Según Carl Jung, la personalidad se desarrolla a partir de la herencia genética. La introversión se caracteriza por enfocarse en los sentimientos y pensamientos internos, preferir actividades solitarias y evitar multitudes. La extroversión implica enfocarse en la vida social y el mundo exterior, considerándose personas activas y comunicativas. Sin embargo, la extroversión excesiva puede interferir con la comunicación al no dar tiempo a los demás para expresarse.