El gigante egoísta no dejaba que los niños jugaran en su jardín, por lo que cercó el área y prohibió la entrada. Como resultado, el jardín se congeló en invierno mientras que los demás lugares florecían. Finalmente, el gigante se arrepintió de su egoísmo cuando vio a un niño pequeño llorando, permitiendo que los niños volvieran a jugar y trajeran la primavera de nuevo al jardín.