La dirección espiritual es la asistencia que una persona recibe de otra calificada para discernir la voluntad de Dios y practicar las virtudes cristianas. Tiene como objetivos ayudar a la persona a crecer espiritualmente y alcanzar la santidad. Requiere que tanto el director como el dirigido se comprometan a alimentar sus almas con los sacramentos, buscar la guía del Espíritu Santo a través de la oración y guiarse por la revelación divina confiada a la Iglesia Católica.