Este documento presenta el prólogo de la obra de teatro "Laberintos sombríos" de Daniel Dagna. Comienza con Elena cantando una balada mientras un hombre llamado Francisco se encuentra agazapado en el escenario oscuro. Francisco luego habla enigmáticamente sobre su estado mental y físico, describiendo su morada como un lugar sin tiempo. Finalmente, Francisco cierra sus ojos cansados mientras la oscuridad lo envuelve, dejando resonar su voz en la negrura.