La planificación es esencial para una administración financiera sana, siguiendo principios bíblicos que enfatizan la importancia de calcular y prever gastos antes de actuar. Se requiere disciplina, fidelidad en el manejo de recursos y la enseñanza de vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. La buena administración personal y espiritual está relacionada con la mayordomía de los dones y talentos, con un enfoque en la eternidad y la glorificación de Dios en todas las acciones.
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