La unidad 731 del ejército japonés llevó a cabo experimentos médicos crueles y letales con prisioneros de guerra y civiles durante la Segunda Guerra Mundial para desarrollar armas biológicas, infectando a las víctimas con enfermedades como la peste y el ántrax. A pesar de la evidencia de crímenes de guerra, los científicos de la unidad 731 no fueron castigados a cambio de compartir sus datos con los Estados