La fisión nuclear produce energía calorífica al dividirse el núcleo de átomos pesados como el uranio. Se descubrió en 1939 que el uranio podía dividirse fácilmente mediante neutrones, lo que llevó al desarrollo de reactores nucleares para generar electricidad en la década de 1950. Aunque genera menos emisiones que los combustibles fósiles, la energía nuclear genera residuos radiactivos de alta actividad que requieren un almacenamiento seguro a largo plazo.