El documento reflexiona sobre el papel fundamental de la educación en la formación de valores y moral en un contexto social cambiante y diverso. Se argumenta que la educación y los valores no solo se enseñan en las instituciones formales, sino que también se transmiten a través de los ejemplos en la vida cotidiana y de la interacción social. La responsabilidad de inculcar estos valores recae tanto en las familias como en los individuos, sugiriendo que el problema de la falta de valores no se debe únicamente al sistema educativo o a la sociedad.