricos se apoyan en el
desarrollo de las virtudes, que tienen un fin mayor que el mero
utilitarismo de "ser puros" para luego trascenderlo y "ser dios".
Un dios, por lo demás, que no es perfecto porque su bien es
superable.
Todo ser es lo que es y no otra cosa. Por lo mismo, un ser
no puede ser y no ser al mismo tiempo y bajo el mismo punto
de vista. Por ejemplo, una lechuga es eso y no un bastón ni una
pieza de música. Cada cosa considerada en sí misma es eso y no
algo distinto, por mucho empeño que pongamos en ello.
Todo ser tiene figura y forma. Figura es aquel conjunto
accidental que hace que un árbol sea marrón, verde, alto, añoso,
etc. Esto puede cambiar de un árbol a otro, pero todos son árboles
y no teléfonos. Forma, en cambio, es lo que hace que sea árbol y
no otro ser. Trasciende por completo a cada individuo de su
género, unificándolos a pesar de sus particularidades, en la
categoría que les es propia. Todo ser, al componerse de estos
factores, es único e irrepetible. La experiencia cotidiana nos
confirma la multiplicidad de seres distintos e irreproducibles (ni
siquiera dos células son idénticas entre sí).
Sostener la reencarnación supone negar este principio de
lógica ya que siempre serían seres distintos y nunca el mismo ser.
Si el ser es el cuerpo está respondida por absurdo la
argumentación. Si el ser es sólo el alma, el dualismo es la regla y
ya lo hemos refutado.
El ser es una composición de materia y espíritu única e
irreproducible. Nunca dos seres humanos han tenido las mismas
aspiraciones, las mismas capacidades, los mismos intereses,
historiales, etc.
Si el ser es lo que trasciende y el espíritu está sobre la
materia, ya que es lo que evoluciona dejando atrás las “cáscaras”
a la muerte, siempre —aún con sus ascensos— la persona tendría
los mismos intereses, capacidades, talentos, etc., junto con una
acumulación traumática de castigos (reacciones negativas) de sus
vidas anteriores, que han de haber estado llenas de malos actos
merecedores de una mala respuesta y que no quedaron saldados
en sus vidas previas.
Las personas tendrían que ser siempre lo mismo con la
acumulación de cosas buenas y malas, que supuestamente las
hace más sabias. Pero advertimos que la mayor parte de la
humanidad no tiene una conducta precisamente irreprochable,
por lo que es deducible una acumulación progresiva de karma
negativo. La excepción la constituyen aquellas personas que han
"comprendido" esta verdad. Pero mientras no entendemos y
vivimos plenamente la "verdad" (de ser dios), es erróneo pensar
que mejoraremos, a menos que creamos en la absurda evolución
que lleva a una célula a considerar que es hora de convertirse en
pez, luego en perro y más tarde en hombre. Sin caer en ideas tan
ridículas, sería como esperar que un chico de la calle, que ha ido
al reformatorio por su conducta criminal, y luego empieza a pasar
de uno a otro, con nuevos castigos cada vez, se convertirá sólo
en un ciudadano modelo.
Y más absurdo es aún en aquellos casos en que se cree que
la reencarnación nos puede llevar a retroceder a formas más
primitivas de existencia, como dice el budismo tibetano, por
ejemplo.
Sin más virtud que la utilitaria para alcanzar al Todo, ¿qué
nos guiará hacia la mejoría en lugar de llevarnos cada vez a
mayores decadencias, como ocurre con el hombre que se
corrompe y no se arrepiente? En tal ciclo, siempre naceríamos
con una carga creciente de defectos, sufrimientos,
imperfecciones, etc., y sus consiguientes malas reacciones, lo que
hace imposible la autorredención ya que las inclinaciones
predominantemente serán negativas y bajas. Vale decir que
iríamos de mal en peor, cada nueva vida absolutamente
inconsciente de lo pasado, y con una carga mayor que purgar que
en la anterior.
La reencarnación proclama: "autorredención sin auxilio
de la divinidad salvo para indicar el camino". Un mecanismo
rígido e inflexible en el que está ausente la misericordia, el
arrepentimiento y el perdón.
El individuo está condenado a un esquema sin esperanza, ya
que se sabe falible, finito y limitado y por lo tanto condenado a
una larguísima cadena de vidas sucesivas hasta liberarse de la
ilusión.
Se trata de la negación de la justicia (como virtud) ya que
el karma no es justo sino la ley del talión divinizada (ojo por
ojo, diente por diente) porque la justicia verdadera consiste en
otorgar a cada uno lo que le corresponde, interviniendo
siempre la sabiduría, la proporción y el perdón cuando hay
arrepentimiento y deseo de enmienda, mientras que respecto al
karma sólo le queda al individuo sentarse y desesperar porque
llegará un castigo mecánico e inflexible a su acción, por mucho
que comprenda y desee cambiar. Y allí no existe el ejercicio ni la
aplicación de la Compasión divina.
La redención gnóstica solamente se obtiene a través del
conocimiento y la experimentación de la divinidad residente en
nosotros mismos.
Demos un ejemplo del ridículo de la supuesta evolución
espiritual que acontecería vida tras vida: Un individuo muy rico,
sano, con una buena familia, que tiene una vida humanamente
satisfactoria en cuanto a lo que lo rodea, pero que desde chico es
malvado e injusto con sus inferiores, sería totalmente incoherente
dentro del planteamiento del karma, ya que todo lo bueno que
posee no es más que un premio a sus buenísimas acciones
pasadas, lo que significaría que para haber ganado semejantes
privilegios respecto al resto tienen que haber sido ejemplares, y
sin embargo, ahora posee un nivel espiritual muy inferior a
cualquier persona común y corriente. Esto es ilógico e
incoherente, por muy "justo" que sea el castigo que reciba en el
futuro, puesto que en esta misma vida ¿avanzó y retrocedió?
Entonces ¿de qué nos sirven los miles de nacimientos? Puesto
que olvidó lo que hizo antes, siempre estaría cometiendo el
mismo error, una y otra vez, eternamente. O incluso perdiendo lo
antes ganado con esfuerzo, como en nuestro ejemplo.
Además, al mantener a los "profanos" fuera de los excelsos
secretos, se ralentiza la liberación del resto de la humanidad. ¿Es
una especie de egoísmo del conocimiento o desinterés por el
prójimo, que en definitiva es lo mismo que nosotros?
La reencarnación niega de Dios el amor, la paternidad, la
cercanía, la dulzura, la comprensión, la caridad, y todo don de
bondad, justicia, misericordia y sabiduría. Don de justicia es
juzgar (usar el juicio, la razón) y sancionar dando premio o
castigo a las acciones según sean buenas o malas y según sea el
estado espiritual del sujeto. Por ejemplo: si un pequeño rompe un
vidrio, estando advertido, comete una mala acción objetivamente
y es justo que reciba un castigo. Si el chico está arrepentido y
propone un cambio y además repara dentro de sus medios el daño
que hizo, no es justo hacerlo sufrir un castigo sino reprenderlo y
estimularlo a la perseverancia en esa comprensión.
Un sistema mecánico, por el contrario, deja fuera el amor
por las criaturas (porque no actúa, es un amor que no se expresa
de ninguna forma), la misericordia (porque no se compadece del
hombre, de sus limitaciones, de sus falibilidades), el perdón (un
Dios indiferente e insensible a los ruegos del hombre) y la
posibilidad de que como hermanos podamos interceder por los
demás. Es un Dios malvado, absurdo, frío, mecánico e
intolerante. Y el bien que devuelve, lo devuelve en la medida
“exacta” de la acción que se realizó. Dios no puede regalar ni
retribuir con largueza como premio las buenas acciones de los
hombres. Es decir, que el dios gnóstico es como una máquina
expendedora que responde según las fichas que ponemos y el
botón que apretamos. Y si agregamos que creó todo como un
juego, es un Ser sádico, atroz y al mismo tiempo trivial.
El proceso de nacimiento y renacimiento, al proponer un
ciclo indefinido de vidas, en que más o menos las sobrellevamos
según lo que la maquinaria kármica dicte, como valor
predeterminado de las acciones anteriores, niega una vida
completa en sí misma en donde sean sancionadas sus acciones y
en base a ellas se otorgue un premio o un castigo (según la
religión), eliminando así la verdadera justicia, la responsabilidad,
y por lo tanto un orden equilibrado en el universo. No es raro, en
esa “lógica”, que la persona postergue para otras vidas el trabajo
por su ascenso espiritual, y en el presente desee "disfrutar" de
todo por muy ilícito que sea (compre ahora, pague después).
Otro punto a abordar tiene que ver con la evolución
espiritual que incluso considera a los animales y las plantas,
como ya dijimos antes. Por ejemplo, de una sola espiga de trigo
salen cientos de otras plantitas, y de cada una salen varias espigas
que contienen otros cientos de semillas que serán nuevas plantas.
Y así sucesivamente, ocurre con animales, vegetales y hombres.
Entonces, si todos los seres surgieron de una Creación que ya
fue hecha y ahora se dedican a evolucionar, tenemos
constantemente un número creciente de seres que no se
corresponden con las formas superiores, puesto que hasta el
último día del "juego divino" de la Creación deberán existir
hombres que se fundan en Dios (al menos uno), pero para existir
tienen que haber sido alimentados con vegetales o animales que
aún no terminaron su proceso evolutivo. Por lo tanto, ¿cuándo
terminaría la Creación? En otras palabras, aunque quedase un
solo hombre sobre la tierra a punto de iluminarse, el sólo hecho
de que tendría que haberse alimentado de algo para vivir hasta
ese momento significaría que la creación no puede terminar ni
aún así, porque todavía quedan seres que no han alcanzado la
fusión con Dios. ¿O será que en virtud de que se ha recuperado
“la mayor parte”, Dios les regala un salto cuántico a los que
llegaron tarde al teatro de la vida?
¿Otro absurdo? El amor de los animales también es
imposible. Veremos por qué. Los animales, al no tener libertad
de decisión, ni discriminación entre lo bueno y lo malo (sí con
respecto a su supervivencia, pero no como actos morales), no
pueden sentir un verdadero amor por algo o alguien, sino
afecto, que no es lo mismo. El amor, ya lo hemos dicho, es el
deseo del máximo bien del ser amado. Y eso es algo que no puede
suceder en un animal. El animal puede ser fiel, o cariñoso, así
como puede ser (sobre todo en caso de animales domésticos) más
agresivo, o más tímido, etc. Esas son características tales como
ser más alto, o marrón, o de pelo corto. Son cualidades que los
diferencian personalmente, pero que no por poseerlas les da la
libertad de discernimiento entre bien y mal. Y si no distinguen el
bien, no pueden desearlo para alguien. Por tanto, se conducen a
través del instinto, y no a través del amor.
Por eso, un perro que es bien tratado, no puede discriminar
si su dueño es una persona "querible" por su nobleza o
"detestable" por su ruindad, sino que su relación se basa en un
instinto que reconoce el trato que ha recibido, y el resto depende
de lo cercano o huraño que el animal sea. Por lo tanto, ¿cómo
puede el perro evolucionar hacia algo superior a sí mismo, si no
se ha "ganado" ese pago mecánico del bien con bien y mal con
mal? ¿Igual que la célula que de pronto “decide” ser algo superior
a sí misma?
Todas las razones expuestas, por separado y especialmente
en conjunto, demuestran que la reencarnación no es posible.
En busca de la verdad en las religiones
Hemos desmontado las principales bases de la gnosis
(panteísmo, dualismo, ilusión, reencarnación) demostrando que
son absurdas y faltas de razonabilidad, o sea, falsas. Ya es hora
de ver qué ocurre con las diversas religiones principales que
pueblan la tierra.
El budismo puede definirse a sí mismo ateo, agnóstico o
politeísta según su corriente. Sin embargo, en todas sus versiones
es gnóstico. Sostiene la rueda de causa y consecuencia, con la
reencarnación hasta ganar la iluminación. Dicen sus bases que la
naturaleza humana es el producto de cinco agregados que
generan la ilusión de la existencia personal. La personalización
es un obstáculo en la consecución de la liberación. El nirvana es
la aniquilación de la existencia personal. El budismo mahayana
enfatiza el papel de la compasión por todos los seres, pero
también la ve como ilusoria en última instancia, y su verdadera
naturaleza como vacía. El propósito de la vida es evitar el
sufrimiento y ganar la iluminación liberándose así del ciclo de
renacimiento, o al menos obteniendo un mejor renacimiento a
través del mérito ganado.
Por lo que hemos concluido hasta ahora, está claro que el
ateísmo o el agnosticismo no son factibles. Ahora, ya que hemos
mencionado el politeísmo, hablaremos un poco al respecto: Si
existiesen varios dioses (politeísmo), sin importar su cantidad,
querría decir que no hay un Ser único, simple, perfecto (fuente
de todo bien), sino que sus virtudes estarían divididas entre
diversas entidades diferentes entre sí.
¿Cómo podría un ser original carecer de las virtudes que
posee otro? Por lo demás, ¿de dónde las habría sacado aquel otro
si no hubiese ninguna fuente? Pero si hubiese uno que las tuviera
todas, entonces ya no serían necesarios los otros, ¿verdad? Y
entonces habría que retroceder inevitablemente a un primer dios,
sin carencias y creador de todo lo demás, y sería al que nosotros
llamamos propiamente Dios.
Pero continuemos con la idea: el único sentido de la
existencia de varios dioses sería que cada uno tenga atributos
propios distintos al resto. Éste dios es creatividad, la otra diosa
es justicia, ésta otra es la belleza, el de más allá es fertilidad, etc.,
al estilo griego o romano por ejemplo.
Es más, mientras uno quiere una cosa, el otro desea otra: en
eso se basan los miles de relatos míticos politeístas que existen:
en las diferencias de unos con otros. Por tanto, se crea
inevitablemente división de voluntades. Pero ciertamente el mal
en el mundo es fruto de la libertad que poseemos, y no el reflejo
de dioses caprichosos, que carentes del Bien absoluto no podrían
tampoco hacer manar de sí toda virtud, sino sólo la que poseen,
unida a otros defectos que la contradicen.
Dios, bien mayor, no puede requerir de bienes menores,
puesto que no necesita de nada más. Pero, por otra parte, los
bienes menores no podrían hacer lo mismo que el mayor, dado
que lo que es menos no puede lo más. Para refrescar la memoria
repetiremos el ejemplo del vaso, reiterando que uno pequeño, que
puede apenas contener dos sorbos de agua no podrá ofrecernos
un litro del líquido por mucho esfuerzo que se ponga en ello. Esta
ley universal hace que nada pueda dar más de lo que su
capacidad real permite. Y por ello, un dios menor no podría
contener en sí las cualidades perfectas del Dios mayor. Por lo
tanto, la demostrada necesidad de la existencia de los absolutos,
indica la existencia del Dios mayor, que a su vez vuelve absurda
la de los menores, y esto hace imposible cualquier historia de un
dios original que crea a los demás.
Y aún ya teniendo esto claro, agregaremos además que la
posibilidad de que los supuestos dioses se tuviesen entre sí para
no estar solos indicaría que no son autosuficientes, sino que
requieren de otros para suplir sus carencias (mal). ¿Esto es
posible? O Dios es único y autosuficiente, con todas las
características que hemos ido desgranando antes, o ya no tiene
las cualidades indispensables de un Ser que es principio y
motor de todo lo demás, sin el cual nada existe.
Por tanto, está claro por todo lo visto hasta ahora (ateísmo,
politeísmo, reencarnación, ilusión, trascendencia del bien, etc.)
que el budismo es falso y no puede contener en sí la Verdad
completa y salvadora de Dios.
El hinduismo por su parte puede ser politeísta o panteísta
impersonal. El panteísmo proclama que Brahma impersonal es la
fuente de toda existencia, y los dioses son meros productos de su
manifestación. El hinduismo teísta acepta los dioses personales,
pero el karma los limita. Creen en la reencarnación hasta alcanzar
la iluminación. El mundo es la manifestación de la Realidad
Última impersonal, y fuente de ilusión. Manifestación de la
sustancia primordial (prakriti) en el samkhya—yoga dualista,
mientras que se trata de una transformación de una sustancia
primordial por los dioses en el teísmo hindú. Los seres humanos,
por otro lado, tienen una esencia divina (atman, purusha) de una
naturaleza impersonal. El mal y el sufrimiento son resultado de
la ignorancia (de la realidad del Todo divino, se entiende) y la
subsiguiente labor del karma. Los humanos están atados a la
ignorancia y la ilusión, pero pueden escapar. El propósito es
liberarse del renacimiento, o al menos obtener uno mejor para la
próxima vida.
Nuevamente, nos encontramos frente a los mismos puntos:
politeísmo, panteísmo, karma y reencarnación, ilusión,
iluminación, dualismo, mal como entidad. En definitiva, y sin
necesidad de volver a explayarnos al respecto, podemos sostener
que también el hinduismo es falso.
El zoroastrismo cree en un dios (Ahura Mazda) pero con una
visión dualista, en la cual un espíritu maligno, Angra Mainyu, es
casi igualmente poderoso. Se trata de un dualismo religioso: un
dios bueno y un dios malo. Los humanos son libres de hacer el
bien o el mal, pero deben elegir el lado del bien. Ahura Mazda es
omnisciente, pero no omnipotente. La existencia de Angra
Mainyu es la fuente de todo pecado y miseria en el universo. Las
interpretaciones panteístas del zoroastrismo siempre han existido
en Irán y la India. Se rechaza toda forma de monaquismo. Ahura
Mazda terminará prevaleciendo sobre el mal. En la corriente
panteísta se cree que tras la renovación final, toda la creación e
incluso las almas de los muertos que inicialmente fueron
proscritas a la "oscuridad" retornarán a Ahura Mazda. Los demás
creen en un juicio, con cielo e infierno.
Veamos: dualismo, politeísmo, creación divina del mal,
panteísmo, fusión final con Dios, ¿qué nos dice? El zoroastrismo
es falso.
El bahaismo cree en un solo dios, que envió a distintos
mensajeros a revelar sus enseñanzas. Entre ellos están Abraham,
Krishna, Zoroatro, Moisés, Buda, Jesús y Mahoma, quienes
crearon las principales religiones. Tras la muerte, el alma
emprende un viaje espiritual hacia Dios a través de muchos
planos de existencia. Dice Abdul Baha: “La naturaleza del alma
después de la muerte no puede describirse jamás”. Piden la
fusión de todas las religiones en una, como fuente de Unidad. La
enseñanza es confusa respecto a teísmo y panteísmo, que niegan
y afirman en diversos puntos. Dicen que cada religión sucesiva
es necesaria, pero cambian mejorando según la nueva forma y
estructura de la sociedad.
¿Es esto posible? Las religiones dicen, como ya sabemos,
cosas diferentes. ¿Pudo Dios mandar a mensajeros que
instituyeran religiones organizadas incoherentes entre sí, que
dicen también cosas diferentes acerca del Dios que representan?
Por otra parte, ¿existimos sin un medio claro, dado que no es
posible saber concretamente cuál es el fin para el cual fuimos
creados? Finalmente, ¿es posible que Dios fuese enseñando
mentiras según la estructura y condición de la humanidad, y
luego mostrando mejor su “verdad” con el paso del tiempo? ¿Hoy
sería la Nueva Era gnóstica esa gran verdad entonces? Nos queda
claro que el bahaismo es falso.
El taoísmo, por su parte, dice que Dios es un principio
impersonal (tao) que impregna todo y gobierna el universo
(panteísmo). Tras la muerte, se retorna al estado de no—ser, que
es simplemente la otra cara del ser, un paso del yang al yin
(dualismo). Como dice Chuang—Tzu, "si la vida y la muerte son
compañeros uno del otro, ¿por qué preocuparse por ellos? Todos
los seres son uno". Tienen una actitud general de desapego y
no—lucha, la idea es "ir con el flujo del Tao".
Nuevamente nos encontramos con el panteísmo, el
dualismo, el desapego (ya que todo es ilusión) y una Creación sin
sentido (extinción tras la muerte). ¿Conclusión? El taoísmo es
falso.
El jainismo es politeísta y panteísta. Los dioses, los
humanos y todos los seres vivos están clasificados en una
jerarquía compleja, que termina en la fusión en el Todo. El alma
es increada, eterna y puede alcanzar la perfecta divinidad. El
propósito es ganar la liberación del ciclo de muerte y
renacimiento (reencarnación), evitando todo mal karma,
especialmente no causando daño a ningún ser sensible. Entre sus
prácticas están el desapego, la meditación y la repetición de
mantras.
A esta altura el lector se impresionará por las similitudes que
encuentra en su camino. Vemos aquí politeísmo, panteísmo,
reencarnación, liberación, desapego de la ilusión y vaciamiento
mental. Por tanto, el jainismo es falso.
Los sikhs creen en un sólo Dios informe. El propósito
humano en la vida es, entre otros, superar el ser. Creen en la
reencarnación (samsara) que puede ser a otro humano, un animal
o una planta hasta superar el karma y fundirse con Dios. No
aceptan el monaquismo ni el ascetismo. Practican la meditación
y son iconoclastas.
Otra vez, panteísmo, reencarnación, vaciamiento mental. El
sikhismo es falso.
Descrito el corazón de algunas creencias principales del
mundo actual, y conscientes de que la explicación de todas y cada
una de las interminables vertientes que existen sobrepasan el
sentido de este apartado, pasaremos ahora a las principales
religiones monoteístas, a saber, el islam, el judaísmo y el
cristianismo. De momento hemos visto que todas las religiones
hasta aquí descriptas en sus bases fundamentales son ramas
del mismo tronco gnóstico que antes mostramos en sus
múltiples errores.
Principales religiones monoteístas
El islam
Aunque cada religión tiene una extensa cantidad de
información que considerar, basta con encontrar que las bases de
creencia están viciadas para descubrir que es imposible que Dios
depositase allí la Verdad capaz de llevar a los hombres al Cielo.
El mundo musulmán es complejo y lleno de variantes, pero
nos atendremos a aspectos que conforman la estructura básica de
todos sus creyentes.
En el Corán los musulmanes aprenden que hay un sólo Dios
(Alá), omnipresente, omnisapiente y omnipotente, creador del
cielo y la tierra. Dicen que los ángeles son seres creados de la luz,
esclavos obedientes de la voluntad de Alá6
.
El ángel Gabriel trajo la revelación del Corán a Mahoma,
aunque según otros versículos es el Espíritu Santo. Los djinn son
otros espíritus, seres invisibles creados del fuego, pero que no
son ángeles. Tienen comunidades y hay buenos y malos. El
diablo, llamado Iblis, es un Djinn malo. Jesucristo es un profeta
pero no es hijo de Dios, no es divino ni fue crucificado. Mahoma
es el más grande y último profeta. Sus mensajes sustituyen el de
todos los otros profetas (aunque no hay acuerdo acerca de
cuántos han habido, y algunos sostienen que fueron miles),
6
Se hace necesario mencionar que hay una diferencia sustancial entre
esclavitud y sometimiento amoroso a una voluntad superior, fuente de
todo Bien.
siendo Mahoma el supremo profeta final, el "sello" de los
profetas. Hay otros escritos sagrados, pero son reemplazados por
el Corán. Aceptan la ley dada a Moisés, el Evangelio (o Injil)
dado por Jesús, pero que ya no es válido. Sólo lo que está de
acuerdo con el Corán es verdadero. También aceptan los salmos
de David. El qadar (predestinación) enseña que todas las cosas,
buenas y malas, están ordenadas previamente para que ocurran7
.
No existe el arrepentimiento en el último momento previo a la
muerte.
El islam se basa en buena medida en enseñanzas judías y
cristianas, pero deformadas a gusto de su "profeta". Hay tres
temas que tocar entonces: la validez de tal profeta, las
inconsistencias de su “libro sagrado”, y el importante lado
gnóstico de su mística. Empecemos…
Un profeta es una persona que sirve como intermediaria
entre la humanidad y la divinidad, hablando en nombre de esta
última. Si Dios es perfecto, se entiende que el profeta tiene que
actuar dignamente, en concordancia con el importante papel
que le toca. Un profeta pudo eventualmente cometer errores
antes de su acción profética, pero no puede mantener una
conducta totalmente reprochable mientras comunica a los
hombres cuáles son los designios y enseñanzas de Dios. Esto
sería, obviamente, absurdo.
7
La predestinación es absolutamente descabellada. Algunos han
querido modificar su significado diciendo que el hombre es libre de
actuar bien o mal, pero que Dios sabe desde siempre cuál será el
resultado final. Sin embargo, varios suras sugieren que sólo puede
actuarse bien si Dios así lo quiere. “Para que se encamine quien quiera.
Y sabed que solo se encaminará quien Allah, Señor del Universo,
Quiera”. (81:28,29). Esto implicaría que Dios puede querer que se actúe
de otra manera distinta a lo que Él mismo es, y que el hombre está
predeterminado a actuar según esa voluntad variable.
En los casos de Moisés, David y de Salomón, se ve el castigo
divino por sus malos actos y desobediencias. Esto es razonable
porque Dios requiere de ellos un ejemplo que los demás puedan
seguir, y un buen intermediario entre Él y Su pueblo. Pero en el
caso de Mahoma, comete aberraciones sin siquiera ser
corregido por Dios, que sigue haciéndole revelaciones como si
fuese el mejor de sus servidores.
Veamos ahora sólo algunos hechos de la vida de Mahoma,
mantenidos incluso durante su “período profético”, y que los
musulmanes que los conocen suelen mantener en secreto.
1. Cuando comenzó a recibir sus revelaciones, su primera
impresión fue que había sido poseído por demonios. El "ángel"
que se le apareció lo ahogó casi hasta la muerte. Mahoma
concluyó que estaba poseído por el demonio y quiso suicidarse.
2. Mahoma sostenía su incipiente religión robando a la
gente. Los primeros musulmanes podrían haber mantenido el
Islam a través del duro trabajo, gastos frugales y donaciones de
admiradores. Pero Mahoma prefirió robar como su fuente
principal de ingresos, y la avaricia se convirtió pronto en uno de
los factores primarios de la rápida conversión de la gente a su
religión. Robaban en grupo a caravanas y villas, e insistía en
quedarse con el 20% del botín.
3. Solía ser despiadado con sus adversarios. Los castigos
por oponérsele incluían tortura y muerte. Hombres y mujeres
fueron brutalmente asesinados por criticarlo.
4. Tuvo muchas más esposas que las que incluso su propia
revelación permitía. El Corán permite a los musulmanes tener
hasta cuatro esposas. Él tuvo al menos doce esposas y dos
concubinas a lo largo de su vida, llegando a tener nueve a un
mismo tiempo.
5. Consumó su matrimonio con una niña de nueve años.
Había empezado a cortejarla cuando tenía seis años, por un sueño
que tuvo con ella y que adjudicó caprichosamente a la voluntad
divina.
6. Dijo ser el único en recibir una revelación, proclamarla
como parte del mensaje de Dios al hombre, para luego
retractarse, diciendo que realmente era del demonio. Según la
biografía más antigua de Mahoma, se entristeció tanto por el
rechazo de sus compatriotas —entonces politeístas— a que fuese
un profeta, que comenzó a buscar cómo atraerlos. "Recibió" una
revelación que decía que la intercesión de tres otros dioses era
aceptable. Presentó la revelación al pueblo, y los hombres se
alegraron de escuchar que podían seguir rezando a al—Lat, al—
Uzza y Manat. Siguió una conversión masiva al Islam, pero más
tarde Mahoma “recibió” otra revelación, que dijo que los versos
anteriores se los había dado el demonio, y "Dios" estableció sus
propios versos.
¿Esta es la calidad de un profeta de Dios? Continuemos
ahora con su “revelación”:
“¿No examinan atentamente el Corán? Si fuese su autor
otro que Dios, ¿no hallarían en él una multitud de
contradicciones?”8
.
Pondremos aquí sólo algunas de las varias contradicciones
que tiene el Corán:
¿De qué fue creado el hombre? ¿De sangre, de arcilla, del
polvo o de la nada?
8
Corán, sura 4: aleya 84.
- “El hombre creado, hecho de (simple) sangre
coagulada”9
.
- “Nosotros creamos al hombre de barro arcilloso, de
barro moldeable en forma”10
.
- “La similitud de Jesús delante de Alá es la misma que la
de Adán; Él lo creó a él del polvo, entonces, le dijo: ‘Sé’. Y él
fue”11
.
- “¿Pero no recuerda el hombre que Nosotros lo creamos a
él de la nada?12
.
- “Él ha creado al hombre de una gota de esperma13
.
¿Es bueno o malo el consumo de vino, y quién lo creó?
- “¡Oh creyentes! El vino, los juegos de azar, las estatuas
y la suerte de las flechas son una abominación inventada por
Satán; absteneros de ellos y seréis felices”14
.
- “He aquí el cuadro del paraíso que ha sido prometido a
los hombres piadosos: arroyos cuya agua no se malea nunca,
arroyos de leche cuyo gusto no se alterará jamás, arroyos de vino,
delicia de los que lo beban”15
.
- (En el Cielo) “Se les presentará a beber vino exquisito,
lacrado”16
.
¿Han cambiado o no los decretos de Alá?
9
Ibíd., 96:2.
10
Ibíd., 15:26
11
Ibíd., 3:52
12
Ibíd., 19:67, traducción de Yusuf Ali. Ver también 52:35
13
Ibíd., 16:4
14
Ibíd., 5:92
15
Ibíd., 47:16
16
Ibíd., 83:25
- “La palabra de tu Señor ha llevado a cabo su
cumplimiento en verdad y en justicia: Nadie puede cambiar Sus
palabras: Porque Él es el uno que escucha y conoce todo”17
.
- “Nosotros no abrogamos ningún versículo de este libro
ni haremos borrar uno solo de tu memoria, sin reemplazarlo por
otro mejor o igual”18
.
- "Si reemplazamos en este Corán un versículo por otro
(Dios conoce mejor que nadie lo que revela) dicen que tú mismo
lo inventas. No; pero la mayor parte de ellos no saben nada"19
.
Entonces, según sus propias palabras respecto a las
contradicciones nos preguntamos ¿es Dios el autor del Corán?
Además de lo dicho, encontramos entre los varios pasajes
francamente grotescos del Corán, uno que en particular llama la
atención porque parece digno de un cuento infantil. Nótese que
no es una parábola, sino considerado como “hecho cierto”: "Un
día los ejércitos de Salomón, compuestos de genios y de hombres,
se reunieron ante él, y los pájaros también, todos alineados por
tropas separadas. Cuando todo este cortejo llegó al valle de las
hormigas, una de ellas dijo: ¡Oh hormigas! Entrad en vuestras
casas por temor a que Salomón y sus ejércitos os aplasten bajo
sus pies sin saberlo. Y Salomón sonrió al oír estas palabras de
la hormiga, y dijo: ¡Señor! Haz que yo sea agradecido a los
beneficios con que me has colmado, así como a mis padres; haz
que yo practique el bien para agradarte, y asígname una parte
en la misericordia con que rodeas a tus servidores virtuosos"20
.
Este ridículo pasaje no muestra sino una de las muchas
graves discrepancias entre las Escrituras judeocristianas y el
Corán, que Mahoma explicó diciendo que la Biblia fue alterada
17
Ibíd., 6:115
18
Ibíd., 2:100
19
Ibíd., 16:103
20
Ibíd., 27:17-19
por judíos y cristianos. Por tanto, su antojadiza selección es la
“verdad” que hay que creer. Se pueden mencionar muchas
variantes “reveladas” al “profeta”, pero excede la necesidad de
este apartado que ya ha quedado probado.
Pero antes de terminar, queremos exponer aquí algunas
respuestas que una de las seis principales autoridades religiosas
musulmanas en todo el mundo (Gran Ayatollah Sayyid Ali
Husaini Sistani) ha dado a preguntas que le formularon sobre lo
que se puede o no hacer según las prescripciones del islam.
P: ¿Por qué está prohibido usar platos, tenedores y cucharas
de oro y plata?
R: Según el Islam comer y beber líquidos en platos de oro y
plata está prohibido. No importan los motivos.
P: ¿Se permiten los tatuajes?
R: Los tatuajes están permitidos en cualquier caso.
P: ¿Cuando se produce “Zina” (sexo prematrimonial o
extramarital)?
R: Zina no ocurre hasta que no exista penetración.
P: ¿Se puede usar magia blanca si se emplea para el bien, y
siendo lo contrario de la magia negra, que es usada por personas
malvadas?
R: La magia en todas sus formas y clases está prohibida,
incluso para usarla para deshacer un hechizo, salvo que el asunto
aporte un gran beneficio, como salvar la vida de una persona
respetable.
P: ¿Puedo usar software pirateado?
R: Si otra persona lo ha pirateado puedes usarlo, pero no
puedes copiarlo.
P: ¿Está permitido jugar al ajedrez?
R: Es totalmente ilegal.
P: ¿Por qué está prohibido jugar al ajedrez?
R: No está permitido porque implica libertinaje y juego.
Muchos imanes lo han prohibido. Además, cuando no sabemos
las razones de la prohibición de un acto, estamos obligados a una
obediencia absoluta. Hay una razón para ello, pero que no la
conozcamos no significa que no debamos acatarlo.
P: ¿Está prohibido jugar al críquet? ¿Y ver deportes en
Televisión?
R: No hay objeción al respecto.
Por lo tanto, el Islam prescribe algunas reglas sin
razonabilidad ni motivo, acepta el uso de magia aunque sea en
ciertos casos “extremos”, lo mismo que el robo (pirateo) que se
considera válido si no es por propia mano (vale decir, ¿que nos
podemos quedar con un botín robado si nosotros no efectuamos
el atraco?), y el ajedrez implica libertinaje y juego, pero el criquet
y sobre todo la televisión (¡!) ¡no!
Ahora sólo nos queda mencionar el aspecto gnóstico que se
comentó antes.
Para ello explicaremos que hay diversas divisiones en el
Islam, pero la principal es entre sunitas y chiitas. Los sunitas
toman su nombre de la "sunna", que es el comportamiento o
ejemplo de Mahoma y la primitiva comunidad musulmana (¡qué
ejemplo!). Los chiitas, por su parte, creen que el líder islámico
debería estar entre los descendientes de Ali, el yerno y primo de
Mahoma y uno de los primeros califas o sucesores de Mahoma
como líder del pueblo musulmán.
Lo que nos importa ahora son los sufíes (que se encuentran
tanto entre sunitas como chiitas), que buscan la experiencia
mística con Dios, antes que simplemente un conocimiento
intelectual de Él, y que también se entregan a una cantidad de
prácticas supersticiosas y gnósticas.
El sufismo musulmán
El sufismo tiene una amplia gama de creencias centradas en
la búsqueda de la iluminación personal en la unión con Dios.
Veamos un par de ejemplos del “Tratado de la unidad” de
Ibn Arabi, uno de los grandes místicos del islam, donde dice: “En
la Unidad – la Realidad última – el sujeto y el objeto son una
misma cosa. Esta particularidad se revela a la mente cuando una
vez alcanzado el conocimiento de sí—mismo, se ve que el sí—
mismo y Él no son dos cosas diferentes. Desde ese mismo
momento, el ternario psíquico tradicional —conocedor,
conocimiento y conocido— se funde en la unidad. Aquel gran sufí
del siglo X en Bagdad, Ibn Mansus, conocido como Al—Hallaj,
que fue bárbaramente asesinado por declarar que él era Dios
(“Yo soy Dios”, Ana ‘L—Haqq), decía: “En aquella gloria no
hay yo, ni nosotros, ni tú. Yo, nosotros, tú y Él, todo es una y la
misma cosa.”
Y también: “Desde el momento en que el misterio fue
desvelado ante tus ojos —de que no eres otro que Alá—, sabrás
que eres el fin de ti mismo, que no necesitas aniquilarte, que
nunca has dejado de existir. Todos los atributos de Alá son
atributos tuyos. Por ello le es permitido decir al que llega a la
Realidad: ‘Yo soy lo verdaderamente divino’, o bien, ‘Gloria a
mí porque mi certeza es grande’”.
Además creen que debido a la voluntad de Dios, todo viene
de Él, sea bueno o malo. La vida que conocemos es una ilusión.
Esto quiere decir que el islam está plagado de vicios, errores
y defectos, y su rama mística es profundamente gnóstica, porque
cree en el panteísmo, el dualismo y la ilusión. Por tanto, con todo
lo dicho antes y ahora acerca de sus bases, deducimos que el
islamismo es falso.
Judaísmo y Cristianismo
Si Dios creó al hombre con el fin de comunicarle gloria y
hacerle feliz en su consecución del Bien máximo eterno, entonces
ha tenido que darle los medios para lograrlo, como ya dijimos.
Un Dios—Amor como el descripto, tiene que haber intervenido
en la guía del hombre desde el mismo comienzo de su
existencia, dirigiendo cómo había de conducirse, enseñándole,
corrigiéndolo y mostrándose para ser comprendido y conocido
por él.
Ese mismo Dios, Sabiduría y Omnisapiencia, enseñaría a
los hombres según el nivel de desarrollo que poseía en cada
etapa, como hace un buen padre con la capacidad de
comprensión de su hijo. Sin enseñar cosas opuestas, sí va
explicándose más a medida que el niño puede entender mejor.
Nunca le abandona, pero al comienzo ordena sin muchas
explicaciones, luego instruye, y finalmente da la libertad de
acción una vez que el vástago ha sido educado.
En la progresión religiosa ocurre lo mismo: al comienzo se
da la revelación primitiva, cuando Dios enseña las verdades más
básicas por vía oral. Luego continúa el depósito de la ley escrita:
un conjunto de verdades que organizan y educan al pueblo para
la revelación final, que es la plenitud de la comprensión religiosa,
con todos los puntos totalmente explicados, el absoluto retorno a
la amistad perdida a causa de las malas acciones (pecado) y la
libertad de movimiento de sus hijos, dentro del marco de la
educación recibida.
En el Antiguo Testamento judeocristiano vemos el
desarrollo de las dos primeras fases. Primero Dios se dirige a un
hombre que tras el pecado original prácticamente le desconoce
en términos generales. A él le va mostrando lo que debe creer y
hacer, hasta alcanzar el apogeo en la ley mosaica, escrita, en que
el pueblo aprende cómo tiene que actuar o no para agradar y
servir a su Dios.
Por este motivo, el judaísmo, a diferencia de las demás
religiones, vemos que no tiene un origen incorrecto. Sus
patriarcas dicen verdades que se encuentran en consonancia con
el Dios que hemos explicitado hasta aquí. Un sólo Dios,
todopoderoso, omnipresente y omnipotente, que se preocupa
por su pueblo, que le guía, que le enseña constantemente, que
hace al hombre depositario de una ley para saber cómo
conducirse y le da profetas y milagros que demuestran la
constante intervención divina en la historia humana.
Ya desde la religión primitiva se producen santos, que son
los patriarcas, como Job, Melquisedec, Abraham, Jacob, etc. En
la religión primitiva eran los jefes de familia los que
desempeñaban las funciones religiosas, porque todavía no había
una religión organizada. Pero llegaría el momento de avanzar un
poco más, y esto habría de ocurrir con la religión mosaica, que
es el conjunto de creencias y preceptos revelados al pueblo judío
por ministerio de Moisés. En este avance no hay contradicción
con lo ya descubierto acerca de Dios en la religión primitiva, sino
perfeccionamiento en las leyes y conocimientos que se tienen de
ese Dios.
La institución del pueblo judío por Dios le convierte en
privilegiado entre los demás, porque recibe el depósito de la
revelación y la promesa de un futuro Redentor, esperado bajo
el nombre de Mesías. Este Salvador vendría para pagar los
pecados de los hombres (lo que muestra el Amor y Justicia de
Dios) iniciados con la caída original de los primeros padres.
La revelación mosaica conserva entonces las verdades de la
religión natural predecesora, confirma y precisa los preceptos de
la moral natural y expresa las profecías del Mesías, con
pormenores de Su vida, obras y reino, para que pueda ser
reconocido al venir al mundo.
Mientras ese tiempo llegaba, Dios seguía entregando
prolíficamente su guía a través de la ley natural más las leyes
religiosas, civiles y políticas. El decálogo no es más que un
código de ley natural, reducido a diez artículos, y como hemos
visto, es plenamente coherente con el Dios que hemos
comprendido en los anteriores capítulos. Muy distinto a una
compasión que finalmente está vacía, como en el caso budista,
porque es parte de "la ilusión".
Fundamentalmente, durante el período mosaico se instituyó
el sacerdocio, jerárquicamente organizado (lo que muestra, una
vez más, el Orden y Jerarquía de Dios), y se construyó el
tabernáculo, donde se encontraba el Santo de los Santos,
residencia del Arca de la Alianza. Desde allí, y por primera vez,
Dios tiene un lugar manifiesto de Su presencia para el pueblo.
Dios da así a Su pueblo el Arca, para satisfacer el legítimo anhelo
que experimenta el hombre de tener una señal sensible de la
presencia divina.
Los profetas y milagros que existieron a lo largo de todo ese
extenso período muestran una vez más que Dios se mantenía
siempre junto al pueblo elegido para ser el seno del nacimiento
del Mesías anunciado.
El profeta, como ya dijimos, es el mediador entre Dios y Su
pueblo. Él debía conservar la integridad y pureza de la religión,
predicando, ordenando y castigando. Esto es muy importante,
porque demuestra algo muy razonable, y es: una verdad divina
no puede ni debe ser adulterada, o se aparta de Su fuente. Si
Dios es inmutable, lo mismo que Sus designios, entonces
también lo será todo lo que de Él sabemos como cierto, como Su
Sabiduría, por poner un simple ejemplo de un atributo Suyo. Por
eso mismo es ridículo que Mahoma, como antes quedó
consignado, fuese modificando a capricho las “revelaciones”
porque “Alá así lo dispone”.
Los profetas, por otra parte, surgían en distintos tiempos para
guiar con constancia, y tenían que mantener vivas las esperanzas
del Mesías prometido en el pueblo, prediciéndole con
anterioridad para que se Le esperara y luego se Le reconociera.
De esta manera, Dios cuida siempre a Su pueblo, le muestra
Su intervención, le enseña, advierte y guía sin cesar. En las
Escrituras se cuentan dieciséis profetas principales, cuatro de
ellos llamados profetas mayores, que son Isaías, Jeremías,
Ezequiel y Daniel; y doce profetas menores, que son conocidos
así por la brevedad de sus escritos.
Con mucha antelación el pueblo de Israel tuvo profecías
sobre el origen del Mesías, el tiempo de Su venida, Su nacimiento
de una Virgen en Belén, Sus milagros, Su Pasión, Muerte y
Resurrección; la reprobación de los judíos, la vocación de los
gentiles, el establecimiento y la perpetuidad de la Iglesia.
Veamos algunos ejemplos, y su cumplimiento en Jesucristo:
Profecía del nacimiento en Belén: "Pero tú, Belén Efrata,
pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá quien
señoreará en Israel; cuyos orígenes serán de antiguo, de días de
muy remota antigüedad"21
.
Cumplimiento: "Y José subió de Galilea, de la ciudad de
Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por
cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado
con María, su esposa, que estaba encinta. Y dio a luz a su hijo
primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre,
porque no había lugar para ellos en el mesón"22
.
Profecía de que nacería de una virgen: "Por tanto, el Señor
mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a
luz un hijo"23
.
Cumplimiento: "Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado
por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen
desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de
David; y el nombre de la virgen era María. Entonces el ángel le
dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de
Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo"24
.
Profecía de que le honran los reyes: "Los reyes de Tarsis y
de las costas traerán presentes; los reyes de Sabá y de Seba
ofrecerán dones. Vivirá, y se le dará del oro de Sabá, y se orará
por él continuamente; todo el día se le bendecirá"25
. "Y andarán
las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu
nacimiento"26
.
21
Miqueas 5:2
22
Lucas 2:4-5, 7
23
Isaías 7:14
24
Lucas 1:26-27, 30-31
25
Salmos 72:10, 15
26
Isaías 60:3
Cumplimiento: "Cuando Jesús nació en Belén de Judea en
días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos
magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha
nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos
a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda
Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes,
y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el
Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está
escrito por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres
la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá
un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel. Entonces
Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos
diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y
enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia
acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que
yo también vaya y le adore. Ellos, habiendo oído al rey, se
fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba
delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde
estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande
gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María,
y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron
presentes: oro, incienso y mirra"27
.
Profecía sobre la matanza de los inocentes: "Así ha dicho
Yahvé: Voz fue oída en Ramá, llanto y lloro amargo; Raquel que
lamenta por sus hijos, y no quiso ser consolada acerca de sus
hijos, porque perecieron"28
.
Cumplimiento: "Herodes entonces, cuando se vio burlado
por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños
menores de dos años que había en Belén y en todos sus
alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los
27
Mateo 2:1-11
28
Jeremías 31:15
magos. Entonces se cumplió lo que fue dicho por el profeta
Jeremías, cuando dijo: Voz fue oída en Ramá, grande
lamentación, lloro y gemido; Raquel que llora a sus hijos, y no
quiso ser consolada, porque perecieron"29
.
Profecía de la huida a Egipto: "Cuando Israel era niño, yo le
amé, y de Egipto llamé a mi hijo"30
.
Cumplimiento: "Y él, despertando, tomó de noche al niño y
a su madre, y se fue a Egipto, y estuvo allá hasta la muerte de
Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por su
profeta, diciendo: De Egipto llamé a mi Hijo"31
.
Profecía sobre el precursor: "He aquí, yo envío mi
mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá
súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el
ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí que llega, ha
dicho Yahvé de los ejércitos"32
.
Cumplimiento: "Cuando se fueron los mensajeros de Juan,
comenzó Jesús a decir a la muchedumbre acerca de él: ¿Qué
salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?
Este es de quien está escrito: He aquí, envío mi mensajero
delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti"33
.
Profecía sobre el templo pervertido: "... porque mi casa será
llamada casa de oración para todos los pueblos"34
. "¿Es cueva
de ladrones delante de vuestros ojos esta casa sobre la cual es
29
Mateo 2:16-18
30
Óseas 11:1
31
Mateo 2:14-15
32
Malaquías 3:1
33
Lucas 7:24, 27
34
Isaías 56:7
invocado mi nombre? He aquí que también yo lo veo, dice
Yahvé"35
.
Cumplimiento: "y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de
oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de
ladrones"36
.
Profecía sobre ciegos y sordos curados por el Mesías: "En
aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos
de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas"37
.
"Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los
sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y
cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el
desierto, y torrentes en la soledad"38
.
Cumplimiento: "Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, haced
saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos
andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos
son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio"39
.
Profecía sobre Su mansedumbre: "No gritará, ni alzará su
voz, ni la hará oír en las calles. No quebrará la caña cascada, ni
apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá
justicia"40
.
Cumplimiento: "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended
de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso
para vuestras almas"41
.
35
Jeremías 7:11
36
Mateo 21:13
37
Isaías 29:18
38
Isaías 35:5-6
39
Lucas 7:22; Mateo 11:3-5
40
Isaías 42:2-3
41
Mateo 11:29
Profecía sobre el rechazo de Su propia gente: "Despreciado
y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado
en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue
menospreciado, y no lo estimamos"42
. "por tanto, Yahvé el Señor
dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una
piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable;
el que creyere, no se apresure"43
. "La piedra que desecharon los
edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo"44
.
Cumplimiento: "A lo suyo vino, y los suyos no le
recibieron"45
. "Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros
los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo"46
.
"He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo,
escogida, preciosa; y el que creyere en él, no será confundido.
Para vosotros, pues, los que creéis, es honor; pero para los
incrédulos, esa piedra, desechada por los constructores y
convertida en esquina, es piedra de tropiezo y roca de
escándalo"47
.
Profecía sobre la entrada triunfal: "Alégrate mucho, hija de
Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén: he aquí, tu rey vendrá
a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, así
sobre un pollino hijo de asna"48
.
Cumplimiento: "Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron
sobre él sus vestidos, y se sentó sobre él. Y los que iban delante,
y los que iban detrás, daban voces diciendo: ¡Hosanna! Bendito
42
Isaías 53:3
43
Isaías 28:16
44
Salmos 118:22
45
Juan 1:11
46
Hechos 4:11
47
1 Pedro 2:6-8
48
Zacarías 9:9
el que viene en el nombre del Señor. Y entró Jesús en Jerusalén,
y en el templo"49
.
Profecía sobre la traición: "Aun el hombre de mi paz, en
quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el
calcañar"50
. "Porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría
soportado; ni se alzó contra mí el que me aborrecía, porque me
hubiera ocultado de él: mas tú, hombre, al parecer íntimo mío,
mi guía, y mi familiar"51
.
Cumplimiento: "Estando él aun hablando, he aquí una
turba; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba delante de
ellos; y llegóse a Jesús para besarlo. Entonces Jesús le dijo:
Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?"52
. "Luego que
llegó a Jesús, dijo: Salve, Maestro. Y le besó. Y Jesús le dijo:
amigo, ¿a qué vienes? Entonces llegaron, y echaron mano a
Jesús, y le prendieron"53
.
Profecía sobre la acusación de falsos testigos: "Levantáronse
testigos falsos; Demandáronme lo que no sabía"54
.
Cumplimiento: "Entonces levantándose unos, dieron falso
testimonio contra él, diciendo: Nosotros le hemos oído decir: Yo
derribaré este templo que es hecho de mano, y en tres días
edificaré otro hecho sin mano"55
.
Profecía sobre Su silencio en las acusaciones: "Angustiado
él, y afligido, no abrió su boca: como cordero fue llevado al
49
Marcos 11:7, 9, 11
50
Salmos 41:9
51
Salmos 55:12-13
52
Lucas 22:47-48
53
Mateo 26:49-50
54
Salmos 35:11
55
Marcos 14:57-58
matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores,
enmudeció, y no abrió su boca"56
.
Cumplimiento: "Y le preguntó otra vez Pilato, diciendo: ¿No
respondes nada? Mira de cuántas cosas te acusan. Mas Jesús ni
aun con eso respondió; de modo que Pilato quedó
maravillado"57
.
Profecía sobre maltratos y humillaciones: "Di mi cuerpo a
los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban el cabello: no
escondí mi rostro de las injurias y esputos"58
.
Cumplimiento: "Entonces le escupieron en el rostro, y le
dieron puñetazos; y otros le herían en la cara"59
. "Y escupiendo
en él, tomaron la caña, y le herían en la cabeza"60
.
Profecía sobre las heridas: "Mas él herido fue por nuestras
rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra
paz sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados"61
.
Cumplimiento: "Entonces les soltó á Barrabás: y habiendo
azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado"62
.
Profecía sobre la crucifixión con malhechores: "Por tanto yo
le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá
despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue
56
Isaías 53:7
57
Marcos 15:4-5
58
Isaías 50:6
59
Mateo 26:67
60
Mateo 27:30
61
Isaías 53:5
62
Mateo 27:26
contado con los perversos, habiendo él llevado el pecado de
muchos y orado por los transgresores"63
.
Cumplimiento: "Y crucificaron con él dos ladrones, uno a
su derecha, y el otro a su izquierda. Y se cumplió la Escritura,
que dice: Y con los inicuos fue contado"64
.
Profecía sobre desprecios y burlas: "Búrlanse de mí cuantos
me ven; abren los labios y mueven la cabeza: Se encomendó a
Yahvé. líbrele; sálvele, puesto que dice que le es grato"65
.
Cumplimiento: "Y el pueblo estaba mirando; y se burlaban
de él los príncipes con ellos, diciendo: A otros hizo salvos:
sálvese a sí, si éste es el Mesías, el escogido de Dios"66
.
Profecía sobre el vinagre: "Pusiéronme además hiel por
comida, y en mi sed me dieron a beber vinagre"67
.
Cumplimiento: "Después de esto, sabiendo Jesús que todas
las cosas eran ya cumplidas, para que la Escritura se cumpliese,
dijo: Sed tengo. Y estaba allí un vaso lleno de vinagre: entonces
ellos hinchieron una esponja de vinagre, y rodeada a un hisopo,
se la llegaron a la boca"68
.
Profecía sobre la apuesta por sus ropas: "Contar puedo todos
mis huesos; Ellos miran, considéranme. Partieron entre sí mis
vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes"69
.
63
Isaías 53:12
64
Marcos 15:27-28
65
Salmos 22:8-9
66
Lucas 23:35
67
Salmos 69:21
68
Juan 19:28-29
69
Salmos 22:17-18
Cumplimiento: "Y después que le hubieron crucificado,
repartieron sus vestidos, echando suertes: para que se cumpliese
lo que fue dicho por el profeta: Se repartieron mis vestidos, y
sobre mi ropa echaron suertes. Y sentados le guardaban allí"70
.
Profecía sobre la distancia de los amigos: "Mis amigos y mis
compañeros se quitaron de delante de mi plaga; Y mis cercanos
se pusieron lejos"71
.
Cumplimiento: "Mas todos sus conocidos, y las mujeres que
le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas
cosas"72
.
Profecía sobre los huesos: "El guarda todos sus huesos; Ni
uno de ellos será quebrantado"73
.
Cumplimiento: "Y vinieron los soldados, y quebraron las
piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado
con él. Mas cuando vinieron a Jesús, como le vieron ya muerto,
no le quebraron las piernas... Porque estas cosas fueron hechas
para que se cumpliese la Escritura: Hueso no quebrantaréis de
él. Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron"74
.
Profecía sobre la oscuridad: "Y acaecerá en aquel día, dice
el Señor Yahvé, que haré se ponga el sol al mediodía, y la tierra
cubriré de tinieblas en el día claro"75
.
70
Mateo 27:35-36
71
Salmos 38:11
72
Lucas 23:49
73
Salmos 34:20
74
Juan 19:32-33, 36
75
Amós 8:9
Cumplimiento: "Y desde la hora de sexta fueron tinieblas
sobre toda la tierra hasta la hora de nona"76
.
Profecía sobre Su sepulcro: “Y se dispuso con los impíos su
sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; porque nunca hizo
él maldad, ni hubo engaño en su boca”77
.
Cumplimiento: “Y como fue la tarde del día, vino un hombre
rico de Arimatea, de nombre José, discípulo de Jesús. Este se
presentó a Pilato, y le pidió el cuerpo de Jesús: entonces Pilato
ordenó que le fuese entregado. Él, tomando el cuerpo, lo
envolvió en una sábana limpia, y lo depositó en su propio
sepulcro, del todo nuevo, que había sido excavado en la peña: y
corriendo una piedra grande a la puerta del sepulcro, se fue”78
.
Profecías sobre la resurrección: "Porque no dejarás mi alma
en el sepulcro; Ni permitirás que tu santo vea corrupción"79
. "Oh
Yahvé, hiciste subir mi alma del sepulcro; Dísteme vida, para
que no descendiese a la sepultura"80
. "No moriré, sino que viviré,
para poder narrar las gestas de Yahvé"81
.
Cumplimiento: "Más él les dice: No os asustéis: buscáis a
Jesús Nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está
aquí; mirad el lugar en que le pusieron. Pero id a decir a sus
discípulos y a Pedro, que os precederá a Galilea: allí le veréis,
como os ha dicho"82
.
76
Mateo 27:45
77
Isaías 53:9
78
Mateo 27:57-60
79
Salmos 16:10
80
Salmos 30:3
81
Salmos 118:17
82
Marcos 16:6-7
Profecía de los gentiles (apertura de la religión hacia el resto
del mundo): "El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz: los
que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció
sobre ellos"83
. "En aquel día, el renuevo de la raíz de Jesé se
alzará como estandarte para los pueblos, y le buscarán las
gentes, y será gloriosa su morada"84
. "Dejéme consultar por los
que no me interrogaban, dejéme hallar por los que no me
buscaban. Yo decía: Heme aquí, heme aquí, a gente que no
invocaba mi nombre"85
.
Cumplimiento: "Porque no quiero, hermanos, que ignoréis
este misterio, para que no seáis acerca de vosotros mismos
arrogantes: que el endurecimiento en parte ha acontecido en
Israel, hasta que haya entrado la plenitud de los Gentiles"86
. "El
pueblo que habita en tinieblas, vio una gran luz; y para los que
habitan en la región de mortales sombras una luz se levantó"87
.
Hay muchas otras, pero hemos seleccionado estas para
explicar el punto. En definitiva, está muy claro que se sabía con
siglos de anticipación una gran cantidad de información
imposible de reproducir forzando las profecías (como la muerte
de los niños, la traición de Judas, el juego por las ropas, los
huesos sin quebrar, la crucifixión entre ladrones, el vinagre y
tantas otras) gracias a los anuncios recibidos por los profetas.
¿Quién, sino Dios, daría tantas señales de Su intervención de
forma ininterrumpida y coherente, con conocimiento detallado
y exactitud en el cumplimiento?
Sin embargo, los judíos de la época que se hallaban en el
poder no prestaron atención a estas clarísimas señales, y
83
Isaías 9:2
84
Isaías 11:10
85
Isaías 65:1
86
Romanos 11:25
87
Mateo 4:16
antepusieron su expectativa de tener en el Mesías a un rey
terrenal poderoso económica y militarmente, que predicase y
condujese el movimiento independentista que querían para su
tierra. La doctrina de la mansedumbre y la búsqueda del reino
celestial les parecería irritante e “inútil”, porque no cumplía con
sus deseos.
Y en lugar de advertir que si el pueblo judío era pueblo de
predilección lo era por Jesucristo, los que le rechazaron en su
obcecación, creyeron que Jesucristo recibió gloria de su
descendencia genealógica. De esta manera, la raza pasó a tener
mayor importancia para ellos que Dios mismo, cayendo en el
absurdo de creer que la Creación entera se quedaría sin
posibilidad de Salvación, ni guía de ningún tipo,
exceptuándolos a ellos.
Pero las profecías de Jesucristo no se restringen sólo a Israel,
que fue seno pero no único objetivo último, porque Dios atiende
al bien de todas Sus criaturas, y así Su Voluntad se dirigió
lógicamente a la humanidad. Sólo así el hombre podría acceder
a su fin último, a través de una religión universal.
La expectación de un Mesías fue común a todos los
pueblos. Este hecho es tan cierto, que hasta los enemigos de la
religión se han visto obligados a reconocer muchas veces las
profecías provenientes de todas partes del mundo.
El historiador Tácito, por ejemplo, dijo: "Era universal la
creencia en antiguas profecías, según las cuales el Oriente iba a
prevalecer y de la Judea saldrían los señores del mundo88
. Y el
también historiador Suetonio, comenta a su vez: "Todo el Oriente
resonaba con la antigua y constante opinión de que el destino
88
Tácito, Hist., 1, V. núm. 13
habría decretado que, en esta poca, la Judea daría señores al
universo”89
.
Virgilio por su parte, gran poeta de Roma, cantaba en una
égloga la próxima llegada del Niño bendito que debía devolver
la edad de oro a la tierra. Y Cicerón afirmó la misma tradición,
atribuyéndola a los oráculos de las Sibilas. Actualmente, el
historiador Francesco Bertolini lo confirma diciendo: “el
vaticinio que la sibila hizo a Augusto del advenimiento milagroso
del Redentor, que había de nacer de una virgen”90
.
En la Galia, sus antiguos habitantes adoraban, en los bosques
sagrados, a una virgen de la cual debía nacer un hijo esperado por
mucho tiempo. Mientras que en China, 500 años antes de Cristo,
los Kings (libros sagrados de la nación) decían que el Libertador
esperado vendría del oeste (respecto a ellos, claro está). Y estos
son sólo algunos ejemplos.
Pero ahora muy probablemente algunos pueden verse
tentados a creer o sostener que es posible que Jesucristo fuese un
invento de un grupo de sectarios, ya sea en el mismo tiempo, ya
algunos siglos después, y que en realidad no existió. Veamos este
punto entonces.
89
In Vespas., núm. 4.).
90
Historia de Roma. Edimat Libros, pág. 46.
Historicidad de Jesucristo
En primer lugar, es importante situar a los primeros testigos
confiables de la autenticidad de la existencia de Jesús.
Recordemos que se trata de una época en que la mayor parte del
conocimiento se transmitía por vía oral. Sin embargo, podemos
rescatar trozos de historia documentada que nos aseguren que
estamos hablando de personas que en verdad existieron.
Comencemos, entonces, con los cristianos en el siglo I de
nuestra era. Aunque muchos intenten desvirtuar a la historia, es
imposible negar la existencia de un hecho mencionado por
fuentes que no pueden tacharse de “amistosas” en la misma
época. Así, hay testimonios de las tempranas persecuciones a los
cristianos, como el de Tácito Cornelio (54—120) senador y
cónsul, quien en tiempos de Trajano escribió sus Annales
describiendo así este acontecimiento de las persecuciones bajo
Nerón:
“Para cortar por lo sano los rumores públicos, Nerón
inventó los culpables, y sometió a refinadísimas penas a los que
el pueblo llamaba cristianos y que eran mal vistos por sus
infamias. Su nombre venía de Cristo, quien bajo el reinado de
Tiberio había sido condenado al suplicio por orden del
procurador Poncio Pilato. Momentáneamente adormecida, esta
maléfica superstición irrumpió de nuevo no solo en Judea, lugar
de origen de ese azote, sino también en Roma, adonde todo lo
que es vergonzoso y abominable viene a confluir y encuentra su
consagración.
Primeramente fueron arrestados los que hacían abierta
confesión de tal creencia. Después, tras denuncia de estos, fue
arrestada una gran muchedumbre, no tanto porque acusados de
haber provocado el incendio, sino porque se los consideraba
encendidos en odio contra el género humano. Aquellos que iban
a morir eran también expuestos a las burlas: cubiertos de pieles
de fieras, morían desgarrados por los perros, o bien eran
crucificados, o quemados vivos a manera de antorchas que
servían para iluminar las tinieblas cuando se había puesto el sol.
Nerón había ofrecido sus jardines para gozar de tal espectáculo,
mientras él anunciaba los juegos del circo y en atuendo de
cochero se mezclaba con el pueblo, o estaba erguido sobre la
carroza.
Por esto, aunque esos suplicios afectaban a gente culpable
y que merecía semejantes tormentos originales, nacía sin
embargo hacia ellos un sentimiento de compasión, porque eran
sacrificados no a la común ventaja sino a la crueldad del
príncipe”91
.
Plinio el Joven describiría hechos muy similares. Por lo
demás, otro ejemplo de tales persecuciones nos lo da el
historiador griego Dión Casio, que en Roma fue pretor y cónsul.
En el libro 67 de su ‘Historia romana’ afirma que bajo
Domiciano fueron acusados y condenados “por ateísmo”
(ateótes) el cónsul Flavio Clemente y su mujer Domitila, y con
ellos muchos otros cristianos. Hay que considerar que en la
mentalidad de su tiempo, el relator trata de ateos a quienes no
daban culto a la “divinidad” del emperador.
Por otra parte, el historiador Cayo Suetonio Tranquilo (70—
140 aprox.), funcionario imperial de alto rango bajo Trajano y
Adriano, intelectual y consejero del emperador, justificaría esta
91
Annales, 15, 44
y las sucesivas intervenciones del Estado contra los cristianos
diciendo que eran una “superstición nueva y maléfica”.
¿Uno más? Relato de Eusebio: “Escribe Brutio que
muchísimos cristianos sufrieron el martirio bajo Domiciano;
entre ellos Flavia Domitila, sobrina, por parte de hermana, de
Flavio Clemente, por haber atestiguado ser cristiana”92
.
Sigamos: Luciano de Samósata (125—181): “Después, por
cierto, de aquel hombre a quien siguen adorando, que fue
crucificado en Palestina por haber introducido esta nueva
religión en la vida de los hombres... además su primer legislador
les convenció de que todos eran hermanos y así, tan pronto como
incurren en este delito, reniegan de los dioses griegos y en
cambio adoran a aquel sofista crucificado y viven de acuerdo a
sus preceptos”93
.
Además de esto, se encuentran las Actas de los Mártires.
Muchos martirios fueron precedidos por un proceso judicial, en
el cual los notarios levantaban acta de los interrogatorios de los
magistrados, las respuestas de los mártires y la sentencia que les
condenaba a morir.
No pretendemos con estas famosas notas históricas hacer
creer a todos los lectores en la existencia de Cristo, dado que la
mala voluntad de algunos puede llevarles a asegurar que se trata
de una simple repetición (en el primer caso) del cronista, pero al
menos podemos asegurar, a partir de aquí, que los cristianos ya
existían (y fueron perseguidos) en el primer siglo de nuestra era.
Hay referencias como las mencionadas de las persecuciones
cristianas bajo: Nerón, Domiciano, Trajano, Marco Aurelio,
92
Chron. ad. Ol. 218
93
De morte Peregrini, 13 (hacia 70 d.C., escribe en griego)
Septimio Severo, Maximino Tracio, Decio, Valeriano, Aureliano
y Diocleciano. Es decir, desde el siglo I hasta el IV.
Decir, por otra parte, que un texto no tiene valor por haberse
descubierto siglos después, sería como descalificar a la piedra
Rosetta por el mismo motivo. La autenticidad de tales relatos no
está en discusión y han sido aceptados como provenientes de sus
autores y épocas. Nadie lo ha puesto en duda, y menos con
fundamento serio.
Ya sabemos, entonces, que los cristianos no son una
invención del siglo IV como sostienen algunos enemigos. Entre
notas de cronistas de la época, y la existencia de santos que se
conocían unos a otros, podemos deducir sin temor a
equivocarnos, que efectivamente existieron. ¿Damos un ejemplo
de esto último?
San Ireneo de Lyon, nacido en Asia Menor hacia el año 125
DC fue educado por San Policarpo (c.69—c.155), a su vez
discípulo de San Juan evangelista.
San Ireneo fue considerado uno de los hombres más sabios
y estudiosos de su tiempo, y sus obras contra el gnosticismo
fueron traducidas a los idiomas más extendidos de ese entonces
y se divulgaron por todas las iglesias. Es en su libro "Contra
todas las herejías", escrita alrededor del año 180, que hizo una
lista ininterrumpida de los Pontífices desde San Pedro hasta
entonces. El segundo Papa, por ejemplo, es Lino (67 al 76 DC).
Hay que considerar que los hechos eran bastante cercanos en el
tiempo, y su maestro había sido discípulo directo de San Juan.
¿Podemos negar la realidad de San Ireneo?
Su existencia se constata por su lucha contra los gnósticos
("Contra los herejes") del momento. A saber:
- Marcionitas: su fundador, Marción, fue
excomulgado en el año 144 DC. Hizo el primer cisma del
cristianismo y sus efectos se prolongaron hasta el siglo III.
- Valentinianos: Hacia el año 160 ya existía una
escuela valentiniana, de la que dan noticia numerosos
escritores cristianos94
.
- Ebionitas: En el año 140, Justino Mártir ya los
menciona. Son luego descritos y desmontados por San
Ireneo en el año 180 y Orígenes vuelve a mencionarlos en
el año 21295
.
A menos que se sostenga que la Iglesia creó una obra
apologética posteriormente a lo mencionado nada más que para
hacernos creer que lo hizo un irreal San Ireneo en ese entonces
(y contra herejías consignadas por varios en sus trabajos de aquel
tiempo), podemos creer en la existencia de dicha persona.
Es por la cantidad de obras, epístolas, actas y comentarios
del mismo período mencionado que se puede conocer la
existencia de algo. Hoy por ejemplo no podemos negar la
existencia de Alejandro Magno, aunque se desconoce el paradero
de su tumba, ¿verdad? Se puede inferir que existió —porque a
nadie le hace daño aceptarlo— gracias a sus hechos y a los relatos
de su tiempo. Bien: eso mismo ocurre con los numerosos santos,
persecuciones, obras apologéticas, etc., que existen de aquella
época.
Entre ellos están todos los llamados Padres Apostólicos
(aproximadamente, hasta la mitad del siglo II), cuyas vidas
transcurrieron muy próximas a los Apóstoles. Escribían en
94
S. Ireneo en el Adversus haereses, Hipólito en los Philosophumena
(o Refutatio), Tertuliano en el Adversus Valentínianum, etc.
95
De Principiis.
general a un público cristiano, con un tono familiar y con un fin
edificador. Algunos ejemplos: José Bernabé, Clemente de Roma
(c.30—101), Ignacio de Antioquia (30—107), Policarpo de
Esmirna (c.69—c.155), Hermas de Roma, Papías de Hierápolis
(70—163).
Y también están los Apologistas (aproximadamente en los
cincuenta años centrales del siglo II), que escriben sus apologías
(es decir, defensas) de la doctrina o del comportamiento de los
cristianos, más o menos directamente dirigidas a la opinión
pública, pagana o judía. Ejemplos: Ireneo de Lyon, Clemente
Alejandrino, Orígenes, Minucio Félix, Hipólito, Tertuliano,
Cipriano y Lactancia, entre otros.
¿Es posible negar la realidad histórica de todas esas personas
y sus obras?
Bien. Seremos generosos con ellos suponiendo que
existieron. Y entonces… si así fue, estamos ya tan cerca del
tiempo de los acontecimientos, que nos encontramos con la
realidad que algunos quieren negar.
Entre los mencionados, por ejemplo, se encuentra San
Clemente de Roma (c.30—101 DC). San Ireneo expone una lista
de los obispos romanos, situando a Clemente Romano como el
tercer sucesor del apóstol Pedro. Eusebio lo menciona también
como tercer sucesor de San Pedro, y encuadra su pontificado
entre los años 92 al 102. Tertuliano nos dice que fue consagrado
obispo por el mismo apóstol Pedro, Epifanio nos cuenta que
asumió luego de la muerte de Lino y Anacleto, primer y segundo
sucesores de Pedro.
El único escrito que se conserva de Clemente Romano es "la
Epístola". Es la primera obra de la literatura cristiana, fuera del
Nuevo Testamento, de la que consta históricamente el nombre de
su autor, la situación y la época en que se escribe.
Con estos ejemplos queremos mostrar una línea sucesoria
que guarda una correlación histórica rica en fuentes y
totalmente coherente en sus documentos, como sólo sucede con
hechos reales. Las cartas, personalidades, iglesias y situaciones
sociales de cada momento son mencionadas con el orden
ininterrumpido que sólo la verdadera historia puede tener.
La existencia de estas personas, tan cercanas a los
acontecimientos que nos ocupan, demuestra que el cristianismo
es de la época que dice ser. ¡Muchos de ellos son contemporáneos
y maestros a su vez de personas también existentes, como ya
hemos probado! De más está decir que, durante el tiempo de sus
prédicas y escritos, mucha gente que había presenciado los
hechos de forma directa, y vivía en los lugares mencionados,
estaba aún viva para recordar y negar —de haber sido el caso—
sus supuestas inexactitudes.
Porque también hay que considerar que si atendemos a lo
que narra el Nuevo Testamento —verdadero o falso, da igual a
estos efectos— lo que se decía en ese tiempo tenía cientos sino
miles de testigos oculares, y no se puede hablar de un fenómeno
de tal envergadura, como es la llamativa existencia de Jesucristo,
con los milagros y prédicas públicos, Su muerte y resurrección,
acaecidos en lugares conocidos por todos, ante un pueblo que
desconoce por completo dichos sucesos.
Por otra parte, se hace mención directa de personalidades
(Pilatos y Herodes, por ejemplo), que no era tan fácil acusar de
hechos inexistentes e incomprobables por la gente de su tiempo.
Y a todo esto hay que agregar que se mantiene un unum
coherente de doctrina, nombres y hechos históricos en las
diversas comunicaciones que se hallan de la época. Será por eso
que los judíos, no precisamente amistosos con el cristianismo, no
han negado su misma existencia histórica. Veámoslo:
El Talmud contiene siete u ocho menciones de Jesús,
lógicamente todas calumniosas, pero que son útiles para probar
su existencia histórica. Pondremos sólo dos ejemplos:
a) "En la víspera de la fiesta de la Pascua se colgó a Jesús.
Cuarenta días antes, el heraldo había proclamado: ‘Es
conducido fuera para ser lapidado, por haber practicado la
magia y haber seducido a Israel y haberlo hecho apostatar. El
que tenga algo que decir en su defensa, que venga y lo diga’.
Como nadie se presentó para defenderlo, se lo colgó la víspera
de la fiesta de Pascua"96
.
b) "Jesús, el galileo, suscitó una secta impía y enemiga de la
ley. Nosotros lo crucificamos. Sus discípulos robaron su cadáver
del sepulcro durante la noche y engañan y seducen a los hombres
diciendo que resucitó y subió a los cielos"97
.
96
Sanhedrin 43a. / Cabe destacar que desde el siglo XIII, los
manuscritos del Talmud fueron alterados en varias ocasiones en
respuesta a las críticas hechas durante disputas, y como “solución”
contra lo que decía la Iglesia católica. Textos de entonces eran así
modificados (por ejemplo, borrando algún pasaje) y los nuevos
manuscritos omitían completamente una parte. El erudito Peter
Schaefer comparó varias ediciones y documentó algunas alteraciones.
Por ejemplo: Pasaje sobre la ejecución (Sanhedrin 43 a-b): Herzog 1:
"En la víspera de la Pascua colgaron a Jesús el Nazareno" / Munich 95:
"En la víspera de la Pascua lo colgaron (nombre eliminado)" / Firenze
II.1.8-9: "En sábado y víspera de la Pascua colgaron a Jesús el
Nazareno". / Karlsruhe 2: "En la víspera de la Pascua colgaron a Jesús
el Nazareno". / Barco: "En la víspera de la Pascua colgaron (no
legible)" / Soncino: "En la víspera de la Pascua colgaron (no legible)"
/ Vilna: Todo el pasaje fue borrado por el censor.
97
Trifón, Diálogo de Justino, siglo II
El historiador judío Flavio Josefo escribiría en su crónica
hacia el año 93 DC: "Por este tiempo apareció Jesús, un hombre
sabio, y atrajo hacia él a muchos judíos. Y cuando Pilatos, frente
a la denuncia de aquellos que son los principales entre nosotros,
lo había condenado a la cruz, aquellos que lo habían amado
primero no le abandonaron. La tribu de los cristianos, llamados
así por él, no ha cesado de crecer hasta este día”98
.
Ahora transcribiremos un párrafo de uno de los mejores
expertos en la investigación sobre la existencia histórica de Jesús:
“Algunos autores pueden jugar con la fantasía de un ‘mito de
Cristo’, pero no lo pueden hacer sobre la base de una evidencia
histórica. Para un historiador imparcial, la historicidad de
Cristo es tan axiomática como la historicidad de Julio César. Un
verdadero historiador no puede defender la teoría del “mito de
Cristo”99
.
Lo que está claro es que no hay un solo texto histórico, ni
de época ni de la Antigüedad en general, donde se afirme que
la figura histórica de Jesús de Nazaret nunca existió, o que
fuera un invento de algunos “judíos locos” para crear una nueva
religión sin base. Una circunstancia que sin duda los detractores
del cristianismo, empezando por los romanos y terminando por
los mismos judíos de la época, nunca hubieran dejado escapar.
98
Antigüedades judáicas, XVIII, 3-3.
99
Bruce, The New Testament Documents: Are They Reliable? Inter-
Varsity Press
Algo más sobre Jesucristo
Ya hemos demostrado que Él existió y que cumplió en Sí las
profecías anteriores a Su nacimiento. También fue así con las que
pronunció personalmente. Veamos una que nadie podrá discutir
en su veracidad, ni “acomodo” de hechos a lo anunciado:
Predijo claramente las desgracias que amenazaban a
Jerusalén, el sitio de esta ciudad, la destrucción de su Templo y
la dispersión del pueblo judío. Él dijo sobre la ciudad santa:
“Vendrán días sobre ti en los que tus enemigos te cercarán con
baluarte, y te pondrán cerco, y de todas partes te estrecharán; y
te derribarán por tierra, y no dejarán piedra sobre piedra”100
.
“Saliendo Jesús del templo, se le acercaron sus discípulos y le
mostraban las construcciones del templo. Él les dijo: ¿No veis
todo esto? En verdad os digo que no quedará aquí piedra sobre
piedra que no sea demolida”101
.
Treinta y siete años después de la muerte de Jesucristo, en el
año 70, se cumplieron las profecías cabalmente. Dos
historiadores, el ya mencionado judío Flavio Josefo y el romano
Tácito, ambos contemporáneos de la catástrofe, nos han
transmitido los pormenores de la destrucción de Jerusalén.
Durante un sitio de siete meses, un millón cien mil judíos
perecieron víctimas del hierro, del fuego o del hambre, y cien mil
más fueron vendidos como esclavos. El general Tito había
recomendado que se respetara el Templo; pero fue en vano.
100
Lc. 19:43-44.
101
Mt. 24: 1-3.
Josefo cuenta que un soldado arrojó en el interior del templo un
tizón encendido, y éste quedó reducido a cenizas.
Pero aún hay más. Tres siglos más tarde, Juliano el apóstata,
queriendo desmentir la profecía de Jesús, acometió la empresa de
reedificar el templo de Jerusalén. Para echar los nuevos cimientos
se arrancaron los antiguos hasta la última piedra; pero cuando se
quisieron reconstruir, se vio salir de la tierra globos de fuego, que
hacían el trabajo imposible. Este prodigio se repitió varias veces
en presencia de los judíos y de los paganos, y hubo que renunciar
a la empresa. Este hecho lo narran Amiano Marcelino —gran
admirador de Juliano el apóstata— y otros historiadores de la
época. Las profecías se verificaron, y lo siguen haciendo aun hoy
a nuestra vista.
Jesucristo, a diferencia de cualquier avatar o profeta pagano,
es plenamente coherente con el Dios hasta aquí explicado
razonablemente. Durante Su Vida en la tierra, mostró
numerosas veces Su poder sobre la naturaleza, conocimiento
sobre las leyes, una doctrina razonable, coherente y superior a
todas las conocidas —antes y después—, enseñó las virtudes
que hay que desarrollar, explicándolas y mostrándolas en Sí
mismo (pureza, humildad, compasión, caridad, paciencia,
diligencia, consagración, fe, justicia, fidelidad, confianza,
obediencia, amor de Dios, previsión, amor filial, etc.), instituyó
una religión universal que permitiría a todos los hombres
alcanzar el destino final para el cual existen, cumplió
cabalmente las profecías emitidas durante siglos previos,
expulsó demonios, etc.
Habría que tener una gran mala voluntad para no
reconocerlo, ¿simplemente porque “no calzaba” con lo que se
quería en ese momento? ¿Será que Dios debe adaptarse a lo que
quieren los hombres, o los hombres a los magníficos designios
de Dios?
DIOS EXISTE & ES CATÓLICO
Sigamos con los judíos
Sin duda, la grandeza del pueblo israelita queda probada
en que se le confiaron las leyes, las profecías, los milagros y el
sacerdocio, pero en particular en que sería el seno del Mesías
esperado. Esto le convierte en el precursor de la Revelación
completa, y podría —como muchos lo hicieron— haber
simplemente avanzado junto con ella, tal como el pueblo lo hizo
en tiempos de Moisés respecto a las anteriores enseñanzas.
Habría bastado que aceptase lo evidente, continuando en el
camino de una religión que busca el bien de todos los seres
humanos, porque ese es el objetivo para el cual fueron creados.
A partir del rechazo judío a lo que Dios les mostraba
claramente, continuó una rama que debió separarse —cuando no
tendría por qué haber sido así—, manteniendo una enseñanza
en igual coherencia con lo anterior, que la perfeccionaba en el
amor, y conservaba en sí tanto el don de la profecía como los
milagros que continuaron mostrando la intervención divina en
nuestra existencia terrenal.
Los patriarcas y profetas judíos del Antiguo Testamento no
impartieron enseñanzas gnósticas, y el cristianismo tampoco lo
hace mientras mantiene su fidelidad a lo recibido. Para ambas
partes fieles, el hombre es diferente de Dios, depende de Él para
existir y salvarse, el mal es producto del libre albedrío y el
pecado desprendido de la desobediencia original y todos los
posteriores. Tenemos una sola vida y al morir vamos al Cielo o
al infierno, después del Juicio de Dios que aplica Su Justicia para
determinar quién recibirá el premio y quién el castigo eterno. La
religión cristiana (con su buen origen judío) no se basa en
prácticas iniciáticas, sino en el cumplimiento de las leyes
naturales (mandamientos), la práctica y recepción de los
sacramentos (guía, sacrificio, vida espiritual, fuente de gracias),
el conocimiento de Dios a través de lo revelado, y lo
tradicionalmente comprendido en consonancia con ello, y el
desarrollo de las virtudes que nos asemejan a Él, volviéndonos
criaturas de bien.
Pero, ¿qué ocurrió con el judaísmo? Después de la
crucifixión se rasga el velo del templo de arriba abajo102
, que
después se destruye cumpliendo la profecía (como ahora
veremos), y la religión judía que se niega a dar paso a algo
superior, se convierte en un conjunto interminable de leyes
exentas del amor divino, sin una guía definitiva y segura (se
contradicen muchas veces por la cantidad de interpretaciones e
“intuiciones” a que están sujetas), y perdiendo a los profetas y
los verdaderos milagros, que intentan emular con ciertas
capacidades personales.
Cambia entonces completamente el camino que traían antes
de Jesucristo, y —cuando la tienen— se dirigen hacia una
mística… ¿de qué tipo? ¡por supuesto que gnóstica, una vez más!
En un principio la tradición cabalística, o Cábala, era la
enseñanza recibida oralmente. Se dedicaba a la naturaleza de
Dios, Sus atributos, a los espíritus y el mundo invisible. Era, en
una palabra, la teología especulativa judía.
Pronto, sin embargo, comenzaría a deformarse cuando los
doctores enseñaron que Moisés recibió una revelación oculta de
las Escrituras sobre el monte Sinaí, y que luego la transmitió por
102
Mt. 27-51 / Mc. 15-39.
iniciación a Josué y otros discípulos íntimos. Se supone que esta
enseñanza descendió por vía oral de generación en generación,
sin que se permitiera ponerla por escrito.
Los rabinos comenzaron a ocultar lo que aprendían,
acentuándose este accionar cuando ocurrió la crisis suscitada por
la oposición de los fariseos a la doctrina predicada por Cristo y
los apóstoles. Poco más tarde, después de la dispersión de los
judíos, los rabinos tomarían el gusto por especulaciones
metafísicas, e introdujeron en su cábala mística una mezcla de
filosofía griega y oriental, cuyas creencias se oponían por
completo a la revelación mosaica. Tal es la cábala moderna, o
cábala farisaica, o cábala mágica.
Sin adentrarnos en puntualizaciones detalladas, nos
centraremos en aquellos aspectos que interesan a este trabajo.
Veamos un par de puntos, para corroborar nuestras sospechas:
El hombre, según los cabalistas —más allá de algún detalle
de maquillaje de una corriente u otra— está compuesto de tres
elementos:
1. Un elemento inferior, que no es el cuerpo material, ya que
esencialmente el cuerpo no existe, sino que es el principio que
determina la forma material: nephesh.
2. Un elemento superior, chispa divina, el alma de todos los
idealistas, el espíritu de los ocultistas: neschmah.
3. El tercer elemento mediador entre los dos anteriores es la
vida de los sabios, el espíritu de los filósofos, el alma de los
ocultistas: ruach.
El hombre viene de Dios y a Él vuelve. Hay que considerar
tres puntos en esta evolución: el punto de partida, el de llegada y
lo que pasa entre uno y el otro.
La cábala enseña siempre la doctrina de la emanación. El
hombre ha manado, por tanto, primitivamente, de Dios en el
estado de Espíritu puro. A la imagen de Dios constituido en
fuerza e inteligencia (chomah y bina) es decir, en positivo y
negativo. Está constituido en macho y hembra, Adán y Eva,
formando en el origen un solo ser. Bajo la influencia de la caída
se divide el ser único en una serie de seres andróginos Adán—
Eva, y se materializa y subdivide cada uno de estos seres
andróginos en dos seres materiales de sexo separado, hombre y
mujer. Es el estado terrestre.
El hombre materializado y sometido a la influencia de las
pasiones debe voluntaria y libremente encontrar su estado
primitivo, debe recrear su inmortalidad primitiva. Para esto se
reencarnará tantas veces cuantas le sean necesarias para saberse
rescatar por la fuerza universal.
El hombre debe por tanto constituir primero un andrógino
primitivo para reformar sintéticamente el ser primitivo
proveniente de la división del gran Adán—Eva. Estos seres
reconstituidos deben, a su vez, sintetizarse entre ellos hasta
identificarse en su origen primero, Dios.
Esto nos demuestra, sin necesidad de investigar más de
momento, que la cábala enseña el dualismo, la reencarnación, y
la iluminación panteísta. Y por tanto, visto todo lo anterior y lo
reciente, podemos concluir que el judaísmo moderno es falso.
Características de la verdadera fe
La veracidad de una religión tiene que verse en una serie de
aspectos fundamentales que demuestren que es de origen divino.
Razonabilidad, continuidad, santidad, etc. Veamos algunos de
los aspectos propios y únicos de la Iglesia Católica:
1. Católica quiere decir "universal": Esto se aplica cuando
se dirige a todos los seres humanos, sin importar su raza, edad o
condición, aceptando a todo aquel que quiera seguirla. Tiene que
existir en sus orígenes desde siempre, y esto ocurre cuando
proviene de una revelación progresiva (como ya explicamos) que
parte desde el inicio de la existencia humana. Además, se
extiende a todo el mundo, habiendo sido predicada en los cinco
continentes.
Si Dios creó al ser humano para que cumpliese un fin, no
basta con que existan medios para alcanzarlo si están
restringidos a un pequeño grupo de personas por su
nacionalidad, raza, edad o economía, por ejemplo. Tiene que
llegar a dirigirse a toda la humanidad, aunque sea
progresivamente, y está en el hombre el mérito o demérito de
esparcir sus verdades. En el caso de que esto no suceda, el que
no la conoce no tiene culpa y debería ser juzgado al momento de
su muerte, lógicamente, en base al buen apego hacia la ley natural
que todos compartimos.
2. Apostólica: Fue fundada por Jesucristo y luego fue
propagada ininterrumpidamente por sus apóstoles y los sucesores
de ellos. De esta manera, se ha mantenido una línea constante
de pastores que conservan su misión desde el fundador hasta
hoy. Esta sucesión se mantiene en el obispado, a cuya cabeza se
encuentra el Papa. Pero aun cuando el Santo Padre muriese y se
demoraran años en nombrar al siguiente por motivo de
desacuerdo, cisma o persecución por ejemplo, produciendo una
temporal sede vacante, la línea durante ese período continuaría
intacta en los obispos legítimos, sucesores de los apóstoles.
3. Acuerdo doctrinal: Lo que Dios revela como un camino
seguido por el ser humano hasta la coronación de las perfecciones
a la llegada del Mesías, es coherente, razonable, y no puede
modificarse con el tiempo. Una religión que hoy enseña que es
malo robar, y luego dice que es bueno, entraría en franca
contradicción con la verdad y con la esencia del Dios al que dice
servir. Esto no es posible, y por eso mismo Jesús dice: “El cielo
y la tierra pasarán, pero mis Palabras no pasarán”103
. A lo que
San Pablo agrega "Pero aun cuando nosotros mismos, o un ángel
del cielo, os predique un Evangelio diferente del que nosotros os
hemos anunciado, sea anatema"104
.
Ahora bien, antes dijimos que Dios no puede poner la
Verdad en medio del error, motivo por el cual la religión
verdadera tiene que estar libre de tal error. Pero a lo largo de la
historia de la Iglesia, ha habido numerosas herejías que
intentaron introducir errores graves en la doctrina, llegando a
generar crisis generalizadas. De hecho, San Ambrosio en el año
382 ya lo decía: “No hay suficientes horas en el día para que
recite incluso los nombres de todas las diversas sectas de los
herejes”105
. ¿Esto contradice lo que estamos sosteniendo?
No. Porque la Verdad se encuentra en las bases, más allá
de lo que los hombres hagan temporalmente con ellas. Aunque
103
San Lucas 31,33
104
San Pablo, Epístola a los Gálgatas, 1, 8
105
“La fe de los Padres primitivos”, Jurgens. vol. II, pag. 158.
incluso hay que aclarar que hasta en el peor de los casos sería en
su mayoría, pero nunca en su totalidad, cumpliéndose así la
promesa de Jesucristo al primer Papa, cuando le dijo: “Y yo te
digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi
Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra
ella”106
.
Pero daremos un ejemplo, considerando la posibilidad del
error de algunos —o de muchos—, sin disminuir o destruir con
ello la Verdad: un libro puede tener una excelente doctrina,
coherente en todos sus enunciados, acorde con la naturaleza de
Dios, perfecto en sus resultados finales, y alguien puede arrojarlo
a un estanque de agua sucia, o recortar de la propia copia las
partes que le gustan, eliminando lo demás y creando un
Frankenstein personal. Otro libro, por el contrario, puede tener
algunas verdades salpicadas de muchos errores, inconsistencias
y absurdos, y se le puede reservar el lugar de honor en la
biblioteca.
Dios escribe el buen libro de principio a fin, con la
intención de que el hombre se beneficie de él llegando a su
destino. El hombre puede (en su mayoría, como ya dijimos, y no
en su totalidad, porque esto eliminaría la Verdad del mundo)
tirarlo al basurero, o bien puede conservarlo intacto, siguiendo su
instrucción y enseñándola a cuantos pueda, para hacerles
partícipes de los mismos beneficios, y agradar más a Dios, que
quiere que se salven cuantos más sea posible.
La protección de la Verdad es fundamental, porque de ello
depende que las personas sigan a Dios y cumplan con su fin
último, o lo malogren, sea consciente o inconscientemente. En el
segundo caso no tendrán culpa propia, pero sí el daño objetivo
106
San Mateo, 16-18.
que se produce igual en ellos mismos y en una sociedad cada vez
más alejada de los principios que la elevan y perfeccionan.
Sigamos viendo si el “libro” de la religión católica está libre
de errores en su base y principios o no…
4. La unidad que posee en su fe y en su gobierno: Lo
primero se refiere a una única enseñanza, inalterable como ya
dijimos, que se mantiene a lo largo de los siglos. Esto es
fundamental en una verdad divina.
En cuanto al gobierno, hay unidad de los fieles, guiados
todos bajo una única cabeza en la tierra, que es el Papa. No
puede llamarse católico quien no acepta la autoridad del
verdadero Papa, ni la unidad doctrinaria impartida por Jesucristo
y mantenida por siempre.
5. La Santidad: Es otro aspecto fundamental. Ya se ha dicho
que el término se aplica a lo que es perfecto, puro y limpio de
toda culpa. Sólo se puede declarar con total propiedad de Dios y,
por Él, de Su religión, de la cual es Autor y Cabeza. La misma
tiene necesariamente que estar en consonancia con las virtudes
divinas, buscando para sus adeptos el desarrollo de las virtudes
que les asemeja a Él.
Ése es el fin del catolicismo, que no ve en las virtudes una
ilusión que luego se puede y debe trascender, sino la máxima
expresión de quienes somos como criaturas, al acercarnos cada
vez más a nuestro fin último que es el Bien, la única fuente de
la verdadera felicidad. En esa dirección, obramos bien,
abandonando el apego al mal (carencia de bien), y por tanto
participamos a nuestra medida de las divinas virtudes.
6. Eficacia: Se trata del poder de santificar a los creyentes e
inspirarlos a grandes logros morales. La religión verdadera tiene
que tener leyes coherentes, que lleven al fiel hacia Dios a través
de un código claro y razonable de adoración, de cuidado por el
prójimo, ayudándole a nivel espiritual y también material, y
para bien de toda la sociedad.
A través de su guía practicada, el creyente irá abandonando
los vicios, errores y defectos que le alejan de su Dios y, por tanto,
al irse pareciendo cada vez más a Él por imitación, se va
santificando. Y de esta manera se convierte también en ejemplo
a seguir para otros hombres.
A diferencia de las religiones gnósticas, que en última
instancia buscan el avance de cada quien porque finalmente todos
se fundirán en el Todo —y sin importar la cantidad de
sufrimiento, que al fin y al cabo es ilusoria— el catolicismo se
preocupa activamente por el bien del prójimo y la fidelidad a
Dios, aún en desmedro del propio beneficio personal. Esto lo
atestiguan la enorme cantidad de santos, iniciativas de caridad,
misioneros e instituciones creadas para enseñar, curar, alimentar,
proteger y construir más y mayores medios de ayuda para
incontables personas de todo estado y condición. Y a ello se
suman los millones de mártires que ha dado la Iglesia desde su
establecimiento, fieles literalmente hasta la muerte.
Sólo en los primeros siglos de la Iglesia hubo innumerables
mártires. El hecho no es sólo afirmado por autores cristianos, sino
también por Tácito, Libanio, Plinio el joven y otros historiadores
paganos. Solamente desde Nerón (64 DC) hasta Constantino
(312 DC), hubo diez persecuciones generales, además de las
locales, con millones de víctimas.
7. La gloria de los milagros también habla de veracidad. El
milagro —que es la suspensión de una ley natural— es muestra
innegable de la intervención divina en el transcurso de la
existencia de la Creación. Esto primero se vio en la religión
primitiva, luego en la mosaica, y finalmente pasó naturalmente a
la Iglesia católica, que los ha detentado profusamente desde su
instauración.
Jesucristo hizo numerosos milagros, luego Sus apóstoles, y
más tarde se vieron en apariciones celestiales y una verdadera
miríada de santos a lo largo de la historia católica.
Toda persona razonable cree un hecho cuando se lo afirman
numerosos testimonios, constantes y uniformes, de hombres
dignos de fe, es decir, de quienes no han podido ser engañados y
que no quieren engañar. Estas son las condiciones de todo
testimonio, y se aplican tan bien a los hechos milagrosos como a
todos los demás. Así ha sido todo a lo largo de la historia
cristiana, desde sus orígenes y hasta hoy.
8. El don de profecía, lo mencionamos ahora para terminar
esta parte apenas con ocho puntos, aunque se pueden agregar
más. El mismo también es muestra de la intervención divina a
favor de Su pueblo.
Ya mostramos este don en el pueblo judío antes de la llegada
de Jesucristo, y también en Él mismo. Quedó demostrado el
cumplimiento de Su profecía acerca del pueblo judío tras Su
muerte. Podemos agregar que también predijo respecto de Su
persona, Su Pasión, Su muerte y Su Resurrección; en cuanto a los
discípulos la traición de Judas, la triple negación de Pedro, la
venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, los futuros
milagros de éstos, los padecimientos y su martirio; acerca de Su
Iglesia, la enseñanza del Evangelio en todo el mundo, la
conversión de los pueblos y la duración hasta el fin de los tiempos
de Ella. Y hasta ahora, todo lo dicho se ha cumplido cabalmente.
Después, gran cantidad de santos han visto y declarado
sucesos futuros muy lejanos a su tiempo, corrigiendo cuando era
necesario a sus contemporáneos y guiando a los católicos por
venir. También varias apariciones celestiales, acompañadas de
sucesos milagrosos, han advertido sobre acontecimientos
futuros. Así pues, la Iglesia ha mantenido este don durante toda
su existencia.
Conclusiones respecto a la verdadera fe
Se pueden agregar cantidades ingentes de información que
sustenten una y otra vez las afirmaciones hasta aquí declaradas.
Pero creemos que hasta aquí lo ya expuesto demuestra la
veracidad de una religión total y absolutamente diferente a todas
las demás.
La Iglesia tiene una doctrina razonable y coherente, y
todos los atributos mencionados están en Ella, no sólo alguno
como podría eventualmente —si es que es posible en término
absoluto— ocurrir en otra religión. Esto quiere decir que la
Iglesia católica es la única verdadera.
Tal como hemos dicho, han habido muchos intentos de
contaminar la perfección de esta religión desde sus mismos
inicios. Y no resulta nada curioso que algunas de las principales
herejías cristianas fuesen gnósticas también, como es el caso de
los cátaros, por poner sólo un ejemplo:
Entre otras cosas eran dualistas (un mundo espiritual creado
por Dios y el otro material forjado por Satanás). Había que liberar
al espíritu puro encerrado en el cuerpo. Por eso era considerado
un pecado el matrimonio. El ideal de santidad era el suicidio
como medio para escapar y sustraerse voluntariamente a la
influencia del principio del mal. Creían en la reencarnación, hasta
que el autoconocimiento llevara a las personas a la visión de la
divinidad para escapar del mundo material y elevarse al
inmaterial, sin existencia de infierno para nadie puesto que cada
uno se habría salvado a través de renacimientos y purificaciones
sucesivos. Obviamente, casi sobra decir que sus ideas eran
completamente falsas.
Recién ahora, al fin, habiéndonos paseado por las principales
religiones del mundo (aunque someramente) llega la hora de
concluir respondiendo a esta pregunta ¿En qué se diferencia la
religión cristiana del resto y cómo se fundamenta la divergencia
con la unanimidad de las demás?
Ya hemos explicado cuáles son las diferencias entre las
religiones principales y el cristianismo, en sus principios, en sus
medios y en su fin último. También hemos podido demostrar sin
lugar a dudas que esa coincidencia entre religiones se trata de la
gnosis antes denunciada y ya debidamente refutada. Como se ha
podido comprobar, ésta subyace a cada religión y creencia, por
variados que sean los adornos con los que discrepen entre sí.
No deja de ser muy llamativo que durante la historia entera
de la humanidad, a todo lo largo y ancho de la faz de la Tierra,
haya surgido una y otra vez el mismo intento —con una impronta
tan definida— de destruir la Verdad. Podemos decir esto porque
la gnosis atenta directamente contra Dios, al elevar al hombre
a Su rango, al negar por lo tanto la necesidad y realidad de la
Salvación, al impedirle razonar y conocerlo, al proponer vías
egoístas de trascendencia personal, al permitir numerosos
vicios y defectos, al disminuir a nada el valor de la Creación,
etc.
De esta manera, el hombre se desvía, creyendo una cantidad
increíble de mentiras tan bien urdidas que no puede contrastarlas
con el uso de su inteligencia.
Este intento de instaurar una religión contraria a lo que Dios
quiere para nosotros, lo vemos en el inicio mismo del Antiguo
Testamento, cuando en el Paraíso la serpiente promete a Eva:
“seréis como dioses”. ¿A través de qué? ¡del fruto del árbol del
conocimiento! La gnosis es la religión más antigua del mundo,
después de la Divina.
Es por este motivo —y recién ahora podemos decirlo sin
provocar escándalo— que los católicos sostenemos con el
Salmista: “Todos los dioses de los gentiles son demonios”107
.
Hecho ya el recorrido por las principales religiones,
desmontados sus principales errores y vista la coherencia,
razonabilidad y perfección de la Iglesia, podemos al fin decir, sin
temor a equivocarnos, que DIOS ES CATÓLICO.
107
Salmos, 95:5.

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DIOS EXISTE & ES CATÓLICO

  • 2. Edición especial de aniversario DIOS EXISTE & ES CATÓLICO COLECCIÓN DEBATES Editorial Surgite! 2022
  • 3. ACLARACIÓN El presente volumen reúne —por primera vez— dos obras independientes pero que, por su continuidad lógica y en beneficio de los lectores, demandaban ser publicadas juntas.
  • 5. "Porque he visto que Dios lo hace todo, sin importar lo pequeño que sea, y que nada es producto de la casualidad, sino todo de Su sabiduría omnisciente. Si algo parece casualidad a la vista del hombre, nuestra ceguera y falta de conocimiento es la razón". SANTA JULIANA DE NORWICH (1342—1416) “Revelaciones del Amor Divino”, cap. 11.
  • 6. Presentación Tenemos la impresión de que son los hechos los que dan forma a nuestras vidas y, por consecuencia, todo lo que hemos vivido —o no— es lo que nos hace ser lo que somos. Desde esa experiencia podemos esperar un futuro determinado y hasta predecir nuestras conductas, juicios y reacciones. Sin embargo, hay una realidad anterior a los hechos: son las ideas de las cosas. En efecto, según creemos y entendemos las cosas construimos lo que podemos esperar, que es una forma de realidad. Basta con analizar la vida de una persona con un fuerte trauma o una experiencia prodigiosa, para ver hasta qué punto limita o expande sus posibilidades en la vida. Esas ideas nacen de preguntas, grandes y menores, que nos hacemos como individuos y como grupos. Dentro de esas grandes preguntas, la existencia de Dios ocupa el primer lugar, aunque no nos demos cuenta. Pero son tantas las consecuencias de esa respuesta que las vidas, sociedades y culturas, con sus proyecciones y explicaciones, se derivan de ella. Una divinidad indiferente al bien o el mal, una que exige sacrificios humanos, o no existe y son moralmente indiferentes nuestros actos, son posibilidades que darán forma a una sociedad y a la vida de una persona con destinos muy distintos. * * * Esa pregunta vital se registra desde el inicio de los tiempos. No hay pueblo que de alguna manera u otra haya tratado de resolverla y actuar en consecuencia.
  • 7. De hecho, los grandes conflictos de la humanidad se han dado en torno a las consecuencias prácticas y teóricas de las religiones. Y si la respuesta fuese que sin ellas viviríamos en paz, baste con estudiar los mayores crímenes masivos, las mayores crueldades y veremos que se han dado en sistemas ateos y materialistas. Por eso la crisis de la Santa Iglesia, con su deriva desde las denuncias de San Pio X sobre el modernismo, afecta tanto a la sociedad. La misma crisis en la Santa Iglesia dota al problema de una urgencia absoluta: en tanto Dios existe todo nuestro sistema de vida, con sus valores, prioridades, formas y usos sociales, culturales, legales y morales, dependen de esto. A lo largo del siglo XIX tuvo lugar el centro de los combates que venían inflamando las sociedades civilizadas desde el golpe de la llamada “ilustración”. De un lado y del otro lo mejor de los espíritus y todo el ardor de las sangres se enfrentaron en la prensa, en las cátedras y en la calle misma debatiendo sobre la existencia de Dios. Y unos le proclamaban y otros le negaban. Aquí quienes con erudición apabullante lo demostraban y allí otros que con audacia infinita le declaraban muerto o, incluso, que nunca existió. Con el triunfo de las ideologías derivadas de la masonería y sus secuaces, la prensa, el arte y los movimientos ideológicos se congregaron en torno al ateísmo teórico o práctico. Otros optaron por evadir el problema acomodándose en el indiferentismo, sugiriendo que da lo mismo si existe o no y que, por consecuencia, no podemos juzgar a otro.
  • 8. Derrotados en el terreno de la lógica y las ideas, unos y otros quisieron dar la sensación de que el problema estaba resuelto. No pudiendo negarlo, comenzaron a actuar y a hablar “como si” no existiese. Surgieron teorías que se impusieron como verdades y desde estos supuestos, a veces científicos y otras veces no, se insufló a la sociedad, progresivamente más inculta y barbárica, la noción de que lo serio, lo científico y lo racional era negarlo. O ser indiferentes. Así llegamos a una ciencia sin Dios, a una economía, a unas leyes, a modas, cultura y hasta religiones sin Dios en lo práctico. Con todo esto en mente hoy nos levantamos y proclamamos la existencia de Dios. Abrazamos los estandartes de una fe ardiente, segura y caritativa. Una fe que no es sólo emoción, sino que tiene la seguridad de la razón, de los hechos, y que se basa, por añadidura, en lo Revelado y afirmado por la Tradición bimilenaria de la Santa Iglesia. Comenzamos esta pequeña obra, por lo tanto, con el primer fundamento de la fe. Con este punto resuelto, avanzaremos hacia una profundización que ahora, todavía, no tiene sentido. Ya lo veremos en la segunda parte del libro. A los pies de María Santísima —a quien Dios nada niega y quien nada niega a Sus devotos— depositamos estos esfuerzos y encomendamos nuestra esperanza de obtener triunfos sobre las almas para gloria de Dios. Quiera Ella acompañar nuestros esfuerzos apostólicos y hacer de éstos Su triunfo sobre la Tierra para el bien de las almas y gloria de la Santa Iglesia. En Roma, a 21 días del mes de abril de 2022, fiesta de San Anselmo de Canterbury, Obispo y Doctor de la Iglesia.
  • 9. ¿Dios existe? Nadie ha hecho hasta hoy un mejor trabajo para demostrar distintas vías para descubrir la existencia de Dios mediante la luz de la razón natural que el de Santo Tomás de Aquino. Aunque numerosos detractores han creado debates al respecto, ningún escéptico ha podido hasta ahora dar una respuesta acabada y sólida que derribe la lógica detrás de estos argumentos. Si Dios no existe, entonces cualquier creencia al respecto, la vida después de la muerte, los códigos de conducta, las virtudes desprendidas y el perfeccionamiento, entre otros, son sólo pensamientos ociosos, suposiciones, o meras manipulaciones, como tantas veces se ha dicho. Sin embargo, si existe, todo aquello adquiere relevancia y nos obliga a prestarle atención, a comprender más y a actuar en consecuencia. Si Dios existe no podemos, como Sus criaturas, serle indiferentes o contradecirle, porque si Él es real nosotros tenemos una razón de ser que va más allá de una reunión casual de moléculas que luego se disolverán en la nada de un universo sin sentido. Pero no es todavía el tiempo de pensar en qué haremos cuando creamos en Su existencia, porque de momento nos enfrentamos a lo más básico, con o sin lo cual todo es diferente. Con la raíz, el árbol puede existir y tener mil ramas, a las que podemos acceder, observar, explicar y actuar en concordancia. Sin la raíz, el árbol (si aun así existe) está muerto, y sólo nos queda hacerlo leña para calentarnos en el frío de nuestra inutilidad.
  • 10. Se quisiera tratar temas más desarrollados después de los sólidos razonamientos ya recibidos antaño en este aspecto, pero se hace necesario ajustar a la mentalidad de estos tiempos esa y otras explicaciones, para ayudar al hombre moderno a comprender algo que hace siglos que se sabe con seguridad, pero que por falta de comprensión hoy se niega sin pudor alguno. Vamos entonces a dedicarnos a sopesar algunas de las formas en que se puede llegar a la conclusión de que Dios sí existe, sosteniendo y nutriendo a un árbol que está vivo. Algunas de estas reflexiones ya han sido muchas veces expuestas desde que sus primeros autores las pensaron y explicaron, otras en cambio son algo más novedosas. Pero lo que buscaremos aquí no es la novedad, sino razones contundentes y claras a nuestra mentalidad actual para creer o para dejar de hacerlo. Pasemos entonces a los distintos razonamientos. Todos tienen un método seguro que nos pueden ayudar en nuestra reflexión, pero posiblemente algunos tocarán más que otros al proceso de entendimiento de cada quien. Veámoslos simplificados para comprensión general, sin términos filosóficos que puedan confundir a los pocos habituados a su lenguaje. Empecemos…
  • 11. ¿Quién creó y mueve al móvil? Comenzaremos con un ejemplo sencillo: La vida es animada, es decir, tiene movimiento. Para que usted pueda tener vida debió recibirla de otro ser con vida, porque no puede nacer vida de lo inerte (inanimado). Ese ser recibió vida a su vez de otra anterior, y ésta de otra, y así sucesivamente hasta alcanzar un origen. Desde nosotros podemos retroceder hasta un primer hombre (ahora hay siete mil millones de seres humanos, antes hubo dos mil millones, antes cincuenta millones, antes cien mil, antes quinientos, antes diez, antes dos, antes uno), pero, ¿y antes? ¿cómo llegó él aquí? Nada surge espontáneamente. No vamos caminando por las calles y aparece vida de la nada —como generación espontánea— ante nosotros. El que ha dado cuerpo y vida (movimiento y causa) a los seres y sistemas en un principio es lo que ahora llamaremos Dios: Quien no tuvo que ser creado por nada más. Sin embargo, no faltarán quienes digan que esto es perfectamente explicable a través de la gran explosión original y posterior evolución de la vida. Ya hablaremos más adelante de este punto específicamente, pero de momento podemos asegurar que ni siquiera la evolución contradice el hecho de que la conjunción animada de elementos que forman a un ser vivo es el primer Creador, aunque se tratara de la reunión perfecta de elementos que produjeron algo coherente y vivo en lugar de un nuevo caos. Pero no nos adelantemos: explicaremos después por
  • 12. qué es imposible, sin una inteligencia ordenadora en juego, que esto sucediera. Por ahora afirmaremos que dicho originador no podría depender de nada más para tener vida. Y a ese causante de la existencia de todo lo demás es a lo que llamaremos Dios. Por otra parte, si rastreamos cualquier tipo de movimiento que observemos en el Universo (el crecimiento de un vegetal, la trayectoria de los astros, un pensamiento, una canica girando en el suelo, etc.) llegaremos nuevamente a un origen que debe bastarse a sí mismo, es decir, que no requiera de nada previo que lo mueva. El universo es la suma total de todo lo que se mueve, no importa cuántas cosas sean. Todo el universo está en proceso de cambio. Pero el cambio requiere una fuerza externa que lo mueva, porque si no, simplemente no se movería. Imagine partículas de polvo: necesitan del viento para moverse, o de alguien que las agite, o de cualquier otra causa externa a sí mismas. Si no existe esa causa, se quedarán detenidas en su lugar. Ahora piense en el mecanismo de un reloj. Una pieza mueve a otras, que a su vez actúan en las siguientes. Nada de lo que existe en el universo puede moverse sólo, por sí mismo. Aún nuestros movimientos requieren de voluntad y energía, sin los cuales no sucederían. De esto deducimos que tiene que haber una fuerza externa al universo, algo que le trascienda y le haga moverse. Esto es lo que llamamos Dios. Si no hubiera nada externo al universo material, entonces no habría causas en el universo para el cambio. Pero cambia. Y eso demuestra que tiene que existir ese causante externo. El universo es la suma total de toda materia, espacio y tiempo. Estas tres cosas dependen unas de otras. Entonces, ese ser externo al
  • 13. universo está fuera de la materia, el espacio y el tiempo. Es la fuente inmutable del cambio. Sin ella, no ocurriría nada. No tiene por qué ocurrir. La causa original puede verse en cualquier hecho de la vida, que nos llevará inevitablemente a retroceder hasta Dios. Por ejemplo: yo ahora pienso en este argumento. Lo hago porque deseo que usted lo comprenda, y para ello he estudiado al respecto, investigado y reflexionado. Eso ha ocurrido porque he sentido curiosidad. La curiosidad ha sido educada por personas que sabían de sus materias. Puedo seguir retrocediendo a través de esas personas y la forma en que adquirieron sus conocimientos, o también a través del motivo por el que pude estudiar. Tomemos ése: he podido estudiar porque mis padres costearon mis estudios. Ellos lo hicieron con la ganancia de su trabajo. Ese trabajo lo consiguieron después de aprender su profesión, que a su vez fue posible gracias al trabajo de sus propios padres. Así puedo seguir retrocediendo a mis abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, y la cadena continuará hasta el primero que ha existido sobre la tierra y la forma en que sostuvo su vida, en un orden lógico. Todo lo que sucede, aún sorpresivo como un accidente, puede rastrearse en una cadena de hechos y situaciones previas. Luego seguimos: para que un animal encontrara cómo alimentarse tiene que antes haber sentido hambre. El hambre se debe a que es un ser vivo que necesita una fuente de energía para moverse, algo externo a sí mismo. Ese alimento a su vez se alimenta de algo más, y podemos seguir retrocediendo. Todo movimiento o acto requiere de uno anterior que lo haya provocado, hasta que alcanzamos a aquel que sólo es generador y no requiere de nada previo. El ciclo no puede ser infinito: todo tiene un inicio, como probaremos a continuación.
  • 14. Pero antes resumamos con Aristóteles, príncipe de los filósofos, quien, ciñéndose a este razonamiento, dijo: "no podría explicarse la coordinación y armonía de los movimientos sin aceptar la existencia de Dios".
  • 15. La nada… nada es Podemos notar que las cosas existen y dejan de existir. Un árbol, como en el ejemplo antes mencionado, crece de una pequeña semilla, florece, languidece, muere y finalmente desaparece. Cualquier cosa que llegue a existir y luego deje de hacerlo podría nunca haber existido: nosotros, una casa, el perro, etc. Si el universo comenzó a existir, quiere decir que podemos retroceder hasta su origen, como al de cualquier cosa que haya comenzado a existir dentro de él. La cadena hacia atrás no puede ser infinita dentro del tiempo, porque si lo pensamos, si así fuera nunca llegaríamos al eslabón actual, a este momento, porque el pasado temporal sería infinito, interminable. Siempre, eternamente, estaríamos atrapados en esa cadena sin alcanzar el presente. El tiempo, por lo tanto, no puede ser infinito al menos hacia atrás. Esto quiere decir que hubo un momento en que el universo con sus leyes no existía. Pero de la nada, nada sale. Entonces, el universo no podría haber comenzado a existir, para luego generar la famosa explosión. Para que lo hiciera es necesario un ser o causante que no tuviese que existir por nada previo, es decir, increado. Que no tenga un tiempo en que no existía, o sea, que esté fuera del tiempo, lo que dentro de nuestros medios humanos se tendría que resumir incorrectamente como que “ha existido siempre”. Entonces, si retrocedemos hasta el origen finito del universo, al inicio de todo, encontraremos que es absolutamente necesario
  • 16. algo que lo produjera. Si ese “algo” hubiese a su vez sido creado por otro “algo” más, entonces ya no sería el primero ni increado. Cuando alcanzamos el primero, el que no ha sido creado por nadie, el que ha generado todo lo que vino después, ahí hemos llegado hasta Dios. Sin Él como originador, repetimos, nada existiría. Hemos visto un nuevo argumento, pero no vamos a detenernos allí. Todavía queda mucho camino, y seguiremos con otro más.
  • 17. Orden e inteligencia versus caos y absurdo Ahora vamos a adentrarnos en otro aspecto de nuestro universo: su perfección y complejidad, abordando a su vez el prometido punto acerca de la generación caprichosa y posterior evolución como explicación de la existencia. Este será el capítulo que más desarrollaremos, porque además de la lógica es posible apoyarse también en la ciencia, de la que nos serviremos para ayudar a aquellos que consideran sus argumentos como la única y última palabra. Observemos, para empezar, la anatomía humana, con sus mil mecanismos que “encastran” a la perfección para dar todas sus cualidades y capacidades al hombre, permitiéndole vivir y desarrollar diversas habilidades tanto para subsistir como para desarrollarse. Podemos detenernos en algo, y lo haremos observando uno sólo de los múltiples sistemas de que se sirve nuestro organismo para funcionar correctamente, viendo así la maravillosa complejidad que poseemos. Veamos por ejemplo el sistema respiratorio. Su función es incorporar oxígeno al organismo, para que al llegar a las células se produzca la "combustión" y poder así "quemar" los nutrientes y liberar energía. De esta combustión quedan desechos, como el dióxido de carbono, el cual es expulsado al exterior a través de la expiración. El proceso se inicia en la nariz, donde los cilios nos permiten oler y el aire se humedece, calienta y purifica para ingresar al cuerpo. La faringe y la laringe conducen ese aire, que en el caso de la última es utilizado además para producir el sonido, a través
  • 18. de las cuerdas vocales que allí se alojan. Luego llegamos a la tráquea, donde su superficie mucosa actúa como bactericida y en la que se adhieren las partículas de polvo que no fueron filtradas por las vías respiratorias superiores. Más adelante ésta se divide en dos bronquios que se dividen de nuevo, una y otra vez, en bronquios secundarios, terciarios y, finalmente, en unos 250.000 bronquiolos. Los bronquios son las diversas ramificaciones del interior del pulmón, terminando en los alvéolos pulmonares que tienen a su vez unas bolsas más pequeñas rodeadas de una multitud de capilares por donde pasa la sangre, se purifica y se realiza el intercambio gaseoso. Los pulmones contienen unos 300 millones de alvéolos. Y finalmente en este sistema está el diafragma, que es un músculo que separa la cavidad torácica de la abdominal, y al contraerse permite la entrada de aire a los pulmones. Solamente para que podamos incorporar oxígeno a nuestro organismo — uno de los muchísimos procesos que realiza nuestro cuerpo para vivir y moverse — existe este sistema altamente especializado y perfecto. Cualquiera de sus elementos en malas condiciones u orden acaba con su correcto funcionamiento, y nos enfermamos o morimos. La complejidad increíble de este único sistema ¿puede haber surgido “porque sí”? ¿Qué hace que algo tan perfecto tenga lugar si no es una inteligencia que así lo ordena? Podemos observar de la misma forma el sistema digestivo, el cardiovascular, nuestra estructura ósea, el sistema reproductivo, los sentidos, etc. Pero esto podría no terminar de impresionarnos porque, después de todo, el cuerpo humano es muy avanzado dentro de la escala jerárquica de la vida y pudo ser – aunque difícilmente – producto de la casualidad. Por eso, detengámonos un momento a pensar en algo muchísimo más pequeño y elemental: la célula.
  • 19. Una célula viva, unidad básica de cualquier ser viviente, es enormemente compleja. Cada célula es un mundo atestado de hasta doscientos billones de grupitos de átomos llamados moléculas. Nuestros 46 ‘hilos’ de cromosomas, conectados, medirían más de dos metros puestos uno después del otro. Sin embargo, el diámetro del núcleo que los contiene mide menos de una centésima de milímetro. Cada una de las células – y son más de cien billones en nuestro caso – funciona como una ciudad amurallada. Plantas energéticas producen la energía necesaria. Fábricas crean proteínas, unidades vitales del comercio químico. Complejos sistemas de transportación sirven para guiar a sustancias químicas específicas de un lugar a otro de la célula y más allá de sus límites. Centinelas en las barricadas controlan los intercambios, y examinan el mundo externo en busca de señales de peligro. Ejércitos biológicos disciplinados se mantienen listos para luchar contra posibles invasores. Un gobierno genético centralizado mantiene el orden. En un recipiente que mide 0,0025 de centímetro, de lado a lado, se encuentran la membrana celular, los ribosomas, el núcleo, los cromosomas, el nucléolo, el retículo endoplasmático, las mitocondrias, el aparato de Golgi y los centríolos encargados entre todos de hacer que este increíble sistema microscópico funcione a la perfección. Y entonces nos preguntamos ¿es posible que el azar produjese esto? Aún si así fuese, “algo” tendría que ser responsable de que se generara este orden y constantemente avanzase hacia algo mejor, en lugar de destruirse y desaparecer en el caos que supuestamente había en su entorno al comenzar a existir la primera. Porque pensémoslo, ¿por qué causa el caos se auto— ordenaría, y no sólo eso, sino que además se conservaría y evolucionaría hacia formas aún más complejas? ¿Cómo sabría aquella primera célula que tenía que defenderse de posibles enemigos (incluso medioambientales),
  • 20. que debía alimentarse, que tendría que reproducirse? ¿Quién le indicó todo aquello? ¿Podemos afirmar que además de su complejísimo sistema, venía también equipada de un "instinto" de supervivencia? ¿por qué? Pero sigamos observando en lo más pequeño de lo pequeño: las proteínas. Las necesarias para la vida tienen moléculas muy complejas. La probabilidad de que se forme una de esas proteínas de los veinte aminoácidos necesarios para la vida dentro de más de cien como existen, es de 10113 (1 seguido por 113 ceros). Y cualquier suceso que tiene sólo la probabilidad de 150 es rechazado por los matemáticos como algo que nunca sucede. Agreguemos a esto que no alcanzaría con una, sino que se hacen necesarias 2.000 de ellas para la actividad celular. ¿Qué probabilidad hay de obtener todas estas al azar? ¡Sólo de una sobre 1040.000 ! Esto muestra matemática y lógicamente que la formación espontánea de vida es algo imposible, sin agregar siquiera a la ecuación que debe ocurrir en un mismo tiempo y espacio. Fred Hoyle y N.C. Wickramasinghe, los dos astrónomos originalmente evolucionistas que intentaron durante años probar la posibilidad real de que esta “casualidad” ocurriera, terminaron reconociendo: “Los números que ya hemos calculado y señalado son esencialmente imposibles de afrontar. A no ser que uno se deje dominar por el prejuicio, sea debido a creencias sociales o debido a educación científica, de modo que acepte la convicción de que la vida se originó espontáneamente en la Tierra, este simple cálculo (las probabilidades matemáticas contra ello) desestima tal idea completamente”. Y ya querrían algunos que éste fuese el único problema para sostener su teoría. Además de ser absurdamente pequeña la
  • 21. posibilidad de que esto ocurriese por accidente, hay aún más dificultades: tiene que haber una membrana que envuelva a la célula. Pero esta membrana es extremadamente compleja e “inteligente”, compuesta de moléculas de proteína, azúcar y grasa. Más difíciles aún de obtener que estas son los nucléolos, unidades estructurales del ADN. La probabilidad de formar siquiera la más sencilla de las histonas (responsables del gobierno de la actividad de los genes dentro del ADN) es de 20100 , otro número enorme, mayor —para darnos una idea— que el total de todos los átomos de todas las estrellas y galaxias que se pueden ver mediante los mayores telescopios astronómicos, que viene a agregarse a la larga fila de cifras estratosféricas, todas sumadas a las anteriores. ¿Puede usted, entonces, entender el absurdo de que aun suponiendo que se cumpliese la generación accidental de un solo aminoácido, deberían ocurrir en el mismo momento y lugar (sólo diez minutos después o a un simple centímetro de distancia ya no serviría) la generación de otros diecinueve más para sólo con ello obtener una simple proteína? ¿Y que luego necesitaríamos 1999 más —también en el mismo espacio y lugar— para obtener las requeridas para la actividad de una única célula? Y si haciendo un acto de fe sobrenatural lo creyésemos, aún nos quedaría averiguar algo: ¿cómo se conservaría, reproduciría y sobreviviría esa sola, triste y abandonada célula? ¿de qué se alimentaría en medio del caos hasta el momento estéril? ¿qué o quién le habría “enseñado” que debe hacerlo? ¿cómo resistiría en un mundo en que no hay vegetales —organismos más complejos que una simple célula— que produzcan la fotosíntesis causante de la liberación de oxígeno, y por tanto carente de todo alimento, por dar un simple ejemplo? ¿Cómo evitaría cocinarse en una Tierra sin atmósfera que la protegiese de la efusión de rayos ultravioletas?
  • 22. Ni siquiera en condiciones de laboratorio se ha podido probar que la reunión de los elementos químicos produzca vida. Y esto contando con que el científico sabe lo que está intentando lograr y es, por tanto, la “inteligencia externa” de la que se carece según la teoría evolucionista. Una conjunción caprichosa de “ingredientes”, ¿cómo sabría que tiene que defenderse, nutrirse, reproducirse para no desaparecer? Si así fuese, estaríamos frente a un auténtico milagro. En palabras de Anthony van Leeuwenhoek, microbiólogo: "Habría sido un milagro obtener estas moléculas por casualidad". Pero además de lo dicho, volvamos al hecho de que no se ha podido producir vida en un laboratorio. ¿Por qué? El científico crea una mezcla de químicos, pero allí no hay vida. Un cadáver, por su parte, tiene los aminoácidos, las células, los órganos necesarios, pero tampoco está vivo. ¿A qué se debe que la conjunción de elementos no signifique el inicio de la vida? Tal como en los anteriores ejemplos —y si no nos hubiésemos cansado ya de tanto absurdo— podríamos continuar con la impresionante complejidad de toda la naturaleza: sus ciclos climáticos, el ecosistema, el orden de los astros, la impresionante variedad de especies, el instinto animal, las leyes físicas, y así seguiríamos con cada una de las millones de ramas que existen. Hemos visto la molécula, y no tuvimos respuesta, luego nos preguntamos ¿qué causó el orden cósmico y no más caos? Todo esto nos mueve inevitablemente a hacernos una vez más estas preguntas sencillas: ¿Acaso es posible un orden tan perfecto y complejo, con billones de interrelaciones, sin una inteligencia externa que lo dispusiera así? Si ha quedado claro que es
  • 23. imposible que fuese fruto de la simple casualidad, ¿cómo pudo haber sucedido? Agregaré de momento una nueva reflexión lógica respecto a la evolución, y es que lo menor no puede lo mayor. Esto significa que algo superior puede hacer lo que entra dentro de sus capacidades porque es igual o inferior, pero no sucede al revés con lo inferior. Por ejemplo: una inteligencia en verdad superior puede despojarse de conceptos complejos para ponerse a la altura de una en verdad inferior, pero la inferior no podrá estar a la altura de la superior. Este principio también se traslada al mundo material. De un ser complejo, con patas, piel, huesos, carne, órganos, etc., podemos extraer una parte. Pero de una parte (un dedo por ejemplo), no podemos sacar el todo, que es mayor a sí misma. Y así: un vaso grande puede contener el agua de uno pequeño y agregar más. Pero el pequeño no puede contener toda el agua del vaso mayor. Esto significa que un ser inferior no puede sacar de sí más de lo que él es. Puede desarrollar algo que tiene potencialmente, como de una semilla saldrá una planta, pero no puede superar su naturaleza vegetal para ser algo mayor, transformándose en un miembro del reino animal, por ejemplo. Sólo existe una forma razonable de creer que lo menor puede lo mayor, y sería a través de un acto deliberado y milagroso (extra natural) por parte de Dios. Es lógico: quienes creen que esto es posible están sosteniendo que una inteligencia previa y externa (alguna forma de Dios, según ellos la entienden) ordenó la evolución para que de algo menor saliese cada vez algo mayor, contrariando las leyes de la naturaleza. ¿Y quiénes son los que creen que nos vamos purificando y acercando paso a paso a nuestra supuesta verdadera esencia divina? Los gnósticos, que dicen que todo es Dios y por tanto hay que evolucionar hasta que en el último estadio podamos
  • 24. volvernos conscientes (a través de la iluminación) de nuestra unión con el Todo, velada hasta ese momento por la ilusión de creernos separados. Esto implica la evolución del hombre a un estadio en que las capacidades paranaturales (telekinesis, precognición, telepatía, etc.) sean comunes a todos (progresivamente cada vez a más individuos), por ejemplo, como forma de acercamiento siempre mayor a los ámbitos espirituales y despojo gradual de la materia (cuerpo). Hasta finalmente llegar a ser sólo espíritu y lograr vivenciar constantemente la esencia divina1 . Vale decir que la evolución, más que una premisa cientificista (y aunque sirva a efectos antirreligiosos exotéricos a ciertas mentes poco inquietas), es gnóstica ante todo. La evolución hacia la toma de consciencia de nuestra esencia divina, creen de una forma u otra quienes sostienen esta base, ocurre a través del desarrollo de las especies, a través de la espiritualización del hombre y también a través de las reencarnaciones (cada vez más depuradas y superiores). De gnosticismo y su verdad o falsedad ya hablaremos mas adelante. De momento sólo nos concentramos en la prueba de la existencia divina. Podríamos escribir un grueso volumen sobre las distintas causas de la imposibilidad de la evolución, como otros investigadores han hecho y se les mantiene en el desconocido silencio, pero por ahora nos contentamos con hablar sólo de algunas de las inconsistencias que demuestran su error. 1 Esta es la modalidad expresada por obras de carácter nuevaerista, también orientales, y películas del estilo de X Men (un nuevo salto evolutivo), o incluso Matrix, donde el descubrimiento de la ilusión permite la manipulación de la falsa existencia, como ocurre en el recibidor de la vidente o en las diversas pruebas de concientización del protagonista.
  • 25. Pensamos seriamente la posibilidad de hacer dicha obra en un futuro próximo. Pero mientras tanto ha quedado claro, ya con esta pequeña demostración de probabilidades antes expuesta, que ésta no es la respuesta a nuestra existencia. Pero continuemos, aun así. ¿Qué nos dicen personas de verdadero espíritu científico respecto a las bajísimas probabilidades del surgimiento espontáneo y su supervivencia, que ya hemos explicado? Ante la total imposibilidad de probar que las cosas pueden haber ocurrido azarosamente, y por la grandeza y perfección del universo en que vivimos, grandes científicos de todos los tiempos también han tenido que replantearse la posibilidad de una creación inteligente. Veamos a algunos hablarnos desde sus campos de competencia: “La probabilidad de que la vida se originara de modo accidental es comparable a la probabilidad de que el diccionario no abreviado fuera el resultado de una explosión en una imprenta” (Edwin Conklin, biólogo). "Por el conocimiento de Su obra, lo conoceremos a Él". (Robert Boyle, químico, físico) “Basta con contemplar la magnitud de esta tarea para admitir que la generación espontánea de un organismo vivo es imposible”. (George Wald, bioquímico) "Un astrónomo incrédulo es un loco". (Edward Young, astrónomo) “El hombre honrado, armado con todo el conocimiento que nos está disponible, sólo podría declarar que, en algún sentido,
  • 26. parece que el origen de la vida es casi un milagro”. (Francis Crack, biólogo) "Todos los descubrimientos humanos parecen ser hechos sólo con el propósito de confirmar más y más fuertemente las verdades que vienen de lo alto y están contenidas en los escritos sagrados". (John Herschel, astrónomo, químico, filósofo de la Ciencia) "Cuanto más estudio a la naturaleza, más me maravillo del trabajo del Creador". (Louis Pasteur, medico, químico, físico, bacteriólogo, inmunólogo) "Es difícil para mí comprender a un científico que no reconoce la presencia de una racionalidad superior detrás de la existencia del universo, tanto como me costaría comprender a un teólogo que negara los avances de la ciencia". (Wernher von Braun, científico espacial, padre de la Cohetería) Entonces ¿no es lógico sostener con ellos que no es posible que todo provenga de una casualidad sin sentido? ¿Cuál es la causa de nuestra existencia y de la perfección ordenada de los millones de sistemas y sub—sistemas que conviven y se sostienen mutuamente interactuando entre sí en el universo? ¿Por qué habría de avanzar hacia algo superior en lugar de que la única porción de orden volviese rápidamente a ser absorbida por el caos imperante? Como dijo el astrónomo Robert Jastrow: “Los científicos no tienen prueba de que la vida no haya sido el resultado de un acto de creación”. Al parecer, sólo quieren negar que así fuese, como lo han demostrado las múltiples falsificaciones de eslabones perdidos y el silenciamiento de obras que demuestran seria y extensamente la imposibilidad de la famosa teoría.
  • 27. Y así como en el ejemplo científico, volveré a preguntar: Si explotase una imprenta, ¿podría ocurrir que se formase “accidentalmente” un diccionario? Y esa pequeña obra humana no sería ni una minúscula arenilla en relación al universo en que vivimos. ¿Lo ha pensado? Para que algo se ordene, funcione, sostenga a otros sistemas, se relacione adecuadamente con otras cosas también ordenadas y no se destruya tan caprichosamente como apareció tiene que haber una inteligencia detrás de sí sosteniéndole e instándole a mejorar, por lo que – aún si fuésemos capaces de seguir manteniendo tamaña improbabilidad – deberíamos afirmar que fue un milagro, es decir, un hecho no natural. Ahora pensemos una cosa más, que dificultará aún más la posibilidad de la evolución y es tan razonable como las anteriores: Supongamos que las primeras formas de vida hubiesen logrado sobrevivir y desarrollarse como ya hemos visto que es prácticamente imposible que sucediera, llegaría el turno de evolucionar hacia formas superiores de vida. Para que esto fuese posible, la mutación superior (y no una mera malformación estéril como las hay tantas en la naturaleza) debería producirse al mismo tiempo y en el mismo lugar (una vez más) en un macho y una hembra en la misma edad reproductiva fértil, capaces de heredar su mutación a sus crías. Esto significa que tendrían que nacer dos seres vivos (macho y hembra) en el mismo espacio temporal y físico, reproducirse entre ellos y no con otros especímenes sin la mutación, transmitir su particularidad a las crías y que estas fuesen suficientes para poder a su vez perpetuar la nueva modificación. ¡No una, sino cientos o miles de veces desde la ameba hasta el ser humano! ¿Volvemos a hablar de números siderales que prueban la total improbabilidad de este hecho?
  • 28. Además de lo expuesto, debemos atender con mayor seriedad al tema del progreso. Aquí se hace importante aclarar que las cosas libradas a sí mismas decaen inevitablemente. Nada mejora porque sí. Deje un queso sobre una mesa por un buen tiempo y verá el resultado. No se alimente. No limpie su casa. No se ejercite. ¿Qué sucede? Todo tiende a la decadencia cuando es abandonado a sí mismo. Aquella improbable primera célula no tendría por qué haber evolucionado. ¿Por qué convertirse en algo aún más elaborado y complejo en vez de morir apenas “nacida”? A esa inteligencia que hace que todo exista en primer lugar, luego funcione bien y sirva a su vez a algo más en un sistema de engranajes precisos la llamamos Dios. En palabras de Sócrates: "Cualquier cosa que exista para un propósito útil debe ser el producto de una inteligencia". Dios es la única explicación posible a todo lo que hemos expuesto. Sólo a través de Dios podemos aceptar que de la nada —de la que también habría de salir el supuesto caos original, funcional dentro del tiempo que ya hemos dicho que no puede ser infinito hacia atrás— surgiesen sistemas complejos, funcionales y armónicos con los demás sistemas, permitiendo la vida, la convivencia, el desarrollo, la utilidad de su existencia, etc. Y ahora que hemos visto este argumento, podemos descansar un poco de él pasando a uno nuevo, relacionado con la perfección, pero de otra manera.
  • 29. El buen y el mal comprador Hemos hablado de la perfección de lo creado en cuanto a la ordenada complejidad existente en el universo, pero ahora nos referiremos a la perfección en otro sentido: como ideal. Todo lo que existe tiene un grado de perfección o de falta de ella. La perfección es llevar algo al punto máximo, donde no existe ninguna carencia sino completud absoluta. Cuando usted va al supermercado y escoge una manzana, por ejemplo, lo hace contrastando mentalmente a la fruta que se exhibe ante sus ojos con el ideal de esa manzana. ¿Cómo es una manzana perfecta? ¿Qué aroma, color, textura, dureza, sabor, etc., tiene que tener para ser la mejor en su especie? Si respondemos a esas preguntas, encontraremos el absoluto o ideal de la manzana. Aquello con lo cual podemos hacer un juicio, decidir si algo es bueno o malo y escoger lo que más se acerca a la perfección. Nadie compraría la manzana golpeada, medio podrida, con gusanos, decolorada e insípida (de poder probarla) pensando que está adquiriendo una manzana perfecta. En ese estado, la fruta carece de las características que la convierten en la ideal. ¿Cuál compraría usted? Esto se puede aplicar a cualquier cosa que existe, tanto en el plano material como en el emocional, filosófico y espiritual. Los grados de perfección en algo demuestran que existe su absoluto, es decir, su grado máximo. Algo puede ser malo por estar muy alejado de su perfección, cumplir medianamente con sus virtudes necesarias o alcanzarlas por completo. Un animal
  • 30. famélico, sarnoso, sin dientes y con una pata quebrada se encontrará en el grado bajo, mientras que el bien alimentado, con excelente pelaje y fortaleza se acercará más al ideal de su especie. Ese ideal o absoluto perfecto puede encontrarse dentro de cada una de las ramificaciones de la vasta diversidad existente. Entre las piedras, por ejemplo, existen muchísimos tipos diferentes, lo mismo sucede con las flores, los pájaros, etc. En cada uno de ellos, podríamos decir que hay uno que representa a su grupo mejor que los demás: esto es la cercanía al ideal. Algo superior al resto, y que dentro de su especie o categoría se acerca más a su perfección. Es necesario comprender que la perfección existe y no es subjetiva. Puede gustarme o no una comida (subjetividad) pero hay sin duda una forma perfecta para ese platillo: una temperatura de cocción, unos ingredientes, un tiempo de preparación, una forma de servirlo, etc. que lo convierten en el mejor de su tipo (objetividad). ¿Qué expresa con mayor completud las cualidades de un diamante trabajado, por ejemplo? Su color, claridad, corte y peso. Por ello, un diamante mal cortado u opaco, por ejemplo, no tendrá las características de su perfección. Así podemos sacar conclusiones de cualquier elemento existente. Si la perfección, por tanto, existe, tiene que haber una fuente de esa perfección. El punto máximo en que no hay carencia es lo que llamamos Dios. La suma de las perfecciones, el ideal absoluto, la fuente original de las perfecciones parciales que podemos ver en nuestras vidas, eso es Dios, “aquello más allá de lo cual no se puede pensar en nada más perfecto” (San Anselmo de Canterbury).
  • 31. Si existen los ideales tiene que ser por fuerza a causa de algo superior que los posee y emana, ya que no existe aquello que no es creado por algo más, como ya hemos explicado. No existiría una meta o fuente de perfección si todo fuese azaroso. Volvemos a repetirlo: nada tiende a mejorar por sí mismo sino a decaer. La perfección, que existe sin dudas porque podemos ver los distintos grados de la misma en cada elemento del universo, es lo que llamamos Dios. Deducimos que Él es perfecto porque si careciera de algo, siendo menos perfecto en algún punto, entonces ya no podría ser fuente emanante de ese punto del que carece. Pero de esto ya hablaremos más en adelante, al adentrarnos en explicaciones sobre el bien y el mal y las cualidades divinas que podemos deducir también con el buen uso de la razón.
  • 32. El espíritu humano Finalmente veremos un argumento de orden espiritual. Ya observamos el impresionante orden, funcionamiento e inteligibilidad del universo, y estamos experimentando algo que la inteligencia puede palpar. La inteligencia es una parte de lo que encontramos en el mundo. Pero este universo no está intelectualmente consciente de sí mismo. A pesar de lo grandes que son las fuerzas de la naturaleza, no se conocen a sí mismas. Sin embargo, nosotros las conocemos a ellas y a nosotros mismos. El universo es, entonces, inteligible, y el ser humano es el único ser vivo conocido consciente de ello. Para que algo pueda comprenderse tiene que existir la inteligencia y un orden sujeto a esa comprensión. Esa conciencia que nos caracteriza, junto a la capacidad de reflexión, la voluntad de mejorar, alcanzando mayores grados de perfección, además de la moral natural, entre otras capacidades como la memoria, la creatividad, etc., son factores humanos que no corresponden a la materia, a la psicología ni a la energía. Se trata del espíritu, que se prueba a sí mismo por la existencia de estas capacidades propias de su reino. El ser humano es capaz de interactuar en el mundo físico (movimiento, acción, etc.) y en el espiritual (pensamiento, creación, comprensión, virtudes, ideales), a diferencia de cualquier otro ser vivo. Sólo podemos movernos dentro de los terrenos a los que pertenecemos. Una planta no puede correr como un animal, y un animal no puede crear una obra de arte como un hombre. A cada uno corresponde el ingreso a un reino con características que le
  • 33. son propias. El ser humano puede desenvolverse en dos (material y espiritual), lo que prueba su doble naturaleza. Sólo por la existencia del espíritu podemos ser conscientes de nosotros mismos, aprehender realidades externas y buscar un bien mayor. Nada tendría, porque sí, que mejorar o elevarse. ¿Por qué algo debe tener conciencia de sí? ¿Acaso no nos rodea un mundo inconsciente de sí mismo? ¿Por qué hemos de descubrir, aprender, mejorar, buscar una trascendencia? Eso es espíritu, algo que ningún otro ser vivo sobre la tierra comparte con la humanidad. Y si el espíritu existe, tiene que desenvolverse en su propio mundo también existente, por necesidad lógica. No puede existir algo dentro de un ámbito inexistente. Algo no puede sostenerse fuera de su propio terreno: el sentimiento requiere del mundo emocional y psicológico, el cuerpo requiere del mundo físico, etc. Por ello, el pensamiento prueba al espíritu, y éste a su vez es prueba de que hay algo más que materia y procesos que la mueven y sostienen. Por ejemplo, si pensamos tiene que existir un ideal del pensamiento, su forma más pura y perfecta, libre de todo error o subjetividad, la perfección de la cual emana esta capacidad que nosotros poseemos en menor medida. Llamamos Dios a quien mueve y sostiene al mundo espiritual en que se desenvuelven las cualidades puras propias del espíritu.
  • 34. Conclusión de la primera parte Recién ahora esperamos que el lector pueda decir sin más temores a equivocarse que Dios existe. Podrá hacerlo porque hemos visto a través de distintos métodos la innegable necesidad lógica de la existencia de Dios: como causa, origen, motor, perfección, inteligencia y espíritu. Tal vez le ha llegado a su forma de pensamiento y comprensión más un razonamiento u otro, pero además hay que ver el conjunto que refleja la perfección de un sistema lógico y coherente en todos sus frentes, porque así es como ha de ser una verdad. Conocemos a Dios por sus efectos, como conocemos los efectos del pensamiento, las emociones o la moral, por ejemplo, sin pedirles que vengan a presentarse al mundo material tocándonos al hombro para hablarnos. Cada uno de los sistemas expuestos para descubrir esta lógica es muchísimo más desarrollable y concluye por sí mismo en este resultado, pero hemos preferido exponer más breve pero combinadamente a varios de ellos. Decidimos dejar de lado por ahora aquellos argumentos religiosos que requieren de una adhesión institucional que supondría la pre—aceptación de un conjunto de ideas que estamos tratando de concluir por nosotros mismos, sin ninguna imposición más que la que dicta nuestra propia capacidad de discernir a través de la reflexión. Sin embargo, hecho ese ejercicio llega el momento de abordar también estos temas.
  • 35. Porque si Dios existe, tal como la razón nos lo muestra, tenemos que considerar los aspectos prácticos: la consecuencia que esta comprensión ha de tener en nuestras vidas. Si Dios existe, como nuestra razón afirma, entonces estamos obligados a conocerlo, a averiguar qué quiere de nosotros, para qué nos puso aquí. No podemos seguir siendo indiferentes a Él, porque si hemos probado que existe, entonces quiere decir que nosotros fuimos creados por una causa superior a la de nuestra simple existencia casual. ¿Podremos entonces continuar con una vida dedicada al único objetivo de la búsqueda de nuestros propios deseos limitados a la vida en el mundo? ¿Dios nos puso aquí para hacer lo que se nos ocurra? ¿hay un plan? Y si lo hay, ¿cuál es? Saber que Dios existe es un alivio: las cosas tienen sentido, no están allí “porque sí”. Pero este conocimiento también entraña una responsabilidad: hemos de actuar coherentemente, en consecuencia, con esta realidad. Así como una comprensión en el campo de la medicina no puede quedar en la simple aceptación del principio de salud (cancerígenos, factores patológicos, etc., por ejemplo), sino que debe trasladarse a una integración práctica como principio de vida saludable (prevención, hábitos, etc.), las comprensiones en el campo intelectual corresponden en un paralelo a las mismas consecuencias, es decir, debemos aplicarlo en la práctica a nuestra vida anímica. Y para empezar a practicarlo, debemos comprender mejor a nuestro Creador. No se puede servir a quien no se conoce. No podemos actuar de acuerdo a algo que no sabemos cómo es y, por lo tanto, para qué nos creó y qué quiere de nosotros. Por esto queda claro que después de esta prueba llega al momento en que
  • 36. tendremos que dar un nuevo paso, hacia el siguiente peldaño de nuestra escalera de comprensiones. Y así lo haremos en la segunda parte de la obra.
  • 38. Progresión lógica Repasado ya el primer punto fundamental de la existencia divina, y abriendo la nueva etapa que se despliega ante nosotros, citaremos para empezar esta sección a otro científico: James Joule, padre de la termodinámica: "Después del conocimiento y la obediencia a la voluntad de Dios, la siguiente meta debe ser conocer algo de Sus atributos de sabiduría, poder y bondad como se evidencian en Su obra... Es evidente que el conocimiento de las leyes naturales significa no menos que el conocimiento de la mente de Dios allí expresada". Con lo visto hasta aquí, y a través de nuestra razón, podemos decir que ya aceptamos que Dios existe, pero el camino no ha hecho más que empezar. Porque entonces se nos plantea la siguiente cuestión lógica: ¿Cómo es ese Dios? ¿De qué forma podemos servirlo? Para eso hay que entender para qué fuimos creados y qué espera de nosotros, por lo que de inmediato surge la pregunta: ¿Será Padre de alguna religión? Y si es así, ¿es posible averiguar de cuál de ellas? Aquí afirmamos que Dios es católico. ¿Podemos probarlo? Vamos a ver punto por punto empezando desde lo más básico. Antiguamente bastaba con aquello que se nos enseñaba. Hoy, que ya no es así para muchos, se hace necesario comprender nosotros mismos las cosas que antes se daban por sentadas. Una vez seguros de la base, el resto será mucho más fácil. Podremos prestar nuestra confianza a aquellos conjuntos de ideas y creencias que estén en consonancia con lo que hemos deducido, en particular para aquellas materias que escapan a nuestra capacidad de comprensión por la luz de la razón. Pero por ahora,
  • 39. nos toca dedicarnos a dilucidar cómo es Dios en base a todo aquello que sí podamos analizar con los elementos de que disponemos. ¿Y por qué hay que saber cómo es Él antes de continuar nuestro camino? Para saber por qué y para qué estamos aquí, hemos primero de descubrir cómo es quien ha ideado todo. Sólo mediante ese conocimiento podremos sacar la siguiente conclusión lógica, porque como es evidente, todos actuamos de acuerdo a como somos, y Dios no es una excepción. Nuestro sentido de existencia sería bien distinto si Dios fuese bueno, malo o indiferente hacia su Creación, por ejemplo. ¿Cómo habríamos de actuar nosotros, por lo tanto, hacia un Dios de una u otra naturaleza? ¿Qué plan podría haber ideado con nosotros si fuese de esta o la otra forma? Se hace necesario, por fuerza, comprenderlo mejor. Sin embargo, nos preguntamos, ¿podemos nosotros conocer a Dios? Con lo que ya hemos deducido en la primera parte, y observando la naturaleza y funcionamiento de su Creación, es esperable que seamos capaces de sacar muchas más conclusiones lógicas, completando toda la medida de nuestra facultad de entendimiento. Por ello, otra vez, diremos que sí. Algunos, por el contrario, dicen que el hombre no puede comprender a Dios porque el ser humano es incapaz en su limitación de abarcar a lo ilimitado. Y aunque efectivamente es cierto que nos supera, aun así podemos aprehender muchas cosas que están dentro de nuestro campo de acción. Para ilustrarlo veamos un sencillo ejemplo. Imaginemos que nosotros somos un vaso, cada cual con cierta medida —mayor o menor— para llenarnos. Dios por su parte es el mar. Jamás podremos abarcarlo en su inmensidad, pero Él sí podrá llenarnos por completo. Esto quiere decir que si tenemos distintas capacidades, Dios —
  • 40. Creador y Dueño de todas las que existen— puede satisfacerlas por completo, y una de ellas es el uso de la razón. Sea nuestro vaso pequeño y tosco, o grande y pulido, siempre podremos quedar repletos por el mar, hasta los bordes. Esto quiere decir que no sólo nuestra Fe puede colmarse: también tenemos sensibilidad y raciocinio, y todo puede y debe quedar saciado, igualmente hasta los bordes. Esta es la causa de la existencia de los estudios religiosos y filosóficos, que no existirían si no fuese posible comprender nada. Además, podemos afirmar que si Dios nos ha dado la capacidad de entender es para que hagamos uso de todos nuestros medios para alcanzar nuestro fin. Si no tuviésemos la capacidad de comprender, no podríamos movernos hacia donde vemos que es mejor. Vale decir que sin este don nos resultaría imposible discernir, y viviríamos a la deriva, sin un sentido de vida, sin un camino para alcanzarlo, ora actuando de una forma, ora de otra, sin ton ni son. Antes de comenzar este proceso, entonces, es necesario aclarar que cada vez que hablemos de un atributo divino vamos a definirlo (en términos lo más simples posibles), para asegurarnos de que nos estamos refiriendo a la misma cosa. Es habitual que dos personas hablen de algo inmaterial como el amor, la libertad, etc., desde puntos de vista diferentes, y no se pongan de acuerdo porque entra en juego la subjetividad. Por eso, buscaremos aquí las definiciones más razonables, exactas y claras que se hayan desarrollado a lo largo de la historia del pensamiento, dejando afuera la mentalidad propia de los deseos y definiciones de cada quien. Entonces, para empezar nuestro trabajo de conocer a Dios a través de vías tan razonables como las que nos han llevado a concluir su existencia, tenemos que basarnos en lo que ya
  • 41. sabemos para así desarrollar la lógica que nos permitirá ir escalando a través de las distintas características que posee.
  • 42. ¿Cómo es Dios? Si Dios existe, se pueden deducir una serie de atributos con la base de lo ya expuesto. Podríamos afirmar, por ejemplo, que es un Ser que existe por Sí mismo, causa y motor de todo lo creado. Porque recapitulando brevemente, hemos de recordar que Dios no puede haber sido generado a su vez por algo más, ni depender de nada para existir. Por lo tanto es el Primero, el Único que no necesitó ser creado ni movido. Esto lo hace Autoexistente y Autosuficiente, y de esta forma tan simple hemos llegado a las primeras conclusiones. Por otra parte, ya hemos dicho que tiene necesariamente que estar fuera del tiempo, dado que el tiempo no es infinito en su comienzo, y Él debe existir desde "antes" (si se nos permite la expresión para facilitar el hilo de la idea) de que se generase lo que hoy existe —tiempo incluido—, o no sería el primero y productor de todo lo demás. Y al estar fuera de ese tiempo, podemos deducir sencillamente, por consecuencia, que es eterno. A su vez, debe estar fuera del espacio, porque no puede ser contenido por nada, ni necesitar moverse a través de nada más, pues en ese caso pasaría a depender de otra cosa, y ya no sería autosuficiente, ni motor, ni causa de todo lo demás. Podemos determinar rápidamente, por lo tanto, que Dios es inmaterial (o espiritual, dado que no ocupa un espacio) y eso lo hace invisible a los ojos de la carne, no depende de nada ni de nadie para existir y actuar, es infinito (no comienza ni tiene fin en su esencia y cualidades), es eterno, tiene el poder de hacer lo que desea, ha creado lo que existe y le ha dado un orden
  • 43. funcional innegable, que apreciamos en el universo que nos rodea, o sea, es inteligente. O, dicho con mayor propiedad, es Inteligencia. Para aclarar esto último mencionaremos que no podemos decir que Dios posea las cualidades que apreciamos en lo empírico o conceptual, porque Él es cada cualidad en modo absoluto. Entonces, Él no es majestuoso sino que es la Majestad, no decimos que es bueno, sino la Bondad misma, no es sabio sino la Sabiduría misma, etc. Por ello es la misma fuente de las virtudes, comenzando por la Perfección, necesaria para que sea la base absoluta de todo lo que de Él dimana. Por otra parte, es lógica elemental que Dios no podría estar compuesto por diversos elementos, porque entonces dependería de la unión de ellos para existir, algo que ya hemos explicado que no puede suceder porque Él no necesita nada. Por lo tanto, tiene que ser simple e indivisible. Ser simple quiere decir que no tiene composición o mezcla de distintos elementos, es decir, que es indivisible. No se le puede separar en partes, porque es una sola cosa. Esto no quiere decir que no tenga características que le son propias. Si tomamos la unidad básica de cualquier compuesto encontramos que tiene sus cualidades particulares, que la hacen distinta a todo el resto de los elementos que existen, aún en su simplicidad. Sin embargo, tenemos que declarar que la naturaleza espiritual de Dios no puede separarse o dividirse, a diferencia de cualquier sustancia física, que está formada por partes. El aire que respiramos, por ejemplo, está compuesto de nitrógeno y oxígeno. Y estos elementos químicos están por su parte compuestos de moléculas y átomos, y los átomos de neutrones,
  • 44. protones y electrones. Aún la unidad material más básica tal vez podría estar sujeta a la división, aunque éste no es un tema de discusión ahora. Lo que nos importa es que las sustancias físicas llevan en sí los elementos de su propia composición, ya que sus partes pueden separarse unas de las otras, mientras que Dios no, por el motivo expuesto. Hemos comprendido entonces que Él es simple, y esto es importante porque desde aquí podremos concluir mejor otros atributos suyos. Por ejemplo, entendiendo que éstos no pueden ser un añadido a Su naturaleza, sino que tienen que ser parte de la misma. Eso significará, entonces, que Dios es la fuente, simple y pura de cada una de sus cualidades. Ninguna le ha sido añadida (no existe el factor externo a Sí mismo), sino que Él es esas cualidades, y las emana hacia aquello que ha creado, haciendo que sus creaciones participen de ellas. El sol nos servirá como ejemplo. Podríamos decir que él es la fuente de luz, mientras que los diversos elementos de nuestro sistema solar lo reflejan. Cuanto más permita el objeto el brillo de la luz, irradiándola a su vez hacia los demás, más parecido será a la fuente, y cuanto menos, más apagado estará. Así, como en el ejemplo, participamos nosotros de nuestra fuente de virtudes, como luego veremos. Pero antes pensemos en la cuestión de la infinitud, que es otro tema importante a tener en cuenta. Dios es fuente de Sus atributos, afirmamos, y por lo tanto debe ser infinito o de lo contrario sería insuficiente e ineficaz. No es perfecto aquello que tiene una virtud (entendida como facultad o capacidad de obrar) con límites. Aún a nivel humano no podríamos decir que es perfecto algo que abandona a momentos la virtud que posee.
  • 45. Si pudiese perder sus virtudes ya no sería perfecto ni eterno. Por lo tanto, ahora nos queda claro que posee todos Sus atributos divinos sin medida: todos son infinitos. Bien. Comprendido esto, podríamos concluir entonces con facilidad que Dios es omnipotente, omnipresente y omnisapiente. El aspecto que ahora mismo nos interesa es justamente la omnipotencia (omnis=todo; potencia=poder). Un atributo que sólo puede adjudicarse a Dios, dado que nada ni nadie más tiene la capacidad infinita de poderlo todo. Y Él, si es cada atributo en forma infinita, también es infinitamente poderoso. Además, y como ya hemos explicado antes, sólo hablamos de Dios al referirnos a quien no depende de nada para existir o actuar a Su voluntad. Diremos entonces que es Omnipotente porque al ser infinito su poder, y simple su esencia, puede todo lo que quiere con sólo quererlo. Es decir, cada uno de sus deseos es acto inmediato. Puede, entonces, hacer todo lo que le agrada, pero Sus acciones siempre estarán de acuerdo con Su carácter. Poderlo todo incluye aquello que parece imposible. Imposible es, justamente, que no se puede. Si algo fuese imposible para Él, ya no sería omnipotente. Aunque en este punto amerita aclarar que al hablar de imposibilidad estamos exceptuando el mal, el error o el absurdo (como el típico sofisma de la roca), que no son imposibilidades sino formas de carencia que atentan, por tanto, contra Su naturaleza perfecta. Pero, aunque hemos dicho varias veces que Él es perfecto, no nos hemos detenido en este punto. Es hora de hacerlo…
  • 46. En la definición enciclopédica descubrimos que perfección significa que tiene el mayor grado posible de bondad o excelencia. Respecto a Dios, origen y fin de todo, esto ha de significar que Él es esa bondad y esa excelencia. Dios es necesariamente el absoluto de la perfección, o tendría carencias y entonces no sería Dios. Esto quiere decir que Él es el mayor grado de excelencia que existe, y todo lo demás sólo será perfecto a semejanza suya. Si Dios no fuese la fuente, entonces no habría de dónde sacar las virtudes. No existirían, no estarían creadas. La creación — surgida de la nada— participa de su Creador. Si no existiese la inteligencia en Dios, por ejemplo, no podría existir en su Creación, tanto en los seres humanos que participan de ella como en la demostración antes dada de la necesidad de esta cualidad para que todo funcione bien en los diversos sistemas interrelacionados que conforman el universo. Para que nosotros podamos tener siquiera algunas de las diversas virtudes que existen tienen que haber emanado de Él, puesto que antes de la creación del tiempo y el espacio no existía nada sino Dios, y no podríamos haberlas tomado de ninguna “otra parte”. Así conocemos que Dios es fuente de toda virtud. Ahora bien, ¿acaso podemos determinar con seguridad que Dios es bondad y excelencia como dice la definición de lo perfecto? Algunas religiones creen que Él es indiferente, y otras le "otorgan" atributos negativos. ¿Es esto posible? Después de desarrollar algunos puntos básicos más nos detendremos en esto.
  • 47. El bien y el sentido de la creación Si no se entiende para qué se ejecuta una obra, entonces el resultado puede parecernos absurdo, mal hecho o inútil. Si encontrásemos un artefacto extraño en medio de la calle, al que ninguno de los presentes en la escena pudiera adjudicarle una funcionalidad, valor ni sentido más que su rareza, ¿podríamos clasificar como error y defecto la palanca para nosotros incomprensible, el botón supuestamente desproporcionado, o la temperatura al parecer extremadamente elevada? ¿O buscaríamos a quien puede respondernos de qué se trata, para luego conseguir determinar si esos adminículos antes inexplicables es posible que tengan algún sentido y valor a pesar de parecernos lo contrario? Antes de continuar con el sentido de la Creación, se hace necesario comprender otro de los atributos divinos que hasta ahora no habíamos explicado. Hemos hablado de la Perfección, pero no del Bien, y es hora de hacerlo. Muchos creen que este término se refiere a una especie de “acción políticamente correcta” y con esa concepción tan simplona es difícil comprender de lo que estamos hablando. La mejor definición del bien la ha dado Aristóteles y aquí nosotros la explicaremos: "Bien es aquello a lo que tienden las cosas". Veamos: si observamos, todas nuestras acciones están orientadas a un fin: comemos para tener energía, dormimos para descansar, nos reproducimos para perpetuar nuestra especie, creamos para edificarnos, etc.
  • 48. El fin que buscamos satisfacer se dirige a su vez hacia otro (por ejemplo sobrevivir), luego hacia otro más (por ejemplo, mejorar en las distintas variables de la vida), luego otro (por ejemplo perfeccionarnos) hasta que se alcanza el fin último, que buscamos por sí mismo y no porque nos lleve a otro más. Alcanzado el fin último somos felices. Sentimos satisfacción por el cumplimiento de un fin parcial (como comer para aplacar el hambre). Sentimos mayor satisfacción si además de comer podemos descansar, luego será mejor si también somos amados, y así en adelante, cuantos más campos hayan satisfechos, a mayores aspiraremos. Si existen diversos grados de satisfacción, tiene que existir el grado máximo, con el cual todo está satisfecho. Si Dios existe, es lógico afirmar que el fin último o Bien supremo es Él (cuyos atributos ya hemos visto que son infinitos), en cuanto satisface —sobrepasando todos los límites— absolutamente todas nuestras necesidades corporales y espirituales. Dios, entonces, ha de ser el Bien máximo: el Bien mismo. En cuanto cada ser busca el Bien según su naturaleza, la felicidad del ser humano no se alcanza con la simple satisfacción de las necesidades animales (comer, dormir, reproducirse, guarecerse, defenderse, etc.), sino que debe corresponder a todas nuestras potencialidades humanas (inteligencia, belleza, sentimiento, orden, fe, etc.). ¿Cómo alcanzamos esa felicidad que es Dios porque es el Bien absoluto? Siendo el hombre el único animal racional y espiritual, alcanza su bien y felicidad cuando éstos se ajustan a esas necesidades superiores que le diferencian del resto de las criaturas. Es decir, cuando satisface todas las necesidades, incluidas las que son propiamente humanas.
  • 49. Vivir para cumplir con cualquiera o incluso con todas las necesidades animales, no puede hacer feliz al hombre, que necesita satisfacer muchos más fines, ya que su constitución y razón exigen bienes superiores. El arte, el amor, la trascendencia, la justicia, la espiritualidad, la búsqueda de respuestas, son ejemplos de esas necesidades humanas superiores. Y es por esto que incluso quienes lo tienen todo a nivel material aún suelen ser infelices: simplemente no han logrado satisfacer correctamente sus necesidades superiores. Las dependencias, las malas relaciones, los excesos, el vacío interior, la depresión, son sólo algunas de las pruebas de que un hombre materialmente satisfecho (incluso con buena salud) puede tener otras carencias que le producen malestar. Hay varias definiciones de Bien, y aquí nos centramos en algunas de las mejores para responder a nuestra pregunta original. Otra definición muy buena es: “Aquello que en sí mismo tiene el complemento de la perfección en su propio género”. ¿De quién podemos decir con mayor propiedad que de Dios que cada uno de Sus atributos (género propio de cada bien) tiene el complemento de la perfección absoluta? Aclarado este punto, podemos pasar al sentido de la Creación. Si colegimos que las virtudes existen en grado máximo o absoluto en Dios, es lógico que tiene que haber una correspondencia entre ellas y la forma en que son aplicadas. Es decir, que Sus acciones se han de ajustar a las virtudes en grado máximo y no pueden contradecirlas, porque faltarían a su perfección. Pensar que un Ser de virtudes infinitas pudo haber creado al universo sin un sentido (razón de ser, finalidad) sería absurdo. Un ser humano, que no es sino un granito ínfimo de arena dentro
  • 50. de la inmensa playa de todo lo creado, es capaz de actuar en concordancia con su carácter, con un motivo y un fin para lo que hace. Definamos algo para entender mejor: un capricho es una idea o propósito repentino y no fundado en la razón. Esto puede ocurrirle a alguien finito, sujeto a carencias en sí. Y aun así sólo actuará caprichosamente de forma ocasional, porque debe inevitablemente obedecer a leyes de la razón (que utilizamos incluso para nuestra supervivencia), a menos que esté privado de ella, o sea, que esté demente y haya perdido la facultad de ser coherente. Siendo así ¿cómo podríamos adjudicar a un Dios simple, completo y Bien absoluto la creación de algo por mero capricho? Para esto era tan importante saber primero —siquiera someramente— cómo es Él: para respondernos a esa pregunta sin mayor dificultad. Pero algo no se conoce sólo por sí mismo, sino en particular por sus frutos. Vale decir que está estrechamente relacionada la razón de nuestra existencia con cómo es Quien nos creó. Porque así como podemos ser definidos por nuestras elecciones ("Dime con quién andas y te diré quién eres"), más aún se nos podrá conocer por lo que hacemos ("Por sus frutos se conoce al árbol"). Por la aplicación práctica de nuestra voluntad mantenida con constancia puede verse nuestro carácter, capacidades, intenciones y afectos. Como ya hemos visto antes, esto también se aplica a Dios. Así podremos deducir cuáles fueron Sus intenciones. Por lo pronto ya sabemos que, al no contener carencia en Sí, Dios no puede haber actuado por capricho. Hemos visto que eso es imposible e igual será la conclusión para una creación sin un
  • 51. sentido razonable. Veamos ahora cuáles son las opciones que existen.
  • 52. El divino… ¿aburrimiento? Si hemos acabado con la posibilidad de que fuese un mero capricho, ahora nos queda otro punto igualmente improbable: la diversión. Según ciertas creencias, Dios creó al universo y sus criaturas como un juego. Algunos lo definen así, y otros como un hecho “accidental”. Nos quedaremos en principio con el juego, porque el accidente (carencia de control de una situación cualquiera y sus consecuencias) es aún más absurdo para cualquiera que haya seguido hasta aquí por el camino del uso de su intelecto. El pensamiento gnóstico del juego divino dice que todo es Dios pero que una parte “perdió” en determinado momento conciencia de serlo, inmersa temporalmente en la ilusión de una separación que en verdad no existe. Cada “fragmento” (inexistente en realidad) debe volver a tener esa conciencia de ser divino para fundirse nuevamente con el Todo al que pertenece. Dios no tiene necesidad de crear algo para “entretenerse” porque esto implicaría una carencia previa: el aburrimiento o simplemente la falta de diversión. Pero aún queda una posibilidad: que el juego fuese una simple emanación de su “buen humor”, y entonces tendríamos que afirmar que el Bien perfecto ha tenido una causa mas bien prosaica para crear. Habría por fuerza que admitir que la Creación no es reflejo y emanación de divinas perfecciones, sino un engaño que oculta la realidad, diferente a ella. Esto querría decir que ninguna virtud de Dios se expresaría en lo creado a excepción de su “simpatía”. ¿Será esto posible? Lo mismo se aplicará a la experimentación o cualquier otra causa absurda que se pueda relacionar a la ilusión.
  • 53. Lo lógico será adjudicar al Máximo Ser la causa más elevada posible, ¿verdad? Alguien perfecto ha de actuar coherentemente con Su perfección. Y ya sabemos que Dios, Perfección absoluta, no podría permitir contradicciones siquiera temporales o ilusorias a la plenitud de Sus virtudes. Todo lo que no funciona bien en el mundo, con sus múltiples carencias, bajo la explicación de la ilusión significaría que Dios se permite a sí mismo la existencia del mal (aunque sea en pensamiento, como se podría definir más cercanamente a un engaño de la consciencia) dado que juega Él sólo en el patio de la creación. Es decir, que el mal o carencia de bien sería Suyo siquiera en ideas y juegos, atentando así contra Su perfección. Tampoco puede contradecir Su perfección perdiendo conciencia de Sí mismo, siquiera en pequeñas “partes”. La perfección le lleva a mantener coherencia, inteligencia, absoluta conciencia, orden, sabiduría e integridad, eternamente, en todo Su único e indivisible Ser. No puede nublarse en ninguna “parte” (siquiera temporal), ni carecer de nada, ni dejarse “engañar” por la ilusión. ¿Cómo iba Dios a crear una ilusión (sentido inferior a Su perfección y carencia de verdad, otro atentado contra su excelencia), capaz de engañar a Su sabiduría (mal que es carencia por encima del bien que es existencia), cuando de Él sólo puede salir el Bien absoluto, tal como comprendimos antes? ¿Es posible que una simple persona, con inteligencia limitada, diga una mentira, se la crea, y luego la viva como la verdad? Sí, pero ya sabemos que eso corresponde al reino de las enfermedades psicológicas. ¿Podemos adjudicarle un mal así al Dios que hemos comprendido hasta aquí? Podríamos seguir sacando conclusiones al respecto, pero ya está bastante claro que es imposible un origen tan contrario a Su dignidad máxima.
  • 54. Podemos decir que a lo largo de toda la historia religiosa de la humanidad surgieron sólo dos formas de comprender el sentido de la Creación y de actuar por consiguiente de acuerdo a esa razón: la esotérica y la exotérica. La ya mencionada gnosis es, en resumidas cuentas, la creencia de que existen formas veladas y gradualmente ascendentes de descubrir nuestra propia esencia divina. A eso le llaman ‘conocimiento’. Aunque tiene variantes, su doctrina se basa en el panteísmo (todo es dios) y el dualismo (el bien y el mal como dos caras de la misma moneda), que se trasciende sólo después de que se alcanza la iluminación (retorno al Todo). Ya hablaremos en detalle de esto mas adelante. Por ahora diremos que toda esa doctrina es una idea esotérica, es decir, es secreta, oculta: un conocimiento escondido tras el velo de la ilusión (que no deja a las “partes” ver “su verdadera naturaleza divina”), y por tanto sólo la desarrollan por pasos cabalmente unos pocos. Por otra parte está la afirmación exotérica: la forma de dominio público de alcanzar un fin. Dios es un ser externo a nosotros, fin al que nos dirigimos sin fundirnos con Él, puesto que no somos Él y tampoco podríamos añadirle algo "nuevo". Y la única manera de alcanzar dicho fin es a través de reglas y prácticas comunes, que cualquiera puede cumplir para agradar a Dios en su meta con sus criaturas. Ya hablaremos mejor de esto cuando abordemos de lleno el tema de los medios que nos ha dado para lograrlo. ¿Cuál preferirá un Dios razonable en sus acciones y objetivos? ¿La secreta o la universal? Ahora queremos saber, entonces, ¿cuál podría ser una respuesta en verdad razonable al sentido de la Creación? Hay dos explicaciones, complementarias y tan perfectas como quien las
  • 55. produce, comprendidas dentro del exoterismo: la manifestación y la comunicación de la gloria. Veamos por qué. Para empezar a facilitar este proceso vamos a definir la palabra ‘Gloria’, que tanto se utiliza en relación a Dios: Se trata de la reputación, el honor y renombre de alguien por sus virtudes o méritos. Es lo que ennoblece, honra o ilustra. Esplendor y magnificencia. Dios, en sus virtudes máximas, exentas de toda carencia, es por consiguiente absolutamente merecedor de ser llamado glorioso. Nadie podría tener mayor honor ni renombre. Nadie podría ser mayor nobleza ni, por tanto, ennoblecer más. Nadie podría, como Él, ser el esplendor y la magnificencia absolutos. Si Dios es la misma gloria, entonces nada podría aumentarla. Nada puede aumentar a un infinito, y ya hemos declarado que las virtudes de Dios lo son. No existe algo más grande que lo que no tiene fin en cada una de sus cualidades. Y esto nos demuestra que Dios no pudo crearnos para aumentar Su gloria, ni para suplir ninguna carencia, pues Él es completud total. Sus perfecciones no pueden recibir ningún añadido. Nada de lo que existe es, por tanto, de utilidad para Él. Esto nos lleva a la sencilla conclusión de que nosotros no somos necesarios para Dios. Nada de lo creado lo es. Y así vuelve con mayor fuerza la pregunta del sentido: ¿entonces cuál sería el sentido de la Creación? San Agustín lo responde claramente: "No ha creado Dios el mundo por indigencia o utilidad propia, sino por Su sola bondad". ¿Y qué es bondad sino el deseo de bien para otros? Como seres humanos se nos hace difícil explicarnos la causa de una acción que no nos reporte un beneficio. Pero podemos verlo en aquellas que son absolutamente desinteresadas, como un
  • 56. acto puro de amor, de generosidad, la lucha por una causa que nos trasciende, etc. En ello vislumbramos la entrega que no pide nada para sí. Y si un hombre, tan pequeño y desposeído, puede ejercer esas nobles acciones, ¿qué ocurrirá entonces con Quien nada necesita, es nobleza misma y todo lo puede? Sólo nos queda trasladar aquellos actos a la altura de las virtudes perfectas y recién entonces podremos empezar a comprender. Si no hemos sido creados para suplir ningún tipo de necesidad, entonces sólo queda pensar que Dios —Bien máximo— nos ha creado por amor y generosidad: para hacernos felices, dejándonos participar de Su gloria. Manifestar, por su parte, es hacer, mostrar o declarar algo. Dios, en Su gloria, puede manifestar sus perfecciones creando. Nada se lo impide. Lo hace por voluntad, con un poder ilimitado y una inteligencia sin fin: es el resultado voluntario, espontáneo y libre de Su magnífica creatividad y demás virtudes. Las creaciones, como bien se ha dicho, declaran las habilidades de su creador. Esto es así a escala humana y también en la Divina. Las virtudes se ejercen, y Dios lo hace con las suyas. La creación sería entonces, por un lado, una manifestación de la gloria de Dios: obras de magnificencia, orden, belleza, emanadas del Divino Hacedor. Eso sí está a Su altura. No una Creación que sólo responde a su alegría, sino una que se ajusta a todas y cada una de sus virtudes, manifestándolas. Y por otro lado tenemos la comunicación, que es el acto de transmitir, haciendo a otro partícipe de algo. La gloria de Dios
  • 57. son todas Sus perfecciones, y es lógico suponer que ha querido plasmarlas para que la obra estuviese en concordancia con Sus capacidades. El gran artista esculpe esplendor en una obra que habla a otros de tales habilidades. Así, un pintor, por ejemplo, utiliza sus mejores técnicas, plasma sus mejores ideas, pone amor a la obra, al fin la enmarca para realzarla... y el resultado de un verdadero trabajo artístico es que podemos apreciar un conjunto armónico, bello, bien ejecutado y con un sentido o mensaje. Incluso quien se detiene a apreciarla en detalle verá en la obra cuáles fueron las magistrales técnicas utilizadas, maravillándose así con los talentos del artista. Podemos ver años de perfeccionamiento en el arte a través de un trazo firme o una iluminación acabada, y reconocer en esa simple pintura la gran capacidad de quien la hizo. Veamos ahora sólo algunas de las perfecciones impresas en lo Creado por Dios: Un universo inconmensurable da testimonio de Su poder y magnificencia. El orden de las leyes naturales presta evidencia de Su inteligencia y jerarquización. La armonía y esplendor de los sistemas nos muestran Su belleza y bondad (deseo de bien). Las consecuencias de los actos nos hablan de Su justicia. Pero, ¿qué nos demuestra el divino amor? La creación desinteresada de seres a quienes generosamente hacerles partícipes del Bien que Él es y que les ofrece gratuitamente. Y este sentido u objetivo para Sus criaturas presta a su vez testimonio de Su sabiduría, que nada hace sin una razón superior. Podríamos seguir por muchas hojas mostrando relaciones entre lo creado y el divino Creador, pero creemos que con lo dicho basta para que este punto quede demostrado. Existimos por un acto de amor, participamos gratuitamente de Su gloria, en nosotros mismos y como testigos de la magnificencia divina.
  • 58. ¿Hablamos de felicidad? Hay dos formas complementarias de definir este término. La primera dice que felicidad es la buena acción (virtud) que nos inclina a cumplir con nuestro fin por atracción hacia el bien. La segunda dice que es el placer, satisfacción o complacencia del ánimo al poseer un bien cualquiera. Es decir, en término máximo, que la felicidad es nuestro bien. No podemos ser verdaderamente felices si no satisfacemos por completo nuestras máximas necesidades. Y no podemos lograr satisfacerlas sin dirigirnos hacia ese objetivo. Ahora bien, existen necesidades de distintas categorías: menores y mayores, por lo que podríamos decir que existen también distintos grados de felicidad: parcial y total. Si concluimos que sólo podemos llenar absolutamente todas nuestras necesidades con el Bien superior (el único capaz de colmarnos por completo), la forma de conseguirlo es la virtud, o sea, el movimiento hacia el bien. Ya hemos explicado que el hombre no tiene todo lo necesario con la consecución de fines animales (comer, dormir, protegerse, etc.), sino que tiene otras necesidades que son propiamente humanas (amor, justicia, creación, etc.). Será, por tanto, parcialmente feliz cuando cumpla algunas de sus metas, y totalmente feliz cuando alcance el bien total para él.
  • 59. ¿Quién puede satisfacer por completo una necesidad sino quien es inmutable fuente de todo Bien absoluto y nos ama, por lo que desea darnos todo lo bueno? Para que el ser humano pueda lograr el divino objetivo de la máxima felicidad tiene que tener medios. No se puede pedir algo a alguien que no tiene la forma de lograrlo, y menos podemos pensar que un Ser inteligente nos exigiría un absurdo. Si desea que lleguemos hasta Él, por lo tanto, tiene que haber creado un camino para alcanzarlo. Si la voluntad de Dios es que nosotros seamos felices, y esa felicidad es Él mismo, por lógica debemos actuar de acuerdo a esa meta: tenerlo a Él. ¿Cómo hacerlo? Para empezar necesitamos conocer, que no es sino la adquisición de nociones mediante el ejercicio del entendimiento. Debemos conocer a Dios, a través del entendimiento, para saber cómo es, y por tanto qué quiere y cómo lo quiere. Y una vez hemos aclarado esto, podemos servirlo. Servir significa someterse a la voluntad de otro, haciendo lo que Él quiere o dispone. ¿Y quién más merecedor de nuestro sometimiento que el Perfecto y que sólo desea nuestro bien y sabe cabalmente cuál es el fin de nuestra existencia? Pero si hemos concluido que nuestra máxima felicidad es poseer a Dios, surge una pregunta lógica: ¿cómo poseemos en nuestra pequeñez a tal inmensidad? Con la correspondencia de amar y ser amados. Amando actuamos como Él: con generosidad, servicio, lealtad, etc., y por tanto nos acercamos a nuestro fin: participar del bien que Él es, en lugar de vivir carentes (mal) de sus virtudes.
  • 60. Sigamos definiendo: amar es el deseo ardiente del máximo bien del ser amado. Dios, Bien absoluto, no podría por lógica desear sino nuestro máximo bien, y por eso decimos que nos ama. Y podemos estar seguros de que Dios desea nuestro máximo bien (amor) porque si no contrariaría su propia naturaleza de Bien absoluto, deseando algo malo (carencia de Sí mismo) para sus criaturas. Esto significa que nuestra máxima felicidad requiere que actuemos en concordancia del que es nuestro máximo Bien: que nos dirijamos hacia Él desarrollando virtudes, y deseando su máximo bien (amor). ¿Y cuál puede ser el máximo bien de quien no necesita nada? Sólo en el caso de Dios es distinto nuestro amor, porque nosotros no podemos añadir bien al máximo Bien. Lo único que podemos hacer es actuar de acuerdo a Su voluntad, cumplir en nosotros Sus designios. Pero a diferencia del amor entre seres humanos, Él no pierde nada con nuestra negativa: sólo perdemos nosotros. Ahora bien, si deseamos cumplir Su voluntad, hemos de amarlo. El beneficio será todo nuestro, dado que Su voluntad es un bien para otros y no para Sí mismo. Porque si amamos al máximo bien, haremos lo que desea, le complaceremos. ¿Y qué ocurre si actuamos así? Encontramos lo mejor para nosotros. Nos hacemos un bien a nosotros mismos. Si yo amo a quien me ama, hacer lo que ese ser desea es mi máximo bien, puesto que mi máximo bien es su deseo. Pero para que exista el amor, debe existir la libertad. Un robot o una máquina cualquiera no puede amarnos porque sigue inevitablemente las órdenes que le dimos al crearlo. Actúa tal como le indicamos, porque carece de libertad. La ignorancia, por ejemplo, que podría considerarse un mal porque es falta de conocimiento, pasa a tener otro sentido cuando
  • 61. es un motor y una necesidad que nos empuja en el camino que transitamos en pos del fin último superior: querer aprender y conocer para alcanzar el Bien. Esto mismo sucede con el amor. Para poder amar debemos tener la posibilidad de hacerlo o de no hacerlo. El amor es un deseo, y para desear hay que ser libres. Pero no es un deseo cualquiera: es un deseo ardiente, es decir, es un acto de la voluntad para conseguir conquistar un fin. Pero tampoco es un fin cualquiera, sino que es el bien del ser que amamos. Y tampoco será en un grado cualquiera: hablamos del bien máximo. Por eso decimos que el amor, al ser un movimiento de la voluntad, depende de la libertad. Es importante que entendamos, en este punto, que el amor no es un sentimiento, si bien sentimos como criaturas sensibles al amar. El amor no es una pasión, si bien podemos apasionarnos en esa conquista. El amor es un acto de la voluntad. Por eso, tenemos que ser libres de aplicar o no esa voluntad. Dios sólo es amado si tenemos la libertad de hacerlo. Imaginémoslo en nuestra propia vida. ¿Podríamos sabernos amados de alguien que hipotéticamente estuviese obligado a amarnos? La trillada frase “Si amas a alguien déjalo libre; si regresa es tuyo, si no, nunca lo fue” se aplica a los seres humanos, y también a Dios con sus criaturas, que no podrían demostrarle su amor si estuvieran forzadas a querer de una única forma.
  • 62. El cumplimiento de un fin Ya podemos afirmar, después de todo lo visto, que el fin de nuestra existencia es nuestra máxima felicidad: el Bien Supremo, hacia lo que todo apunta, y donde ya no se sufrirá daño, pruebas, privación o dolor. Al sostener esto repetimos que no se puede pedir algo a alguien que no tiene la forma de lograrlo, y menos podemos pensar que un Ser inteligente y perfecto nos exigiría un imposible. Si queremos que un niño pequeño se suba a una tarima alta sin escalera ni ningún otro medio para ascender hasta allí, sabemos que no podrá cumplir nuestro mandato, y por tanto la orden hacia él es injusta, absurda e imposible de satisfacer. Como seres humanos esta ridícula situación podría eventualmente suceder, pero esto no es así en el caso de Dios, cuya motivación para crearnos ha sido expresar Su Gloria, y participarnos de ella, lo que también ya ha sido explicado. Entonces podemos decir, resumiendo todo lo anterior, que la Creación es un acto máximo de amor, porque busca nuestro máximo bien, que es Él mismo. Si ya hemos aceptado que Dios nos está llevando hacia Él, entonces nos preguntamos cuál es el camino (escalera o medio, diríamos en el ejemplo del niño pequeño) que ha puesto a nuestra disposición para alcanzarlo mediante el cumplimiento de Sus designios. En un principio es fundamental que el hombre sepa hacia dónde se debe dirigir. No podría la humanidad cumplir con su fin sin saber cuál es su objetivo final. Y para saberlo, es importante
  • 63. saber quién lo pide, por qué lo hace y cómo es ese ser, como ya hemos dicho. Si tenemos una meta clara y comprendemos que nuestra principal prioridad es alcanzarla, entonces debemos pasar a actuar de acuerdo a ese objetivo para lograrlo. Obvio. Si tengo que llegar a un destino, encamino mi cuerpo, los medios de transporte necesarios, etc., hasta alcanzar el punto al que debía ir. Lo mismo ocurre con nuestro destino final. Claro cuál es, nos moveremos conscientemente en su dirección, o terminaremos en cualquier otra parte. Si la voluntad de Dios es que nosotros seamos felices, y esa felicidad es Él mismo, nosotros debemos actuar de acuerdo a esa meta, que es ni más ni menos que tenerlo a Él. ¿Qué nos pide Su voluntad? Tienen lógicamente que haber reglas y deseos que cumplir para satisfacerla, o no habría forma de hacerlo. Y si Dios es perfección, evidentemente Sus designios estarán en total coherencia con la misma. Ya veremos luego las reglas, pero antes hablaremos de los deseos, que son muy sencillos: Si Dios quiere que participemos de Su Bien, entonces nuestra forma de servirle ha de ser cumpliendo con nuestro fin último y ayudando a otros a alcanzarlo también. Cuando en nuestra libertad decidimos cumplir nuestro fin estamos consintiendo con que Su Plan se cumpla en nosotros, y eso nos produce ese máximo bien, que es Su deseo para con las criaturas. Y la forma de acatar Su designio sobre nosotros es algo que ya declaramos antes, pero repetiremos para concentrar en un solo lugar la columna vertebral de esta argumentación: conociéndolo,
  • 64. comprendiendo quién es, cómo es y por qué actúa de esta forma en todo lo que nosotros seamos capaces de alcanzar a comprender; luego sirviéndolo, es decir sometiéndonos a Su voluntad que es asemejarnos a Él que es el Bien; y finalmente amándolo, que además de los afectos propios de quien se ve atraído por el objeto de su máximo anhelo, es el deseo ardiente de Su bien, que es simplemente dejar abierto el camino a que se cumpla Su voluntad de darnos el Bien con nuestro total consentimiento. Todo se relaciona y tiene la misma gloriosa meta: la felicidad máxima. Ya estamos trabajando en conocerlo mejor, aunque es recomendable leer otras obras, nutrirse de nuevos conocimientos en relación a Dios, meditar en todo lo visto sacando más y mayores conclusiones. Por otro lado es momento de preguntarnos si le amamos. ¿Cómo amar a Dios? Adorándolo, dedicándole días especiales y honrándolos, cumpliendo con Sus designios, deseando el cumplimiento de Su voluntad en nosotros y en los demás. Esto quiere decir que tenemos que parecernos a Él practicando las virtudes que ya sabemos que tiene. Como dice el aforismo latino: “Lo similar gusta de lo similar”. ¿Acaso puede la honradez amar a la deshonra? ¿Pueden convivir la justicia y la injusticia? No. Dios ama a aquello que se parece a Sí mismo, porque Él es el Bien. Por eso, y participando de la Santidad2 Divina, llamamos santas a las personas que se han aplicado en conocerlo, servirlo y amarlo, puliéndose hasta convertirse en los reflejos humanamente más cercanos a su Creador, participando de esta manera y a su escala de la Gloria de Dios. 2 Esta palabra se aplica a aquello que es perfecto, puro y limpio de toda culpa. Este término sólo puede aplicarse con total propiedad únicamente a Dios, y en segundo término a aquello que se asemeje con pureza a Él.
  • 65. Entonces, además de asemejarnos a nuestro Creador, debemos relacionarnos con Él. No podemos amar sin una comunicación. Si Dios es un ser inteligente y omnisciente, quiere decir que podemos hablarle, decirle que lo amamos, que deseamos pertenecerle, etc. Ese es el principio más básico de la oración, presente en todas las religiones. Finalmente, entonces, está servirlo. ¿Cómo serviremos a Dios? Ya dijimos que sometiéndonos a Su voluntad. Pero eso no nos aclara muy bien lo que hay que hacer ni cómo. En este punto hemos llegado al momento de avanzar un poco más. Ahora tenemos que averiguar cuáles son los medios y el camino que ha trazado para nosotros. Sólo cuando conocemos una ley podemos seguirla. ¿Es necesaria una institución religiosa en la Tierra, si Dios nos dirige y guía? El ser humano tiene que practicar las virtudes del Ser al que ama y quiere complacer. Es decir, que como Él debe aborrecer el mal, que es carencia de lo que ama: el Bien. Y todo aquello que impida su camino hacia ese Bien ha por tanto de ser lo que la ley prohíbe. Así como una ley de tránsito impide accidentes, procurando un orden que permita a todos circular de forma segura por las ciudades, tienen que existir leyes que procuren un orden social que evite “accidentes” en el camino hacia Dios. Un conjunto de leyes necesita, para ser mantenido, de un organismo que lo enseñe, lo conserve en su sentido original e imparta justicia respecto a su aplicación o infracción. Pero si Dios es perfecto, entonces Su plan es mucho más grande que la mera comunicación de leyes a cumplir para complacerlo. Se trata de darse a conocer (Él), para que Le amemos y sirvamos, comprendiéndole.
  • 66. Aunque, ¿cómo podemos conocer a Dios si no nos habla directamente en el oído al estilo que quisieran los ateos? Se hacen necesarias las jerarquías, y a través de ellas Dios permite que los hombres más capacitados guíen a quienes quedan a su cargo, actuando a semejanza de Él con sus criaturas. De esa forma se gana gloria. Del amor a Dios se desprende la fe. ¿Qué quiere decir esto? Las Escrituras lo explican: "la Fe es la certeza de lo que se espera y la evidencia de lo que no se ve"3 . La certeza se tiene por la razonabilidad de lo que podemos comprender, la concatenación histórica que llegamos a conocer y —si existe— la fiabilidad de la institución que nos lo enseña, a lo largo de su existencia. Pongamos un ejemplo: nos dicen que una civilización remota existió pero nunca la hemos visto personalmente. Creemos en su existencia porque dentro de lo que se comprende acerca del lugar estudiado y sus indicios es razonable este presupuesto. Además, la historia concuerda con la suposición en todo lo que somos capaces de dilucidar. Finalmente, lo afirman científicos e historiadores en quienes confiamos por sus investigaciones, medios y formación. Hace falta, por tanto, una institución que contenga a los fieles, reuniéndoles, enseñándoles, corrigiéndoles si es necesario, ayudándoles a mantener la vida que les permitirá ganar el buen destino, acorde con lo entendido sobre Dios en las anteriores obras, ya sea por revelación como por tradición4 . 3 Heb 11:1 4 La Tradición Cristiana, por ejemplo, se compone de todas las verdades reveladas por Dios que no están incluidas en la Sagrada Escritura (Biblia) y declaradas por el Magisterio de la Iglesia como tales. La Tradición Apostólica se realiza de dos modos: con la transmisión viva,
  • 67. Y para cumplir su fin, esa institución tiene que tener depositada la Verdad en sí, para luego poder enseñarla, corregir y todo lo dicho. Ha de quedarnos claro entonces que si Dios no diese ese medio el hombre no tendría forma de alcanzar su fin. No conocería, no sabría de qué forma servir, no entendería las leyes, no sabría si se aparta de las verdades, no sería regulado por la justicia divina en la tierra, etc. Esto lleva a otro punto de gran importancia. La ley Divina no puede, naciendo del amor, ser una reglamentación seca y condenatoria, que envíe a mal destino a cualquiera que la infrinja, aunque fuese una sola vez. ¿Por qué? La ley por la ley, seca y descarnada, no se encuentra templada por la misericordia y la compasión que de ella se desprende. Eso la vuelve poco virtuosa, porque para que algo lo sea tiene que estar en armonía con las demás virtudes que la apoyan y sostienen. Y sin esta condición se convierte en una aplicación mecánica, sin amor, de una regla fría que no apunta al bien último de las criaturas a las que se aplica. Dicho en palabras más sencillas: si el objetivo de Dios con nosotros es que Le alcancemos en nuestro destino final, entonces el cumplimiento de las leyes apunta al orden y la corrección. Pero lo fundamental seguirá siendo el Amor que nos tuvo al crearnos, y que nos tiene al sostenernos y guiarnos. Y además Dios, que es Amor, quiere que nos conduzcamos por amor a imitación suya. Y que por amor obedezcamos Sus leyes que, por lo demás, miran a nuestro propio bien. Es por eso por las generaciones de fieles, de la Palabra de Dios (también llamada simplemente Tradición); y con la Sagrada Escritura, que es el mismo anuncio de la Salvación puesto por escrito. Ambas conjuntamente se denominan el depósito de la fe.
  • 68. que San Agustín dice: “Ama y haz lo que quieras”. Porque quien ama no perjudica al amado, a quien conoce en todo lo que le resulta posible, sino que le sirve, pero amorosamente. Y por tanto, de su amor se desprende naturalmente la corrección de sus actos. Pero, ¿qué pasa si una persona contraviene una ley? En tanto alguien comete una infracción, aún grave, y sigue vivo, tiene aún la posibilidad de alcanzar su fin. Si no fuese así, estaríamos sosteniendo que quien cometió un pecado a los veinte años, luego vivió sesenta años sin posibilidad de levantar su condena. Absurdo, ¿verdad? Por ese motivo, tiene que haber algún medio para recuperar la buena relación con Dios después de haberle ofendido, permitiéndonos así ganar el buen destino. Para resumir, entonces, la Institución designada por Dios en la Tierra, tiene que ser depósito de Sus Verdades, tiene que tener una estructura que le permita formar personas que cumplan con el fin más alto que puede existir, que es el sacerdotal, porque cumple los mandamientos fundamentales: amar a Dios sobre todas las cosas (a través de su consagración, adoración, y cumplimiento de fines superiores) y al prójimo como a sí mismo, procurándole el mismo bien máximo que quiere para él, que es alcanzar a Dios al final de la vida terrena. La Institución debe, por lo demás, contener los ritos más adecuados para adorar y agradar a Dios y mejorar a los fieles, y el poder de educar y asistir a esos mismos creyentes desde su nacimiento y hasta la muerte. De esta manera, se mantiene una perfecta relación constante entre Dios y las criaturas, a través de un intermedio que es a la vez humano que divino. Humano en su estructura durante la vida terrenal, y Divino en sus fines y enseñanzas.
  • 69. Está claro que la institución depositaria de la Verdad tiene que estar en el seno de la religión auténtica. Por ello ahora nos preguntamos, y con razón, ¿cómo podemos saber cuál de todas es la correcta? E incluso, ¿no pueden serlo varias, o de alguna manera todas tal vez?
  • 70. El así llamado “indiferentismo religioso” Hay un cuento oriental bastante conocido que dice que varias personas con los ojos vendados son puestas delante de un gran elefante. Cada uno tantea una parte: uno la pata, otro la cola, otro la trompa, otro el lomo, y así por delante. Cuando hablan de lo que conocen, cada quien defiende su parte: "es una pata", "no — dice otro— es una oreja", etc. Y discuten quién tiene la razón, llegando a pelearse por ello, cuando en realidad cada cual estaba palpando una zona diferente del mismo animal. Esa historia viene como anillo al dedo para ciertos errores graves de comprensión. Y lo que intenta defender es totalmente falso. Lógicamente, si dos, tres o más personas (o corrientes, en realidad) afirman conocer al Todo por una de sus partes, simplemente no tienen idea de la verdad total y se confunden con la porción. Si juntásemos lo que dice cada cual, desde una visión superior, podríamos terminar llegando a la conclusión de que se trata de un elefante. Estos ven patas, aquellos otros ven trompa, éste panza, orejas, colmillos, cola, uno más siente la textura: resultado, un elefante. Son partes de un ser coherente. No se contradicen unas a otras, sino que se complementan. El único problema está en que cada quien se centra en su parte. Y mientras se niegue a aceptar que los demás también "captan" algo real, entonces se creará una situación absurda, donde nadie notará al verdadero animal sino sólo la porción que es capaz de abarcar. Esta alegoría tan útil a ciertas creencias es lo que en pensamiento lógico se llama una falacia. No sólo contradice la
  • 71. necesidad que tenemos de conocer cuál es el camino idóneo y en concordancia con las perfecciones del Creador, sino que además surge un problema cuando lo que cada quien afirma es totalmente contradictorio con el de al lado. Si la idea fuese cierta, no encontraríamos contradicción entre cola y pata. Sólo habrían partes distintas, que reunidas por una comprensión más abarcativa, resultarían coherentes y complementarias entre sí. Pero, ¿qué pasaría si uno dijese que ha palpado todo y descubrió que tiene grandes patas, otro que no tiene ninguna porque repta, y uno más que sólo usa aletas para desplazarse en el agua? Si estudiamos apenas un poco de religiones comparadas, descubrimos que hay diferencias irreconciliables respecto al mismo punto. Por ejemplo: unos dicen que existen muchos dioses (politeísmo) y otros que hay un solo Dios (monoteísmo). Unos afirman que el objeto de nuestras vidas es llegar a la iluminación (trascender la ilusión de estar separados, para retornar al Todo) y otros que debemos llenarnos de buenos actos para ir al Cielo junto a un Dios separado de nosotros, que nos juzga para determinar nuestra fidelidad y amor a Él. Unos dicen que el bien y el mal son dos lados de la misma moneda (dualismo) y otros que sólo existen bienes y sus carencias o negaciones, irreconciliables entre sí. Y así, muchas, muchas creencias que chocan directamente unas con otras. ¿Todas tienen razón? ¿Dios es uno, es muchos, es Todo o no existe en absoluto? ¿el hombre se ilumina (gnosticismo), muere y va a juicio y luego a un destino final (religiones exotéricas), muere y desaparece (ateísmo)? ¿Tiene una sola vida o reencarna muchas veces? Y así podemos seguir con preguntas sin fin. Como aquí se ve, ya no se trata de una pata versus una cola, donde no hay contradicción. Se trata de que uno dice que la pata tiene garras de tigre, otro dice que es un pie humano y el tercero
  • 72. que en realidad no hay ninguna pata. ¿Es eso posible? ¿No habrá alguien más cercano a la verdad y alguien más equivocado? Este error mencionado se llama "indiferentismo religioso". La Iglesia lo conoce desde hace siglos, y se podría agregar un indiferentismo ideológico, que es lo que vive el hombre de hoy con su relativismo a ultranza. El problema es que las ideas producen efectos. Si creemos algo, actuamos en esa dirección y obtenemos un resultado determinado, distinto al que tendríamos con otra idea y otras acciones. Por ejemplo: creemos en el libre comercio, en la propiedad privada, etc. y somos capitalistas. O creemos en la autogestión, la economía centralizada, la lucha de clases, y somos comunistas. Y así tenemos monarquistas, anarquistas, demócratas, liberales, ¡tantas ideologías! ¿Qué pasa cuando se lleva a cada una a su último extremo? ¿Da lo mismo una que la otra? ¿El mundo es igual en uno u otro caso? Que todo dé igual no es más que el permiso para que quienes no piensan así terminen haciendo imperar sus ideas, y produciendo resultados acordes. Pero entiéndase esto: la diversidad está muy bien. Una persona es más amorosa, otra es más racional, una prefiere ver un atardecer, otra ir a la ópera, una es economista y la otra toca el piano. Hay millones de diferencias. Económicas, raciales, vocacionales, artísticas, sociales, culturales, ¡y son maravillosas! Pero no confundamos eso con el mundo de las ideas y creencias. Por lo tanto, si Dios existe como ya se ha concluido antes, y tiene ciertas características y no otras contrarias, entonces es razonable pensar que tiene que haber instaurado un medio inequívoco de hacernos llegar a Él, y todos los demás serán errados porque no coinciden con Él, al proponer definiciones y medios diferentes e incompatibles.
  • 73. ¿Puede Dios permitir que su Verdad esté desperdigada en medio de distintas religiones que junto con lo cierto enseñan lo falso? No. Una religión que en su base sostiene que hay muchos dioses, por ejemplo, atenta directamente contra la Verdad, aunque ya lo explicaremos mejor más adelante. Distinto es que nada puede existir sin siquiera una mínima porción de verdad. Como un sofisma bien construido, que emplea verdades a las que tuerce en el razonamiento para llegar a una conclusión errada. Uno conocido dice: el pájaro tiene dos patas. El hombre tiene dos patas. Entonces, el hombre es un pájaro. Este simple ejemplo muestra que dentro de un error puede haber verdades. El problema está en que no podemos decir que corresponda a Dios una construcción lógica defectuosa como esa. Su Verdad, necesaria para el cumplimiento de nuestro fin, tiene que estar íntegra en un lugar en el cual la ha depositado segura, por nuestro bien. Si el camino en su consecución no fuese perfecto y libre de error, las personas no tendrían una vía segura para llegar a su destino. Sería como tener un mapa de instrucciones que da vías ciertas y vías erradas. Terminaríamos llegando a cualquier lugar menos al que pretendíamos, y —en el caso de una religión— además ofendiendo a Dios al hacer cosas contrarias a Su Ser y Voluntad, aún sin saberlo, en medio de nuestro peregrinaje.
  • 74. Entendiendo mejor la gnosis Ya hemos comprendido la necesidad de que exista una religión que nos muestre el camino que tenemos que seguir para alcanzar la meta. Un lugar donde Dios haya mostrado a Sus criaturas Quién es, qué quiere de nosotros, cómo podemos lograrlo, y que además nos otorgase los medios para ello. El problema que se nos presenta, entonces, es descubrir cuál será esa religión que contiene en sí los medios para alcanzar nuestro máximo bien, que es el sentido de la existencia del hombre. Y para explicar este punto, tendremos que detenernos más en la gnosis. Hay en política, así como en religión y otras áreas del acontecer humano, una habitual cortedad de miras que lo impregna todo. Mucha gente se confunde con las etiquetas, sin prestar atención a la esencia de las cosas. Y de esta manera, algo que comparte las características básicas de cierto tronco, como una rama de muchas, puede ser considerado totalmente distinto por sus detalles particulares. Craso error éste, que no permite distinguir patrones y conexiones evidentes, llevando a una visión sumamente reducida de las cosas. Al estudiar la problemática del comunismo, por ejemplo, encontramos este problema una y otra vez. Los comunistas, más inteligentes que la gente de a pie en general, descubrieron hace mucho tiempo que cuando un pueblo estaba reactivo a ese nombre (comunismo), que asociaban a barbaridades cometidas antes, tenían que ponerse otro título para ser readmitidos en la sociedad que antes les rechazaba. De esta manera, surgieron por
  • 75. doquier “frentes de liberación”, “repúblicas democráticas”, “frentes populares”, etc. Cuando prestamos atención a su accionar y principios, nos encontramos constantemente con las mismas bases y acciones: lucha de clases, unipartidismo, represión a la libertad de expresión, reforma agraria, etc., etc. Pero como tienen otro nombre, y alguna que otra política propia, “entonces no pueden ser lo mismo”, dicen los pobres tontos útiles que les siguen el juego. Es por este motivo, y con toda razón, que el escritor Aleksandr Zinóviev —cuando todavía pensaba— dijo irónicamente: “El Comunismo es como una serpiente, ambos cambian la piel”. Hay que despertarse de este jueguito tan básico, y observar atentamente cuáles son las bases que sostiene cualquier ideología o creencia, para entender que provienen del mismo tronco o de uno diferente, sin importar la etiqueta que se hayan colocado. O incluso el grado de unión que tienen. Unos pueden estar menos unidos al árbol que otros, pero sin duda hasta la rama caída puede saberse a qué especie pertenece, aún si se ha alejado del cuerpo central. Decimos todo esto porque se relaciona directamente con la gnosis. Mucha gente confunde las doctrinas gnósticas que afectaron a ciertos grupos de cristianos de principios de nuestra era, con un conjunto de creencias que se pueden aplicar a todo aquel que las comparta. Poco importará el maquillaje particular de cada quien. Así, dicen que gnóstico es quien utiliza términos como eones, pléroma, demiurgo, etc. para definir su concepción de Dios y el Universo, y si no encuentran esto al pie de la letra, “ya
  • 76. no se trata de gnósticos”. No consiguen trasladar algo tan sencillo como las ideas básicas a cualquiera que las use, sin importar cuál sea su denominación o incluso detalles particulares que le diferencien del resto. Hay dos razones por las cuales una idea puede ser encubierta con distintos nombres. Una es para ocultar su mal, como en el caso del comunismo antes citado. La otra es porque se pueden buscar diferentes maneras de llegar a destinatarios específicos, según sus búsquedas y personalidades particulares. Daremos un ejemplo: queremos que todos en una casa consuman un líquido. Entonces para la madre ponemos en la etiqueta que es dietético y rejuvenecedor. Para el padre decimos que es un energizante prestigioso. Al adolescente rebelde se la hacemos negra y le ponemos otra etiqueta diferente, con una gran A roja, y un slogan que dice: “la bebida contra el sistema”. A la hermana le damos un frasquito chico y extraño, y le contamos que con esto tendrá una pócima para rendir a los chicos a sus pies. A la abuelita se lo ponemos en una botella antigua y le decimos que se prepara naturalmente, con una receta del tiempo de su juventud, etc. Incluso, si no queremos que nos descubran, le añadiremos algún ingrediente distinto a cada cual, y colorante tal vez, para que piensen que no se trata del mismo producto. Así finalmente, todos estarán consumiendo la misma bebida, adaptada engañosamente en su presentación a sus gustos y preferencias. Si se entiende esto, al hablar de gnosis ya no se podrá caer en el mismo error. Entenderemos que, con sus características particulares, toda creencia es gnóstica cuando participa de un mismo tronco. Sólo que algunas serán más descaradamente definidas como tales, y otras menos. Pero se trata de una simple gradación del mismo principio.
  • 77. Definamos entonces, de una vez por todas, qué es la gnosis. Se trata de la “ciencia superior a los conocimientos vulgares: el saber por excelencia. La filosofía suprema, que contiene todos los conocimientos sagrados, cuyo secreto sólo poseen los iniciados”. Esta definición menciona al iniciado. Es iniciático porque sólo está al alcance de ciertos individuos, grupos o sociedades, como un conocimiento impartido gradualmente, y en muchos casos con el juramento de no divulgarlo a los "profanos". La “verdad” de esa iniciación es que el hombre tiene en sí una chispa de la divinidad. Unos dirán que esta chispa no es compartida por todos los seres humanos por igual, otros dirán que esa partícula divina se puede ir diluyendo con la reproducción de los hombres, otros más dirán que al ser todo Dios nada posee más Dios o menos Dios, y el único problema está en la ilusión de creer en la separación inexistente. Este punto tiene varios derivados. Uno de los principales es el panteísmo (“todo es Dios”). Otro es el sentido de la Creación, con la ilusión como engaño a que nos vemos sometidos por nuestra mente, y de la cual sólo se puede salir a través de la iluminación, consciencia, activación o como se le quiera llamar al concepto de retornar a ese Todo. De allí sacamos más conclusiones. Que el hombre no se ilumina en una sola vida, por lo cual muchos creen en la reencarnación también como motivo de males y dolores “inexplicables” sufridos en la vida. Es un proceso de vidas tras vidas en que la iluminación se alcanza gradualmente a través de prácticas espirituales, con un cierto camino de “acción correcta”, y que utilizan técnicas como la meditación, la repetición de palabras o nombres, etc., para aplacar a la mente “enemiga”. Y
  • 78. también está el dualismo, que dice que bien y mal son parte de la misma ilusión, y deben trascenderse para alcanzar el estado de perfecta unión con la divinidad impersonal. Como ya aclaramos, unos dirán más, otros menos. Cada cual pondrá sus aspectos particulares, como ritos específicos, la idea de ser la mejor de todas las vías, y mayores énfasis en un punto u otro. Pero todos, todos, sostienen buena parte de estos enunciados. Y eso les hace gnósticos, sin importar su engañosa denominación. La gnosis es tan importante en la historia de la humanidad, que una y otra vez nos encontramos con ella a lo largo de su camino. Y estamos cerca de descubrir por qué esto es así. Pero de momento contentémonos con prestar atención a cada uno de sus principales enunciados.
  • 79. ¿Falso o verdadero? Antes mencionamos el panteísmo, propio de muchos de los hijos de la gnosis. Ya hemos sostenido y explicado que Dios es infinito en Sus atributos. No podría ser de otra manera, porque si no fuese así tendría puntos de carencia, y entonces ya no sería perfecto, autosuficiente ni motor de todo lo demás. ¿Recuerda? El error panteísta surge en que se considera a Dios infinito en todo lo que existe, cuando no es así. Hemos dicho que las cualidades de Dios son infinitas, pero esto no quita que existan otras cosas externas o diferentes a ellas. Por ejemplo: podemos decir que los números son infinitos, ¿verdad? Siempre se podrá agregar un número más al anterior, no importa qué tan grande sea este (n+1). Pero la infinitud de los números no toca en nada a un color, una sensación o un objeto. Los números son infinitos, y no incluyen en ellos a los aromas, ni a la tristeza, ni a las casas: su infinitud es en su propio campo de acción y no en otros. Así, la infinitud de Dios se refiere a Su Esencia Divina y a Sus Atributos: Su Ser y las Virtudes que le conforman, y que no tienen fin. ¿Eso significa que todo ha de ser parte de lo mismo? Tenemos cualidades semejantes, es decir, participamos de algunas de Sus características (virtudes y capacidades por ejemplo), y otras cualidades que nos son propias, como la materia o los instintos. Entonces, la explicación de que “todo es Dios porque es infinito” es tan absurda como decir que el rojo es un número, porque los números son infinitos.
  • 80. Nosotros, como seres humanos, no somos increados, ni autosuficientes, ni todopoderosos, ni perfectos, ni omnisapientes, etc., etc. Tenemos materia, necesidades, finitud, y una existencia supeditada a lo que nos rodea y, en primera y última instancia, a Dios. No compartimos con Él la capacidad de hacer todo lo que queremos, no somos inmutables ni perfectos. Algunos se ven tentados de pensar que es así porque en ciertos grados del camino de la “iluminación” se poseen capacidades paranaturales. De esta manera el hombre puede saber algunas cosas del futuro (pocas y con frecuentes errores en comparación a todo lo que acontece, hay que decir), mover un objeto o curar a alguien, entre otras cosas. Bien, supongamos que es así. Pero convengamos en que ni siquiera el mayor “iluminado” puede mover el sol de su lugar o detenerlo5 , por poner un ejemplo de algo que Dios mismo sí puede hacer como dueño y motor de lo Creado. No nos centraremos ahora en la veracidad acerca de lo paranormal, y queda como tema para otra ocasión. Ahora lo que nos interesa es que se entienda que el sofisma de que Dios es infinito y por tanto todo es Dios es similar a aquel de la cantidad de patas, que concluye que el hombre es un pájaro. En nuestra realidad, nada demuestra semejante aseveración. Pero veamos más aspectos de esto, para poder distinguir qué tan cierta puede ser la doctrina gnóstica que subyace a todas las ramas existentes en la historia y la actualidad. 5 “Aquel día, el día en que Yahvé entregó a los amorreos en las manos de los hijos de Israel, habló Josué a Yahvé, y ante la vista de Israel dijo: “Sol, detente sobre Gabaón; y tú, luna, sobre el valle de Ayalón; y el sol se detuvo, y se paró la luna, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos”. ¿No está escrito en el libro de Jaser? El sol se detuvo en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse, casi un día entero” (Josué, 10:12-13).
  • 81. Continuando con la idea de la infinitud de Dios, se produce un absurdo que ya hemos desmontado antes: el dualismo. Dice el diccionario: “Se llama dualismo a la doctrina que afirma la existencia de dos principios supremos, increados, contornos, independientes, irreductibles y antagónicos, uno del bien y otro del mal, por cuya acción se explica el origen y evolución del mundo”. Podemos definir esto como el bien y el mal como dos caras de la misma moneda. O bien Dios (Todo) contiene en sí tanto el bien como el mal, o bien Dios es el bien, y otro principio dañino (como el Demiurgo de los gnósticos) es su antagonista. La materia sería el mal, y el espíritu el bien. Y esto se puede trasladar a muchos otros conceptos. Recordemos que bien es aquello hacia lo que las cosas tienden. El fin último que algo tiene. Y también lo que contiene el complemento de la perfección en su propio género. Entendamos en forma definitiva que Bien no es simplemente un comportamiento políticamente correcto, como el que dicta el angelito en el hombro y junto al oído del dibujo animado. Y que el mal no es “actuar feo”, como las instrucciones que le da el demonito al otro oído del mismo dibujo. Bien es hacia donde nos dirigimos, a través de la virtud (obras en consonancia con un objetivo elevado, superior, supremo), con el complemento de la perfección en su propio género. Es decir, cada uno de sus atributos es igualmente perfecto. Mal, por su parte, no es una entidad. Si Dios es Verdad, y por tanto lo creado es verdadero o estaría contrariando absurdamente Su propia naturaleza, entonces la mentira es simplemente una carencia de esa verdad. No es un atributo, sino una falta a él.
  • 82. ¿Se entiende entonces lo ridículo que es suponer que Dios puede Ser una virtud, por ejemplo, y también su absoluta carencia? ¿Puede Dios Ser completa Justicia y también una total falta de ella, o sea, injusticia? En el ser humano podemos ver distintos grados de una virtud. Por lo tanto, una persona puede ser “casi siempre” amable, y ocasionalmente áspera, por ejemplo. Pero en Dios esto mismo es imposible. Porque el atributo es infinito, y por tanto no es posible la carencia, o dejaría de ser absoluto. Y con esto entendemos que el dualismo divino o en la Creación es imposible, porque Dios no sólo no puede serlo, sino tampoco producir lo contrario a lo que Él es. Tampoco es posible trascender aquello hacia lo cual debemos dirigirnos. ¿Cómo se trasciende el Bien, tal como proclaman los gnósticos? Si el Bien no existiera, ¡entonces nada quedaría!, dado que la existencia misma es necesaria para alcanzar nuestro fin. Esta misma falta de razonabilidad se encuentra en la ilusión. Como ya vimos antes, Dios no puede tener un fin tan prosaico como el juego, ni uno tan absurdo como el accidente. Ni querer someter Su propia perfección a una carencia (mal) como es la confusión, el error, la mentira y la falta de consciencia, propios de ese estado ilusorio que sostiene el gnóstico. Hemos demostrado, por otra parte, cuáles son causas razonables, perfectas y elevadas para la Creación, en consonancia con las cualidades divinas y con aplicación de Sus diversas virtudes: el Amor y la expresión de la Gloria. Y después de todo esto nos va quedando la reencarnación. La gnosis requiere de la evolución —no tan curiosamente—
  • 83. porque su doctrina está basada en un avance gradual hacia la fusión con el Todo. Ya hablamos antes sobre este punto, mencionando incluso películas (Matrix, X—men, etc.) que muestran cómo el camino humano parte por el organismo unicelular para luego llegar hasta lo que somos hoy y más adelante continuar hacia estados de alta paranormalidad (telepatía, telekinesis, etc.) que no son sino un logro propio del que ha "despertado" de la ilusión, y por tanto puede "controlarla a voluntad". La gnosis es el tronco, repetimos una vez más, de todas las creencias diversas que de ella se desprenden, y por lo mismo, el origen y el fin de las partes que la componen son los mismos, aunque cambien ciertos detalles aledaños. Por eso, nos importan poco en el presente trabajo las variaciones que pueden encontrarse, tales como la evolución desde piedras hasta seres inmateriales ascendidos o boddisatwas, el retroceso o no a estadios inferiores como volver en una vida a ser planta después de haber sido caballo, por dar un ejemplo. Estas diferencias poco afectan al meollo de la cuestión, y por eso nos limitaremos a los fundamentos principales de la misma.
  • 84. Hablemos de reencarnación Para las creencias gnósticas la reencarnación, en definitiva, es la rueda de nacimientos y muertes constantes que forman una cadena de la cual hay que liberarse para poder fundirse con el Todo, y para lograrlo, es necesario eliminar la serie de acciones y reacciones que nos esclavizan. Dentro de esta doctrina, toda acción genera una reacción: sea buena o mala tendrá su compensación semejante, generalmente llamada karma. Según esto toda acción, por mínima o interna que sea — intelectual o emocional por ejemplo—, perpetúa la rueda de reencarnaciones. Deducen los gnósticos que el camino para avanzar en la vía espiritual debe ser una práctica de acciones que van ganando mejores resultados a través del bien, y de esto último a la fusión con Dios, donde se trasciende incluso ese bien, como antes hemos dicho. Para ello es necesario transitar por distintos estadios mentales, situacionales y físicos. Vale notar que siempre las creencias gnósticas se basan en la evolución (ya sea física, ya espiritual), mientras que los exotéricos se apoyan en el desarrollo de las virtudes, que tienen un fin mayor que el mero utilitarismo de "ser puros" para luego trascenderlo y "ser dios". Un dios, por lo demás, que no es perfecto porque su bien es superable. Todo ser es lo que es y no otra cosa. Por lo mismo, un ser no puede ser y no ser al mismo tiempo y bajo el mismo punto de vista. Por ejemplo, una lechuga es eso y no un bastón ni una
  • 85. pieza de música. Cada cosa considerada en sí misma es eso y no algo distinto, por mucho empeño que pongamos en ello. Todo ser tiene figura y forma. Figura es aquel conjunto accidental que hace que un árbol sea marrón, verde, alto, añoso, etc. Esto puede cambiar de un árbol a otro, pero todos son árboles y no teléfonos. Forma, en cambio, es lo que hace que sea árbol y no otro ser. Trasciende por completo a cada individuo de su género, unificándolos a pesar de sus particularidades, en la categoría que les es propia. Todo ser, al componerse de estos factores, es único e irrepetible. La experiencia cotidiana nos confirma la multiplicidad de seres distintos e irreproducibles (ni siquiera dos células son idénticas entre sí). Sostener la reencarnación supone negar este principio de lógica ya que siempre serían seres distintos y nunca el mismo ser. Si el ser es el cuerpo está respondida por absurdo la argumentación. Si el ser es sólo el alma, el dualismo es la regla y ya lo hemos refutado. El ser es una composición de materia y espíritu única e irreproducible. Nunca dos seres humanos han tenido las mismas aspiraciones, las mismas capacidades, los mismos intereses, historiales, etc. Si el ser es lo que trasciende y el espíritu está sobre la materia, ya que es lo que evoluciona dejando atrás las “cáscaras” a la muerte, siempre —aún con sus ascensos— la persona tendría los mismos intereses, capacidades, talentos, etc., junto con una acumulación traumática de castigos (reacciones negativas) de sus vidas anteriores, que han de haber estado llenas de malos actos merecedores de una mala respuesta y que no quedaron saldados en sus vidas previas.
  • 86. Las personas tendrían que ser siempre lo mismo con la acumulación de cosas buenas y malas, que supuestamente las hace más sabias. Pero advertimos que la mayor parte de la humanidad no tiene una conducta precisamente irreprochable, por lo que es deducible una acumulación progresiva de karma negativo. La excepción la constituyen aquellas personas que han "comprendido" esta verdad. Pero mientras no entendemos y vivimos plenamente la "verdad" (de ser dios), es erróneo pensar que mejoraremos, a menos que creamos en la absurda evolución que lleva a una célula a considerar que es hora de convertirse en pez, luego en perro y más tarde en hombre. Sin caer en ideas tan ridículas, sería como esperar que un chico de la calle, que ha ido al reformatorio por su conducta criminal, y luego empieza a pasar de uno a otro, con nuevos castigos cada vez, se convertirá sólo en un ciudadano modelo. Y más absurdo es aún en aquellos casos en que se cree que la reencarnación nos puede llevar a retroceder a formas más primitivas de existencia, como dice el budismo tibetano, por ejemplo. Sin más virtud que la utilitaria para alcanzar al Todo, ¿qué nos guiará hacia la mejoría en lugar de llevarnos cada vez a mayores decadencias, como ocurre con el hombre que se corrompe y no se arrepiente? En tal ciclo, siempre naceríamos con una carga creciente de defectos, sufrimientos, imperfecciones, etc., y sus consiguientes malas reacciones, lo que hace imposible la autorredención ya que las inclinaciones predominantemente serán negativas y bajas. Vale decir que iríamos de mal en peor, cada nueva vida absolutamente inconsciente de lo pasado, y con una carga mayor que purgar que en la anterior. La reencarnación proclama: "autorredención sin auxilio de la divinidad salvo para indicar el camino". Un mecanismo
  • 87. rígido e inflexible en el que está ausente la misericordia, el arrepentimiento y el perdón. El individuo está condenado a un esquema sin esperanza, ya que se sabe falible, finito y limitado y por lo tanto condenado a una larguísima cadena de vidas sucesivas hasta liberarse de la ilusión. Se trata de la negación de la justicia (como virtud) ya que el karma no es justo sino la ley del talión divinizada (ojo por ojo, diente por diente) porque la justicia verdadera consiste en otorgar a cada uno lo que le corresponde, interviniendo siempre la sabiduría, la proporción y el perdón cuando hay arrepentimiento y deseo de enmienda, mientras que respecto al karma sólo le queda al individuo sentarse y desesperar porque llegará un castigo mecánico e inflexible a su acción, por mucho que comprenda y desee cambiar. Y allí no existe el ejercicio ni la aplicación de la Compasión divina. La redención gnóstica solamente se obtiene a través del conocimiento y la experimentación de la divinidad residente en nosotros mismos. Demos un ejemplo del ridículo de la supuesta evolución espiritual que acontecería vida tras vida: Un individuo muy rico, sano, con una buena familia, que tiene una vida humanamente satisfactoria en cuanto a lo que lo rodea, pero que desde chico es malvado e injusto con sus inferiores, sería totalmente incoherente dentro del planteamiento del karma, ya que todo lo bueno que posee no es más que un premio a sus buenísimas acciones pasadas, lo que significaría que para haber ganado semejantes privilegios respecto al resto tienen que haber sido ejemplares, y sin embargo, ahora posee un nivel espiritual muy inferior a cualquier persona común y corriente. Esto es ilógico e incoherente, por muy "justo" que sea el castigo que reciba en el
  • 88. futuro, puesto que en esta misma vida ¿avanzó y retrocedió? Entonces ¿de qué nos sirven los miles de nacimientos? Puesto que olvidó lo que hizo antes, siempre estaría cometiendo el mismo error, una y otra vez, eternamente. O incluso perdiendo lo antes ganado con esfuerzo, como en nuestro ejemplo. Además, al mantener a los "profanos" fuera de los excelsos secretos, se ralentiza la liberación del resto de la humanidad. ¿Es una especie de egoísmo del conocimiento o desinterés por el prójimo, que en definitiva es lo mismo que nosotros? La reencarnación niega de Dios el amor, la paternidad, la cercanía, la dulzura, la comprensión, la caridad, y todo don de bondad, justicia, misericordia y sabiduría. Don de justicia es juzgar (usar el juicio, la razón) y sancionar dando premio o castigo a las acciones según sean buenas o malas y según sea el estado espiritual del sujeto. Por ejemplo: si un pequeño rompe un vidrio, estando advertido, comete una mala acción objetivamente y es justo que reciba un castigo. Si el chico está arrepentido y propone un cambio y además repara dentro de sus medios el daño que hizo, no es justo hacerlo sufrir un castigo sino reprenderlo y estimularlo a la perseverancia en esa comprensión. Un sistema mecánico, por el contrario, deja fuera el amor por las criaturas (porque no actúa, es un amor que no se expresa de ninguna forma), la misericordia (porque no se compadece del hombre, de sus limitaciones, de sus falibilidades), el perdón (un Dios indiferente e insensible a los ruegos del hombre) y la posibilidad de que como hermanos podamos interceder por los demás. Es un Dios malvado, absurdo, frío, mecánico e intolerante. Y el bien que devuelve, lo devuelve en la medida “exacta” de la acción que se realizó. Dios no puede regalar ni retribuir con largueza como premio las buenas acciones de los hombres. Es decir, que el dios gnóstico es como una máquina expendedora que responde según las fichas que ponemos y el
  • 89. botón que apretamos. Y si agregamos que creó todo como un juego, es un Ser sádico, atroz y al mismo tiempo trivial. El proceso de nacimiento y renacimiento, al proponer un ciclo indefinido de vidas, en que más o menos las sobrellevamos según lo que la maquinaria kármica dicte, como valor predeterminado de las acciones anteriores, niega una vida completa en sí misma en donde sean sancionadas sus acciones y en base a ellas se otorgue un premio o un castigo (según la religión), eliminando así la verdadera justicia, la responsabilidad, y por lo tanto un orden equilibrado en el universo. No es raro, en esa “lógica”, que la persona postergue para otras vidas el trabajo por su ascenso espiritual, y en el presente desee "disfrutar" de todo por muy ilícito que sea (compre ahora, pague después). Otro punto a abordar tiene que ver con la evolución espiritual que incluso considera a los animales y las plantas, como ya dijimos antes. Por ejemplo, de una sola espiga de trigo salen cientos de otras plantitas, y de cada una salen varias espigas que contienen otros cientos de semillas que serán nuevas plantas. Y así sucesivamente, ocurre con animales, vegetales y hombres. Entonces, si todos los seres surgieron de una Creación que ya fue hecha y ahora se dedican a evolucionar, tenemos constantemente un número creciente de seres que no se corresponden con las formas superiores, puesto que hasta el último día del "juego divino" de la Creación deberán existir hombres que se fundan en Dios (al menos uno), pero para existir tienen que haber sido alimentados con vegetales o animales que aún no terminaron su proceso evolutivo. Por lo tanto, ¿cuándo terminaría la Creación? En otras palabras, aunque quedase un solo hombre sobre la tierra a punto de iluminarse, el sólo hecho de que tendría que haberse alimentado de algo para vivir hasta ese momento significaría que la creación no puede terminar ni aún así, porque todavía quedan seres que no han alcanzado la fusión con Dios. ¿O será que en virtud de que se ha recuperado
  • 90. “la mayor parte”, Dios les regala un salto cuántico a los que llegaron tarde al teatro de la vida? ¿Otro absurdo? El amor de los animales también es imposible. Veremos por qué. Los animales, al no tener libertad de decisión, ni discriminación entre lo bueno y lo malo (sí con respecto a su supervivencia, pero no como actos morales), no pueden sentir un verdadero amor por algo o alguien, sino afecto, que no es lo mismo. El amor, ya lo hemos dicho, es el deseo del máximo bien del ser amado. Y eso es algo que no puede suceder en un animal. El animal puede ser fiel, o cariñoso, así como puede ser (sobre todo en caso de animales domésticos) más agresivo, o más tímido, etc. Esas son características tales como ser más alto, o marrón, o de pelo corto. Son cualidades que los diferencian personalmente, pero que no por poseerlas les da la libertad de discernimiento entre bien y mal. Y si no distinguen el bien, no pueden desearlo para alguien. Por tanto, se conducen a través del instinto, y no a través del amor. Por eso, un perro que es bien tratado, no puede discriminar si su dueño es una persona "querible" por su nobleza o "detestable" por su ruindad, sino que su relación se basa en un instinto que reconoce el trato que ha recibido, y el resto depende de lo cercano o huraño que el animal sea. Por lo tanto, ¿cómo puede el perro evolucionar hacia algo superior a sí mismo, si no se ha "ganado" ese pago mecánico del bien con bien y mal con mal? ¿Igual que la célula que de pronto “decide” ser algo superior a sí misma? Todas las razones expuestas, por separado y especialmente en conjunto, demuestran que la reencarnación no es posible.
  • 91. En busca de la verdad en las religiones Hemos desmontado las principales bases de la gnosis (panteísmo, dualismo, ilusión, reencarnación) demostrando que son absurdas y faltas de razonabilidad, o sea, falsas. Ya es hora de ver qué ocurre con las diversas religiones principales que pueblan la tierra. El budismo puede definirse a sí mismo ateo, agnóstico o politeísta según su corriente. Sin embargo, en todas sus versiones es gnóstico. Sostiene la rueda de causa y consecuencia, con la reencarnación hasta ganar la iluminación. Dicen sus bases que la naturaleza humana es el producto de cinco agregados que generan la ilusión de la existencia personal. La personalización es un obstáculo en la consecución de la liberación. El nirvana es la aniquilación de la existencia personal. El budismo mahayana enfatiza el papel de la compasión por todos los seres, pero también la ve como ilusoria en última instancia, y su verdadera naturaleza como vacía. El propósito de la vida es evitar el sufrimiento y ganar la iluminación liberándose así del ciclo de renacimiento, o al menos obteniendo un mejor renacimiento a través del mérito ganado. Por lo que hemos concluido hasta ahora, está claro que el ateísmo o el agnosticismo no son factibles. Ahora, ya que hemos mencionado el politeísmo, hablaremos un poco al respecto: Si existiesen varios dioses (politeísmo), sin importar su cantidad, querría decir que no hay un Ser único, simple, perfecto (fuente de todo bien), sino que sus virtudes estarían divididas entre diversas entidades diferentes entre sí.
  • 92. ¿Cómo podría un ser original carecer de las virtudes que posee otro? Por lo demás, ¿de dónde las habría sacado aquel otro si no hubiese ninguna fuente? Pero si hubiese uno que las tuviera todas, entonces ya no serían necesarios los otros, ¿verdad? Y entonces habría que retroceder inevitablemente a un primer dios, sin carencias y creador de todo lo demás, y sería al que nosotros llamamos propiamente Dios. Pero continuemos con la idea: el único sentido de la existencia de varios dioses sería que cada uno tenga atributos propios distintos al resto. Éste dios es creatividad, la otra diosa es justicia, ésta otra es la belleza, el de más allá es fertilidad, etc., al estilo griego o romano por ejemplo. Es más, mientras uno quiere una cosa, el otro desea otra: en eso se basan los miles de relatos míticos politeístas que existen: en las diferencias de unos con otros. Por tanto, se crea inevitablemente división de voluntades. Pero ciertamente el mal en el mundo es fruto de la libertad que poseemos, y no el reflejo de dioses caprichosos, que carentes del Bien absoluto no podrían tampoco hacer manar de sí toda virtud, sino sólo la que poseen, unida a otros defectos que la contradicen. Dios, bien mayor, no puede requerir de bienes menores, puesto que no necesita de nada más. Pero, por otra parte, los bienes menores no podrían hacer lo mismo que el mayor, dado que lo que es menos no puede lo más. Para refrescar la memoria repetiremos el ejemplo del vaso, reiterando que uno pequeño, que puede apenas contener dos sorbos de agua no podrá ofrecernos un litro del líquido por mucho esfuerzo que se ponga en ello. Esta ley universal hace que nada pueda dar más de lo que su capacidad real permite. Y por ello, un dios menor no podría contener en sí las cualidades perfectas del Dios mayor. Por lo tanto, la demostrada necesidad de la existencia de los absolutos, indica la existencia del Dios mayor, que a su vez vuelve absurda
  • 93. la de los menores, y esto hace imposible cualquier historia de un dios original que crea a los demás. Y aún ya teniendo esto claro, agregaremos además que la posibilidad de que los supuestos dioses se tuviesen entre sí para no estar solos indicaría que no son autosuficientes, sino que requieren de otros para suplir sus carencias (mal). ¿Esto es posible? O Dios es único y autosuficiente, con todas las características que hemos ido desgranando antes, o ya no tiene las cualidades indispensables de un Ser que es principio y motor de todo lo demás, sin el cual nada existe. Por tanto, está claro por todo lo visto hasta ahora (ateísmo, politeísmo, reencarnación, ilusión, trascendencia del bien, etc.) que el budismo es falso y no puede contener en sí la Verdad completa y salvadora de Dios. El hinduismo por su parte puede ser politeísta o panteísta impersonal. El panteísmo proclama que Brahma impersonal es la fuente de toda existencia, y los dioses son meros productos de su manifestación. El hinduismo teísta acepta los dioses personales, pero el karma los limita. Creen en la reencarnación hasta alcanzar la iluminación. El mundo es la manifestación de la Realidad Última impersonal, y fuente de ilusión. Manifestación de la sustancia primordial (prakriti) en el samkhya—yoga dualista, mientras que se trata de una transformación de una sustancia primordial por los dioses en el teísmo hindú. Los seres humanos, por otro lado, tienen una esencia divina (atman, purusha) de una naturaleza impersonal. El mal y el sufrimiento son resultado de la ignorancia (de la realidad del Todo divino, se entiende) y la subsiguiente labor del karma. Los humanos están atados a la ignorancia y la ilusión, pero pueden escapar. El propósito es liberarse del renacimiento, o al menos obtener uno mejor para la próxima vida.
  • 94. Nuevamente, nos encontramos frente a los mismos puntos: politeísmo, panteísmo, karma y reencarnación, ilusión, iluminación, dualismo, mal como entidad. En definitiva, y sin necesidad de volver a explayarnos al respecto, podemos sostener que también el hinduismo es falso. El zoroastrismo cree en un dios (Ahura Mazda) pero con una visión dualista, en la cual un espíritu maligno, Angra Mainyu, es casi igualmente poderoso. Se trata de un dualismo religioso: un dios bueno y un dios malo. Los humanos son libres de hacer el bien o el mal, pero deben elegir el lado del bien. Ahura Mazda es omnisciente, pero no omnipotente. La existencia de Angra Mainyu es la fuente de todo pecado y miseria en el universo. Las interpretaciones panteístas del zoroastrismo siempre han existido en Irán y la India. Se rechaza toda forma de monaquismo. Ahura Mazda terminará prevaleciendo sobre el mal. En la corriente panteísta se cree que tras la renovación final, toda la creación e incluso las almas de los muertos que inicialmente fueron proscritas a la "oscuridad" retornarán a Ahura Mazda. Los demás creen en un juicio, con cielo e infierno. Veamos: dualismo, politeísmo, creación divina del mal, panteísmo, fusión final con Dios, ¿qué nos dice? El zoroastrismo es falso. El bahaismo cree en un solo dios, que envió a distintos mensajeros a revelar sus enseñanzas. Entre ellos están Abraham, Krishna, Zoroatro, Moisés, Buda, Jesús y Mahoma, quienes crearon las principales religiones. Tras la muerte, el alma emprende un viaje espiritual hacia Dios a través de muchos planos de existencia. Dice Abdul Baha: “La naturaleza del alma después de la muerte no puede describirse jamás”. Piden la fusión de todas las religiones en una, como fuente de Unidad. La enseñanza es confusa respecto a teísmo y panteísmo, que niegan y afirman en diversos puntos. Dicen que cada religión sucesiva
  • 95. es necesaria, pero cambian mejorando según la nueva forma y estructura de la sociedad. ¿Es esto posible? Las religiones dicen, como ya sabemos, cosas diferentes. ¿Pudo Dios mandar a mensajeros que instituyeran religiones organizadas incoherentes entre sí, que dicen también cosas diferentes acerca del Dios que representan? Por otra parte, ¿existimos sin un medio claro, dado que no es posible saber concretamente cuál es el fin para el cual fuimos creados? Finalmente, ¿es posible que Dios fuese enseñando mentiras según la estructura y condición de la humanidad, y luego mostrando mejor su “verdad” con el paso del tiempo? ¿Hoy sería la Nueva Era gnóstica esa gran verdad entonces? Nos queda claro que el bahaismo es falso. El taoísmo, por su parte, dice que Dios es un principio impersonal (tao) que impregna todo y gobierna el universo (panteísmo). Tras la muerte, se retorna al estado de no—ser, que es simplemente la otra cara del ser, un paso del yang al yin (dualismo). Como dice Chuang—Tzu, "si la vida y la muerte son compañeros uno del otro, ¿por qué preocuparse por ellos? Todos los seres son uno". Tienen una actitud general de desapego y no—lucha, la idea es "ir con el flujo del Tao". Nuevamente nos encontramos con el panteísmo, el dualismo, el desapego (ya que todo es ilusión) y una Creación sin sentido (extinción tras la muerte). ¿Conclusión? El taoísmo es falso. El jainismo es politeísta y panteísta. Los dioses, los humanos y todos los seres vivos están clasificados en una jerarquía compleja, que termina en la fusión en el Todo. El alma es increada, eterna y puede alcanzar la perfecta divinidad. El propósito es ganar la liberación del ciclo de muerte y renacimiento (reencarnación), evitando todo mal karma,
  • 96. especialmente no causando daño a ningún ser sensible. Entre sus prácticas están el desapego, la meditación y la repetición de mantras. A esta altura el lector se impresionará por las similitudes que encuentra en su camino. Vemos aquí politeísmo, panteísmo, reencarnación, liberación, desapego de la ilusión y vaciamiento mental. Por tanto, el jainismo es falso. Los sikhs creen en un sólo Dios informe. El propósito humano en la vida es, entre otros, superar el ser. Creen en la reencarnación (samsara) que puede ser a otro humano, un animal o una planta hasta superar el karma y fundirse con Dios. No aceptan el monaquismo ni el ascetismo. Practican la meditación y son iconoclastas. Otra vez, panteísmo, reencarnación, vaciamiento mental. El sikhismo es falso. Descrito el corazón de algunas creencias principales del mundo actual, y conscientes de que la explicación de todas y cada una de las interminables vertientes que existen sobrepasan el sentido de este apartado, pasaremos ahora a las principales religiones monoteístas, a saber, el islam, el judaísmo y el cristianismo. De momento hemos visto que todas las religiones hasta aquí descriptas en sus bases fundamentales son ramas del mismo tronco gnóstico que antes mostramos en sus múltiples errores.
  • 97. Principales religiones monoteístas El islam Aunque cada religión tiene una extensa cantidad de información que considerar, basta con encontrar que las bases de creencia están viciadas para descubrir que es imposible que Dios depositase allí la Verdad capaz de llevar a los hombres al Cielo. El mundo musulmán es complejo y lleno de variantes, pero nos atendremos a aspectos que conforman la estructura básica de todos sus creyentes. En el Corán los musulmanes aprenden que hay un sólo Dios (Alá), omnipresente, omnisapiente y omnipotente, creador del cielo y la tierra. Dicen que los ángeles son seres creados de la luz, esclavos obedientes de la voluntad de Alá6 . El ángel Gabriel trajo la revelación del Corán a Mahoma, aunque según otros versículos es el Espíritu Santo. Los djinn son otros espíritus, seres invisibles creados del fuego, pero que no son ángeles. Tienen comunidades y hay buenos y malos. El diablo, llamado Iblis, es un Djinn malo. Jesucristo es un profeta pero no es hijo de Dios, no es divino ni fue crucificado. Mahoma es el más grande y último profeta. Sus mensajes sustituyen el de todos los otros profetas (aunque no hay acuerdo acerca de cuántos han habido, y algunos sostienen que fueron miles), 6 Se hace necesario mencionar que hay una diferencia sustancial entre esclavitud y sometimiento amoroso a una voluntad superior, fuente de todo Bien.
  • 98. siendo Mahoma el supremo profeta final, el "sello" de los profetas. Hay otros escritos sagrados, pero son reemplazados por el Corán. Aceptan la ley dada a Moisés, el Evangelio (o Injil) dado por Jesús, pero que ya no es válido. Sólo lo que está de acuerdo con el Corán es verdadero. También aceptan los salmos de David. El qadar (predestinación) enseña que todas las cosas, buenas y malas, están ordenadas previamente para que ocurran7 . No existe el arrepentimiento en el último momento previo a la muerte. El islam se basa en buena medida en enseñanzas judías y cristianas, pero deformadas a gusto de su "profeta". Hay tres temas que tocar entonces: la validez de tal profeta, las inconsistencias de su “libro sagrado”, y el importante lado gnóstico de su mística. Empecemos… Un profeta es una persona que sirve como intermediaria entre la humanidad y la divinidad, hablando en nombre de esta última. Si Dios es perfecto, se entiende que el profeta tiene que actuar dignamente, en concordancia con el importante papel que le toca. Un profeta pudo eventualmente cometer errores antes de su acción profética, pero no puede mantener una conducta totalmente reprochable mientras comunica a los hombres cuáles son los designios y enseñanzas de Dios. Esto sería, obviamente, absurdo. 7 La predestinación es absolutamente descabellada. Algunos han querido modificar su significado diciendo que el hombre es libre de actuar bien o mal, pero que Dios sabe desde siempre cuál será el resultado final. Sin embargo, varios suras sugieren que sólo puede actuarse bien si Dios así lo quiere. “Para que se encamine quien quiera. Y sabed que solo se encaminará quien Allah, Señor del Universo, Quiera”. (81:28,29). Esto implicaría que Dios puede querer que se actúe de otra manera distinta a lo que Él mismo es, y que el hombre está predeterminado a actuar según esa voluntad variable.
  • 99. En los casos de Moisés, David y de Salomón, se ve el castigo divino por sus malos actos y desobediencias. Esto es razonable porque Dios requiere de ellos un ejemplo que los demás puedan seguir, y un buen intermediario entre Él y Su pueblo. Pero en el caso de Mahoma, comete aberraciones sin siquiera ser corregido por Dios, que sigue haciéndole revelaciones como si fuese el mejor de sus servidores. Veamos ahora sólo algunos hechos de la vida de Mahoma, mantenidos incluso durante su “período profético”, y que los musulmanes que los conocen suelen mantener en secreto. 1. Cuando comenzó a recibir sus revelaciones, su primera impresión fue que había sido poseído por demonios. El "ángel" que se le apareció lo ahogó casi hasta la muerte. Mahoma concluyó que estaba poseído por el demonio y quiso suicidarse. 2. Mahoma sostenía su incipiente religión robando a la gente. Los primeros musulmanes podrían haber mantenido el Islam a través del duro trabajo, gastos frugales y donaciones de admiradores. Pero Mahoma prefirió robar como su fuente principal de ingresos, y la avaricia se convirtió pronto en uno de los factores primarios de la rápida conversión de la gente a su religión. Robaban en grupo a caravanas y villas, e insistía en quedarse con el 20% del botín. 3. Solía ser despiadado con sus adversarios. Los castigos por oponérsele incluían tortura y muerte. Hombres y mujeres fueron brutalmente asesinados por criticarlo. 4. Tuvo muchas más esposas que las que incluso su propia revelación permitía. El Corán permite a los musulmanes tener hasta cuatro esposas. Él tuvo al menos doce esposas y dos concubinas a lo largo de su vida, llegando a tener nueve a un mismo tiempo.
  • 100. 5. Consumó su matrimonio con una niña de nueve años. Había empezado a cortejarla cuando tenía seis años, por un sueño que tuvo con ella y que adjudicó caprichosamente a la voluntad divina. 6. Dijo ser el único en recibir una revelación, proclamarla como parte del mensaje de Dios al hombre, para luego retractarse, diciendo que realmente era del demonio. Según la biografía más antigua de Mahoma, se entristeció tanto por el rechazo de sus compatriotas —entonces politeístas— a que fuese un profeta, que comenzó a buscar cómo atraerlos. "Recibió" una revelación que decía que la intercesión de tres otros dioses era aceptable. Presentó la revelación al pueblo, y los hombres se alegraron de escuchar que podían seguir rezando a al—Lat, al— Uzza y Manat. Siguió una conversión masiva al Islam, pero más tarde Mahoma “recibió” otra revelación, que dijo que los versos anteriores se los había dado el demonio, y "Dios" estableció sus propios versos. ¿Esta es la calidad de un profeta de Dios? Continuemos ahora con su “revelación”: “¿No examinan atentamente el Corán? Si fuese su autor otro que Dios, ¿no hallarían en él una multitud de contradicciones?”8 . Pondremos aquí sólo algunas de las varias contradicciones que tiene el Corán: ¿De qué fue creado el hombre? ¿De sangre, de arcilla, del polvo o de la nada? 8 Corán, sura 4: aleya 84.
  • 101. - “El hombre creado, hecho de (simple) sangre coagulada”9 . - “Nosotros creamos al hombre de barro arcilloso, de barro moldeable en forma”10 . - “La similitud de Jesús delante de Alá es la misma que la de Adán; Él lo creó a él del polvo, entonces, le dijo: ‘Sé’. Y él fue”11 . - “¿Pero no recuerda el hombre que Nosotros lo creamos a él de la nada?12 . - “Él ha creado al hombre de una gota de esperma13 . ¿Es bueno o malo el consumo de vino, y quién lo creó? - “¡Oh creyentes! El vino, los juegos de azar, las estatuas y la suerte de las flechas son una abominación inventada por Satán; absteneros de ellos y seréis felices”14 . - “He aquí el cuadro del paraíso que ha sido prometido a los hombres piadosos: arroyos cuya agua no se malea nunca, arroyos de leche cuyo gusto no se alterará jamás, arroyos de vino, delicia de los que lo beban”15 . - (En el Cielo) “Se les presentará a beber vino exquisito, lacrado”16 . ¿Han cambiado o no los decretos de Alá? 9 Ibíd., 96:2. 10 Ibíd., 15:26 11 Ibíd., 3:52 12 Ibíd., 19:67, traducción de Yusuf Ali. Ver también 52:35 13 Ibíd., 16:4 14 Ibíd., 5:92 15 Ibíd., 47:16 16 Ibíd., 83:25
  • 102. - “La palabra de tu Señor ha llevado a cabo su cumplimiento en verdad y en justicia: Nadie puede cambiar Sus palabras: Porque Él es el uno que escucha y conoce todo”17 . - “Nosotros no abrogamos ningún versículo de este libro ni haremos borrar uno solo de tu memoria, sin reemplazarlo por otro mejor o igual”18 . - "Si reemplazamos en este Corán un versículo por otro (Dios conoce mejor que nadie lo que revela) dicen que tú mismo lo inventas. No; pero la mayor parte de ellos no saben nada"19 . Entonces, según sus propias palabras respecto a las contradicciones nos preguntamos ¿es Dios el autor del Corán? Además de lo dicho, encontramos entre los varios pasajes francamente grotescos del Corán, uno que en particular llama la atención porque parece digno de un cuento infantil. Nótese que no es una parábola, sino considerado como “hecho cierto”: "Un día los ejércitos de Salomón, compuestos de genios y de hombres, se reunieron ante él, y los pájaros también, todos alineados por tropas separadas. Cuando todo este cortejo llegó al valle de las hormigas, una de ellas dijo: ¡Oh hormigas! Entrad en vuestras casas por temor a que Salomón y sus ejércitos os aplasten bajo sus pies sin saberlo. Y Salomón sonrió al oír estas palabras de la hormiga, y dijo: ¡Señor! Haz que yo sea agradecido a los beneficios con que me has colmado, así como a mis padres; haz que yo practique el bien para agradarte, y asígname una parte en la misericordia con que rodeas a tus servidores virtuosos"20 . Este ridículo pasaje no muestra sino una de las muchas graves discrepancias entre las Escrituras judeocristianas y el Corán, que Mahoma explicó diciendo que la Biblia fue alterada 17 Ibíd., 6:115 18 Ibíd., 2:100 19 Ibíd., 16:103 20 Ibíd., 27:17-19
  • 103. por judíos y cristianos. Por tanto, su antojadiza selección es la “verdad” que hay que creer. Se pueden mencionar muchas variantes “reveladas” al “profeta”, pero excede la necesidad de este apartado que ya ha quedado probado. Pero antes de terminar, queremos exponer aquí algunas respuestas que una de las seis principales autoridades religiosas musulmanas en todo el mundo (Gran Ayatollah Sayyid Ali Husaini Sistani) ha dado a preguntas que le formularon sobre lo que se puede o no hacer según las prescripciones del islam. P: ¿Por qué está prohibido usar platos, tenedores y cucharas de oro y plata? R: Según el Islam comer y beber líquidos en platos de oro y plata está prohibido. No importan los motivos. P: ¿Se permiten los tatuajes? R: Los tatuajes están permitidos en cualquier caso. P: ¿Cuando se produce “Zina” (sexo prematrimonial o extramarital)? R: Zina no ocurre hasta que no exista penetración. P: ¿Se puede usar magia blanca si se emplea para el bien, y siendo lo contrario de la magia negra, que es usada por personas malvadas? R: La magia en todas sus formas y clases está prohibida, incluso para usarla para deshacer un hechizo, salvo que el asunto aporte un gran beneficio, como salvar la vida de una persona respetable. P: ¿Puedo usar software pirateado? R: Si otra persona lo ha pirateado puedes usarlo, pero no puedes copiarlo.
  • 104. P: ¿Está permitido jugar al ajedrez? R: Es totalmente ilegal. P: ¿Por qué está prohibido jugar al ajedrez? R: No está permitido porque implica libertinaje y juego. Muchos imanes lo han prohibido. Además, cuando no sabemos las razones de la prohibición de un acto, estamos obligados a una obediencia absoluta. Hay una razón para ello, pero que no la conozcamos no significa que no debamos acatarlo. P: ¿Está prohibido jugar al críquet? ¿Y ver deportes en Televisión? R: No hay objeción al respecto. Por lo tanto, el Islam prescribe algunas reglas sin razonabilidad ni motivo, acepta el uso de magia aunque sea en ciertos casos “extremos”, lo mismo que el robo (pirateo) que se considera válido si no es por propia mano (vale decir, ¿que nos podemos quedar con un botín robado si nosotros no efectuamos el atraco?), y el ajedrez implica libertinaje y juego, pero el criquet y sobre todo la televisión (¡!) ¡no! Ahora sólo nos queda mencionar el aspecto gnóstico que se comentó antes. Para ello explicaremos que hay diversas divisiones en el Islam, pero la principal es entre sunitas y chiitas. Los sunitas toman su nombre de la "sunna", que es el comportamiento o ejemplo de Mahoma y la primitiva comunidad musulmana (¡qué ejemplo!). Los chiitas, por su parte, creen que el líder islámico debería estar entre los descendientes de Ali, el yerno y primo de Mahoma y uno de los primeros califas o sucesores de Mahoma como líder del pueblo musulmán.
  • 105. Lo que nos importa ahora son los sufíes (que se encuentran tanto entre sunitas como chiitas), que buscan la experiencia mística con Dios, antes que simplemente un conocimiento intelectual de Él, y que también se entregan a una cantidad de prácticas supersticiosas y gnósticas. El sufismo musulmán El sufismo tiene una amplia gama de creencias centradas en la búsqueda de la iluminación personal en la unión con Dios. Veamos un par de ejemplos del “Tratado de la unidad” de Ibn Arabi, uno de los grandes místicos del islam, donde dice: “En la Unidad – la Realidad última – el sujeto y el objeto son una misma cosa. Esta particularidad se revela a la mente cuando una vez alcanzado el conocimiento de sí—mismo, se ve que el sí— mismo y Él no son dos cosas diferentes. Desde ese mismo momento, el ternario psíquico tradicional —conocedor, conocimiento y conocido— se funde en la unidad. Aquel gran sufí del siglo X en Bagdad, Ibn Mansus, conocido como Al—Hallaj, que fue bárbaramente asesinado por declarar que él era Dios (“Yo soy Dios”, Ana ‘L—Haqq), decía: “En aquella gloria no hay yo, ni nosotros, ni tú. Yo, nosotros, tú y Él, todo es una y la misma cosa.” Y también: “Desde el momento en que el misterio fue desvelado ante tus ojos —de que no eres otro que Alá—, sabrás que eres el fin de ti mismo, que no necesitas aniquilarte, que nunca has dejado de existir. Todos los atributos de Alá son atributos tuyos. Por ello le es permitido decir al que llega a la Realidad: ‘Yo soy lo verdaderamente divino’, o bien, ‘Gloria a mí porque mi certeza es grande’”. Además creen que debido a la voluntad de Dios, todo viene de Él, sea bueno o malo. La vida que conocemos es una ilusión.
  • 106. Esto quiere decir que el islam está plagado de vicios, errores y defectos, y su rama mística es profundamente gnóstica, porque cree en el panteísmo, el dualismo y la ilusión. Por tanto, con todo lo dicho antes y ahora acerca de sus bases, deducimos que el islamismo es falso. Judaísmo y Cristianismo Si Dios creó al hombre con el fin de comunicarle gloria y hacerle feliz en su consecución del Bien máximo eterno, entonces ha tenido que darle los medios para lograrlo, como ya dijimos. Un Dios—Amor como el descripto, tiene que haber intervenido en la guía del hombre desde el mismo comienzo de su existencia, dirigiendo cómo había de conducirse, enseñándole, corrigiéndolo y mostrándose para ser comprendido y conocido por él. Ese mismo Dios, Sabiduría y Omnisapiencia, enseñaría a los hombres según el nivel de desarrollo que poseía en cada etapa, como hace un buen padre con la capacidad de comprensión de su hijo. Sin enseñar cosas opuestas, sí va explicándose más a medida que el niño puede entender mejor. Nunca le abandona, pero al comienzo ordena sin muchas explicaciones, luego instruye, y finalmente da la libertad de acción una vez que el vástago ha sido educado. En la progresión religiosa ocurre lo mismo: al comienzo se da la revelación primitiva, cuando Dios enseña las verdades más básicas por vía oral. Luego continúa el depósito de la ley escrita: un conjunto de verdades que organizan y educan al pueblo para la revelación final, que es la plenitud de la comprensión religiosa, con todos los puntos totalmente explicados, el absoluto retorno a la amistad perdida a causa de las malas acciones (pecado) y la
  • 107. libertad de movimiento de sus hijos, dentro del marco de la educación recibida. En el Antiguo Testamento judeocristiano vemos el desarrollo de las dos primeras fases. Primero Dios se dirige a un hombre que tras el pecado original prácticamente le desconoce en términos generales. A él le va mostrando lo que debe creer y hacer, hasta alcanzar el apogeo en la ley mosaica, escrita, en que el pueblo aprende cómo tiene que actuar o no para agradar y servir a su Dios. Por este motivo, el judaísmo, a diferencia de las demás religiones, vemos que no tiene un origen incorrecto. Sus patriarcas dicen verdades que se encuentran en consonancia con el Dios que hemos explicitado hasta aquí. Un sólo Dios, todopoderoso, omnipresente y omnipotente, que se preocupa por su pueblo, que le guía, que le enseña constantemente, que hace al hombre depositario de una ley para saber cómo conducirse y le da profetas y milagros que demuestran la constante intervención divina en la historia humana. Ya desde la religión primitiva se producen santos, que son los patriarcas, como Job, Melquisedec, Abraham, Jacob, etc. En la religión primitiva eran los jefes de familia los que desempeñaban las funciones religiosas, porque todavía no había una religión organizada. Pero llegaría el momento de avanzar un poco más, y esto habría de ocurrir con la religión mosaica, que es el conjunto de creencias y preceptos revelados al pueblo judío por ministerio de Moisés. En este avance no hay contradicción con lo ya descubierto acerca de Dios en la religión primitiva, sino perfeccionamiento en las leyes y conocimientos que se tienen de ese Dios. La institución del pueblo judío por Dios le convierte en privilegiado entre los demás, porque recibe el depósito de la
  • 108. revelación y la promesa de un futuro Redentor, esperado bajo el nombre de Mesías. Este Salvador vendría para pagar los pecados de los hombres (lo que muestra el Amor y Justicia de Dios) iniciados con la caída original de los primeros padres. La revelación mosaica conserva entonces las verdades de la religión natural predecesora, confirma y precisa los preceptos de la moral natural y expresa las profecías del Mesías, con pormenores de Su vida, obras y reino, para que pueda ser reconocido al venir al mundo. Mientras ese tiempo llegaba, Dios seguía entregando prolíficamente su guía a través de la ley natural más las leyes religiosas, civiles y políticas. El decálogo no es más que un código de ley natural, reducido a diez artículos, y como hemos visto, es plenamente coherente con el Dios que hemos comprendido en los anteriores capítulos. Muy distinto a una compasión que finalmente está vacía, como en el caso budista, porque es parte de "la ilusión". Fundamentalmente, durante el período mosaico se instituyó el sacerdocio, jerárquicamente organizado (lo que muestra, una vez más, el Orden y Jerarquía de Dios), y se construyó el tabernáculo, donde se encontraba el Santo de los Santos, residencia del Arca de la Alianza. Desde allí, y por primera vez, Dios tiene un lugar manifiesto de Su presencia para el pueblo. Dios da así a Su pueblo el Arca, para satisfacer el legítimo anhelo que experimenta el hombre de tener una señal sensible de la presencia divina. Los profetas y milagros que existieron a lo largo de todo ese extenso período muestran una vez más que Dios se mantenía siempre junto al pueblo elegido para ser el seno del nacimiento del Mesías anunciado.
  • 109. El profeta, como ya dijimos, es el mediador entre Dios y Su pueblo. Él debía conservar la integridad y pureza de la religión, predicando, ordenando y castigando. Esto es muy importante, porque demuestra algo muy razonable, y es: una verdad divina no puede ni debe ser adulterada, o se aparta de Su fuente. Si Dios es inmutable, lo mismo que Sus designios, entonces también lo será todo lo que de Él sabemos como cierto, como Su Sabiduría, por poner un simple ejemplo de un atributo Suyo. Por eso mismo es ridículo que Mahoma, como antes quedó consignado, fuese modificando a capricho las “revelaciones” porque “Alá así lo dispone”. Los profetas, por otra parte, surgían en distintos tiempos para guiar con constancia, y tenían que mantener vivas las esperanzas del Mesías prometido en el pueblo, prediciéndole con anterioridad para que se Le esperara y luego se Le reconociera. De esta manera, Dios cuida siempre a Su pueblo, le muestra Su intervención, le enseña, advierte y guía sin cesar. En las Escrituras se cuentan dieciséis profetas principales, cuatro de ellos llamados profetas mayores, que son Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel; y doce profetas menores, que son conocidos así por la brevedad de sus escritos. Con mucha antelación el pueblo de Israel tuvo profecías sobre el origen del Mesías, el tiempo de Su venida, Su nacimiento de una Virgen en Belén, Sus milagros, Su Pasión, Muerte y Resurrección; la reprobación de los judíos, la vocación de los gentiles, el establecimiento y la perpetuidad de la Iglesia. Veamos algunos ejemplos, y su cumplimiento en Jesucristo: Profecía del nacimiento en Belén: "Pero tú, Belén Efrata, pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá quien
  • 110. señoreará en Israel; cuyos orígenes serán de antiguo, de días de muy remota antigüedad"21 . Cumplimiento: "Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María, su esposa, que estaba encinta. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón"22 . Profecía de que nacería de una virgen: "Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo"23 . Cumplimiento: "Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo"24 . Profecía de que le honran los reyes: "Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes; los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones. Vivirá, y se le dará del oro de Sabá, y se orará por él continuamente; todo el día se le bendecirá"25 . "Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento"26 . 21 Miqueas 5:2 22 Lucas 2:4-5, 7 23 Isaías 7:14 24 Lucas 1:26-27, 30-31 25 Salmos 72:10, 15 26 Isaías 60:3
  • 111. Cumplimiento: "Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel. Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore. Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra"27 . Profecía sobre la matanza de los inocentes: "Así ha dicho Yahvé: Voz fue oída en Ramá, llanto y lloro amargo; Raquel que lamenta por sus hijos, y no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron"28 . Cumplimiento: "Herodes entonces, cuando se vio burlado por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los 27 Mateo 2:1-11 28 Jeremías 31:15
  • 112. magos. Entonces se cumplió lo que fue dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Voz fue oída en Ramá, grande lamentación, lloro y gemido; Raquel que llora a sus hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron"29 . Profecía de la huida a Egipto: "Cuando Israel era niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo"30 . Cumplimiento: "Y él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto, y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por su profeta, diciendo: De Egipto llamé a mi Hijo"31 . Profecía sobre el precursor: "He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí que llega, ha dicho Yahvé de los ejércitos"32 . Cumplimiento: "Cuando se fueron los mensajeros de Juan, comenzó Jesús a decir a la muchedumbre acerca de él: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? Este es de quien está escrito: He aquí, envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti"33 . Profecía sobre el templo pervertido: "... porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos"34 . "¿Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa sobre la cual es 29 Mateo 2:16-18 30 Óseas 11:1 31 Mateo 2:14-15 32 Malaquías 3:1 33 Lucas 7:24, 27 34 Isaías 56:7
  • 113. invocado mi nombre? He aquí que también yo lo veo, dice Yahvé"35 . Cumplimiento: "y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones"36 . Profecía sobre ciegos y sordos curados por el Mesías: "En aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas"37 . "Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad"38 . Cumplimiento: "Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio"39 . Profecía sobre Su mansedumbre: "No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles. No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia"40 . Cumplimiento: "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas"41 . 35 Jeremías 7:11 36 Mateo 21:13 37 Isaías 29:18 38 Isaías 35:5-6 39 Lucas 7:22; Mateo 11:3-5 40 Isaías 42:2-3 41 Mateo 11:29
  • 114. Profecía sobre el rechazo de Su propia gente: "Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos"42 . "por tanto, Yahvé el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure"43 . "La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo"44 . Cumplimiento: "A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron"45 . "Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo"46 . "He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; y el que creyere en él, no será confundido. Para vosotros, pues, los que creéis, es honor; pero para los incrédulos, esa piedra, desechada por los constructores y convertida en esquina, es piedra de tropiezo y roca de escándalo"47 . Profecía sobre la entrada triunfal: "Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén: he aquí, tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, así sobre un pollino hijo de asna"48 . Cumplimiento: "Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus vestidos, y se sentó sobre él. Y los que iban delante, y los que iban detrás, daban voces diciendo: ¡Hosanna! Bendito 42 Isaías 53:3 43 Isaías 28:16 44 Salmos 118:22 45 Juan 1:11 46 Hechos 4:11 47 1 Pedro 2:6-8 48 Zacarías 9:9
  • 115. el que viene en el nombre del Señor. Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo"49 . Profecía sobre la traición: "Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar"50 . "Porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado; ni se alzó contra mí el que me aborrecía, porque me hubiera ocultado de él: mas tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía, y mi familiar"51 . Cumplimiento: "Estando él aun hablando, he aquí una turba; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba delante de ellos; y llegóse a Jesús para besarlo. Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?"52 . "Luego que llegó a Jesús, dijo: Salve, Maestro. Y le besó. Y Jesús le dijo: amigo, ¿a qué vienes? Entonces llegaron, y echaron mano a Jesús, y le prendieron"53 . Profecía sobre la acusación de falsos testigos: "Levantáronse testigos falsos; Demandáronme lo que no sabía"54 . Cumplimiento: "Entonces levantándose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo: Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este templo que es hecho de mano, y en tres días edificaré otro hecho sin mano"55 . Profecía sobre Su silencio en las acusaciones: "Angustiado él, y afligido, no abrió su boca: como cordero fue llevado al 49 Marcos 11:7, 9, 11 50 Salmos 41:9 51 Salmos 55:12-13 52 Lucas 22:47-48 53 Mateo 26:49-50 54 Salmos 35:11 55 Marcos 14:57-58
  • 116. matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca"56 . Cumplimiento: "Y le preguntó otra vez Pilato, diciendo: ¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te acusan. Mas Jesús ni aun con eso respondió; de modo que Pilato quedó maravillado"57 . Profecía sobre maltratos y humillaciones: "Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban el cabello: no escondí mi rostro de las injurias y esputos"58 . Cumplimiento: "Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron puñetazos; y otros le herían en la cara"59 . "Y escupiendo en él, tomaron la caña, y le herían en la cabeza"60 . Profecía sobre las heridas: "Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados"61 . Cumplimiento: "Entonces les soltó á Barrabás: y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado"62 . Profecía sobre la crucifixión con malhechores: "Por tanto yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue 56 Isaías 53:7 57 Marcos 15:4-5 58 Isaías 50:6 59 Mateo 26:67 60 Mateo 27:30 61 Isaías 53:5 62 Mateo 27:26
  • 117. contado con los perversos, habiendo él llevado el pecado de muchos y orado por los transgresores"63 . Cumplimiento: "Y crucificaron con él dos ladrones, uno a su derecha, y el otro a su izquierda. Y se cumplió la Escritura, que dice: Y con los inicuos fue contado"64 . Profecía sobre desprecios y burlas: "Búrlanse de mí cuantos me ven; abren los labios y mueven la cabeza: Se encomendó a Yahvé. líbrele; sálvele, puesto que dice que le es grato"65 . Cumplimiento: "Y el pueblo estaba mirando; y se burlaban de él los príncipes con ellos, diciendo: A otros hizo salvos: sálvese a sí, si éste es el Mesías, el escogido de Dios"66 . Profecía sobre el vinagre: "Pusiéronme además hiel por comida, y en mi sed me dieron a beber vinagre"67 . Cumplimiento: "Después de esto, sabiendo Jesús que todas las cosas eran ya cumplidas, para que la Escritura se cumpliese, dijo: Sed tengo. Y estaba allí un vaso lleno de vinagre: entonces ellos hinchieron una esponja de vinagre, y rodeada a un hisopo, se la llegaron a la boca"68 . Profecía sobre la apuesta por sus ropas: "Contar puedo todos mis huesos; Ellos miran, considéranme. Partieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes"69 . 63 Isaías 53:12 64 Marcos 15:27-28 65 Salmos 22:8-9 66 Lucas 23:35 67 Salmos 69:21 68 Juan 19:28-29 69 Salmos 22:17-18
  • 118. Cumplimiento: "Y después que le hubieron crucificado, repartieron sus vestidos, echando suertes: para que se cumpliese lo que fue dicho por el profeta: Se repartieron mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. Y sentados le guardaban allí"70 . Profecía sobre la distancia de los amigos: "Mis amigos y mis compañeros se quitaron de delante de mi plaga; Y mis cercanos se pusieron lejos"71 . Cumplimiento: "Mas todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas"72 . Profecía sobre los huesos: "El guarda todos sus huesos; Ni uno de ellos será quebrantado"73 . Cumplimiento: "Y vinieron los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. Mas cuando vinieron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas... Porque estas cosas fueron hechas para que se cumpliese la Escritura: Hueso no quebrantaréis de él. Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron"74 . Profecía sobre la oscuridad: "Y acaecerá en aquel día, dice el Señor Yahvé, que haré se ponga el sol al mediodía, y la tierra cubriré de tinieblas en el día claro"75 . 70 Mateo 27:35-36 71 Salmos 38:11 72 Lucas 23:49 73 Salmos 34:20 74 Juan 19:32-33, 36 75 Amós 8:9
  • 119. Cumplimiento: "Y desde la hora de sexta fueron tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona"76 . Profecía sobre Su sepulcro: “Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; porque nunca hizo él maldad, ni hubo engaño en su boca”77 . Cumplimiento: “Y como fue la tarde del día, vino un hombre rico de Arimatea, de nombre José, discípulo de Jesús. Este se presentó a Pilato, y le pidió el cuerpo de Jesús: entonces Pilato ordenó que le fuese entregado. Él, tomando el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, y lo depositó en su propio sepulcro, del todo nuevo, que había sido excavado en la peña: y corriendo una piedra grande a la puerta del sepulcro, se fue”78 . Profecías sobre la resurrección: "Porque no dejarás mi alma en el sepulcro; Ni permitirás que tu santo vea corrupción"79 . "Oh Yahvé, hiciste subir mi alma del sepulcro; Dísteme vida, para que no descendiese a la sepultura"80 . "No moriré, sino que viviré, para poder narrar las gestas de Yahvé"81 . Cumplimiento: "Más él les dice: No os asustéis: buscáis a Jesús Nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en que le pusieron. Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro, que os precederá a Galilea: allí le veréis, como os ha dicho"82 . 76 Mateo 27:45 77 Isaías 53:9 78 Mateo 27:57-60 79 Salmos 16:10 80 Salmos 30:3 81 Salmos 118:17 82 Marcos 16:6-7
  • 120. Profecía de los gentiles (apertura de la religión hacia el resto del mundo): "El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz: los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos"83 . "En aquel día, el renuevo de la raíz de Jesé se alzará como estandarte para los pueblos, y le buscarán las gentes, y será gloriosa su morada"84 . "Dejéme consultar por los que no me interrogaban, dejéme hallar por los que no me buscaban. Yo decía: Heme aquí, heme aquí, a gente que no invocaba mi nombre"85 . Cumplimiento: "Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis acerca de vosotros mismos arrogantes: que el endurecimiento en parte ha acontecido en Israel, hasta que haya entrado la plenitud de los Gentiles"86 . "El pueblo que habita en tinieblas, vio una gran luz; y para los que habitan en la región de mortales sombras una luz se levantó"87 . Hay muchas otras, pero hemos seleccionado estas para explicar el punto. En definitiva, está muy claro que se sabía con siglos de anticipación una gran cantidad de información imposible de reproducir forzando las profecías (como la muerte de los niños, la traición de Judas, el juego por las ropas, los huesos sin quebrar, la crucifixión entre ladrones, el vinagre y tantas otras) gracias a los anuncios recibidos por los profetas. ¿Quién, sino Dios, daría tantas señales de Su intervención de forma ininterrumpida y coherente, con conocimiento detallado y exactitud en el cumplimiento? Sin embargo, los judíos de la época que se hallaban en el poder no prestaron atención a estas clarísimas señales, y 83 Isaías 9:2 84 Isaías 11:10 85 Isaías 65:1 86 Romanos 11:25 87 Mateo 4:16
  • 121. antepusieron su expectativa de tener en el Mesías a un rey terrenal poderoso económica y militarmente, que predicase y condujese el movimiento independentista que querían para su tierra. La doctrina de la mansedumbre y la búsqueda del reino celestial les parecería irritante e “inútil”, porque no cumplía con sus deseos. Y en lugar de advertir que si el pueblo judío era pueblo de predilección lo era por Jesucristo, los que le rechazaron en su obcecación, creyeron que Jesucristo recibió gloria de su descendencia genealógica. De esta manera, la raza pasó a tener mayor importancia para ellos que Dios mismo, cayendo en el absurdo de creer que la Creación entera se quedaría sin posibilidad de Salvación, ni guía de ningún tipo, exceptuándolos a ellos. Pero las profecías de Jesucristo no se restringen sólo a Israel, que fue seno pero no único objetivo último, porque Dios atiende al bien de todas Sus criaturas, y así Su Voluntad se dirigió lógicamente a la humanidad. Sólo así el hombre podría acceder a su fin último, a través de una religión universal. La expectación de un Mesías fue común a todos los pueblos. Este hecho es tan cierto, que hasta los enemigos de la religión se han visto obligados a reconocer muchas veces las profecías provenientes de todas partes del mundo. El historiador Tácito, por ejemplo, dijo: "Era universal la creencia en antiguas profecías, según las cuales el Oriente iba a prevalecer y de la Judea saldrían los señores del mundo88 . Y el también historiador Suetonio, comenta a su vez: "Todo el Oriente resonaba con la antigua y constante opinión de que el destino 88 Tácito, Hist., 1, V. núm. 13
  • 122. habría decretado que, en esta poca, la Judea daría señores al universo”89 . Virgilio por su parte, gran poeta de Roma, cantaba en una égloga la próxima llegada del Niño bendito que debía devolver la edad de oro a la tierra. Y Cicerón afirmó la misma tradición, atribuyéndola a los oráculos de las Sibilas. Actualmente, el historiador Francesco Bertolini lo confirma diciendo: “el vaticinio que la sibila hizo a Augusto del advenimiento milagroso del Redentor, que había de nacer de una virgen”90 . En la Galia, sus antiguos habitantes adoraban, en los bosques sagrados, a una virgen de la cual debía nacer un hijo esperado por mucho tiempo. Mientras que en China, 500 años antes de Cristo, los Kings (libros sagrados de la nación) decían que el Libertador esperado vendría del oeste (respecto a ellos, claro está). Y estos son sólo algunos ejemplos. Pero ahora muy probablemente algunos pueden verse tentados a creer o sostener que es posible que Jesucristo fuese un invento de un grupo de sectarios, ya sea en el mismo tiempo, ya algunos siglos después, y que en realidad no existió. Veamos este punto entonces. 89 In Vespas., núm. 4.). 90 Historia de Roma. Edimat Libros, pág. 46.
  • 123. Historicidad de Jesucristo En primer lugar, es importante situar a los primeros testigos confiables de la autenticidad de la existencia de Jesús. Recordemos que se trata de una época en que la mayor parte del conocimiento se transmitía por vía oral. Sin embargo, podemos rescatar trozos de historia documentada que nos aseguren que estamos hablando de personas que en verdad existieron. Comencemos, entonces, con los cristianos en el siglo I de nuestra era. Aunque muchos intenten desvirtuar a la historia, es imposible negar la existencia de un hecho mencionado por fuentes que no pueden tacharse de “amistosas” en la misma época. Así, hay testimonios de las tempranas persecuciones a los cristianos, como el de Tácito Cornelio (54—120) senador y cónsul, quien en tiempos de Trajano escribió sus Annales describiendo así este acontecimiento de las persecuciones bajo Nerón: “Para cortar por lo sano los rumores públicos, Nerón inventó los culpables, y sometió a refinadísimas penas a los que el pueblo llamaba cristianos y que eran mal vistos por sus infamias. Su nombre venía de Cristo, quien bajo el reinado de Tiberio había sido condenado al suplicio por orden del procurador Poncio Pilato. Momentáneamente adormecida, esta maléfica superstición irrumpió de nuevo no solo en Judea, lugar de origen de ese azote, sino también en Roma, adonde todo lo que es vergonzoso y abominable viene a confluir y encuentra su consagración.
  • 124. Primeramente fueron arrestados los que hacían abierta confesión de tal creencia. Después, tras denuncia de estos, fue arrestada una gran muchedumbre, no tanto porque acusados de haber provocado el incendio, sino porque se los consideraba encendidos en odio contra el género humano. Aquellos que iban a morir eran también expuestos a las burlas: cubiertos de pieles de fieras, morían desgarrados por los perros, o bien eran crucificados, o quemados vivos a manera de antorchas que servían para iluminar las tinieblas cuando se había puesto el sol. Nerón había ofrecido sus jardines para gozar de tal espectáculo, mientras él anunciaba los juegos del circo y en atuendo de cochero se mezclaba con el pueblo, o estaba erguido sobre la carroza. Por esto, aunque esos suplicios afectaban a gente culpable y que merecía semejantes tormentos originales, nacía sin embargo hacia ellos un sentimiento de compasión, porque eran sacrificados no a la común ventaja sino a la crueldad del príncipe”91 . Plinio el Joven describiría hechos muy similares. Por lo demás, otro ejemplo de tales persecuciones nos lo da el historiador griego Dión Casio, que en Roma fue pretor y cónsul. En el libro 67 de su ‘Historia romana’ afirma que bajo Domiciano fueron acusados y condenados “por ateísmo” (ateótes) el cónsul Flavio Clemente y su mujer Domitila, y con ellos muchos otros cristianos. Hay que considerar que en la mentalidad de su tiempo, el relator trata de ateos a quienes no daban culto a la “divinidad” del emperador. Por otra parte, el historiador Cayo Suetonio Tranquilo (70— 140 aprox.), funcionario imperial de alto rango bajo Trajano y Adriano, intelectual y consejero del emperador, justificaría esta 91 Annales, 15, 44
  • 125. y las sucesivas intervenciones del Estado contra los cristianos diciendo que eran una “superstición nueva y maléfica”. ¿Uno más? Relato de Eusebio: “Escribe Brutio que muchísimos cristianos sufrieron el martirio bajo Domiciano; entre ellos Flavia Domitila, sobrina, por parte de hermana, de Flavio Clemente, por haber atestiguado ser cristiana”92 . Sigamos: Luciano de Samósata (125—181): “Después, por cierto, de aquel hombre a quien siguen adorando, que fue crucificado en Palestina por haber introducido esta nueva religión en la vida de los hombres... además su primer legislador les convenció de que todos eran hermanos y así, tan pronto como incurren en este delito, reniegan de los dioses griegos y en cambio adoran a aquel sofista crucificado y viven de acuerdo a sus preceptos”93 . Además de esto, se encuentran las Actas de los Mártires. Muchos martirios fueron precedidos por un proceso judicial, en el cual los notarios levantaban acta de los interrogatorios de los magistrados, las respuestas de los mártires y la sentencia que les condenaba a morir. No pretendemos con estas famosas notas históricas hacer creer a todos los lectores en la existencia de Cristo, dado que la mala voluntad de algunos puede llevarles a asegurar que se trata de una simple repetición (en el primer caso) del cronista, pero al menos podemos asegurar, a partir de aquí, que los cristianos ya existían (y fueron perseguidos) en el primer siglo de nuestra era. Hay referencias como las mencionadas de las persecuciones cristianas bajo: Nerón, Domiciano, Trajano, Marco Aurelio, 92 Chron. ad. Ol. 218 93 De morte Peregrini, 13 (hacia 70 d.C., escribe en griego)
  • 126. Septimio Severo, Maximino Tracio, Decio, Valeriano, Aureliano y Diocleciano. Es decir, desde el siglo I hasta el IV. Decir, por otra parte, que un texto no tiene valor por haberse descubierto siglos después, sería como descalificar a la piedra Rosetta por el mismo motivo. La autenticidad de tales relatos no está en discusión y han sido aceptados como provenientes de sus autores y épocas. Nadie lo ha puesto en duda, y menos con fundamento serio. Ya sabemos, entonces, que los cristianos no son una invención del siglo IV como sostienen algunos enemigos. Entre notas de cronistas de la época, y la existencia de santos que se conocían unos a otros, podemos deducir sin temor a equivocarnos, que efectivamente existieron. ¿Damos un ejemplo de esto último? San Ireneo de Lyon, nacido en Asia Menor hacia el año 125 DC fue educado por San Policarpo (c.69—c.155), a su vez discípulo de San Juan evangelista. San Ireneo fue considerado uno de los hombres más sabios y estudiosos de su tiempo, y sus obras contra el gnosticismo fueron traducidas a los idiomas más extendidos de ese entonces y se divulgaron por todas las iglesias. Es en su libro "Contra todas las herejías", escrita alrededor del año 180, que hizo una lista ininterrumpida de los Pontífices desde San Pedro hasta entonces. El segundo Papa, por ejemplo, es Lino (67 al 76 DC). Hay que considerar que los hechos eran bastante cercanos en el tiempo, y su maestro había sido discípulo directo de San Juan. ¿Podemos negar la realidad de San Ireneo? Su existencia se constata por su lucha contra los gnósticos ("Contra los herejes") del momento. A saber:
  • 127. - Marcionitas: su fundador, Marción, fue excomulgado en el año 144 DC. Hizo el primer cisma del cristianismo y sus efectos se prolongaron hasta el siglo III. - Valentinianos: Hacia el año 160 ya existía una escuela valentiniana, de la que dan noticia numerosos escritores cristianos94 . - Ebionitas: En el año 140, Justino Mártir ya los menciona. Son luego descritos y desmontados por San Ireneo en el año 180 y Orígenes vuelve a mencionarlos en el año 21295 . A menos que se sostenga que la Iglesia creó una obra apologética posteriormente a lo mencionado nada más que para hacernos creer que lo hizo un irreal San Ireneo en ese entonces (y contra herejías consignadas por varios en sus trabajos de aquel tiempo), podemos creer en la existencia de dicha persona. Es por la cantidad de obras, epístolas, actas y comentarios del mismo período mencionado que se puede conocer la existencia de algo. Hoy por ejemplo no podemos negar la existencia de Alejandro Magno, aunque se desconoce el paradero de su tumba, ¿verdad? Se puede inferir que existió —porque a nadie le hace daño aceptarlo— gracias a sus hechos y a los relatos de su tiempo. Bien: eso mismo ocurre con los numerosos santos, persecuciones, obras apologéticas, etc., que existen de aquella época. Entre ellos están todos los llamados Padres Apostólicos (aproximadamente, hasta la mitad del siglo II), cuyas vidas transcurrieron muy próximas a los Apóstoles. Escribían en 94 S. Ireneo en el Adversus haereses, Hipólito en los Philosophumena (o Refutatio), Tertuliano en el Adversus Valentínianum, etc. 95 De Principiis.
  • 128. general a un público cristiano, con un tono familiar y con un fin edificador. Algunos ejemplos: José Bernabé, Clemente de Roma (c.30—101), Ignacio de Antioquia (30—107), Policarpo de Esmirna (c.69—c.155), Hermas de Roma, Papías de Hierápolis (70—163). Y también están los Apologistas (aproximadamente en los cincuenta años centrales del siglo II), que escriben sus apologías (es decir, defensas) de la doctrina o del comportamiento de los cristianos, más o menos directamente dirigidas a la opinión pública, pagana o judía. Ejemplos: Ireneo de Lyon, Clemente Alejandrino, Orígenes, Minucio Félix, Hipólito, Tertuliano, Cipriano y Lactancia, entre otros. ¿Es posible negar la realidad histórica de todas esas personas y sus obras? Bien. Seremos generosos con ellos suponiendo que existieron. Y entonces… si así fue, estamos ya tan cerca del tiempo de los acontecimientos, que nos encontramos con la realidad que algunos quieren negar. Entre los mencionados, por ejemplo, se encuentra San Clemente de Roma (c.30—101 DC). San Ireneo expone una lista de los obispos romanos, situando a Clemente Romano como el tercer sucesor del apóstol Pedro. Eusebio lo menciona también como tercer sucesor de San Pedro, y encuadra su pontificado entre los años 92 al 102. Tertuliano nos dice que fue consagrado obispo por el mismo apóstol Pedro, Epifanio nos cuenta que asumió luego de la muerte de Lino y Anacleto, primer y segundo sucesores de Pedro. El único escrito que se conserva de Clemente Romano es "la Epístola". Es la primera obra de la literatura cristiana, fuera del
  • 129. Nuevo Testamento, de la que consta históricamente el nombre de su autor, la situación y la época en que se escribe. Con estos ejemplos queremos mostrar una línea sucesoria que guarda una correlación histórica rica en fuentes y totalmente coherente en sus documentos, como sólo sucede con hechos reales. Las cartas, personalidades, iglesias y situaciones sociales de cada momento son mencionadas con el orden ininterrumpido que sólo la verdadera historia puede tener. La existencia de estas personas, tan cercanas a los acontecimientos que nos ocupan, demuestra que el cristianismo es de la época que dice ser. ¡Muchos de ellos son contemporáneos y maestros a su vez de personas también existentes, como ya hemos probado! De más está decir que, durante el tiempo de sus prédicas y escritos, mucha gente que había presenciado los hechos de forma directa, y vivía en los lugares mencionados, estaba aún viva para recordar y negar —de haber sido el caso— sus supuestas inexactitudes. Porque también hay que considerar que si atendemos a lo que narra el Nuevo Testamento —verdadero o falso, da igual a estos efectos— lo que se decía en ese tiempo tenía cientos sino miles de testigos oculares, y no se puede hablar de un fenómeno de tal envergadura, como es la llamativa existencia de Jesucristo, con los milagros y prédicas públicos, Su muerte y resurrección, acaecidos en lugares conocidos por todos, ante un pueblo que desconoce por completo dichos sucesos. Por otra parte, se hace mención directa de personalidades (Pilatos y Herodes, por ejemplo), que no era tan fácil acusar de hechos inexistentes e incomprobables por la gente de su tiempo. Y a todo esto hay que agregar que se mantiene un unum coherente de doctrina, nombres y hechos históricos en las
  • 130. diversas comunicaciones que se hallan de la época. Será por eso que los judíos, no precisamente amistosos con el cristianismo, no han negado su misma existencia histórica. Veámoslo: El Talmud contiene siete u ocho menciones de Jesús, lógicamente todas calumniosas, pero que son útiles para probar su existencia histórica. Pondremos sólo dos ejemplos: a) "En la víspera de la fiesta de la Pascua se colgó a Jesús. Cuarenta días antes, el heraldo había proclamado: ‘Es conducido fuera para ser lapidado, por haber practicado la magia y haber seducido a Israel y haberlo hecho apostatar. El que tenga algo que decir en su defensa, que venga y lo diga’. Como nadie se presentó para defenderlo, se lo colgó la víspera de la fiesta de Pascua"96 . b) "Jesús, el galileo, suscitó una secta impía y enemiga de la ley. Nosotros lo crucificamos. Sus discípulos robaron su cadáver del sepulcro durante la noche y engañan y seducen a los hombres diciendo que resucitó y subió a los cielos"97 . 96 Sanhedrin 43a. / Cabe destacar que desde el siglo XIII, los manuscritos del Talmud fueron alterados en varias ocasiones en respuesta a las críticas hechas durante disputas, y como “solución” contra lo que decía la Iglesia católica. Textos de entonces eran así modificados (por ejemplo, borrando algún pasaje) y los nuevos manuscritos omitían completamente una parte. El erudito Peter Schaefer comparó varias ediciones y documentó algunas alteraciones. Por ejemplo: Pasaje sobre la ejecución (Sanhedrin 43 a-b): Herzog 1: "En la víspera de la Pascua colgaron a Jesús el Nazareno" / Munich 95: "En la víspera de la Pascua lo colgaron (nombre eliminado)" / Firenze II.1.8-9: "En sábado y víspera de la Pascua colgaron a Jesús el Nazareno". / Karlsruhe 2: "En la víspera de la Pascua colgaron a Jesús el Nazareno". / Barco: "En la víspera de la Pascua colgaron (no legible)" / Soncino: "En la víspera de la Pascua colgaron (no legible)" / Vilna: Todo el pasaje fue borrado por el censor. 97 Trifón, Diálogo de Justino, siglo II
  • 131. El historiador judío Flavio Josefo escribiría en su crónica hacia el año 93 DC: "Por este tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, y atrajo hacia él a muchos judíos. Y cuando Pilatos, frente a la denuncia de aquellos que son los principales entre nosotros, lo había condenado a la cruz, aquellos que lo habían amado primero no le abandonaron. La tribu de los cristianos, llamados así por él, no ha cesado de crecer hasta este día”98 . Ahora transcribiremos un párrafo de uno de los mejores expertos en la investigación sobre la existencia histórica de Jesús: “Algunos autores pueden jugar con la fantasía de un ‘mito de Cristo’, pero no lo pueden hacer sobre la base de una evidencia histórica. Para un historiador imparcial, la historicidad de Cristo es tan axiomática como la historicidad de Julio César. Un verdadero historiador no puede defender la teoría del “mito de Cristo”99 . Lo que está claro es que no hay un solo texto histórico, ni de época ni de la Antigüedad en general, donde se afirme que la figura histórica de Jesús de Nazaret nunca existió, o que fuera un invento de algunos “judíos locos” para crear una nueva religión sin base. Una circunstancia que sin duda los detractores del cristianismo, empezando por los romanos y terminando por los mismos judíos de la época, nunca hubieran dejado escapar. 98 Antigüedades judáicas, XVIII, 3-3. 99 Bruce, The New Testament Documents: Are They Reliable? Inter- Varsity Press
  • 132. Algo más sobre Jesucristo Ya hemos demostrado que Él existió y que cumplió en Sí las profecías anteriores a Su nacimiento. También fue así con las que pronunció personalmente. Veamos una que nadie podrá discutir en su veracidad, ni “acomodo” de hechos a lo anunciado: Predijo claramente las desgracias que amenazaban a Jerusalén, el sitio de esta ciudad, la destrucción de su Templo y la dispersión del pueblo judío. Él dijo sobre la ciudad santa: “Vendrán días sobre ti en los que tus enemigos te cercarán con baluarte, y te pondrán cerco, y de todas partes te estrecharán; y te derribarán por tierra, y no dejarán piedra sobre piedra”100 . “Saliendo Jesús del templo, se le acercaron sus discípulos y le mostraban las construcciones del templo. Él les dijo: ¿No veis todo esto? En verdad os digo que no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea demolida”101 . Treinta y siete años después de la muerte de Jesucristo, en el año 70, se cumplieron las profecías cabalmente. Dos historiadores, el ya mencionado judío Flavio Josefo y el romano Tácito, ambos contemporáneos de la catástrofe, nos han transmitido los pormenores de la destrucción de Jerusalén. Durante un sitio de siete meses, un millón cien mil judíos perecieron víctimas del hierro, del fuego o del hambre, y cien mil más fueron vendidos como esclavos. El general Tito había recomendado que se respetara el Templo; pero fue en vano. 100 Lc. 19:43-44. 101 Mt. 24: 1-3.
  • 133. Josefo cuenta que un soldado arrojó en el interior del templo un tizón encendido, y éste quedó reducido a cenizas. Pero aún hay más. Tres siglos más tarde, Juliano el apóstata, queriendo desmentir la profecía de Jesús, acometió la empresa de reedificar el templo de Jerusalén. Para echar los nuevos cimientos se arrancaron los antiguos hasta la última piedra; pero cuando se quisieron reconstruir, se vio salir de la tierra globos de fuego, que hacían el trabajo imposible. Este prodigio se repitió varias veces en presencia de los judíos y de los paganos, y hubo que renunciar a la empresa. Este hecho lo narran Amiano Marcelino —gran admirador de Juliano el apóstata— y otros historiadores de la época. Las profecías se verificaron, y lo siguen haciendo aun hoy a nuestra vista. Jesucristo, a diferencia de cualquier avatar o profeta pagano, es plenamente coherente con el Dios hasta aquí explicado razonablemente. Durante Su Vida en la tierra, mostró numerosas veces Su poder sobre la naturaleza, conocimiento sobre las leyes, una doctrina razonable, coherente y superior a todas las conocidas —antes y después—, enseñó las virtudes que hay que desarrollar, explicándolas y mostrándolas en Sí mismo (pureza, humildad, compasión, caridad, paciencia, diligencia, consagración, fe, justicia, fidelidad, confianza, obediencia, amor de Dios, previsión, amor filial, etc.), instituyó una religión universal que permitiría a todos los hombres alcanzar el destino final para el cual existen, cumplió cabalmente las profecías emitidas durante siglos previos, expulsó demonios, etc. Habría que tener una gran mala voluntad para no reconocerlo, ¿simplemente porque “no calzaba” con lo que se quería en ese momento? ¿Será que Dios debe adaptarse a lo que quieren los hombres, o los hombres a los magníficos designios de Dios?
  • 135. Sigamos con los judíos Sin duda, la grandeza del pueblo israelita queda probada en que se le confiaron las leyes, las profecías, los milagros y el sacerdocio, pero en particular en que sería el seno del Mesías esperado. Esto le convierte en el precursor de la Revelación completa, y podría —como muchos lo hicieron— haber simplemente avanzado junto con ella, tal como el pueblo lo hizo en tiempos de Moisés respecto a las anteriores enseñanzas. Habría bastado que aceptase lo evidente, continuando en el camino de una religión que busca el bien de todos los seres humanos, porque ese es el objetivo para el cual fueron creados. A partir del rechazo judío a lo que Dios les mostraba claramente, continuó una rama que debió separarse —cuando no tendría por qué haber sido así—, manteniendo una enseñanza en igual coherencia con lo anterior, que la perfeccionaba en el amor, y conservaba en sí tanto el don de la profecía como los milagros que continuaron mostrando la intervención divina en nuestra existencia terrenal. Los patriarcas y profetas judíos del Antiguo Testamento no impartieron enseñanzas gnósticas, y el cristianismo tampoco lo hace mientras mantiene su fidelidad a lo recibido. Para ambas partes fieles, el hombre es diferente de Dios, depende de Él para existir y salvarse, el mal es producto del libre albedrío y el pecado desprendido de la desobediencia original y todos los posteriores. Tenemos una sola vida y al morir vamos al Cielo o al infierno, después del Juicio de Dios que aplica Su Justicia para
  • 136. determinar quién recibirá el premio y quién el castigo eterno. La religión cristiana (con su buen origen judío) no se basa en prácticas iniciáticas, sino en el cumplimiento de las leyes naturales (mandamientos), la práctica y recepción de los sacramentos (guía, sacrificio, vida espiritual, fuente de gracias), el conocimiento de Dios a través de lo revelado, y lo tradicionalmente comprendido en consonancia con ello, y el desarrollo de las virtudes que nos asemejan a Él, volviéndonos criaturas de bien. Pero, ¿qué ocurrió con el judaísmo? Después de la crucifixión se rasga el velo del templo de arriba abajo102 , que después se destruye cumpliendo la profecía (como ahora veremos), y la religión judía que se niega a dar paso a algo superior, se convierte en un conjunto interminable de leyes exentas del amor divino, sin una guía definitiva y segura (se contradicen muchas veces por la cantidad de interpretaciones e “intuiciones” a que están sujetas), y perdiendo a los profetas y los verdaderos milagros, que intentan emular con ciertas capacidades personales. Cambia entonces completamente el camino que traían antes de Jesucristo, y —cuando la tienen— se dirigen hacia una mística… ¿de qué tipo? ¡por supuesto que gnóstica, una vez más! En un principio la tradición cabalística, o Cábala, era la enseñanza recibida oralmente. Se dedicaba a la naturaleza de Dios, Sus atributos, a los espíritus y el mundo invisible. Era, en una palabra, la teología especulativa judía. Pronto, sin embargo, comenzaría a deformarse cuando los doctores enseñaron que Moisés recibió una revelación oculta de las Escrituras sobre el monte Sinaí, y que luego la transmitió por 102 Mt. 27-51 / Mc. 15-39.
  • 137. iniciación a Josué y otros discípulos íntimos. Se supone que esta enseñanza descendió por vía oral de generación en generación, sin que se permitiera ponerla por escrito. Los rabinos comenzaron a ocultar lo que aprendían, acentuándose este accionar cuando ocurrió la crisis suscitada por la oposición de los fariseos a la doctrina predicada por Cristo y los apóstoles. Poco más tarde, después de la dispersión de los judíos, los rabinos tomarían el gusto por especulaciones metafísicas, e introdujeron en su cábala mística una mezcla de filosofía griega y oriental, cuyas creencias se oponían por completo a la revelación mosaica. Tal es la cábala moderna, o cábala farisaica, o cábala mágica. Sin adentrarnos en puntualizaciones detalladas, nos centraremos en aquellos aspectos que interesan a este trabajo. Veamos un par de puntos, para corroborar nuestras sospechas: El hombre, según los cabalistas —más allá de algún detalle de maquillaje de una corriente u otra— está compuesto de tres elementos: 1. Un elemento inferior, que no es el cuerpo material, ya que esencialmente el cuerpo no existe, sino que es el principio que determina la forma material: nephesh. 2. Un elemento superior, chispa divina, el alma de todos los idealistas, el espíritu de los ocultistas: neschmah. 3. El tercer elemento mediador entre los dos anteriores es la vida de los sabios, el espíritu de los filósofos, el alma de los ocultistas: ruach.
  • 138. El hombre viene de Dios y a Él vuelve. Hay que considerar tres puntos en esta evolución: el punto de partida, el de llegada y lo que pasa entre uno y el otro. La cábala enseña siempre la doctrina de la emanación. El hombre ha manado, por tanto, primitivamente, de Dios en el estado de Espíritu puro. A la imagen de Dios constituido en fuerza e inteligencia (chomah y bina) es decir, en positivo y negativo. Está constituido en macho y hembra, Adán y Eva, formando en el origen un solo ser. Bajo la influencia de la caída se divide el ser único en una serie de seres andróginos Adán— Eva, y se materializa y subdivide cada uno de estos seres andróginos en dos seres materiales de sexo separado, hombre y mujer. Es el estado terrestre. El hombre materializado y sometido a la influencia de las pasiones debe voluntaria y libremente encontrar su estado primitivo, debe recrear su inmortalidad primitiva. Para esto se reencarnará tantas veces cuantas le sean necesarias para saberse rescatar por la fuerza universal. El hombre debe por tanto constituir primero un andrógino primitivo para reformar sintéticamente el ser primitivo proveniente de la división del gran Adán—Eva. Estos seres reconstituidos deben, a su vez, sintetizarse entre ellos hasta identificarse en su origen primero, Dios. Esto nos demuestra, sin necesidad de investigar más de momento, que la cábala enseña el dualismo, la reencarnación, y la iluminación panteísta. Y por tanto, visto todo lo anterior y lo reciente, podemos concluir que el judaísmo moderno es falso.
  • 139. Características de la verdadera fe La veracidad de una religión tiene que verse en una serie de aspectos fundamentales que demuestren que es de origen divino. Razonabilidad, continuidad, santidad, etc. Veamos algunos de los aspectos propios y únicos de la Iglesia Católica: 1. Católica quiere decir "universal": Esto se aplica cuando se dirige a todos los seres humanos, sin importar su raza, edad o condición, aceptando a todo aquel que quiera seguirla. Tiene que existir en sus orígenes desde siempre, y esto ocurre cuando proviene de una revelación progresiva (como ya explicamos) que parte desde el inicio de la existencia humana. Además, se extiende a todo el mundo, habiendo sido predicada en los cinco continentes. Si Dios creó al ser humano para que cumpliese un fin, no basta con que existan medios para alcanzarlo si están restringidos a un pequeño grupo de personas por su nacionalidad, raza, edad o economía, por ejemplo. Tiene que llegar a dirigirse a toda la humanidad, aunque sea progresivamente, y está en el hombre el mérito o demérito de esparcir sus verdades. En el caso de que esto no suceda, el que no la conoce no tiene culpa y debería ser juzgado al momento de su muerte, lógicamente, en base al buen apego hacia la ley natural que todos compartimos. 2. Apostólica: Fue fundada por Jesucristo y luego fue propagada ininterrumpidamente por sus apóstoles y los sucesores de ellos. De esta manera, se ha mantenido una línea constante
  • 140. de pastores que conservan su misión desde el fundador hasta hoy. Esta sucesión se mantiene en el obispado, a cuya cabeza se encuentra el Papa. Pero aun cuando el Santo Padre muriese y se demoraran años en nombrar al siguiente por motivo de desacuerdo, cisma o persecución por ejemplo, produciendo una temporal sede vacante, la línea durante ese período continuaría intacta en los obispos legítimos, sucesores de los apóstoles. 3. Acuerdo doctrinal: Lo que Dios revela como un camino seguido por el ser humano hasta la coronación de las perfecciones a la llegada del Mesías, es coherente, razonable, y no puede modificarse con el tiempo. Una religión que hoy enseña que es malo robar, y luego dice que es bueno, entraría en franca contradicción con la verdad y con la esencia del Dios al que dice servir. Esto no es posible, y por eso mismo Jesús dice: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis Palabras no pasarán”103 . A lo que San Pablo agrega "Pero aun cuando nosotros mismos, o un ángel del cielo, os predique un Evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, sea anatema"104 . Ahora bien, antes dijimos que Dios no puede poner la Verdad en medio del error, motivo por el cual la religión verdadera tiene que estar libre de tal error. Pero a lo largo de la historia de la Iglesia, ha habido numerosas herejías que intentaron introducir errores graves en la doctrina, llegando a generar crisis generalizadas. De hecho, San Ambrosio en el año 382 ya lo decía: “No hay suficientes horas en el día para que recite incluso los nombres de todas las diversas sectas de los herejes”105 . ¿Esto contradice lo que estamos sosteniendo? No. Porque la Verdad se encuentra en las bases, más allá de lo que los hombres hagan temporalmente con ellas. Aunque 103 San Lucas 31,33 104 San Pablo, Epístola a los Gálgatas, 1, 8 105 “La fe de los Padres primitivos”, Jurgens. vol. II, pag. 158.
  • 141. incluso hay que aclarar que hasta en el peor de los casos sería en su mayoría, pero nunca en su totalidad, cumpliéndose así la promesa de Jesucristo al primer Papa, cuando le dijo: “Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”106 . Pero daremos un ejemplo, considerando la posibilidad del error de algunos —o de muchos—, sin disminuir o destruir con ello la Verdad: un libro puede tener una excelente doctrina, coherente en todos sus enunciados, acorde con la naturaleza de Dios, perfecto en sus resultados finales, y alguien puede arrojarlo a un estanque de agua sucia, o recortar de la propia copia las partes que le gustan, eliminando lo demás y creando un Frankenstein personal. Otro libro, por el contrario, puede tener algunas verdades salpicadas de muchos errores, inconsistencias y absurdos, y se le puede reservar el lugar de honor en la biblioteca. Dios escribe el buen libro de principio a fin, con la intención de que el hombre se beneficie de él llegando a su destino. El hombre puede (en su mayoría, como ya dijimos, y no en su totalidad, porque esto eliminaría la Verdad del mundo) tirarlo al basurero, o bien puede conservarlo intacto, siguiendo su instrucción y enseñándola a cuantos pueda, para hacerles partícipes de los mismos beneficios, y agradar más a Dios, que quiere que se salven cuantos más sea posible. La protección de la Verdad es fundamental, porque de ello depende que las personas sigan a Dios y cumplan con su fin último, o lo malogren, sea consciente o inconscientemente. En el segundo caso no tendrán culpa propia, pero sí el daño objetivo 106 San Mateo, 16-18.
  • 142. que se produce igual en ellos mismos y en una sociedad cada vez más alejada de los principios que la elevan y perfeccionan. Sigamos viendo si el “libro” de la religión católica está libre de errores en su base y principios o no… 4. La unidad que posee en su fe y en su gobierno: Lo primero se refiere a una única enseñanza, inalterable como ya dijimos, que se mantiene a lo largo de los siglos. Esto es fundamental en una verdad divina. En cuanto al gobierno, hay unidad de los fieles, guiados todos bajo una única cabeza en la tierra, que es el Papa. No puede llamarse católico quien no acepta la autoridad del verdadero Papa, ni la unidad doctrinaria impartida por Jesucristo y mantenida por siempre. 5. La Santidad: Es otro aspecto fundamental. Ya se ha dicho que el término se aplica a lo que es perfecto, puro y limpio de toda culpa. Sólo se puede declarar con total propiedad de Dios y, por Él, de Su religión, de la cual es Autor y Cabeza. La misma tiene necesariamente que estar en consonancia con las virtudes divinas, buscando para sus adeptos el desarrollo de las virtudes que les asemeja a Él. Ése es el fin del catolicismo, que no ve en las virtudes una ilusión que luego se puede y debe trascender, sino la máxima expresión de quienes somos como criaturas, al acercarnos cada vez más a nuestro fin último que es el Bien, la única fuente de la verdadera felicidad. En esa dirección, obramos bien, abandonando el apego al mal (carencia de bien), y por tanto participamos a nuestra medida de las divinas virtudes. 6. Eficacia: Se trata del poder de santificar a los creyentes e inspirarlos a grandes logros morales. La religión verdadera tiene
  • 143. que tener leyes coherentes, que lleven al fiel hacia Dios a través de un código claro y razonable de adoración, de cuidado por el prójimo, ayudándole a nivel espiritual y también material, y para bien de toda la sociedad. A través de su guía practicada, el creyente irá abandonando los vicios, errores y defectos que le alejan de su Dios y, por tanto, al irse pareciendo cada vez más a Él por imitación, se va santificando. Y de esta manera se convierte también en ejemplo a seguir para otros hombres. A diferencia de las religiones gnósticas, que en última instancia buscan el avance de cada quien porque finalmente todos se fundirán en el Todo —y sin importar la cantidad de sufrimiento, que al fin y al cabo es ilusoria— el catolicismo se preocupa activamente por el bien del prójimo y la fidelidad a Dios, aún en desmedro del propio beneficio personal. Esto lo atestiguan la enorme cantidad de santos, iniciativas de caridad, misioneros e instituciones creadas para enseñar, curar, alimentar, proteger y construir más y mayores medios de ayuda para incontables personas de todo estado y condición. Y a ello se suman los millones de mártires que ha dado la Iglesia desde su establecimiento, fieles literalmente hasta la muerte. Sólo en los primeros siglos de la Iglesia hubo innumerables mártires. El hecho no es sólo afirmado por autores cristianos, sino también por Tácito, Libanio, Plinio el joven y otros historiadores paganos. Solamente desde Nerón (64 DC) hasta Constantino (312 DC), hubo diez persecuciones generales, además de las locales, con millones de víctimas. 7. La gloria de los milagros también habla de veracidad. El milagro —que es la suspensión de una ley natural— es muestra innegable de la intervención divina en el transcurso de la existencia de la Creación. Esto primero se vio en la religión
  • 144. primitiva, luego en la mosaica, y finalmente pasó naturalmente a la Iglesia católica, que los ha detentado profusamente desde su instauración. Jesucristo hizo numerosos milagros, luego Sus apóstoles, y más tarde se vieron en apariciones celestiales y una verdadera miríada de santos a lo largo de la historia católica. Toda persona razonable cree un hecho cuando se lo afirman numerosos testimonios, constantes y uniformes, de hombres dignos de fe, es decir, de quienes no han podido ser engañados y que no quieren engañar. Estas son las condiciones de todo testimonio, y se aplican tan bien a los hechos milagrosos como a todos los demás. Así ha sido todo a lo largo de la historia cristiana, desde sus orígenes y hasta hoy. 8. El don de profecía, lo mencionamos ahora para terminar esta parte apenas con ocho puntos, aunque se pueden agregar más. El mismo también es muestra de la intervención divina a favor de Su pueblo. Ya mostramos este don en el pueblo judío antes de la llegada de Jesucristo, y también en Él mismo. Quedó demostrado el cumplimiento de Su profecía acerca del pueblo judío tras Su muerte. Podemos agregar que también predijo respecto de Su persona, Su Pasión, Su muerte y Su Resurrección; en cuanto a los discípulos la traición de Judas, la triple negación de Pedro, la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, los futuros milagros de éstos, los padecimientos y su martirio; acerca de Su Iglesia, la enseñanza del Evangelio en todo el mundo, la conversión de los pueblos y la duración hasta el fin de los tiempos de Ella. Y hasta ahora, todo lo dicho se ha cumplido cabalmente. Después, gran cantidad de santos han visto y declarado sucesos futuros muy lejanos a su tiempo, corrigiendo cuando era
  • 145. necesario a sus contemporáneos y guiando a los católicos por venir. También varias apariciones celestiales, acompañadas de sucesos milagrosos, han advertido sobre acontecimientos futuros. Así pues, la Iglesia ha mantenido este don durante toda su existencia.
  • 146. Conclusiones respecto a la verdadera fe Se pueden agregar cantidades ingentes de información que sustenten una y otra vez las afirmaciones hasta aquí declaradas. Pero creemos que hasta aquí lo ya expuesto demuestra la veracidad de una religión total y absolutamente diferente a todas las demás. La Iglesia tiene una doctrina razonable y coherente, y todos los atributos mencionados están en Ella, no sólo alguno como podría eventualmente —si es que es posible en término absoluto— ocurrir en otra religión. Esto quiere decir que la Iglesia católica es la única verdadera. Tal como hemos dicho, han habido muchos intentos de contaminar la perfección de esta religión desde sus mismos inicios. Y no resulta nada curioso que algunas de las principales herejías cristianas fuesen gnósticas también, como es el caso de los cátaros, por poner sólo un ejemplo: Entre otras cosas eran dualistas (un mundo espiritual creado por Dios y el otro material forjado por Satanás). Había que liberar al espíritu puro encerrado en el cuerpo. Por eso era considerado un pecado el matrimonio. El ideal de santidad era el suicidio como medio para escapar y sustraerse voluntariamente a la influencia del principio del mal. Creían en la reencarnación, hasta que el autoconocimiento llevara a las personas a la visión de la divinidad para escapar del mundo material y elevarse al inmaterial, sin existencia de infierno para nadie puesto que cada uno se habría salvado a través de renacimientos y purificaciones
  • 147. sucesivos. Obviamente, casi sobra decir que sus ideas eran completamente falsas. Recién ahora, al fin, habiéndonos paseado por las principales religiones del mundo (aunque someramente) llega la hora de concluir respondiendo a esta pregunta ¿En qué se diferencia la religión cristiana del resto y cómo se fundamenta la divergencia con la unanimidad de las demás? Ya hemos explicado cuáles son las diferencias entre las religiones principales y el cristianismo, en sus principios, en sus medios y en su fin último. También hemos podido demostrar sin lugar a dudas que esa coincidencia entre religiones se trata de la gnosis antes denunciada y ya debidamente refutada. Como se ha podido comprobar, ésta subyace a cada religión y creencia, por variados que sean los adornos con los que discrepen entre sí. No deja de ser muy llamativo que durante la historia entera de la humanidad, a todo lo largo y ancho de la faz de la Tierra, haya surgido una y otra vez el mismo intento —con una impronta tan definida— de destruir la Verdad. Podemos decir esto porque la gnosis atenta directamente contra Dios, al elevar al hombre a Su rango, al negar por lo tanto la necesidad y realidad de la Salvación, al impedirle razonar y conocerlo, al proponer vías egoístas de trascendencia personal, al permitir numerosos vicios y defectos, al disminuir a nada el valor de la Creación, etc. De esta manera, el hombre se desvía, creyendo una cantidad increíble de mentiras tan bien urdidas que no puede contrastarlas con el uso de su inteligencia. Este intento de instaurar una religión contraria a lo que Dios quiere para nosotros, lo vemos en el inicio mismo del Antiguo Testamento, cuando en el Paraíso la serpiente promete a Eva:
  • 148. “seréis como dioses”. ¿A través de qué? ¡del fruto del árbol del conocimiento! La gnosis es la religión más antigua del mundo, después de la Divina. Es por este motivo —y recién ahora podemos decirlo sin provocar escándalo— que los católicos sostenemos con el Salmista: “Todos los dioses de los gentiles son demonios”107 . Hecho ya el recorrido por las principales religiones, desmontados sus principales errores y vista la coherencia, razonabilidad y perfección de la Iglesia, podemos al fin decir, sin temor a equivocarnos, que DIOS ES CATÓLICO. 107 Salmos, 95:5.