Los celos son como el kudzu, una planta invasora que se extiende rápidamente y ahoga otras plantas. Comienzan como una pequeña semilla que, una vez arraigada, contamina los pensamientos y acciones de una persona. Tres ejemplos bíblicos muestran cómo los celos llevaron a hermanos a odiarse, a Saúl a perseguir a David, y a líderes religiosos a dar muerte a Jesús. Los celos pueden cegarnos y alejarnos de discernir la verdad.