La crisis de la deuda soberana europea se originó debido a los débiles cimientos de la expansión financiera de los años 2000 y la titulización del crédito hipotecario. Además, los desequilibrios en la balanza de pagos y la falta de una política fiscal común en la Eurozona agravaron la crisis. Los países de la Eurozona tuvieron dificultades para refinanciar su deuda pública sin ayuda externa, y se requirieron varios rescates multimillonarios para países como Grecia.