Los devotos chinchanos viajaban en octubre a Ica para rendir culto al Señor de Luren, lo que les ocasionaba gastos y perdidas de trabajo. Para evitar esto, decidieron esculpir una imagen similar en su propia ciudad. Se eligió un árbol de olivo y, una vez talado, el escultor Manuel Ortiz se encargó de esculpir la imagen del Señor Crucificado, tarea que le llevó cerca de un año. Mientras tanto, los devotos fundaron la cofradía del Señor Crucificado de