Este capítulo enfatiza la importancia de establecer un fundamento espiritual sólido en Jesucristo. La Biblia compara la vida espiritual de un creyente a la construcción de un edificio, por lo que es esencial poner el fundamento correcto primero, el cual es solo Jesucristo. Al construir sobre este fundamento, el Espíritu Santo podrá morar en esa persona. Si se construye sobre cualquier otro fundamento, la estructura espiritual eventualmente se derrumbará.