El deconstructivismo es un movimiento arquitectónico que surgió a finales de la década de 1980 y se caracteriza por la fragmentación, y la manipulación de formas no euclidianas. Tiene su base en la filosofía de la desconstrucción de Jacques Derrida, y busca desafiar las normas tradicionales de la arquitectura al priorizar la imprevisibilidad y el 'caos controlado'. Sus críticos sostienen que esta corriente puede resultar visualmente agresiva y no ofrece valores alternativos, enfocándose en hacer preguntas sobre la existencia y funcionalidad de las estructuras.