Agenor y su hijo Ricardito pasaban hambre y buscaban trabajo. Un panadero llamado Amaro les dio de comer y luego empleo a Agenor, ayudándolo a alfabetizarse. Agenor se convirtió en abogado y fundó un comedor para personas necesitadas, en memoria de la ayuda recibida. Agenor y Amaro se hicieron amigos de por vida y fallecieron el mismo día años después.