Este documento discute cómo la inteligencia artificial desafía el derecho actual y plantea preguntas sobre la responsabilidad legal de las máquinas y la transparencia de la tecnología. Argumenta que el derecho necesita ser interdisciplinario y adaptarse a los avances tecnológicos. También sugiere que los filósofos del derecho pueden generar argumentos jurídicos más allá de las capacidades de los algoritmos.