El documento habla sobre la obsolescencia programada, la cual fue creada por Bernard London para que los productos tuvieran una vida limitada y los consumidores compraran más frecuentemente, impulsando así el crecimiento económico. Un claro ejemplo es cómo en 1972 se redujo intencionalmente la vida útil de las bombillas para que los consumidores las reemplazaran con más frecuencia. Si bien la obsolescencia programada puede beneficiar la economía general, también puede perjudicar la economía de las familias al obligarlas a reemplazar productos con