El diagnóstico familiar es crucial en la orientación, ya que permite comprender la problemática familiar y es un proceso basado en la exploración sistémica y la relación terapéutica con la familia. Este diagnóstico implica el uso de genogramas y la observación de interacciones familiares para obtener un conocimiento aproximado del sistema, considerando tanto las dinámicas internas como los contextos externos que influyen en la familia. Se requiere del terapeuta una actitud empática y flexible, así como formación y herramientas adecuadas para delinear estrategias de intervención efectivas.