El documento describe el papel de los laicos en la Iglesia antes y después del Concilio Vaticano II. Antes del Concilio, los laicos tenían un papel discreto apoyando al clero, pero ahora se les considera "discípulos misioneros" que evangelizan en su vida cotidiana. El documento también destaca algunos de los "rostros sufrientes" en América Latina que los laicos deben ayudar.