El conde Elgin, embajador británico en Constantinopla en 1799, aprovechó su posición para saquear el Partenón y otros edificios de la Acrópolis de Atenas, arrancando metopas, frisos y esculturas. Durante un año, sus operarios desvalijaron los templos, empaquetando cientos de piezas que enviaron a Inglaterra. Sin embargo, un barco que transportaba parte del expolio se hundió, y las piezas estuvieron bajo el agua dos años antes de ser recuperadas.