Este documento discute las relaciones entre la ética y la política. Argumenta que la ética es fundamental para la buena política pública y que la prudencia es la virtud clave que une a la ética con la política. También analiza los desafíos de la corrupción y la responsabilidad en el servicio público, y sostiene que aunque la determinación de responsabilidades no es simple, los servidores públicos individuales son moralmente responsables de las decisiones políticas.