Este documento analiza los cambios en la relación entre identidades y Estado en América Latina en el contexto de la globalización. Explica que la globalización debilita la capacidad de los estados-nación, lo que lleva a los ciudadanos a buscar nuevas fuentes de sentido e identidad como la etnicidad, la religión o el nacionalismo. También argumenta que las identidades culturales se fortalecen en respuesta a la crisis de legitimidad de los estados, ahora sometidos a las fuerzas globales sobre las que tienen poco control.