Joan Miró nació en Barcelona y desde muy pequeño le encantaba pintar, usando su imaginación para crear animales y objetos con características inusuales. A medida que crecía, Miró se interesó en pintar aspectos de la naturaleza como hojas, flores e insectos, así como el cielo y las estrellas. Finalmente, decidió mezclar todos sus dibujos y agregar mucho color para crear un mundo alegre y divertido.