Un triángulo azul se sentía muy triste y aburrido hasta que decidió jugar a ser diferentes objetos, pero ninguno lo divirtió. Un payaso le aconsejó buscar amigos para jugar, y el triángulo encontró a otros triángulos con los que pasó un buen rato jugando a esconderse en las montañas y el bosque. Poco a poco fue haciendo más amigos triángulos de diferentes colores y tamaños, descubriendo que era mucho más divertido jugar en compañía.